Persona en construcción

Sociolingüística: Estereotipos
Nesrine El Akel
Pablo Carrasco Huertas
Audrey Duthoit
Carlos Jiménez Romera
Madrid (España), mayo de 2005.

Índice General

 
  • 1 Historia de los estereotipos
  • 2 Estereotipos en las ciencias sociales
  • 2.1 Estereotipo, prejuicio y discriminación
  • 2.2 Funciones constructivas del estereotipo
  • 3 Estereotipos en lingüística
  • 3.1 Locuciones cristalizadas
  • 3.2 Semántica del estereotipo y del prototipo
  • 3.3 Semántica integrada: topoi
  • 3.4 Retórica y análisis argumentativo
  • 3.5 Estereotipos y análisis del discurso
  • 3.6 Langues de Bois [Lenguas de Madera
  • 4 Clichés, estereotipos y literatura
  • 4.1 Estilística del cliché
  • 4.2 Poética del cliché
  • 4.3 Texto, imaginario, sociedad
  • 5 Estereotipo y lectura
  • 5.1 Libertad y coacciones de la lectura
  • 5.2 Códigos y estereotipias
  • 5.3 Los distintos niveles de estereotipos
  • 6 Clichés, estereotipos y cine
  • 6.1 Estereotipos extra-cinematográficos
  • 6.2 Estereotipos intra-cinematográficos
  • 7 Estereotipos y fotografía
  • 8 El femenismo y la denuncia de los estereotipos

  • 1 Historia de los estereotipos

    Desde la Antigüedad hasta el Romanticismo, los estereotipos eran algo normal en la escritura y en el pensamiento. Eran aceptados por todos. Al principio del siglo XIX la sociedad se divide y los estereotipos serán desacreditados según los 3 aspectos siguientes:

    1. La crítica romántica y posromántica empieza por atacar la banalidad de su forma: percibidos como signos formales de una tradición antigua, se ven como formas incapaces de expresar la verdad de manera correcta y atractiva.
    2. A partir del final del siglo XIX, se les reprocha el carácter contingente y mentiroso de su contenido, así como su participación a sistemas ideológicos contestables.
    3. En los años 60, se deplora su univocidad, su carácter reductor, y el obstáculo que oponen al deseo de variar los sentidos y los códigos de lectura. Al mismo tiempo, se tiene en cuenta su relatividad y sus efectos positivos.

    Historia de las nociones

    2 Estereotipos en las ciencias sociales

    A partir del estudio pionero de Walter Lippman sobre la opinión pública y su influencia sobre el comportamiento de los individuos, cambió completamente la percepción que se tenía del estereotipo. A partir de este momento se asumió que tenían una función en la cognición humana y en la perceprción y aprehensión del mundo que nos rodea.

    Lippman, Walter  (1922)   La opinión pública   Cuadernos de Langre, Madrid, 2003
    1922: Walter Lippmann and John Dewey debate the role of citizens in democracy
    http://fcis.oise.utoronto.ca/~daniel_schugurensky/assignment1/1922lippdew.html 

    A partir de entonces se produjeron un gran número de estudios, en el ámbito de la psicología social, en torno a este concepto.

    Katz y Braly establecen una metodología muy exitosa por su simplicidad en un estudio en el que piden a estudiantes de secundaria que asocien a varios grupos étnico y nacionales una serie de adjetivos calificativos. Se pueden observar los distintos estereotipos y estudiar su evolución en el tiempo.

    Katz, Daniel & Kenneth W. Braly  (1933)   «Racial stereotypes of 100 college students»,   Journal of Abnormal and Social Psychology, 28, pp. 280-290 

    Así, desde este nuevo punto de vista, los estereotipos son imágenes que mediatizan la relación del individuo con el mundo real. Se trata de esquemas culturales mediante los que se filtra la realidad del entorno. Son necesarios para comprender y categorizar la realidad que, de otra forma, se mostraría inaprensible (pura sensación).

    Bajo esta perspectiva, la adecuación a la realidad del estereotipo estaría subordinada a su utilidad.

    Definiciones contemporáneas de estereotipo

    «Creencias sobre las clases de individuos, de grupos o de objetos, que son preconceptos, es decir, no corresponden a una pareciación nueva de cada fenómeno, sino a hábitos de pensamiento y expectativa habituales ... Un estereotipo es una creencia que no se da como hipótesis confirmada por pruebas, sino más bien considerada, de manera entera o parcialmente equivocada, como un hecho dado.»

    Jahoda, Marie  (1964)   «Stereotype»,   A Dictionary of the Social Sciences, Tavistock Publications, Londres 

    «Clichés, imágenes preconcebidas y cristalizadas, sumarias y tajantes de las cosas y de los seres que se hace el individuo bajo la influencia de su medio social (familia, entorno, estudios, profesión, amistades, medios de comunicación, etc.) y que determinan en un mayor o menor grado nuestras maneras de pensar, de sentir y de actuar.»

    Morfaux, Louis Marie  (1980)   «Stéréotype»,   Vocabulaire de la philosophie et des sciences humaines, Colin 

    «Maneras de pensar mediante clichés, que designan las categorías descriptivas simplificadas basadas en creencias y en imágenes reductoras, por medio de las cuales calificamos a las demás personas o a otros grupos sociales, sujetos a prejuicios.»

    Fischer, Gustave-Nicolas  (Les Concepts fondamentaux de la psychologie sociale)   Dunod   

     

    2.1 Estereotipo, prejuicio y discriminación

    El estereotipo tiene una dimensión clasificatoria, que permite un considerable ahorro cognitivo a cambio de una cierta inexactitud.

    El prejuicio incluye una componente afectiva y supone un juicio sobre un individuo concreto a partir, exclusivamente, del estereotipo. Por tanto, el uso sano del estereotipo requiere una consciencia de su limitación, a saber, que los individuos no corresponderán generalmente al estereotipo.

    Según Hardy (1968), prejucio es «una actitud hacia los miembros de un grupo externo en el que predomina la tendencia a la evaluación negativa».

    Harding, John  (1968)   «Stereotypes»,   International Encyclopedia of the Social Sciences. MacMillan & Free Press, New York 

    La discriminación se produce cuando el prejuicio produce una determinada actuación que perjudica al individuo señalado.

    En ocasiones, el prejuicio no hace más que justificar la antipatía preexistente.

    Allport, Gordon W.  (1954)   La naturaleza del prejuicio   Eudeba, Buenos Aires, 1968 

    Adecuación a la realidad

    El estereotipo, por su propia naturaleza, resulta siempre simplificador respecto a la realidad del mundo; generalmente no distingue entre los aspectos fundamentales y accidentales del elemento retratado. Por otra parte, se produce una retroalimentación entre el estereotipo y la realidad: al juzgar la realidad a través del estereotipo, ésta no hace más que confirmar lo que ya se sabía, es decir, el propio estereotipo.

    De hecho, los estereotipos formulados a partir de un prejuicio anterior no tienen por qué corresponder en absoluto a la verdad; en este caso, no se trata de juicios simplificadores, sino simplemente de juicios falsos.

