Domingo, 2 de agosto de 1998

 

 

Tres días de guerra, ciento ochenta de negociaciones. Perú Ecuador 1941, 1942 (VIII)

El Perú y los países mediadores. La posición del general Ureta.

Ernesto Yepes del Castillo

Los fragmentos que aquí transcribimos del libro Tres Días de Guerra, Ciento Ochenta de Negociaciones, de Ernesto Yepes, editado por la Universidad Agraria y la Universidad del Pacífico, abordan un punto de ruptura importante: el momento en que Estados Unidos se aviene, finalmente, a empezar las negociaciones por la delimitación de la frontera y el papel que en ello desempeñó el general Ureta.

Como vimos, el 13 de setiembre el Perú plantea su posición a los gobiernos de Argentina, Brasil y Estados Unidos.

Para los tres países, y en especial para Washington, los términos que emplea Lima son los de un país vencedor estableciendo sus condiciones: 1) que Ecuador reconozca la soberanía peruana sobre territorios que el Perú controla ahora en el oriente y 2) que Ecuador esté de acuerdo en emprender negociaciones directas sobre la soberanía de territorios ubicados entre dichas posiciones y la línea a lo largo de los picos andinos que el Perú había reclamado en el arbitraje español.

Washington reacciona airado. El 22 de setiembre, el secretario de Estado convoca al doctor Carlos Concha, enviado especial del gobierno peruano para el problema limítrofe, expresándole su descontento en términos poco frecuentes en el ambiente diplomático. Welles también está irritado. Pero el gobierno de Lima, además del mal tono de Washington y las demandas de su propio ejército, tiene otro frente: la participación del sistema interamericano en el diferendo por iniciativa de los tres países mediadores.

La propuesta de México (de 17 de setiembre) invitando a los demás países de América a emprender una acción colectiva había sido en este sentido una advertencia que inquietó a Torre Tagle.

De otro lado, una de las acciones que más preocupaba a Lima, la respuesta de los tres mediadores a su nota de setiembre, da señales de concretarse. Torre Tagle se prepara. Primero busca que la respuesta sea oral y no escrita. En esto Argentina apoya al Perú pero Estados Unidos se muestra inflexible. Tiene que ser escrita, dice Welles, como lo fue la nota peruana. Es más, a la hora de la redacción, Estados Unidos es quien plantea los términos más duros contra el Perú pero Argentina media y logra suavizar las frases.

Finalmente, el 4 de octubre los tres países entregan la esperada nota al gobierno peruano. Lima siente el impacto y hace una propuesta: ofrece retirar su memorándum del 13 de setiembre si a su vez los mediadores retiran el suyo (de 4 de octubre). Argentina y Brasil aceptan la propuesta. Estados Unidos, infranqueable, la rechaza.

En consecuencia el documento de los tres países no se retira. Pero Lima tampoco cede. Lo ignora dejándolo de responder.

Octubre: Se flexibilizan las posiciones

Durante la primera quincena de octubre, el Perú mantiene invariable su posición militar y diplomática. Pero siente el impacto de la presión externa.

A partir de la segunda quincena, comienza a percibirse un cambio en Lima y también en Washington. El Perú da señales de flexibilizarse respecto a sus demandas del 13 de setiembre. Washington se torna menos rígido respecto a su negativa a aceptar caminos de solución distintos al que inicialmente había propuesto.

Es posible que en ambos casos, el peso del factor militar haya sido importante. El mensaje del general Ureta en ese sentido es claro: su ejército no puede permanecer inactivo sin colapsar si las cosas se empantanaban por largo tiempo. Ello significaba que si los diplomáticos no logran resultados en un tiempo razonable, se verá obligado a seguir avanzando. Guayaquil podría ser el siguiente paso. Además, en tanto no se aborde el problema de fondo, el de la frontera, su ejército no abandonará la provincia de El Oro.

Hacia mediados de noviembre la documentación muestra un viraje en algunos funcionarios del Departamento de Estado vinculados al tema. Insistirán cada vez menos en la retirada de tropas y más en el problema que es crucial para los tres países que han ofrecido su mediación: cómo lograr que el Perú acepte la línea de status quo como eje de las futuras negociaciones. Henry Norweb, el embajador de Estados Unidos en Lima, sintetiza este desafío de los tres países en los siguientes términos: "Nuestra dificultad es persuadir al Perú a aceptar la línea de 1936 como base para las negociaciones. Mis colegas y yo sentimos que es sólo sobre esta base que nos será posible trabajar para un acuerdo que no sea afectado por la ocupación del territorio producto de las recientes hostilidades".

Se inicia el viraje. Cambios en la perspectiva de Washington. La posición del general Ureta.

