Lunes, 21 de Setiembre de 1998

 

 

El Informe McBride: Estados Unidos selecciona su asesor t�cnico

El proceso de demarcaci�n en marcha

 

Ernesto Yepes del Castillo

 

Firmado el Protocolo de R�o de Janeiro en febrero de 1942 se pone en marcha el paso siguiente: el de llevar adelante el proceso de demarcaci�n de la frontera entre los dos pa�ses. A fin de apoyar este cometido el gobierno de los Estados Unidos env�a al Per� a uno de sus t�cnicos m�s connotados, el ge�grafo George McBride.

La Rep�blica comienza a publicar partes del testimonio de este notable acad�mico que durante aproximadamente 7 a�os se dedic� a esta tarea y cuyo texto ha sido �ntegramente recogido en el libro "Mito y Realidad de una Frontera. El Informe McBride Per�-Ecuador, 1942-1949" de Ernesto Yepes.

En abril de 1942, en el Departamento de Estado, por lo menos en la secci�n vinculada a Am�rica Latina, hab�a una gran preocupaci�n. Luego del intercambio de ratificaciones del Protocolo de R�o de Janeiro por parte de Ecuador y el Per�, supon�an los funcionarios norteamericanos -lo anotamos antes- que cada una de las cuatro potencias que hab�an ofrecido sus servicios amistosos nombrar�an asesores t�cnicos asignados a la Comisi�n Mixta Demarcadora de L�mites. Hab�a tambi�n cierta prisa. Al parecer dicha Comisi�n iniciar�a sus reuniones hacia mediados de ese mes (abril). Por tanto, hab�a que nombrar los asesores cuanto antes. Tarea nada f�cil dado que tendr�an que ser personas de alto nivel profesional, con capacidad de trabajo y conciliaci�n, versadas en la geograf�a y las costumbres de la zona y con dominio del castellano. Inicialmente algunos funcionarios del Departamento de Estado pensaron en el profesor Robert Platt del Departamento de Geograf�a de la Universidad de Chicago, pues consideraban que era el "�nico ge�grafo en los Estados Unidos que ha hecho trabajo de campo en el alto Amazonas y en el oriente ecuatoriano".

Consultado el Dr. Isaiah Bowman -juzgado en el Departamento de Estado "como el m�s eminente ge�grafo americano y un experto en Am�rica Latina"- su respuesta fue concluyente. Seg�n �l, ser�a un grave error seleccionar al Dr. Platt para el cargo, pues a su juicio no reun�a los altos est�ndares profesionales que requer�a la misi�n, carec�a de tacto y tratar�a de destacar personalmente en el trabajo, ignorando a sus colegas, convirti�ndose al final en un dolor de cabeza. Para Bowman, a una misi�n como �sta no pod�a mandarse profesionales preparados para trabajos de segundo orden de importancia, es decir, trabajos en donde las ideas y procedimientos estuvieran bien definidos de antemano. Para �l la persona seleccionada para esta empresa deb�a ser, en primer lugar, alguien de "muy buen juicio, menos interesado en s� mismo y en su experiencia en el trabajo que en manejarse con el tacto y la habilidad necesarios para lograr armonizar puntos de vista opuestos. Al mismo tiempo deb�a estar equipado t�cnicamente como para entender propuestas que fueran rivales". (Carta de I. Bowman a Laurence Duggan, Consejero de Relaciones Pol�ticas del Departamento de Estado, 9 de abril de 1942). Y para �l, los profesionales mejor equipados para sacar adelante la delicada empresa eran los doctores Charles B. Hitchcock y George McBride.

Finalmente, el Departamento de Estado seleccion� como su asesor t�cnico al Dr. George McBride. Y a su hijo, Merle, tambi�n ge�grafo, como su asistente. El profesor Charles Hitchcock fue nominado como un segundo asesor que entrar�a en funciones m�s adelante cuando fuera realmente necesario. Por el momento Hitchcock se encontraba como Jefe del Departamento de Proyectos Especiales de la American Geographical Society de Nueva York dirigiendo un programa muy importante para el gobierno de los Estados Unidos. ("These studies include the only comprehensive mapping program relating to post-war problems which is being undertaken anywhere in the Federal Government"; 2315-3092-1/2). Confirmando la decisi�n del Departamento, el 2 de mayo de 1942, el Subsecretario de Estado Sumner Welles escrib�a a McBride lo siguiente: "el equipo norteamericano estar� conformado por usted, Hitchcock, su hijo como su asistente, y el apoyo secretarial que sea necesario. No creo que sea apropiado nombrar cualquier otra persona en el grupo norteamericano hasta que los miembros de la Comisi�n de L�mites hayan sido nombrados totalmente por el Per� y Ecuador y hayan tenido su primera reuni�n a fin de precisar los m�todos de procedimiento y los principios geogr�ficos que se seguir�n en el proceso. Despu�s que eso se haya hecho, nosotros estaremos, por supuesto, preparados a nombrar cualquier otra persona que sea aconsejable" (S. Welles a G. McBride 722.2315-3162).

