Domingo, 13 de Setiembre de 1998

 

 

Tres d�as de guerra, ciento ochenta de negociaciones.

Per� Ecuador 1941-1942 (XIV)

Canciller de Ecuador enjuicia

el Protocolo y su negociaci�n

 

Por Ernesto Yepes del Castillo

 

En las semanas anteriores La Rep�blica ha publicado la versi�n norteamericana, la peruana y la ecuatoriana de lo ocurrido en R�o durante los alrededores de quince d�as que duraron las negociaciones finales que condujeron al Protocolo de R�o de Janeiro.

Presentamos en esta ocasi�n un documento irrefutable tomado del libro "Tres d�as de guerra, ciento ochenta de negociaciones" de Ernesto Yepes recientemente editado por la Universidad Agraria y la Universidad del Pac�fico. Se trata nada menos que de la evaluaci�n posterior, serena y m�s distante, del negociador ecuatoriano, Tobar Donoso, respecto al acuerdo final logrado por el Per� y Ecuador en su diferendo lim�trofe.

A continuaci�n transcribimos del texto de Tobar Donoso "La invasi�n peruana y el Protocolo de R�o (pp 422-424; 461-464) las partes m�s sustantivas que dan cuenta del juicio del ministro de Relaciones Exteriores del Ecuador, Sr. Tobar Donoso, sobre la verdad de las aspiraciones ecuatorianas al Amazonas y lo conveniente que termin� siendo para su pa�s la repartici�n del territorio en disputa en los t�rminos fijados por el Protocolo.

215. (Original en Castellano)

Tobar Donoso, "La invasi�n peruana y el Protocolo de R�o".

 

An�lisis de sus disposiciones

"El Art. 1� afirma el prop�sito de los gobiernos del Ecuador y del Per� de mantener relaciones de paz y amistad, comprensi�n y buena voluntad y de abstenerse, por lo mismo, de cualquier acto capaz de perturbarlas. ()

El Protocolo es convenci�n plurilateral

El Art. 5� convierte al Protocolo de R�o en convenci�n plurilateral; pues en �l convinieron tanto los Pa�ses litigantes, como los Mediadores, en dos estipulaciones transcendentales: 1� que la gesti�n de Estados Unidos, Argentina, Brasil y Chile continuara hasta la demarcaci�n definitiva de las fronteras entre el Ecuador y el Per�; y 2� que el Protocolo y su ejecuci�n quedaran bajo la garant�a de los Gobiernos Mediadores.

Los Arts. 7� y 9�, precisan, adem�s, que la colaboraci�n de estos Gobiernos se ejercer� de dos maneras: concurriendo con las Partes a la resoluci�n de cualquier duda o dificultad que surgiere sobre la ejecuci�n del Protocolo; y ayud�ndoles a las rectificaciones que pueden introducirse en los puntos referenciales de que luego se habla.

No qued� fijada definitivamente una l�nea

Como ya he dicho, no qued� fijada definitivamente una l�nea en el Tratado. Se determinaron en el Art. 8� �nicamente varios puntos a los cuales esa l�nea se referir�a.

El Art. 9� estableci� que estos puntos quedaban aceptados para la fijaci�n en el terreno, por los t�cnicos, de la frontera entre los dos Pa�ses; y que las Partes podr�an, al procederse a su trazado sobre el terreno, otorgarse las concesiones rec�procas que considerasen convenientes, a fin de ajustar la l�nea a la realidad topogr�fica.

Libre navegaci�n

El Art. 6� fue uno de los que mayores dificultades ocasionaron. Consignado desde el principio de la negociaci�n en los diversos proyectos de protocolo, encontr� objeciones que amenazaron romper a �ltima hora el acuerdo. Gracias a la intervenci�n decidida de los Excelent�simos se�ores Aranha y Welles se consigui� su restablecimiento en el protocolo definitivo. Mediante �l, el Ecuador goza, respecto de la navegaci�n en el Amazonas y sus afluentes septentrionales, de las mismas concesiones que tienen el Brasil y Colombia. Adem�s, qued� convenido que en el tratado de comercio y navegaci�n se establecer�an otras para facilitar la navegaci�n "libre y gratuita" de los referidos r�os. (1)

