Domingo, 11 de Octubre de 1998

 

 

Mito y realidad de una frontera. Per�-Ecuador: 1942-1949.

El Informe McBride (III).

Los tres segmentos de la frontera a demarcar

* Para McBride, la controversia de l�mites era una m�s dentro de una serie en las disputas por territorios perif�ricos que ha caracterizado a Am�rica Latina

* "El gran llano amaz�nico constitu�a la parte m�s extensa del territorio en disputa"

 

Luego de la firma del Protocolo de R�o, la gran preocupaci�n de los garantes era llevar adelante el proceso de demarcaci�n de acuerdo a los t�rminos del reciente acuerdo. Como vimos anteriormente, Estados Unidos envi� a su experto George McBride para apoyar ese cometido.

Despu�s de permanecer cerca de 7 a�os dedicado a este problema, McBride, al regresar a su patria, prepara un detallado informe para que sirva de gu�a y criterio al gobierno de su pa�s. Comenzamos a publicar las ideas centrales de ese extenso documento, de acuerdo a la lectura que hace del mismo Ernesto Yepes en su libro "Mito y realidad de una frontera. Per� Ecuador 1942-1949. El Informe McBride".

 

Por Ernesto Yepes del Castillo

 

El 13 de julio de 1949, George McBride entreg� oficialmente al Departamento de Estado el informe que aqu� presentamos. Hab�an transcurrido algo m�s de nueve meses desde que concluyera su nombramiento como Asesor T�cnico en el Per� y Ecuador. Como se se�al� antes, parte de ese tiempo McBride lo dedic� a preparar este texto. Por tanto, no es un documento fruto de la presi�n del momento o de la rutina administrativa. Es un informe amplio, denso, en el que el autor m�s que describir su trabajo de Asesor durante siete a�os y cinco meses razona sobre las relaciones entre ambos pueblos y lo que en ellas implica el diferendo lim�trofe.

En lo fundamental, este informe tiene un valor inobjetable: constituye el juicio imparcial de uno de los m�s calificados expertos de los Estados Unidos, que busc� ejercer a cabalidad su misi�n de informar y aconsejar a su gobierno -de forma objetiva, fundamentada y en perspectiva de largo plazo- en torno a un tema que suscitaba el natural apasionamiento de las dos partes directamente involucradas.

El territorio a demarcar

El inveterado diferendo lim�trofe que atraviesa toda la vida republicana del Per� y Ecuador afecta un enorme territorio. Un territorio que a decir de McBride, era "el m�s grande involucrado en cualquiera de los muchos problemas lim�trofes de Am�rica Latina desde que los d�as en que Espa�a y Portugal disputaban toda la gran regi�n del Continente".

En la controversia estaban comprendidos entre 320,000 y 350,000 km cuadrados. Un �rea casi similar en tama�o a la de Francia, Alemania o Espa�a o al territorio combinado de Holanda, B�lgica, Dinamarca, Suiza e Italia.

Las razones de la disputa

La posesi�n de estos dilatados territorios pas� a convertirse en una de las m�s amargas controversias de la historia republicana de ambos pa�ses, enfrasc�ndose, luego de la independencia, en una inacabable querella legal, de la que a�n no logran escaparse. A McBride no le sorprend�a la compleja situaci�n de este enorme territorio ni la infructuosa disputa jur�dica que la acompa�aba. Para �l, esta controversia de l�mites era una m�s dentro de una serie en las disputas por territorios perif�ricos que ha caracterizado la historia de la expansi�n de las unidades de poblaci�n en Am�rica Latina.

La lucha por los territorios m�s distantes en esta parte del continente tuvo que ver con su patr�n colonial de ocupaci�n. Mientras en Estados Unidos hubo una continua ola de poblamiento en un frente m�s o menos s�lido, en la Am�rica Hispana las colonias se fundaron en puntos muy separados. La posesi�n europea de la tierra avanz�, a partir de esos puntos centrales, hacia afuera en c�rculos m�s o menos conc�ntricos. Entre estos centros de expansi�n hab�a territorios que permanecieron despoblados por mucho tiempo. "La zona m�s extensa de estos territorios result� ser precisamente la enorme "terra incognita" de la Cuenca Amaz�nica (178-cap.6)."

Bajo la administraci�n colonial de un solo pa�s madre hubo poca preocupaci�n en relaci�n a los confines de los territorios perif�ricos y no se hizo gran esfuerzo por demarcar sus l�mites en detalle. "La �nica cuesti�n importante era saber si el gran interior, particularmente la terra incognita de la vasta cuenca del alto Amazonas, pertenec�a a Espa�a o a Portugal (179-cap.6)."

La frontera occidental: caracter�sticas

Cuando se produce la independencia las nuevas naciones hereder�n la imprecisi�n de estos l�mites, desat�ndose controversias, guerras, proyectos de tratados, etc. Pero si bien los l�mites eran vagos, con el paso de los siglos entre ambos pueblos se hab�a ido conformando una frontera, una zona de separaci�n forjada durante centurias de relaciones mutuas. Una frontera "tradicional", en suma.

Estas fronteras naturales en el largo plazo cumplieron un rol importante: detener los avances de ocupaci�n de ambos lados. As�, si bien en el papel ambas naciones nunca cesaron de reclamar territorios que iban mucho m�s all� de estas divisorias, la verdad fue que en la pr�ctica se detuvieron al llegar a ellas.

