Domingo, 30 de Agosto de 1998

 

 

Tres d�as de guerra, ciento ochenta de negociaciones.

Per�, Ecuador 1941- 1942 (XII)

La Reuni�n de R�o de Janeiro y la firma del Protocolo

La versi�n peruana: testimonio de Solf y Muro

 

Ernesto Yepes del Castillo

 

Como hemos venido mostrando en las entregas anteriores, cuando los representantes del Per� y Ecuador llegaron a R�o de Janeiro en enero de 1942, ambos grupos sab�an que ninguno de los dos obtendr� todo lo que por d�cadas hab�a estado demandando. Que el territorio en disputa se particionar�a y que el criterio para el trazado de la l�nea divisoria ser�a b�sicamente la l�nea de status quo de 1936, que reconoc�a la no presencia del Ecuador en el Mara��n Amazonas. Las p�ginas que siguen tomadas del texto TRES DIAS DE GUERRA, CIENTO OCHENTA DE NEGOCIACIONES de Ernesto Yepes del Castillo, editado por la Universidad Agraria y la Universidad del Pac�fico, da cuenta de lo ocurrido en R�o de Janeiro durante esos cruciales quince d�as de negociaciones finales.

 

A continuaci�n presentamos parcialmente los dos �nicos textos publicados por el entonces ministro de Relaciones Exteriores del Per�, Solf y Muro, que dan cuenta de lo ocurrido durante esos intensos d�as en R�o de Janeiro. El primero corresponde al testimonio preparado para su Memoria Anual como ministro de Relaciones Exteriores (Julio 1941-Julio 1942). El segundo lo constituye la versi�n de los hechos que ofrece ante el Parlamento Nacional el 26 de febrero de 1942.

Como puede apreciarse, las coincidencias entre ambos textos son bastante grandes. Sin embargo, con peligro de ser reiterativos, hemos optado por publicar las dos versiones, dada la ausencia de fuentes peruanas y por el diferente �nfasis que creemos advertir en cada uno de ellos. El primero da una visi�n m�s general del contexto en que se dieron las negociaciones de R�o, la secuencia de �stas en Itamaraty, para luego reflexionar sobre el documento firmado y los pasos siguientes conducentes a su ejecuci�n. El segundo documento, en cambio, se focaliza m�s en lo ocurrido en R�o, haciendo referencias espec�ficas a los momentos m�s importantes que, a su juicio, tuvo la negociaci�n. Este �ltimo punto nos permitir�, a su vez, tender un puente con la cronolog�a preparada a base del texto del entonces ministro de Relaciones Exteriores de Ecuador.

Como nota de pie de p�gina, debemos advertir al lector que posiblemente encontrar� en los documentos de Solf y Muro subt�tulos (puestos en cursiva) que no figuran en el original a fin de hacer m�s f�cil su lectura.

Tambi�n hemos fechado tentativamente (en par�ntesis) los momentos m�s importantes de la negociaci�n descritos por �l en segundo texto (Discurso ante el Congreso).

A) La Memoria Anual del ministro Solf y Muro: una visi�n general de la Conferencia y el Protocolo.

(Original en castellano)

Solf y Muro, "Memoria del ministro de Relaciones Exteriores del Per�", julio 1941-julio 1942.

(pp. VIII-XI) (pp. LV-LVII) (pp. LX-LXI)

El problema central y determinante de la convocatoria de la Reuni�n de Cancilleres era pol�tico. Se trataba de precisar la conducta americana ante la agresi�n a los Estados Unidos de Norteam�rica por las fuerzas japonesas y la subsiguiente declaratoria de guerra. Nuestros pa�ses ten�an ante ellos dos caminos posibles: la neutralidad en que se hab�a estado viviendo, o la solidaridad con el pa�s v�ctima de la agresi�n, como una expresi�n del vigor creciente del panamericanismo. En el primer caso se dejar�a pendiente la reacci�n continental ante el ataque a un miembro de la comunidad americana. En el segundo, el Continente unido por la fuerza de su tradici�n jur�dica exhibir�a al mundo, dominado por la lucha, un frente unido para la defensa de sus instituciones tutelares y pac�ficas.