El 28 de mayo de 1942, con los preparativos avanzados para enviar a McBride a Am�rica del Sur, el Departamento de Estado le remit�a la siguiente Travel Order 2-2889 que transcribimos en parte por especificar claramente la naturaleza de las funciones que el Gobierno de los Estados Unidos le hab�a encomendado: "sus obligaciones de acuerdo a su posici�n oficial ser�n observar los acontecimientos en nombre de los Estados Unidos y prestar servicios t�cnicos y de asesor�a conjuntamente con sus colegas de Argentina, Brasil y Chile y que todas las opiniones ofrecidas a Ecuador y el Per� representen el juicio de un grupo de asesores m�s que de un solo individuo. Cualquier decisi�n de los asesores en asuntos sometidos a consideraci�n por Ecuador y el Per� deber� ser realizada a trav�s de los delegados ecuatorianos y peruanos en la Comisi�n Mixta Demarcadora de L�mites. Usted deber� enviar simult�neamente copias de estas decisiones a las Embajadas norteamericanas en Lima y Quito y al Departamento de Estado en Washington. Usted deber� remitir, por supuesto, a las Embajadas americanas en Quito y Lima y al Departamento cualquier otro informe, comentario y observaciones que considere sean apropiados para conocimiento s�lo del Gobierno de los Estados Unidos". 722.2315-3174b G. Howland Shaw. Asistant Secretary a G. McBride.

El 2 de junio de 1942 McBride llegaba a Quito con su hijo Merle. Dos d�as despu�s fue presentado al Ministro de Relaciones Exteriores del Ecuador, Francisco Guarderas, quien le ley� un telegrama recibido de Puerto Bol�var donde hab�a tenido su primera reuni�n la Comisi�n Mixta Demarcadora de L�mites. Seg�n el presidente de la Comisi�n Ecuatoriana Demarcadora de L�mites -quien firmaba el telegrama- la mencionada reuni�n "hab�a sido exitosa" (4 de junio de 1942, al Secretario de Estado). Muy pronto a McBride le fue presentado Julio Tobar Donoso, quien firmara el Tratado de 1942 en su calidad de Ministro de Relaciones Exteriores del Ecuador.

El 7 de junio McBride aterriz� en Lima procedente de Quito. De inmediato discuti� el trabajo de la Comisi�n de L�mites con el equipo de la embajada. El d�a 9 fue presentado en el Ministerio de Relaciones Exteriores del Per�. Era Canciller Alfredo Solf y Muro. En Torre Tagle departi� con el Secretario General, Hern�n C. Bellido, tiempo m�s tarde Ministro del Per� en Quito y desde 1945 el primer embajador en Ecuador cuando el status de las misiones diplom�ticas en los dos pa�ses fue elevado al de Embajada. Posteriormente se entrevist� con los embajadores de Brasil y Chile, y el Encargado de Negocios argentino as� como con los asesores t�cnicos de Brasil y Chile. En pocos d�as, McBride hab�a puesto en marcha su rutina de estudio, entrevistas y viajes.

***

Lo que McBride no pod�a imaginar entonces era lo extensa que ser�a su estad�a en estos pa�ses ni que las funciones que se supone le hab�an sido asignadas ser�an modificadas por un conjunto de circunstancias. En efecto, el Departamento de Estado le hab�a sugerido que sus servicios podr�an ser requeridos "por tres meses, seis meses, un a�o o posiblemente m�s". Y si bien la duraci�n de su estad�a no pudo serle precisada, es poco probable que en aquel momento McBride se imaginara que ella llegar�a a ser de m�s de seis a�os.

De otro lado, una combinaci�n de circunstancias modific� la naturaleza de sus obligaciones como asesor t�cnico asignado a la Comisi�n Mixta Demarcadora de L�mites, convirti�ndose b�sicamente en asesor de su embajada o del Departamento de Estado. Este cambio de asesor t�cnico de dicha comisi�n a lo que el mismo McBride denominara "comisionado de l�mites" lo explica el ge�grafo estadounidense en los t�rminos claros que a continuaci�n transcribimos: "en tanto el proceso de demarcaci�n se puso en marcha, result� evidente que el Per� iba a mantenerse firme en su deseo de que el trabajo efectivo fuera ejecutado por las Comisiones de Demarcaci�n de los dos pa�ses con la menor intervenci�n posible de los mediadores o de sus asesores t�cnicos. Esta hab�a sido su actitud desde el comienzo de la mediaci�n. El Per� consideraba que �ste era un problema entre los dos pa�ses y prefer�a resolverlo directamente con su vecino. Mientras admit�a la mediaci�n, deseaba que �sta fuera lo m�s limitada posible. Esta posici�n ten�a sus ventajas, puesto que los dos pa�ses llevar�an sobre s� toda la responsabilidad posible y deb�an empezar de una vez a practicar la relaci�n de amistad que hab�an asumido en el Protocolo.