    La existencia de un estereotipo puede imponer una serie de comportamientos en los individuos de una sociedad de tal forma que el resultado final de dicha influencia sea la confirmación del estereotipo, por ejemplo, la educación distinta según sexo o clase social...

    Teoría de los conflictos sociales

    Muzafer Sherif plantea que las situaciones conflictivas son el principal motor del estereotipo y del prejuicio. El conflicto favorece la aparición de estereotipos que justifican la postura de cada una de las partes.

    La hipótesis del contacto predice que el contacto directo entre los individuos de colectivos enfrentados tiende a eliminar los estereotipos y prejuicios, de forma que bastaría con poner en contacto a estos individuos para que desaparezcan los prejuicios. Sin embargo, según la teoría de Sherif, si permanece el conflicto que originó el estereotipo, permanecerá e incluso se reforzará el estereotipo, ya que los individuos continuarán juzgando al otro a partir del estereotipo y utilizando su experiencia para reforzar éste.

    2.2 Funciones constructivas del estereotipo

    Identidad social

    Los estereotipos cumplen una función esencial en la creación de una identidad de grupo, que no sólo define al grupo frente al exterior como algo más o menos unitario, sino que sirven para identificar a cada uno de sus miembros a partir de su adhesión a los estereotipos asumidos por el grupo. Así pues, no se trata sólo de diferenciarse del otro, sino también de identificarse con el resto de los miembros del mismo grupo. Esta cohesión es necesaria para la supervivencia de los grupos minoritarios, pero también para evitar las desintegración de los grupos extensos o dispersos.

    Cognición

    Desde el punto de vista de la psicología social, se estudian las impresiones relativas a personas y grupos y la forma de gestionarlas, incorporándolas a estereotipos, simplificadores pero con un amplio rango de aplicación, frente a los juicios particulares, más precisos pero de alcance limitado; desde este punto de vista el estereotipo se asume fórmula de aprehensión y categorización de la realidad compleja del mundo, se estudian los datos que se asumen como propios de los grupos y los individuos.

    «Las impresiones simplificadas son un primer paso hacia la comprensión del entorno y el establecimiento de una visión clara y significativa.»

    Asch, Solomon  (1952)   Social Psychology   Prentice Hall, NJ 

    Surge, en los años 50, una controversia: ¿son los estereotipos una simplificación de una experiencia dada o son una imagen previa que determina la posterior experiencia? En la actualidad, esta controversia se ha superado, se admite que ambas opciones son posibles y que se acude a cualquiera de ellas en función de la necesidad cognitiva concreta: a falta de datos previos se acude a las imágenes estereotipadas para actuar en consecuencia (al menos hasta recabar los datos que confirmen o desestimen el estereotipo), a partir de la experiencia propia se crean estereotipos para ser empleados con posterioridad. El problema surge, por supuesto, cuando nos enfrentamos a datos discordantes con el estereotipo, en ese caso, debemos incorporarlos corrigiendo el estereotipo o desecharlos en favor de éste; en estos momentos, la investigación en este campo se sitúa en el estudio de los datos que son incorporados o desechados y bajo qué condiciones ocurre esto.

    En definitiva, la capacidad de categorizar y esquematizar, al igual que la de individualizar, es un componente esencial de la cognición humana.

    «Insistimos en la distinción entre los estereotipos --el contenido social-- y la estereotipación --proceso individual que tiene lugar en el contexto social y que es modelado por éste--. La gente puede prescindir de algunos contenidos específicos, pero no del proceso»

    «El proceso de estereotipación es, por definición, una generalización y puede ser tanto útil como nocivo en función de las condiciones de su uso.»

    Leyens, Jean-Philippe; Vicent Yzerbyt & Georges Schadron  (1994)   Stéréotypes et cognition sociale   Mardaga, 1996 

    Representación Social y Estereotipo

    La psicología social inspirada en Moscovici centra sus estudios en el concepto de representación social, conjunto de conocimientos heredados a través de la educación, la tradición y la interacción social y que condiciona tanto el conocimiento del mundo que tiene un individuo como sus relaciones sociales.

    Moscovici, Serge (ed)  (1988)   Psychologie sociale   PUF 

    Representación social es, pues, «una forma de conocimiento, socialmente elaborada y compartida, que tiene una finalidad práctica y apunta a la construcción de una realidad común a un conjunto social.»

    Jodelet, Denise (ed)  (1989)   Les Représentations sociales   PUF 

    Según este autor, la representación social es todo un conjunto de representaciones, mientras que el estereotipo es un elemento único, que sirve como indicador de la complejidad del conjunto.

    3 Estereotipos en lingüística

    3.1 Locuciones cristalizadas

    No todas las locuciones con las que cuenta cualquier lengua son necesariamente estereotipos o clichés. Es necesario que exista algún tipo de afirmación o juicio, explícito o implícito, que acompañe a la expresión. Los refranes serían ejemplos perfectos de estereotipos.

    3.2 Semántica del estereotipo y del prototipo

    Según Putnam, estereotipo es una idea convencional asociada a una palabra en una cultura determinada, es parte de la significación, que responde a la idea común asociada a la palabra. Esta teoría del estereotipo esta orientada a permitir que el hablante use y comprenda la palabra dentro del discurso, más que a representar el significado.

    Putnam, Hilary  (1975)   «The meaning of `meaning'»,   Philosphical Papers, Cambridge, Cambridge University Press, 1975, Vol 2 

    Geeraerts distingue entre estereotipo y prototipo. Ambos «contienen los datos semánticos más sobresalientes de las categorías conceptuales del lenguaje natural.»

    «Los estereotipos describen las convenciones sociales; los prototipos, los principios psicológicos de economía conceptual que influyen en la categorización semántica.»

    Geeraerts, D.  (1985)   «Les données stéréotypiques, prototypiques et encyclopédiques dans le dictionnaire»,   Cahiers de lexicologie, 46-1 
    Kleiber, Georges  (1990)   La Sémantique du prototype   La semántica de los prototipos: categoría y sentido léxico, Visor Libros, Madrid, 1995 

    3.3 Semántica integrada: topoi

    Anscombre y Ducrot proponen el concepto de topoi dentro de su pragmática argumentativa; lo definen como «argumento de la lengua», cuyo contenido está ya incorporado al significado de los elementos lingüísticos. Para estos autores, significar no implica informar o describir, sino dirigir el discurso en una determinada dirección. Los topoi son principios generales que guían la argumentación, pero que no son argumentos; se los presenta como si fueran objeto de consenso dentro de una comunidad.

    Los topoi intrínsecos están incluidos en el propio significado del elemento léxico, los extrínsecos son parte de los estereotipos más o menos particulares dentro de una comunidad concreta.

    Anscombre, Jean-Claude  (1995)   Théorie des topoi   Éd. Kimé 
    Ducrot, Oswald y Anscombre, Jean-Claude  (1983)   L'Argumentation dans la langue   La argumentación en la lengua, Gredos, MAdrid, 1994 

    3.4 Retórica y análisis argumentativo

    Análisis de los usos de los lugares comunes y específicos y de la doxa (conceptos aristotélicos) en el discurso con unos fines específicos. Aplicación de los nuevos conceptos de la pragmática argumentativa.