722.2315/2526. Despacho Nº 2093

Lima, 4 de noviembre de 1941

Secretario de Estado, Washington

Estrictamente Confidencial (...). El coronel Ent regresó a la frontera el 29 de octubre y permaneció allá hasta el 1 de noviembre. De acuerdo con sus informes la zona desmilitarizada provisional es efectiva y la situación está en calma a lo largo de la frontera. Algunas tropas de caballería peruana y unidades del cuerpo aéreo han sido retiradas, pero se están haciendo preparativos para mantener la infantería, la artillería y las unidades de ingenieros en sus posiciones actuales durante la estación de lluvias que ya ha empezado.

Durante su visita, el coronel Ent tuvo oportunidad de hablar con el general Ureta varias veces. El 29 de octubre, el general declaró que se habían culminado los arreglos para el intercambio de prisioneros de guerra y que el plan tenía su total aprobación. (...)

Tanto el coronel Ent como el coronel Johnson (quien actualmente está asesorando al ejército peruano en su servicio de remonta) fueron sorprendidos por la calmada actitud del general Ureta respecto a la requisición de los 18 bombarderos peruanos por parte de los Estados Unidos. El general dijo al coronel Ent: "Eso no significa nada; esto es guerra, y si Estados Unidos los necesita entonces debe tomarlos".

Al discutir un posible arreglo de la disputa limítrofe, el general Ureta puntualizó al coronel Ent lo siguiente:

1) Ecuador debe dar el primer paso.

2) El requisito básico es que el acuerdo involucre únicamente las fronteras. No habrá dificultad en el sector occidental desde el río Zarumilla hasta el Chinchipe, pero sin duda habrá discusiones sobre el oriente.

3) La solución más rápida sería resolver la región occidental hasta el río Chinchipe y mantener el actual status quo hasta después de la guerra. Sería preferible establecer toda la frontera ahora, pero tomará largo tiempo si el asunto es manejado por diplomáticos. Ecuador no arbitrará; (...) un país que ha perdido una provincia a través de la acción militar no puede esperar ganar una victoria diplomática. La región del río Pastaza (Andoas) y la región comprendida entre Rocafuerte y la frontera colombiana serán las más difíciles de establecer en el oriente.

4) Las negociaciones deben llevarse a cabo directamente entre el Perú y Ecuador, de preferencia con los países mediadores actuando únicamente como canales de comunicación. (sin cursivas en el original)

Como resultado de esta conversación con el general Ureta, el coronel Ent cree que el general continuará cooperando con los países mediadores y que no se opondrá a ningún plan basado en la adopción de la línea de status quo de 1936 como frontera definitiva. (...)

La favorable situación actual en la zona desmilitarizada provisional y la actitud evidentemente cooperadora del general Ureta hacen conveniente continuar nuestras conversaciones en Lima buscando un acuerdo definitivo. Por supuesto, el primer y más importante problema es lograr la retirada de tropas peruanas del territorio ecuatoriano ocupado (sin cursivas en el original). Quizá la manera más fácil de lograr esto sería buscar un acuerdo definitivo en el sector occidental, desde la costa del Pacífico hasta el río Chinchipe y luego continuar negociaciones para un acuerdo en el oriente (...).

Norweb

722.2315/2463-1/2. Documento Interno

Washington, 7 de noviembre de 1941

Señor Duggan:

Hay buenos indicios de que el general Ureta ha decidido conceder sólo unos pocos meses para las negociaciones (sin cursivas en el original). Al concluir este periodo indefinido, tomará el asunto en sus propias manos. Probablemente, la duración de ese periodo estará determinada en parte por los efectos del ocio sobre su ejército.

Parece improbable que Lima se torne más específica en sus sugerencias o que tome nuevas iniciativas. La retirada de tropas, tal como fue acordada previamente por el Perú, es hoy políticamente imposible y, además, no sería aceptada por el general Ureta a menos que la retirada fuera parte de un acuerdo general. La única excepción a lo señalado arriba sería la eventualidad de una acción coercitiva por parte de las potencias mediadoras. Esto parece un paso improbable y el Perú lo sabe (sin cursivas en el original).

Por eso, recomiendo que en este momento no se le recuerde nuevamente al Perú sus compromisos anteriores, pero sí que sea empujado hacia un acuerdo final por los representantes de las potencias mediadoras en Lima de la manera más enérgica posible. Además, creo que es necesario que las potencias mediadoras hagan propuestas específicas sobre una línea limítrofe vinculada a la línea de 1936. Creo que puede asumirse que Ecuador estará de acuerdo con la línea de 1936 o con alguna modificación razonable. Las negociaciones han llegado a un punto en que la velocidad es de importancia primaria, y a menos que los mediadores puedan forzar alguna solución final dentro de un futuro más o menos cercano, nos enfrentaremos con una situación en que el ejército peruano tomará el control y se requerirán acciones muy drásticas para evitar un deterioro completo de la situación (sin cursivas en el original).