"La negociaci�n del Protocolo de R�o de Janeiro"

La iniciativa del Gobierno de Chile para la convocatoria de una Reuni�n de Cancilleres, con motivo de los graves acontecimientos derivados de la guerra, produjo una gesti�n del Ecuador para incluir en el programa f�rmulas envolventes del problema peruano-ecuatoriano. Contrariamos semejante pretensi�n que habr�a agravado la controversia y alejado la posibilidad de sujetar las soluciones a un resultado eficaz. Adem�s, resultaba ins�lita esa pretensi�n, puesto que las conferencias panamericanas nunca abordaron problemas de esa naturaleza. Sin embargo, el Gobierno del Per�, poniendo en pr�ctica sus pac�ficos prop�sitos, no hab�a rehuido que el problema pudiera ser tratado en R�o de Janeiro al margen de la Reuni�n de Cancilleres, atendiendo posible iniciativa del Canciller del Brasil, Excelent�simo se�or Oswaldo Aranha.

(...)

B) El ministro Solf y Muro ante el Parlamento: testimonio de las negociaciones en R�o.

(Original en castellano)

Solf y Muro, op.cit. pp. 225-230

"Discurso del ministro de Relaciones Exteriores ante el Congreso Nacional, pronunciado al iniciarse el debate del Protocolo de R�o de Janeiro".

La agenda de la Reuni�n de R�o de Janeiro

"(...) En las conversaciones tenidas aqu� (en Lima) con los representantes de los pa�ses amigos, y ante las Canciller�as de esos pa�ses por nuestros representantes, mantuvimos la posici�n respecto del Oriente que era la de no aceptar salida del Ecuador al Mara��n y Amazonas ni discusi�n sobre las zonas de territorio recuperadas y que estaban simbolizadas en los lugares de Andoas y Rocafuerte.

Ocurrida la convocatoria a la Tercera Reuni�n de Cancilleres, motivada por los sucesos de la guerra mundial, la circunstancia de que ella ten�a por sede la capital de uno de los pa�ses oferentes y de que nos encontrar�amos reunidos los Cancilleres de dichos pa�ses con los del Per� y del Ecuador, nos hizo pensar que el asunto pudiera ser tratado en R�o de Janeiro al margen de la Conferencia. As� nos lo hizo saber el Gobierno del Brasil poco despu�s. Fui, pues, preparado a ello al realizar mi viaje a esa ciudad y, con relaci�n al asunto conferencial con los Cancilleres de Argentina y Chile, a mi paso por esos pa�ses. Ambos Cancilleres coincid�an en el prop�sito del Brasil, de tratar de resolver el diferendo en R�o, pero fuera de la Conferencia, si acaso era posible llegar a un acuerdo.

La agenda de la Reuni�n desde luego no comprend�a la cuesti�n peruano-ecuatoriana y el reglamento de dicha Reuni�n, que estaba aprobado por todos los Gobiernos, no permit�a el abocamiento de ella, pues establec�a que el conocimiento de asuntos no contemplados en la agenda s�lo proceder�a contando con el voto un�nime de los Cancilleres asistentes a la Reuni�n. Un entendimiento previo a la instalaci�n de la Conferencia con los Cancilleres de los pa�ses oferentes de los buenos oficios, me dio igual seguridad.

Ello no obstante, hab�a el temor de que se encendiera un debate que creara una situaci�n incompatible con la obra de acercamiento en que estaban empe�ados los pa�ses amigos. Preparado para enfrentar ese evento, no ces� sin embargo de gestionar la manera de impedir toda interferencia de la Asamblea, para lo cual encontr� la mejor disposici�n en su Presidente, el Canciller brasile�o se�or Owaldo Aranha.

En viaje a R�o

(7 de enero de 1941)

A mi paso por Buenos Aires, el Canciller se�or Enrique Ruiz Gui�az�, me entreg� copia de un proyecto suyo para encarar la cuesti�n. En ese proyecto se fijaba como zona reconocida al Per� la encerrada dentro de la l�nea de status quo de 1936, como zona reconocida al Ecuador la que quedaba fuera de la l�nea ocupada por nuestras fuerzas y estableciendo que la zona intermedia ser�a objeto de una negociaci�n con plenipotenciarios de los dos pa�ses y de los pa�ses oferentes, la cual se realizar�a en la ciudad de Buenos Aires. Aun cuando en este proyecto y en su mapa adjunto aparec�a excluida de la l�nea ecuatoriana la entrada al Mara��n, rezaba un art�culo de �l que la negociaci�n en Buenos Aires comprender�a "todas las cuestiones que pudieran suscitarse con motivo de la firma del acuerdo, especialmente la fijaci�n precisa del l�mite en la regi�n donde �ste ha sido marcado definitivamente". Este proyecto inaceptable por nuestra parte, no encontr� ambiente para progresar.