La intervenci�n de los mediadores tendr�a lugar propiamente s�lo si la Comisi�n Mixta peruano-ecuatoriana no lograba ponerse de acuerdo sobre cualquier punto en el proceso de demarcaci�n. Los mismos mediadores estuvieron de acuerdo con este punto de vista. Una vez que el Protocolo hab�a sido firmado, ellos prefer�an tener la menor participaci�n posible en el acuerdo de l�mites. Habiendo firmado el tratado como garantes y como mediadores no pod�an desentenderse completamente del proceso, pero estuvieron de acuerdo en sus deseos de llevar la menor responsablidad posible y en limitar su participaci�n al nivel que exig�a la ejecuci�n de las obligaciones contra�das. Algunos representantes de los gobiernos mediadores estuvieron propensos a asumir la actitud de que �sta era su guerra y su problema de l�mites, pero prevaleci� la actitud m�s inteligente seg�n la cual la mediaci�n deb�a estar limitada al m�nimo requerido para ver que el Protocolo fuese fielmente cumplido.

Esto redund� en el hecho de que el grupo de asesores t�cnicos, en gran medida contra la inclinaci�n de algunos de ellos, no acompa�� a la Comisi�n Mixta en el campo, sino que se mantuvo en un segundo plano siguiendo de cerca los acontecimientos que ocurr�an en la frontera, pero sin tomar parte activa en el proceso efectivo de demarcaci�n" (Informe McBride cap.4 pp.100).

No obstante los cambios producidos en sus funciones, los asesores t�cnicos -a juicio de McBride- cumplieron un rol importante: devinieron en el nexo continuo de la mediaci�n de los pa�ses garantes en esa d�cada decisiva.

"En tanto el proceso de demarcaci�n avanzaba, la informaci�n proporcionada por los asesores t�cnicos se torn� cada vez m�s necesaria para todos los gobiernos involucrados, debido a los muchos cambios de personal que estaban ocurriendo en la administraci�n de sus propios pa�ses. Antes de que el trabajo de demarcaci�n estuviese completo, los presidentes de los seis pa�ses que firmaron el Protocolo de R�o de Janeiro de 1942 hab�an dejado el cargo, bien por rotaci�n, renuncia, muerte o por revoluci�n; todos los Ministros de Relaciones Exteriores y sus principales asistentes hab�an sido cambiados; tambi�n todos los embajadores y sus primeros secretarios en las seis embajadas involucradas.

De esta manera los asesores t�cnicos devinieron en el nexo continuo de la mediaci�n, el s�mbolo permanente del inter�s con el que las naciones vecinas hab�an decidido afrontar la soluci�n del problema de l�mites. Esto fue particularmente cierto en el caso del asesor t�cnico de los Estados Unidos, pues se convirti� en la �nica persona, incluso dentro del grupo de asesores t�ncicos, que continu� sirviendo hasta el final" (cap.4 pp.104).

***

El tiempo transcurrido en estas latitudes el asesor lo comparti� diligente entre el Per� y Ecuador. Ley�, viaj�, escuch�, aconsej�, se prodig� con altos funcionarios de Estado, agregados militares y pol�ticos, empresarios, demarcadores, hombres y mujeres de la ciudad y el campo. Sin duda alguna devino en uno de los hombres m�s informados de lo que acaec�a en esos a�os dentro y fuera de los escenarios oficiales -manteniendo siempre una visi�n de conjunto- y tambi�n, por fortuna, del derrotero de no pocos de los actores involucrados. Con avidez, los funcionarios de las dos canciller�as trataban de contagiarlo de su perspectiva, que �l registraba y comunicaba a su gobierno; recog�a tambi�n formal e informalmente el mensaje de los representantes de los dem�s pa�ses garantes as� como el de los funcionarios en general de los pa�ses vinculados al problema. Tambi�n estaba en constante comunicaci�n con los miembros de la Comisi�n Demarcadora de L�mites de ambos pa�ses. Y sobre todo se manten�a al corriente de lo que preocupaba a su propio gobierno, por lo menos al sector involucrado en el diferendo. Era tambi�n un lector infatigable de todo lo que en los dos pa�ses se publicaba respecto al problema lim�trofe. Su copiosa correspondencia comentando libros, folletos, conferencias y art�culos period�sticos, disponible hoy en los archivos del Departamento de Estado, as� lo testifica.

Pero no era s�lo esta capacidad receptiva lo que resaltaba el perfil singular de su juicio. Era sobre todo su terca insistencia por examinar los acontecimientos -de los que era testigo y registrador de excepci�n- desde una perspectiva globalizante, lo que daba a sus reflexiones un estilo singular, a veces farragoso, por la cantidad de ideas apretujadas en el mismo p�rrafo. Es cierto que el presente que viv�a era la raz�n de ser de su inquietud inmediata. Pero era tambi�n la necesidad de comprender este presente lo que lo llevaba a hundirse en la historia, en la ra�z de los problemas, y a mirar siempre varias d�cadas por delante, buscando soluciones que en el futuro aseguraran una frontera capaz de unir m�s que separar a ambos pueblos.


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