    Angenot, Marc  (1982)   La Parole pamphlétaire. Typologie des discours modernes   Payot 

    3.5 Estereotipos y análisis del discurso

    Escuela francesa

    Disciplina surgida a finales de los años 60. En principio no se interesa por los estereotipos, pero plantea un marco teórico donde el significado se construye no sólo a partir del texto, sino también del marco social donde se encuentra éste y su lector. Este planteamiento favorece indirectamente el estudio de los estereotipos.

    Análisis estadístico del léxico, investigando la ideología que se esconde tras el uso consciente de determinados términos y las intenciones de los hablantes en el uso de estos estereotipos.

    Discurso y archivo

    Pronto al estudio cuantitativo se une una investigación cualitativa que introduce una clasificación de los archivos disponibles, su temática... para mejorar la contextualización de los datos cuantitativos.

    Discurso de la prensa

    Estudio de la frecuencia léxica y del contexto de enunciación sobre extensos corpora. Interpretación de los datos a través de la realidad social de la enunciación.

    Discurso político

    Análisis más amplio, que incluye elementos extralingüísticos, el análisis de la propaganda y su uso, el potencial argumentativos de los estereotipos...

    3.6 ]

    Langues de Bois [Lenguas de Madera]

    La lengua oficializada, institucionalizada, sin sentido fuera de la ideología imperante. Llena de los prejuicios de la ideología que sustenta. El lenguaje oficial de los regímentes autoritarios.

    Ejemplos: el lenguaje oficial de los países autoritarios; el lenguaje del terrorismo (después del 11-S).

    4 Clichés, estereotipos y literatura

    Si las ciencias sociales trabajaron generalmente sobre los estereotipos, la literatura se encargó más del estudio de los clichés, primero como objeto de la Estilística, y luego como materia de la Poética. Sea como fuere, lo cierto es que se analizaban principalmente sus valores estilísticos (en un principio, negativamente, como indicador de mal estilo).

    4.1 Estilística del cliché

    La Estilística vino a sustituir a la tradicional Retórica de origen griego a finales del siglo XIX. En un principio, esta disciplina veía los clichés como expresiones gastadas que sirven a todo el mundo, ya manidas, prefabricadas, de tal manera que eran síntoma de un estilo pobre. Es lo que se llamó el estilo ómnibus de algunas novelas (en realidad, su trasunto actual serían las novelas por entregas o incluso, por qué no, algunos best- sellers).

    Para descubrir estas expresiones, el buen estilista no tiene más que comprobar que esas formas, en efecto, se pueden sustituir por otras más simples. Así, por ejemplo, deshacerse en lágrimas puede corregirse por llorar; dar gato por liebre por engañar, vil metal por oro; etc. Es decir, para escribir bien, en definitiva, había que evitar los manidos clichés.

    Sin embargo, cabe decir que su uso, si es intencionado y consciente, lejos de denotar falta de cultura (en un sentido elevado de ésta), tiende a ser convertido en instrumento para la burla de otros, como ocurre a menudo en el Quijote. Cervantes comienza su magna obra a la manera de las historias de caballeros, situando primeramente al héroe (pero sin nombrar finalmente el lugar) y describiendo su porte caballeresco (pero resulta ser un hidalgo venido a menos). Son clichés, formas cosificadas en toda la literatura de aventuras anterior, y que Cervantes supo emplear en su beneficio.

    Los clichés, por otro lado, no son algo exclusivo de la literatura. Más bien, son empleados por cualquier escritor apresurado, carente de imaginación o, en definitiva, descuidado en su estilo. Así, podemos contemplar también clichés en la publicidad o en el periodismo (el móvil del crimen, uso partidista del terrorismo, hacer tabla rasa, etc.). Claro que... ¿podemos escapar nosotros de esas expresiones?

    Posiblemente ninguno seamos ajenos a los clichés literarios. Puede que incluso, éstos no hayan de ser vistos como algo negativo, sino todo lo contrario. Las críticas que se realizan a los clichés muchas veces están fundamentados en un infundado miedo al poder de las palabras y al posible condicionamiento de éstas sobre nuestro pensamiento (como si el habla limitase nuestro raciocinio). Nada más lejos de la realidad. Seguramente, los clichés en cierta medida ayudan a nuestro cerebro a organizar debidamente las ideas, de tal manera que el coste cognitivo sea menor. El hecho de poder echar mano (¿no es éste otro cliché?) a estas formas facilitan enormemente nuestra producción, oral y escrita.

    Será a partir de los años 60 del pasado siglo XX, y en pleno desarrollo de la Lingüística, cuando se empiece a estudiar los clichés de una manera no tan normativa. Por supuesto que se sigue destacando su carácter manido, pero eso no implica en modo alguno que sean ineficaces. Más bien al contrario, los clichés son una suerte de secuencias cristalizadas que, por su comprensibilidad general, ayudan a la correcta interpretación de los textos.

    En el caso de la literatura, los clichés son vistos entonces como características identitarias de ciertos géneros e incluso de algunos autores. Así, por ejemplo, las novelas de aventuras suelen ser ambientadas en remotos y exóticos países (desde el punto de vista de la sociedad que los va a leer), como vemos en La vuelta al mundo en 80 días de Verne o Las aventuras de Robinson Crusoe de Daniel Defoe. En cuanto a autores, es fácil afirmar que las novelas de Agatha Christie están llenas de clichés, que la autora inmortalizó para siempre. De hecho, algunos críticos literarios catalogan el nivel de los autores según el número de clichés que tras ellos fueron fijados siguiendo sus obras.

    También los clichés son empleados por los escritores para identificar la pertenencia de alguno de sus personajes a un estrato social determinado (no hay más que ver cómo habla Sancho Panza, a través de clichés, sintomáticos de la llamada sabiduría popular). Quizás determinados por la crítica feroz que siempre se hizo a estas expresiones, se llegó a fijar incluso una distancia entre el escritor y los personajes, de tal manera que estos clichés a menudo aparecen indicados tipográficamente por las comillas, en una muestra de que el escritor es consciente de su uso y de que, en definitiva, los emplea a modo de burla o de identificación de los personajes.

    4.2 Poética del cliché

    En la poesía, tradicionalmente se ha entendido los clichés como aquellos lugares comunes a los que remiten ciertas formas, según el imaginario popular ya preestablecido. Así, por ejemplo, la figura del cisne, quizás por su carácter inusual, ha dado pie a muchos clichés aceptados por todos los poetas: el cuello del cisne, el canto del cisne, la blancura del cisne (¡pero hay cisnes negros!)...

    Sin embargo, los clichés en poesía pueden ser tomados no como indicador de la falta de imaginación de un autor específico, en sentido peyorativo, sino que, muy al contrario, pueden dar cuenta de un determinado proceso de intertextualidad, es decir, la relación que mantiene ese texto con otros, de tal manera que pueden ser un homenaje de un poeta a otro, una demostración de cultura, etc.