Melby

722.2315/2596. Documento Interno

Washington, 13 de noviembre de 1941

Señor Ravndal:

(En este documento, el señor Melby hace una breve reseña de los últimos sucesos vinculados al diferendo peruano-ecuatoriano. Como puede observarse, si bien no da cuenta de una importante entrevista del presidente del Perú con el embajador Norweb efectuada en esos días -y que transcribimos luego- ofrece de modo singular una buena perspectiva de la visión del Departamento de Estado sobre el delicado problema fronterizo en ese momento. EY)

El último informe sobre los acontecimientos en la disputa limítrofe provino de Lima el 30 (sic) de octubre. En ese telegrama el señor Norweb informó de una conversación entre los representantes de los mediadores y el ministro de Relaciones Exteriores, durante la cual este último señaló que el Perú estaría dispuesto a aceptar la línea de status quo de 1936 como base para negociaciones conducentes a un acuerdo definitivo. El ministro añadió que preferiría conversaciones informales antes que una conferencia abierta por temor al fracaso en los resultados. También expresó su opinión de que un acuerdo final o será posible dentro de los próximos tres meses o no lo será de ninguna manera. La opinión del señor Norweb es que esto es lo más específico que el Perú probablemente pueda hacer por su propia iniciativa.

En respuesta a lo anterior, el Departamento concordó -e insistió- en la necesidad de promover conversaciones y hacer todos los esfuerzos para lograr un acuerdo. Hace unos días el Brasil planteó una pregunta sobre la conveniencia de recordar en este momento al Perú su compromiso de retirar las tropas de la zona ocupada. Esta acción me parece inútil ya que:

1) Enfrentamientos verbales con el Perú serán solamente una provocación; y

2) Creo que en el futuro cercano puede ser posible un acuerdo final y que no debe hacerse nada que perjudique sus posibilidades.

Varios informes provenientes de la región fronteriza y de los observadores militares tienden a confirmar la aseveración del ministro peruano de Relaciones Exteriores respecto de la posibilidad de lograr un acuerdo en el futuro cercano o de no conseguirlo en modo alguno. Obviamente, el general Ureta se ha preparado para su permanencia en la provincia de El Oro durante la estación de lluvias y ha dejado saber que por ahora está dispuesto a esperar su momento a fin de dar una oportunidad a la negociación (sin cursivas en el original). Como corolario, parece probable que su paciencia se agotará en un lapso de pocos meses y entonces tomará las cosas en sus propias manos. Esta posibilidad es además avivada por los desastrosos efectos del ocio y las miserables condiciones en que se encuentran las tropas que están lejos de casa y sin las adecuadas condiciones de vida o facilidades de esparcimiento. En otras palabras, me parece claro que deberá efectuarse un progreso en las negociaciones dentro de las próximas semanas y que deberá surgir un inminente acuerdo final en los siguientes dos o tres meses o nos enfrentaremos a una situación catastrófica en la primavera. Una nueva acción militar peruana tendría repercusiones infinitamente mayores en Sudamérica que las que tuvieron hostilidades anteriores. Es casi innecesario señalar cuán lamentables serían estos acontecimientos ante una situación mundial más complicada.

El curso de acción indicado parece ser el siguiente: ya que aparentemente el Perú no será más específico, recae en las potencias mediadoras el tomar la iniciativa y hacer propuestas definidas al Perú (puede suponerse que Ecuador aceptará cualquier sugerencia razonable). Sobre estas propuestas deberá presionarse lo más urgente y enérgicamente posible. La reacción peruana producirá resultados favorables o indicará que las protestas anteriores no eran sinceras y que fueron sólo ideadas como una espera hasta que pase la estación de lluvias. Esto último, obviamente, requeriría pasos rápidos y drásticos a fin de prever nuevas acciones contra Ecuador. Sugiero además la conveniencia de entregar al señor Norweb algunas propuestas definidas para que las use a su discreción. Estas propuestas consistirían en una o más línas territoriales, todas variantes de la línea de status quo de 1936. Él podría presentarlas como sugerencias suyas en compañía de sus colegas al ministro de Relaciones Exteriores. De allí que no habría necesidad de regatear con Río y Buenos Aires hasta que los embajadores en Lima hayan obtenido una idea más definida de lo que aceptaría el Perú (sin cursivas en el original).

Me parece que las sugerencias tendrán que provenir de Estados Unidos. Hay pocas razones para suponer que Brasil o Argentina vayan a ser agresivos u originales. Y ya que el Perú, posiblemente, siente que puede ganar con la demora, la responsabilidad de cualquier iniciativa tendrá que provenir de este gobierno. Es casi seguro que el fracaso en aprovechar al máximo la presente tregua, nos conducirá a un total estancamiento y a la eventualidad del estallido (de un conflicto).

Melby.


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