(1) El tratado de l�mites entre Colombia y Per� dice en su art�culo 8�: "Colombia y el Per� se reconocen rec�procamente y a perpetuidad, de la manera m�s amplia, la libertad de tr�nsito terrestre y el derecho de navegaci�n de sus r�os comunes y de sus afluentes, sujet�ndose a las leyes y reglamentos fiscales y de polic�a fluvial, sin perjuicio de poder otorgarse mutuas y amplias franquicias aduaneras y cualesquiera otras que sirvan para el desenvolvimiento de los intereses de los dos Estados. Los reglamentos fiscales y de polic�a ser�n tan uniformes en sus disposiciones y tan favorables al comercio y a la navegaci�n como fuere posible".


 

Las grandes objeciones contra el tratado y su negociador

Presc�ndese de los ataques de la plebe

Se han dirigido contra el Protocolo las m�s contrarias y, a veces, m�s estrafalarias objeciones. ()

Examinar�, siquiera r�pidamente, algunas de esas objeciones, prescindiendo de las vulgares de la plebe. ()

Hemos perdido 200.000 kil�metros cuadrados de territorio

Algunos, m�s prolijos en sus c�lculos matem�ticos, hacen ascender la p�rdida a 300.000 kil�metros cuadrados. De ilusiones, no apoyadas en hechos, ��tal vez!!

En un peri�dico aparecieron, a ra�z del tratado, dos mapas con estas leyendas: El Ecuador en la �poca de Garc�a Moreno. El Ecuador de 1942, si no recuerdo mal. Los que tales cosas hacen, se burlan de la ignorancia ajena y enga�an a la opini�n p�blica, a veces ligera y prevenida, lista a creer lo que lisonjea sus pasiones.

Enga�o a la opini�n p�blica

"La carta del Ecuador durante la �poca de Garc�a Moreno", no era sino el mapa escolar del se�or Tufi�o, es decir, el mapa de nuestros derechos, e inclu�a, naturalmente, la provincia de Ja�n. Mas, �cu�ndo se perdi� esa provincia?: en 1821, o sea, antes de la batalla de Pichincha y de la liberaci�n del Ecuador. Nacimos a la vida republicana sin Ja�n y, sin embargo, la carta inclu�a Ja�n

El Mapa Escolar y el de la "Epoca de Garc�a Moreno" comprenden a Iquitos. �Cu�ndo se perdi� esa secci�n? El "apostadero de Iquitos", como se le llam� al principio, se estableci�, seg�n Raimondi, en 1864; y entonces se trajeron los primeros barcos peruanos para la navegaci�n en los r�os orientales. El Per�, desde esa lejana fecha, ha sostenido que no pod�a ser materia de cesi�n Iquitos, ni el hinterland aleda�o, extendido caprichosamente cada d�a m�s. Empero, ��ahora resulta que la p�rdida de Iquitos es tambi�n imputable al Protocolo de 1942!!

El Mapa Escolar y el de la Epoca de Garc�a Moreno abrazan Tumbes. �Hemos pose�do alguna vez esa provincia desde la Independencia?

Todo un siglo de errores, o, mejor dicho, todo un siglo de impotencia y de desorden an�rquico, se quiere hacer gravitar sobre el que arrostr� las responsabilidades y peligros de la hora acerba en que le toc� representar al pa�s. �Qui�n no ha pecado durante ese lapso?

La p�rdida se realiz� antes del protocolo

Para atribuir leg�timamente al tratado de 29 de enero de 1942 la mutilaci�n del territorio nacional, ser�a preciso demostrar estas tres cosas a la vez: 1� que antes de ese a�o no exist�a ocupaci�n peruana en las regiones disputadas, ni hab�a ocurrido hecho alguno que restringiera nuestras aspiraciones o que pusiese obst�culos a su plena realizaci�n; 2� que no fuimos vencidos en julio de 1941, ni el Per� reten�a como prenda una considerable extensi�n, nunca discutida, de nuestra patria; y 3� que hab�a otros medios seguros, no meras esperanzas o ilusiones, de salvar la situaci�n creada.