    Los clichés en poesía no se refieren únicamente a expresiones que aparecen con mayor o menos frecuencia. Atañen también a las temáticas e incluso a la forma de los versos. De este modo, en cuanto a la temática, durante la Edad Media era frecuente que los juglares cantasen poéticamente las andanzas y heroicidades de algún caballero, a veces enfrentado con algún rey (por ejemplo, en El Cid Campeador); y esto repercutía también en el verso escogido, de tal manera que los octosílabos eran un cliché establecido para los romances (que, en principio, eran de métrica libre).

    Por todo ello, puede afirmarse que el cliché es, cierta medida, el representante de toda una serie de conceptos que conforman el sistema descriptivo de una palabra. Por emplear terminología actual, diríamos que un cliché es la formalización en el texto del esquema cognitivo que se activa en el poeta al concebir una determinada idea. Incluso puede analizarse los clichés como elemento que garantiza en cierta medida la cohesión de los textos.

    4.3 Texto, imaginario, sociedad

    Si al cliché le añadimos una dimensión sociológica, más allá de la puramente estética, tenemos un estereotipo. Para ello, es indispensable hablar de la doxa, esto es, la opinión pública. Ésta es la que determina en último lugar cuándo una frase hecha pasa al imaginario popular y se fija como expresión cristalizada. Esto le añade, al ir más allá de la simple frase hecha por un autor individual, una dimensión comunitaria que refuerza la calidad de aseveración de dicha expresión. En otras palabras, el estereotipo tiene una fuerza de aserción, de verdad indiscutible, que hacen de él una figura pétrea dentro de la literatura (stereos quiere decir precisamente sólido).

    Lo curioso es que los estereotipos, pese a su carácter inmovilista, se van renovando, pues son los propios escritores los que, en su afán por desmarcarse de lo ya manido, buscan nuevas formas de expresión que, paradójicamente, acaban cristalizando y convirtiéndose finalmente en otros estereotipos diferentes de los que habrá que huir en el futuro.

    Así, los escritores terminan siendo creadores y víctimas de los propios estereotipos, porque son fuente de ellos, pero al mismo tiempo deben apoyarse necesariamente en ellos para que sus nuevas obras sean comprendidas. No se puede ir en contra de los convencionalismos oponiéndose a ellos. En todo caso, se puede ir transformándolos, pero nunca de una manera radical, a riesgo de terminar marginado e incomprendido. La doxa, decía Roland Barthes, «es la Medusa: petrifica a los que la miran». Nadie escapa al imaginario popular, a la opinión pública.

    El estereotipo, por tanto, va más allá del simple cliché. Es ciertamente una expresión cristalizada, pero situado en el cruce entre las ciencias sociales y los estudios literarios, de tal manera que conciernen a una representación de carácter social, una suerte de esquema colectivo que corresponde inequívocamente a un modelo cultural determinado. Se acerca así a la llamada psicología social.

    Por todo ello, los estereotipos de un texto son elementos constitutitos de éste, puesto que en dicho texto incluso pueden intentar desmarcarse de ellos, pero nunca desconocerlos. Si no les afecta, por así decirlo, intratextualmente, sí que lo hace de manera inevitable extratextualmente.

    Desde este punto de vista, ha habido propuestas como la de Marc Angenot, que pretende construir una nueva noción que englobe todos estos aspectos: el ideologema. Éste se caracteriza por su carácter argumentativo, como expresión máxima de todo texto y que subyace a él, de tal manera que no sería necesario que fuera una locución breve de palabras, sino incluso una suerte de red de sintagmas más o menos intercambiables. Si así fuera, los estereotipos saldrían del discurso literario para ser estudiados en todo tipo de discurso. Además, ya no tendría un carácter monosémico o monovalente, sino todo lo contrario, algo dúctil y, en cierto sentido, portador de varias voces. En definitiva, el estereotipo alcanzaría su sentido pleno dentro de ese texto concreto.

    Por ejemplo, calificar una palabra como expresión vulgar no tiene el mismo sentido hoy que en el siglo XIII. Si hoy entendemos como tal un tipo de palabras que pertenecen a un registro informal, e incluso puede tener un cierto carácter peyorativo, en la Edad Media esto referenciaba únicamente aquellas palabras dichas en romance, la palabra del vulgo, frente al latín empleado en otros ámbitos (judicial, religioso, etc.), pero sin ningún tipo de carácter denostativo, únicamente descriptivo.

    Tradicionalmente se estudiaron los textos, ya fueran literarios o de otra índole, como una creación individual suya organización y temática dependía exclusivamente de la figura del autor. Hoy, sin embargo, no podemos obviar que, en cierta medida, todo texto es un texto social, en tanto en cuanto es creado dentro de una determinada cultura que lo condiciona, incluso cuando ese texto pretenda ser únicamente una práctica estética. No hay texto creado fuera de las coordenadas espacio-temporales ni, por tanto, fuera de lo social.

    Puede decirse, siguiendo esta argumentación, que los clichés y, por extensión, los estereotipos, actúan como mediadores entre los individuos y la sociedad, en tanto en cuanto permiten la integración dentro del seno de una cultura, dejando sus marcas en textos de todo tipo y influyendo de manera inevitable en el imaginario social.

    Sin embargo, los estereotipos, como muchas veces se ha hecho, no deben ser vistos como una fuerza eminentemente conservadora, que anquilosa unos determinados esquemas frente a otros. Suele ocurrir que, por el contrario, dichos clichés sociales sean empleados a matera de desmitificación, mofa o burla de los modelos sociales preestablecidos. Como ya he mencionado anteriormente, no hay nada más grande en el Quijote que la propia desmitificación del caballero andante.

    5 Estereotipo y lectura

    Al leer un texto, un lector de finales del siglo XX está obligado a acordarse de los códigos que aprendió a la escuela y con los medios de comunicación, y que constituyen la lengua cultural de su sociedad. Esos estereotipos se dividen en 3 categorías:

    Cada categoría de estereotipo está presente en el célebre poema de Baudelaire El Albatros.


    Cuadro 1: El Albatros (Baudeleire)

    L'albatros, Charles Baudelaire
     
    Souvent, pour s'amuser, les hommes d'équipage
    Prennent des albatros, vastes oiseaux des mers,
    Qui suivent, indolents compagnons de voyage,
    Le navire glissant sur les gouffres amers.
     
    A peine les ont-ils déposés sur les planches,
    Que ces rois de l'azur, maladroits et honteux,
    Laissent piteusement les grandes ailes blanches
    Comme des avirons traîner à côté d'eux.
     
    Ce voyageur ailé, comme il est gauche et veule !
    Lui, naguère si beau, qu'il est comique et laid !
    L'un agace son bec avec un brûle.gueule,
    L'autre mime, en boitant, l'infirme qui volait !
     
    Le poète est semblable au prince des nuées
    Qui hante la tempête et se rit de l'archer ;
    Exilé sur le sol au milieu des huées,
    Ses ailes de géant l'empêchent de marcher.