La importancia de esta l�nea de facto, por tanto, resultaba evidente. Es por ello que McBride la examina con detenimiento a partir de dos coordenadas b�sicas, la geogr�fica y la hist�rica. Devino, as�, inevitable el que aun en este breve resumen debi�ramos, por lo menos, hacer una breve referencia a los dos sectores de esa frontera tradicional: el occidental y el oriental. Respecto al primero McBride reitera que se trataba de una divisoria que se hab�a estado desarrollando desde los tiempos de la independencia, basada a su vez en una l�nea de separaci�n que reposaba en la que hab�a existido entre los dos pueblos desde los tiempos coloniales y aun en la �poca anterior a la conquista (*). "Los �nicos lugares en los que ha habido diferencias importantes en relaci�n al lugar donde se ubica el l�mite tradicional ha sido en las provincias de Ja�n y Tumbes. Puesto que estas provincias han formado parte efectiva del Per� por m�s de un siglo, a las demandas ecuatorianas sobre ellas no se les pudo dar muy seria consideraci�n (149-cap.5)."

Geogr�ficamente esta secci�n occidental, estaba conformada por dos segmentos. El primero, al que se le denomina la faja costera, est� conformado por un estrecho cintur�n de tierras bajas. Esta constituye una zona de transici�n ubicada entre dos regiones, la del desierto y la regi�n lluviosa. La mayor parte de las tierras coste�as del Ecuador son h�medas y boscosas mientras que las del Per� son des�rticas. Tradicionalmente Ecuador termina hacia el sur donde empieza el desierto y el Per� concluye hacia el norte, donde aparece la vegetaci�n natural. Durante mucho tiempo la frontera tradicional coste�a cumpli� bien sus prop�sitos pero le ha faltado el trazo de una l�nea definitiva.

Respecto a la secci�n andina en esta regi�n la cadena de monta�as es mucho m�s baja aqu� que hacia el sur o hacia el norte. La elevaci�n promedio es de 2,500 m. Todo este entorno monta�oso se encuentra a un nivel demasiado bajo como para encontrar nieve. De all� que si bien es fr�a, es una zona �rida con escaso desarrollo de vegetaci�n. Entre esta regi�n andina y el llano amaz�nico se extiende una cadena monta�osa conocida como la Cordillera del C�ndor. Esta estribaci�n -que corre hacia el nor-este- hab�a separado la poblaci�n del sur del Ecuador en el valle del Zamora de las regiones colindantes de peruanos que se desplazaban o establec�an cerca del alto Mara��n. Era la m�s formidable divisoria natural de toda la frontera. (Referencias hist�ricas como el origen quite�o de Atahualpa, hoy desvirtuado, se explican por los planteamientos de la historiograf�a de la �poca en que se redact� este informe).

La frontera oriental

El �ltimo segmento de la frontera lo conformaba el gran llano amaz�nico. Este constitu�a la parte m�s extensa del territorio en disputa. Si bien aqu� los factores hist�ricos son m�s confusos, los geogr�ficos llevan a reconocer que aqu� tambi�n ha existido una "zona tradicional". Como se sabe, en el llano amaz�nico los r�os juegan un papel fundamental. Y que en esta zona pr�cticamente todos los r�os tienen su origen en los Andes ecuatorianos. En este sentido acota McBride "Ecuador es y siempre ser� un pa�s amaz�nico".

El curso superior y el curso bajo de estos r�os guardan grandes diferencias respecto a la formaci�n de la frontera. A lo largo de sus sectores superiores estos r�os fluyen enca�onados con un flujo turbulento haciendo "imposible cualquier tipo de navegaci�n. Incluso despu�s de dejar la cordillera, muchos de �stos son muy poco profundos para canoas o balsas, y s�lo mucho m�s abajo puede alguna embarcaci�n navegar en sus aguas. En la mayor�a de ellos el punto de inicio de la navegaci�n o cabecera navegable (considerada para las lanchas) se ubica entre 100 y 150 km. contados a partir del pie de la cordillera. En el caso del Napo, dicho punto est� m�s cercano debido al mucho mayor caudal que desplaza. Para las lanchas m�s grandes y peque�os barcos a vapor, el punto navegable inicial est� a�n m�s abajo; en la mayor�a de los casos dicho punto se ubica en la confluencia de dos r�os que, al unirse, incrementan considerablemente su volumen de agua; por ejemplo, donde el Santiago recibe al Yaupi, donde el Bobonaza entra en el Pastaza, donde el Cunambo y el Pintoyacu se unen para formar el Tigre, donde el Cononaco ingresa al Curaray.

Este es el punto inicial de navegaci�n tomado generalmente en cuenta para el uso de los r�os con fines de transporte y comercio, y tambi�n el m�s utilizado para establecer la l�nea divisoria entre el sector r�o abajo, donde casi todo el transporte se realiza en bote, y el sector r�o arriba, donde el transporte acu�tico tiene una importancia relativamente peque�a. Esta zona, donde los r�os se tornan navegables para embarcaciones m�s complejas que las canoas, ha sido considerada tentativamente como la zona fronteriza en muchas de las negociaciones sobre la frontera entre Ecuador y el Per�. Sin embargo, otra vez aqu�, m�s que una zona de frontera, se requer�a de una l�nea definida. Para cualquier consideraci�n sobre la soberan�a del territorio en disputa de parte de los dos litigantes, el punto de navegaci�n constituye un factor importante. En un sentido profundo, tanto pr�ctico como te�rico, �sta puede ser tomada como la consideraci�n determinante (19-20-cap.1)."


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