M�s, si antes de los sucesos militares de aquel a�o, el Per� ten�a en su poder cerca de las dos terceras partes del territorio controvertido y apenas nos quedaba alrededor de 115,000 kil�metros cuadrados de la regi�n oriental; si nadie pod�a pensar en la recuperaci�n, con simples recursos diplom�ticos, de lo perdido y era menester, para lograrlo, una guerra victoriosa; si, por el contrario, fuimos vencidos y el ej�rcito invasor, no s�lo ocup� nuevas secciones comprendidas en la disputa, sino que tom�, en calidad de garant�a, ricas zonas que jam�s hab�an sido objeto de discusi�n; si no exist�a, en fin, ning�n otro expediente de eficacia cierta para sortear los peligros del momento, es evidente que la imputaci�n de p�rdida de doscientos o trescientos mil kil�metros del territorio patrio, se presenta como fruto exclusivo de ignorancia, pasi�n o malicia.

Por lo pronto me contraer� al primer punto: los dem�s ser�n objeto de detenido estudio al examinar otras objeciones.

Gran parte de lo disputado no estuvo en nuestra posesi�n desde 1821

La extensi�n de la materia de la disidencia era, m�s o menos, seg�n c�lculos autorizados, la de trescientos mil kil�metros cuadrados. Buena parte de esa superficie no lleg� a estar jam�s, seg�n he observado ya, en poder de la Rep�blica.

El Protocolo Pedemonte-Mosquera, que confirm� las negociaciones iniciadas durante la formaci�n del tratado de 1829, dej� al Per� toda la secci�n meridional de Ja�n y de Mainas. La segunda demanda del Ecuador ante el Rey de Espa�a redujo lo pedido en la primera, de conformidad con dicho Protocolo. No ha sacrificado, pues, esa extensa secci�n de ambas provincias el tratado de 1942. ()

Extensi�n del Oriente pose�da por el Ecuador en 1936

Al tiempo del Acta de Lima de 1936, el Ecuador apenas pose�a cerca de 115,000 kil�metros cuadrados en el oriente. La diferencia entre esta superficie y la de los territorios de la disputa inicial, es imputable a un siglo de errores y de impotencia, no al Protocolo de R�o.

Hacer responsable al negociador del tratado de sucesos que lenta, pero seguramente, han ido reduciendo el solar nacional, recortando nuestras ilusiones, creando v�nculos nacionales en las regiones controvertidas, exacerbando las diferencias naturales entre los dos pa�ses, enardeciendo la desapoderada ambici�n del imperialismo peruano o el orgullo de su ej�rcito, y estimulando sus constantes avances, realizados contra las leyes de la moral, que deben presidir la vida de individuos, pueblos e instituciones, es incomprensible absurdo o temeraria desviaci�n del buen sentido.

C�lculo de la p�rdida real de 1941

Lo que se podr�a atribuir a los sucesos de 1941, es la diferencia que hubiere entre las posiciones del status quo de 1936 y la l�nea de referencia consignada en el Protocolo de R�o.

He pedido a una alta autoridad cient�fica el c�mputo de lo perdido y he recibido los siguientes datos:

Superficie perdida:

Secci�n Huachi, Gonzales Su�rez, Tarqui 15,190.0 Km2

Secci�n Tarqui-Rocafuerte 3,362.5

Total 18,552.5

Superficie ganada:

Secci�n Yaupi-Morona 312.5

Secci�n San Miguel-Putumayo 1,032,5

Secci�n Aguarico-G�ep� 3,727.5

Total 5,072.5

P�rdida neta 13,480.0 km2

D�gase sinceramente si por esa extensi�n de territorio pod�amos poner en riesgo la existencia del Ecuador o, cuando menos, la totalidad de la regi�n oriental, la provincia de El Oro y parte de la de Loja.

El oriente habr�a ido desapareciendo poco a poco, si no hubi�semos firmado el tratado, en el inveros�mil supuesto, desde luego, de que el Per� no hubiera continuado la invasi�n y hubiese devuelto los territorios ocupados.

El Protocolo hizo retroceder al Per� en el Oriente

Hay m�s: el Per�, para cumplir el tratado de R�o, tuvo que abandonar parte de las posiciones ocupadas en julio y agosto de 1941. S�lo en el Napo se vio en el caso de retroceder cien kil�metros, desde Ed�n a la boca del Aguarico.