    El Albatros
     
    Como un juego, a menudo en los barcos he visto
    Cómo cazan albatros, grandes aves marinas
    Que son como indolentes compañeros del viaje
    Tras el barco que surca los abismos amargos.
     
    Una vez han caído en cubierta, esos reyes
    Des espacio azulado son torpones y tímidos,
    Y sus alas tan blancas y tan grandes son como
    Blandos remos que arrastran lastimosos por tierra.
     
    ¡Pobre alado viajero, desmañado e inerte!
    ¡El que fue tan hermoso ahora es feo y risible!
    Uno acerca a su pico la encendida cachimba,
    Otro imita cojeando al lisiado con alas.
     
    El poeta es un príncipe, gran señor de las nubes,
    Cuya casa es el viento, que no teme al arquero;
    Desterrado en el suelo, entre el vil griterío,
    Sus dos alas gigantes no le dejan andar.


    Los estereotipos que siguen vivos hoy en día La primera categoría concierne a las estereotipias más antiguas y más duraderas, comunes al contexto de la enunciación y de la recepción. Permiten a un lector contemporáneo entender los textos del pasado, y entonces de mantener una mínima comunicación con los hombres de otras épocas.

    En El Albatros, los sistemas de estereotipos que se han mantenido hasta ahora son bastante numerosos:

    El Albatros contiene todavía más temas convencionales que siguen hoy en día: la debilidad de los marineros es un estereotipo que nació por lo menos en el siglo XVIII, y la escena de burla colectiva remite a la noche de los tiempos.

    Los estereotipos del discurso sobre la obra

    Es difícil para un lector contemporáneo separar el texto de Baudelaire con la fama que ha adquirido. Es un poema emblemático de la poesía francesa, un monumento de la literatura. Leer este poema es también leer un texto de Baudelaire-el-dandi, de Baudelaire- el escandaloso, de Baudelaire-el autor de Las Flores del Mal.

    Las estereotipias de la lectura contemporánea

    Cada vez que el lector lee un texto, lo quiera o no, le influyen los distintos estereotipos, que tienen orígenes múltiples pero que están en interacción continua. El ejemplo de El Albatros muestra claramente que la estereotipia está presente en todo tipo de discurso, sea a nivel verbal (sintaxis, léxico, estilo.), a nivel temático-narrativo (temas y símbolos, secuencias narrativas, estructuras discursivas.) o a nivel ideológico (mitos, sistemas de pensamiento.).

    A pesar de todo, antes de poder usar los códigos de manera más o menos inédita, el lector tiene que reconocer en el texto códigos o fragmentos de códigos que remiten a la sociedad a la que pertenece. Los estereotipos se caracterizan por su estabilidad: su vida se extiende sobre una o varias generaciones, incluso varios siglos.

    5.1 Libertad y coacciones de la lectura

    Se desprende de todos los textos efectos duraderos y muy bien percibidos. El texto es como un objeto social. Los estereotipos tienen como efecto hacer la mayoría de los textos más legibles, incluso previsibles, en su contenido como en su forma y hacen posible la constitución de una teoría del texto. Según Mukarovky, la dimensión social del texto es el núcleo central de toda lectura. Ejemplo: Las fábulas de la Fontaine: la pluralidad de las lecturas se extiende mucho más en el eje temporal que en el de la sincronía. La presencia de los estereotipos nunca es total, puesto que si su reconocimiento es limitado, su actualización permanece vinculada a las experiencias, a las competencias y a las motivaciones de cada lector.

    5.2 Códigos y estereotipias

    La noción de estereotipo:

    1. Un concepto borroso: Hace un poco más de un siglo, entró la noción de estereotipo en el arsenal conceptual de las ciencias humanas. La palabra estereotipo ya forma parte del vocabulario cotidiano. Como dice Ruth Amossy: «Mencionado con frecuencia, usado como criterio de valor y como instrumento de análisis, el estereotipo permanece (.) una noción vaga cuyos contornos no conocemos bien, y cuyas funciones quedan controvertidas. La palabra estereotipo tiene muchos sinónimos en el diccionario: cliché, lugar común, tópico, topos, banalidad, idea preconcebida. Se aplica en todos los contenidos (ideas, temas, expresiones), todos los niveles de lengua (oral, escrito), y todo dominio de expresión (arte, literatura, conversación). Sin embargo, el estereotipo tiene varias definiciones según lo abordamos del punto de vista de la retórica, de la literatura, de la psicología o de la sociología.»
    2. Criterios de definición: En el diccionario Le Petit Robert, el estereotipo es una «opinión hecha» y el cliché es una «idea o expresión utilizada demasiado a menudo», lo que es más o menos igual. Aquí notamos una cierta imprecisión. El estereotipo es una forma de repetición interdiscursiva: emplear un estereotipo es reiterar una palabra que ya se ha dicho, es ponerse bajo la autoridad de un discurso preexistente.
    3. Carácter abstracto y esquemático: Según lo subraya Amossy, para los sociólogos, el estereotipo está en las antípodas del matiz y de la precisión, se presenta como un modelo universal que se puede aplicar a numerosos contextos muy variados. «A veces concepto y a veces idea, también es creencia, actitud, juicio, imagen, representación»: es el condensado de un pensamiento, un esquema mental que permite al individuo representarse de manera simple una situación compleja.
    4. En el diccionario, el estereotipo es siempre un fenómeno hecho (petrificado) y preconstruido. Existen fórmulas hechas más potentes que afectan el eje paradigmático: las oposiciones bien/mal, Paris/provincia que también son estereotipos. Todos los niveles de lengua tienen su estereotipia. Las frases hechas tienen una dimensión evolutiva. La formación de los estereotipos progresa por niveles: hay asociaciones completamente hechas (proverbios, dichos) y asociaciones parcialmente hechas (llorar a mares: aquí pueden variar algunos elementos).
    5. Carácter usado o inauténtico: En los diccionarios, el estereotipo es definido, según el punto de vista artístico y literario, como algo banal y usado, o sea sin ningún efecto estético. Según el punto de vista de la idea que lleva, es definido como «un prejuicio o una idea preconcebida», o sea sin pertinencia y que expresa menos la verdad que una costumbre de habla.

    En resumen, el estereotipo es un fenómeno:

    5.3 Los distintos niveles de estereotipos

    Estereotipos de primer nivel

    Son integrados al discurso sin ser acompañados de ningún signo que conlleva una intención crítica. Su papel es estimular la participación pasiva y automática del lector.

    Según Amossy, tienen 5 funciones:

    1. dan una impresión de claridad, de univocidad y aceleran el ritmo de la lectura. La hacen más fluida y fácil. El estereotipo es un signo fácil de entender;
    2. orientan la atención del lector hacia horizontes familiares. Ayudan al lector a situarse directamente en un horizonte referencial familiar, constituyen unos indicadores de tópicos de primera elección, una señal de reconocimiento;
    3. contribuyen al efecto de verosimilitud y de realismo. El estereotipo es la base por excelencia de la verosimilitud por su carácter convencional y familiar;
    4. estimulan la identificación del lector a los personajes de la ficción proponiéndole situaciones que reconoce conforme a su experiencia o a sus fantasmas. Cualquier lector reconoce en ellos situaciones, palabras, ideas, comportamientos que son a veces los suyos;
    5. dan al discurso cierta fuerza argumentativa.

    A esos efectos ideológicos se añaden los efectos estéticos. Dan al texto un sello de literalidad. Tienen funciones ornamentales.

    Por fin, los estereotipos de primer nivel tienen valores simbólicos y funciones de primera importancia.

    Estereotipos de segundo nivel

    Son estereotipos que no son usados como un signo normal y corriente, sino como una citación. Según Amossy, tienen 3 funciones:

    1. provocan operaciones transtextuales. Invitan al lector a recordar contextos de donde vienen y a comparar su actualización presente a las que recuerda.
    2. establecen una complicidad con el lector. Señalar un estereotipo con el dedo es en realidad invitar el que lee a comunicar una misma marca de distancia respecto a discursos convenidos.
    3. estimulan la reflexión crítica. Al denunciar un estereotipo, el autor invita al lector a interrogarse sobre el valor de las expresiones y de las opiniones manoseadas y a apreciar la distancia que separa el discurso de lo real y de la Verdad.

    Estereotipos del tercer nivel

    Sirven o a dar sentido al discurso, o a despertar la conciencia crítica del lector cuando asumen sus valores retóricos o cuando éstas llevan estereotipos del segundo nivel. La indiferenciación del estereotipo depende antes de todo del lector.

    En resumen, los estereotipos tienen un papel eminente en la creación literaria así que en todas las formas de discursos. Los 3 modos de relación al estereotipo aparecieron como la expresión de 3 concepciones fundamentales del valor literario: una basada sobre el respecto de las fórmulas convenidas, otra centrada sobre su puesta a distancia, y una última centrada sobre la alternancia entre las 2 primeras actitudes. Eso requiere 4 operaciones de lectura:

    1. el reconocimiento del estereotipo
    2. la identificación de su forma de enunciación (¿el estereotipo está integrado a la escritura, al margen de ésta, o los dos a la vez?)
    3. la interpretación de su régimen de enunciación (el valor que le atribuye el autor: ¿se usa como símbolo, un indicio, un signo paródico?)
    4. la evaluación de este valor (corresponde o no a la que se espera el lector).

    Todos los textos someten sus estereotipos a uno de los 3 regímenes evocados. Ahora, el primer medio de acceso a los textos, ya no son las significaciones particulares que desarrollan, sino el destino que reservan a los estereotipos en vigor en su cultura.

    6 Clichés, estereotipos y cine

    Nos atrevemos a introducir en este trabajo un capítulo exclusivamente dedicado al cine, porque si de sociedad y lenguaje estamos tratando, es indispensable acercarnos a un mundo, el cine, que ciertamente posee unas características y un lenguaje muy determinado y que, de manera indiscutible, forma una de las principales formadoras de estereotipos de nuestro tiempo.

    El estudio de los estereotipos en el cine es sumamente interesante, porque éste es un Arte relativamente moderno (no es comparable a los clichés que se han podido crear históricamente en la literatura), que se conforma al mismo tiempo como fuente y recipiente, como origen y destino, de un imaginario popular que, evidentemente, lo condiciona sobremanera.

    Esta característica, que puede achacarse también a la literatura, no es sin embargo comparable a otra que sí le es específica: su indiscutible fuerza fijadora de clichés en el imaginario social. En un mundo cada vez más audiovisual, el cine explota y fagocita estereotipos a un ritmo vertiginoso que hasta ahora no había sido visto.

    Por otro lado, en cuanto al cine, podemos estudiar los estereotipos desde dos puntos de vista, si se quiere paralelos: uno, intra- cinematográfico, en tanto en cuanto dentro de las películas hallamos multitud de estereotipos colocados intencionadamente por el director; y otro, extra-cinematográfico, puesto que las llamadas estrellas no son sino estereotipos de una sociedad, a medio camino, trágicamente, entre los personajes y las personas.

    6.1 Estereotipos extra-cinematográficos

    El cine fomenta una serie de estereotipos, de manera externa a él, que tienen su máximo exponente en lo que comúnmente denominamos como estrellas del cine, esto es, actores que han conseguido, por razones de popularidad, alcanzar un estatus en la sociedad más allá del puramente profesional. Las grandes estrellas terminan configurándose como modelos dentro de una comunidad, sea de manera positiva o negativa, configurando una serie de estereotipos de los que es difícil escapar.

    En ocasiones es la industria cinematográfica la que promueve que estos estereotipos se fijen dentro del imaginario colectivo (por ejemplo, la imagen que se tenía de Cary Grant como galán simpático), en otras, la propia publicidad (James Dean siempre será un rebelde sin causa); y otras, será el propio actor el que alimente una determinada imagen de sí mismo (Sean Connery como hombre elegante y refinado). Puede decirse, sin embargo, que dichas fuentes pueden coincidir en sus propósitos o no hacerlo, lo que explica que en determinadas ocasiones las carreras de algunos actores den giros copernicanos, a fin de acabar con una determinada imagen estereotipada que se tenía de ellos.

    Lo interesante de los estereotipos en el cine es que ofrecen un sinfín de paradojas y elementos casi psiquiátricos (pero siempre vinculados a lo social) que cautivan en cuanto uno indaga mínimamente. Por ejemplo, los actores son víctimas y creadores al mismo tiempo de la imagen que proyectan en la sociedad. Es obvio que no firman un contrato con ésta, y que dicha relación podría ser rota en cualquier momento (como así hizo en España, por ejemplo, Pepa Flores, Marisol, la niña prodigio por excelencia), pero en la mayor parte de los casos dependen de esa conexión para poder subsistir en un mundo tan competitivo como es el del cine.

    La industria cinematográfica, por así decirlo, tiene ya pensado unos moldes que vender a la sociedad, y da igual qué actor sea el que los ocupe. Los estereotipos permanecen, pero las personas que los encarnan se van renovando, a la manera de un mercado de carnes. Así, el rebelde incomprendido en los 50 fue James Dean, luego Marlon Brando, posteriormente Johnny Depp, y actualmente estamos a la espera de encontrar un actor, pues irremediablemente el estereotipo de rebeldía va asociado a la juventud.

    El peligro de esta manera industrializada de producir estereotipos es que los actores, sabedores de que sus servicios son prescindibles en cualquier momento, deben esforzarse (a menudo de manera patética) por conservar ese estatus, y no es infrecuente encontrar viejas glorias interpretando (en la vida real y en la ficticia) papeles para los que la propia Naturaleza ya les ha relegado, por cuestiones inexcusables de edad. Los ejemplos pueden ser patéticos, como los casos de Cher o nuestra ibérica Sara Montiel, aunque también dignísimos, como el de Sofía Loren. En cualquiera de ellos, sin embargo, estamos ante casos de anacronismo flagrante, de víctimas de la propia imagen que un día proyectaron a la sociedad.