Me ha referido el abnegado y merit�simo Obispo-Vicario Apost�lico del Napo, Monse�or Spiller, que el jefe del destacamento ocupante de El Ed�n, se rebel� cuando recibi� la orden de abandonar ese sitio. Hubo necesidad de removerlo para que la fuerza invasora volviese atr�s.

Igual cosa debi� de ocurrir en otros lugares. Por eso se asevera que el Mariscal Benavides desaprob� el pacto; y el Adjunto Militar del Per� en Vichy dijo -seg�n testimonio de mi querido amigo y notable diplom�tico don Manuel Sotomayor Luna, ex ministro en Francia, en cable de 6 de marzo de 1942- que habr�a preferido cortarse la mano antes que suscribir tal convenio.

En el Ecuador causaron, como era natural, inmensa desaz�n las publicaciones que el Per� dio a la luz con el objeto de demostrar que en el Protocolo de R�o hab�a obtenido m�s que en anteriores proyectos de soluci�n de la controversia.

Indudablemente era as�: obtuvo m�s, porque en el intervalo hab�a avanzado sin rebozo y porque hab�a mediado una victoria militar; pero no alcanz� todo lo que deseaba y para cuya consecuci�n fue a la guerra. Por eso los apristas atacaron al gobierno; y �ste se vio en la necesidad de hacer tales publicaciones en su abono.

Hay que tomar en cuenta que el Per� no s�lo anhelaba conservar toda la zona comprendida entre las posiciones de 1936 y las nuevas, sino avanzar aun m�s. Recu�rdese aquella proposici�n de setiembre de 1941, en que el Per� revel� todos sus planes: buscar una l�nea dentro de la zona comprendida entre la cordillera y las posiciones alcanzadas despu�s del 1� de agosto de 1941. Por eso los Mediadores nos dijeron en R�o: "las pretensiones del Per� son sin l�mites".

El Ecuador conserva m�s de cien mil kil�metros cuadrados en el Oriente

Se finge creer que no nos ha quedado casi nada en el Oriente. Mas, seg�n c�lculos de la Compa��a Shell, s�lo la parte plana de esa regi�n que permanece en nuestro poder, tiene 10'233,000 hect�reas, o sea, 102,330 kil�metros cuadrados, extensi�n casi tan grande como Guatemala y Cuba, y mayor que Panam� y otros muchos pa�ses de Am�rica.

De acuerdo con el criterio de alguno de los t�cnicos de la propia Compa��a Shell, el tratado deja para el Ecuador las tierras altas y de f�cil drenaje; el Per� se queda con las anegadizas, en formaci�n, que servir�n para los menesteres de la civilizaci�n despu�s de largos siglos. El oriente ecuatoriano encierra el 90% de la riqueza minera y petrolera; y casi la totalidad de la energ�a hidr�ulica (sin cursivas en el original).

Calidad de las tierras que conserva

En el aspecto agr�cola, el Ecuador tiene las zonas relativamente frescas y f�rtiles, que permiten desde ahora toda clase de cultivos tropicales y el fomento de la ganader�a.

Los productos ecuatorianos tendr�n f�cil salida al valle, a la costa y de all�, en ruta f�cil, a los mercados mundiales.

Conclusiones que destruyen la objeci�n

En resumen:

A) Es infundado, por decir lo menos, atribuir al tratado lo perdido antes de 1936, en que se suscribi� el convenio de status quo, aunque con indeterminaci�n de puntos, indeterminaci�n de la cual se sirvi� el Per� en varias ocasiones para atacar a nuestras guarniciones y avanzar en la selva;

B) Entre las posiciones del status quo y las del Protocolo de R�o no hay sino una diferencia de 13.480 km cuadrados, que es la �nica que, en suma y s�ntesis, podr�a imputarse al Protocolo, en el caso de que no existiera el funesto antecedente de la victoria del Per�;

C) El Protocolo signific� para ese pa�s un enorme retroceso en las posiciones alcanzadas mediante el abuso de la fuerza; y

D) Como el Per� aspir� a obtener como l�nea de frontera una que estuviese cercana a la cordillera, todo lo comprendido entre �sta y la l�nea de referencia se�alada en el Protocolo, es ganancia l�quida para el Ecuador, debida a la acci�n y al sacrificio de su diplomacia".


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