    El caso paradigmático de esta situación (¡¡también llevada al cine, consiguiendo hacer un estereotipo de un estereotipo!!), es el de Norma Desmond en Sunset Boulevard (El crepúsculo de los dioses, 1950), una diva del cine mudo que se negaba a envejecer y perder su fama, interpretada por una diva del cine mudo que se negaba a envejecer y perder su fama (Gloria Swanson)... Toda una paradoja digna del mejor Hollywood.

    Los actores pueden intentar, con el paso de los años y una vez perdido el estatus social que tenían, deconstruir su imagen estereotipada anterior, algo que suele intentar hacerse por medio de unas memorias literarias. Y pueden modificar esa imagen, pero nunca oponerse a ella. Un ejemplo actual es el de Jane Fonda, mito sexual y pacifista de los años 60 y 70, quien reniega de ese estereotipo, pero que el no poder oponerse a él, intenta justificarlo argumentando condicionantes externos a su voluntad. Lo importante del caso, habitual en otros muchos, es que el actor o actriz se ve en la necesidad de reformular su estereotipo, porque ya no puede ser como era (porque el tiempo es un juez implacable), pero al mismo tiempo no puede alejarse demasiado de él (porque la sociedad es también inflexible con sus mitos).

    Por eso puede decirse que las memorias de un actor nunca son verdaderas (si es que algunas lo son), pues están necesariamente a medio camino entre lo creado por el star system y la privacidad, entre la imagen inamovible que reside en la conciencia colectiva y la imagen que de sí mismo tiene el actor.

    6.2 Estereotipos intra-cinematográficos

    ¿Alguien duda a estas alturas de siglo que el cine posee su propio lenguaje? Evidentemente, no. El cine es mucho más que, como se le catalogó a principios de siglo, fotografías en movimiento. Lejos de ser así, ya desde sus orígenes hubo escuelas de cine, como la rusa, que advirtieron de las posibilidades que tenía este nuevo Arte para expresar todo tipo de ideas (en concreto, ellos se fijarían especialmente en la técnica del montaje).

    Pues bien, los estereotipos han sido pieza clave en el éxito del cine, así como base fundamental que explica su aceptación social tan arraigada. Si en la Edad Media la ornamentación de los muros de las iglesias servía, al mismo tiempo, de elemento educador y difusor de estereotipos, hoy es el cine, junto con la televisión, quien desempeña este papel.

    Puesto que no es el objeto de este trabajo, mencionaré únicamente de manera breve que los estereotipos dentro de las películas pueden ser expresados a través de una multiplicidad tal de instrumentos que sería difícil establecer una lista exhaustiva de todos ellos. A bote pronto, los estereotipos pueden ser plasmados mediante elementos técnicos, como la luz, el montaje, la fotografía, el color o la angulación de los planos; pero también mediante elementos, por así decir, de escena, como el vestuario, el decorado o atrezzo, el maquillaje o la propia voz de los personajes. Todo en el cine es susceptible de ser vehículo de estereotipos.

    Así, con respecto a las cuestiones técnicas, se sabe que el color blanco es síntoma de pureza, como el negro puede transmitir maldad; de forma paralela, se puede jugar con la iluminación para evocar nuestros más profundos sentimientos, ya sea de terror (no hay nada como una película oscura para conseguirlo) o de paz interior (películas que, de hecho, se dice que son muy luminosas); puede también conseguirse desasosiego con un montaje vertiginoso, o incitar al disfrute placentero mediante los largo planos-secuencia; puede hacerse creer al espectador que está ante un personaje insignificante y miserable, si colocamos la cámara encima de éste, con un ángulo que en cine se llama picado, o puede también comunicarse que estamos ante un personaje magnífico y grandioso, si colocamos la cámara en un punto bajo y realizamos un contrapicado.

    Más explícitos quedan ante el espectador los estereotipos transmitidos a través de los elementos de la escena. El vestuario de un personaje nos dice ya mucho de cómo es, es decir, nos establece una imagen, casi siempre estereotipada, de ese personaje. El decorado, cómo no, nos predispone de antemano ante unos hechos, del mismo modo que lo hace el maquillaje de un actor (por ejemplo, los tatuajes que lucía Robert de Niro en El cabo del miedo, de 1991, nos hacía pensar que estábamos ante una persona potencialmente peligrosa); hasta la voz o los gestos de un actor, ahí reside su grandeza, nos transmiten una serie de estereotipos (¿puede algún jefe de la Mafia escapar a la imagen que de ellos dio un pletórico Marlon Brando en El Padrino, de 1972, a pesar de que en ningún momento se emplea la propia palabra mafia?).

    En definitiva, ya sea a través de las películas o mediante todo lo que rodea a ellas (el llamado star system), el cine es hoy indispensable para analizar la fijación de los estereotipos en nuestra sociedad, de la misma manera que anteriormente lo hizo la literatura. Junto con los medios de comunicación (especialmente la televisión), el cine es hoy el origen y destino de la mayor parte de los estereotipos que en la sociedad compartimos.

    7 Estereotipos y fotografía

    Roland Barthes, en su obra Roland Barthes par Roland Barthes nos describe muy bien la fotografía como gran fuente de estereotipos. «Plus des deux tiers des photographes sont des conformistes saisonniers qui font de la photographie soit à l'occasion des cérémonies familiales ou de réunions amicales, soit lors des vacances d'été.»

    La función principal de la fotografía es hacer que grandes momentos de la vida familiar se vuelvan así solemnes y eternos. Reesforza asi la integración de un grupo familiar reafirma el sentimiento que uno tiene de sí mismo y de su unidad.

    Los estereotipos son inevitables en el ámbito de la fotografía : cada uno desempeña un papel social (Se trata o del novio, del militar etc..): «Parce qu'elle est toujours orientée vers l' accomplissement de fonctions sociales et socialement définies, la pratique commune est necessairement rituelle et cérémonielle, donc stereotipée tant dans le choix de ses objets que de ses techniques d'expression.»

    En una foto familiar, el individuo quiere dar, bajo una actitud convencional y fija, la imagén consagrada del papel social que desempeña. El individuo se muestra tal como le gustaría que lo vieran; las fotos que no corresponden a esta exigencia están apartadas o destruidas. Este "yo" esta frente a un publico igual que en un teatro.

    Lo que pasa en el momento de la fotografía es que es la única ocasión en la que el individuo puede ver su mirada porque si nos referimos al espejo es más bien una contemplación y no una mirada normal.

    Hay dos tendencias: los realistas por una parte y los semiólogos y sociólogos por otra parte .Estos últimos piensan que no existe ninguna realidad en la fotos, sólo son códigos que hay que descifrar: es puro artificio. Los realistas creen, al contrario, que no hay estereotipos en las fotos en la medida en que son fotos de la intimidad de uno.

    «La vérité est dans la consistance» dit Poe.

    «Donc, celui qui ne supporte pas la consistance se ferme a une éthique de la vérité; il lâche le mot, la proposition, l idée, des qu' ils prennent et passent a l' état de solide, de stéréotype (stéréos veut dire solide).» (Roland Barthes par Roland Barthes)

    «Je voudrais en somme que mon image mobile, cahotée entre mille photos changeantes, au gré des situations, des âges, coïncide toujours avec mon moi qui ne coïncide jamais avec mon image; car c' est l' image qui est lourde, immobile , entêtée (ce pourquoi la société s'y appuie), et c' est moi qui suis léger, divisé, dispersé et qui, tel un ludion, ne tient pas en place, tout en m'agitant dans mon bocal.»

    8 El femenismo y la denuncia de los estereotipos

    «On ne naît pas femme, on le devient», Simone de Beauvoir.

    El género femenino masculino está construido en el sistema patriarcal de modo a servir los intereses de la dominación masculina.

    El femenismo se presenta como una gigantesca empresa de demistificación de todos los esquemas colectivos fijados en los que las mujeres se ven encerradas.

    El femenismo quiere denunciar los estereotipos tradicionales de la mujer. Freud escribía a su novia : « La nature a determiné sa destinée en termes de beauté, de charme et de douceur.Le destin de la femme doit rester ce qu'il est : dans la jeunesse, celui d'une delicieuse et adorable chose ; dans l'âge mûr, celui d'une épouse aimée».

    Sin embargo, si Freud escribe y describe su punto de vista, la enciclopedia Hachette de educación sexual hace lo mismo mostrando por la «objetividad científica» el papel que debe desempeñar cada uno de nosotros : «Le garçon est naturellement batailleur, plus fort, plus entreprenant et plus hardi, il est plus brillant en mathématiques. La fille est plus douce, plus patiente, elle s'adonne à des travaux manuels (décoration, cuisine), elle fait preuve de plus d'attention et de régularité».

    Principales estereotipos

    «L'ambition, l'esprit de révolte et le courage, toutes choses considérées comme des qualités chez un homme et des crimes chez une femme», Germaine Greer.

    Inclus en lois tacos, venus cosmo loi femenino está asimilado a lo peyorativo mientras que lo masculino tiene esta connotación laudativa : Se dice «¡Qué coñazo!» cuando se trata de algo aburrido y «¡es la polla !» cuando, al contrario, algo nos gusta.

    Las femenistas parecen activas, dominantes, ambiciosas, razonantes y secas. Benoît Groult nos dice : «On préfère les croire laides, hommasses, hystériques, mal aimées, ce qui est faux. Le mouvement féministe, qui compte tant d'émouvantes figures, apparaît encore comme le combat de quelques vieilles filles refoulées et devorées du desir de posséder un penis.».

    Anne Leclerc intenta mostrarnos que no hay que definir lo que es una mujer ni encerrarla en ningún tipo de estereotipo. En definitiva, no hay que dar una imagén de la mujer con respecto a la del hombre : « Je dirais que je me fous d'une certaine définition de la femme et que même je voudrais en arriver à une subversion de toute définition possible parce que définir, ce serait arrêter, ce serait donner une réponse à quelque chose qui est largement défini, à savoir, la virilité. Or, il n'y a pas de pendant à donner à la virilité, il n'y a pas à donner une image de la femme par rapport à l'image de l'homme. Au contraire, il faut montrer jusqu'à quel point nous n'avons jamais pu entrer dans une définition (.). Je crois que ça n'a pas été bon, dans un premier temps du féminisme, d'essayer de dire : voilà ce que nous sommes».

    Las femenistas de los 70 muestran un rechazo de las definiciones o de cualquier tipo de categorización generalizada fija.

    Simone de Beauvoir, en La femme rompue, denuncia la precaridad del estereotipo de la ama de casa. Nos presenta a través de su obra a una mujer que su marido acaba de dejar y que se encuentra en una situación dificil y totalmente nueva : asumir una libertad nunca adquirida. Para conseguirlo, intenta ver los modelos que tiene alrededor suyo para identificarse o no a uno de ellos. Asi que la escritora nos presenta a Noellie : una amiga suya, abogada, que debe enfrentarse a la infidelidad de su marido. Es un esquema bastante caricatural : es una mujer ambiciosa, arribista y esnob, presumida, que tiene una falta de sensibilidad y de sensualidad, con una incapacidad de desempeñar el papel de una madre. El segundo modelo es la propia hija de la protagonista : Lucienne, que quiere ser todo el contrario de su madre. La hija parece ser una chica dura, que se burla con ironia, sola, rechazando el amor y los sentimientos, incapaz de encontrar el equilibrio y la felicidad. A través de esta obra, vemos claramente como Simone de Beauvoir intenta mostrarnos los aspectos negativos en cada estereotipo femenino. Lo que intenta decirnos es que no tenemos que perjudicar a estas «amas de casa» y rechazar del todo este estereotipo para identificarnos al modelo de la mujer independiente igual que una «superwomen» pero llena de aspectos negativos a veces peores.

    Christiane de Rochefort, dans Les stances à Sophie, nos describe a una mujer resignada, que entiende perfectamente la situación pero está tan segura de caer en un estereotipo que prefiere no luchar y burlarse con ironía de su situación y de la estupidez masculina : « Ils se réjouissent Jean-Pierre et lui de notre charmant babillage et il faut dire qu'à force de nous exercer, notre numero de perruches est maintenant très au point, on leur passe de vrais festivals de connerie féminine tels qu'ils l'attendent, pourquoi les contrarier puisque rien ne les convaincra Deux vrais connasses. On récite France-Femme, soins de beauté recettes de cuisine produits d'entretien Horoscope. Comme ça, ils sentent qu'ils ont des femmes. Chiantes, mais tout est à sa place et eux ils ont la paix».

    L'héroïne compose un dictionnaire et par exemple pour le mot Amour, elle écrit : «A : pour une femmes, consécration totale à la vie domestique, avec service de nuit. B, pour un homme, être content comme ça».

    Le féminin est le masculin comme rapport intérieur.

    Hélène Cixous : «Biséxualité, c'est-à-dire repérage en soi, individuellement, de la présence diversement manifeste et insistante selon chaque un ou une, des deux sexes, non-exclusion de la différence ni d'un sexe».

    Lo que no hay que confundir es asimilar hombre con masculino y mujer con femenino, que son cosas totalmente distintas. En su obra La venue à l'écriture,la escritora intenta mezclarlo todo para borrar todo tipo de estereotipo en cuanto a la feminidad o a la masculinidad. Los papeles se invierten y se mezclan para mostrar que tenemos un poco de ambos sexos : «Ma mère n'était pas une ``femme''. C'était ma mère, c'était le sourire (.), elle m'avait plutôt l'air d'un jeune homme; ou d'une jeune fille; d'ailleurs elle était étrangère, c'était ma fille(.)je fus son chevalier. Mais j'étais triste. Etre un homme, même un juste, m'était pesant. Et je ne pouvais pas être une femme ``féminine'' ou encore ``Patrocle, je l'adorais de toutes mes forces''. En tant que femme j'étais sa sur, son amante, sa mère, en tant qu'homme, son frère, son père, son époux et lui-même».


    Edición del 10-12-2005
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