Comienzan las negociaciones

(13-21 de enero)

Llegado a R�o, trat� el asunto con el Canciller se�or Aranha y en la primera conversaci�n con los Cancilleres de los cuatro pa�ses oferentes. A invitaci�n de aqu�l vers� la discusi�n concretamente sobre la fijaci�n definitiva de las l�neas de las fronteras en Occidente y en el Oriente. Se sucedieron durante algunos d�as debates separados de los Cancilleres del Per� y del Ecuador con los Ministros de los pa�ses oferentes sobre los puntos fundamentales que uno y otros sosten�an.

Se paralizan las consultas por problemas de ruptura con el Eje

(22-23-24 de enero)

Adelantada la discusi�n, y una vez que se lleg� a armonizar las opiniones sobre el punto capital de la Conferencia con relaci�n al conflicto mundial, el Canciller Aranha propuso que la discusi�n se canalizara mediante la presentaci�n de proyectos de tratado.

 

 

Las propuestas en discusi�n

(24-25 de enero)

1.- La propuesta inicial de Itamaraty

Al efecto, se present� un primer proyecto preparado en la Oficina de Itamaraty que conten�a sustancialmente los puntos siguientes: tomar como base de negociaci�n dos l�neas de fronteras presentadas una por cada parte para procurar, con auxilio de los mediadores, una f�rmula de conciliaci�n entre las aspiraciones de uno y otro de los Estados contendientes; que esta negociaci�n se hiciera en Buenos Aires por delegados de los dos Gobiernos y de los pa�ses oferentes a fin de alcanzar una soluci�n pronta, honrosa y definitiva de la controversia; que las dudas sobre la interpretaci�n y ejecuci�n del Protocolo ser�an resueltas por los cuatro pa�ses amigos; y que el Per� retirase, en un plazo improrrogable de quince d�as, sus fuerzas militares a la l�nea que presentaba como base de negociaci�n.

Como este proyecto fuera desestimado por m�, desde el primer momento que me fue conocido, el Canciller Aranha me pidi� que formulase yo uno y, a su vez, pidi� otro al Canciller ecuatoriano.

2.- El Per� y Ecuador presentan sus proyectos respectivos

(25-26-27 de enero)

Se presentaron los dos proyectos. El m�o conten�a las dos l�neas del Occidente y del Oriente, que ser�an acordadas como definitivas; que la demarcaci�n fuera hecha por t�cnicos en el terreno mismo; que si surg�an divergencias sobre la demarcaci�n ellas ser�an resueltas por los dos Gobiernos; que los buenos oficios de los pa�ses oferentes continuar�an hasta terminarse la demarcaci�n; y que el Protocolo fuera sometido a los Congresos para su aprobaci�n en el plazo de quince d�as.

El proyecto ecuatoriano conten�a en una forma gen�rica la l�nea de Occidente y en cuanto a la l�nea del Oriente, la trazaba partiendo de los or�genes del r�o San Francisco hasta el v�rtice de las cordilleras del C�ndor, de San Francisco y de Candinama, de all� hasta la boca del Santiago en el Mara��n, este r�o hasta la desembocadura del Morona y siguiendo por la derecha de este r�o hasta el puesto (militar) de Vargas Guerra; que los desacuerdos sobre las posiciones del status quo de 1936 en la l�nea occidental se resolver�an libremente por los cuatro pa�ses mediadores; que estos mediadores quedaban autorizados para hacer compensaciones en la l�nea del Oriente a fin de regularizar la frontera y para unir los puntos en que las partes ten�an posesi�n en 1936; que los mediadores daban su garant�a moral al arreglo cuya interpretaci�n resolver�an en calidad de �rbitros arbitradores.

La discusi�n sobre estos proyectos fue muy viva, principalmente sobre la zona del Santiago en el Mara��n, pues a juicio del Ecuador, el curso de ese r�o hasta su desembocadura no hab�a sido objeto de la ocupaci�n peruana seg�n el status quo de 1936 y estaba bajo la acci�n del sistema fluvial de los afluentes de la parte baja del Zamora.

3.- Los mediadores presentan su propuesta.

(28 de enero)

Producido un impase que hizo prever el fracaso de la negociaci�n, �sta se reanud� posteriormente a solicitaci�n que me hicieron los Cancilleres dentro de su justo empe�o de obtener el arreglo de la controversia.

Con tal fin los pa�ses amigos presentaron un proyecto de protocolo en el cual se aceptaba la l�nea de frontera del proyecto peruano y, sustancialmente, sus dem�s condiciones. Este proyecto fue objeto de detenidas y continuas observaciones que surgieron una a una dentro de un manifiesto plan del canciller ecuatoriano de impedir o retardar o de frustrar su sanci�n final. Agotadas las objeciones, lleg� el caso de confeccionar el Protocolo que fue firmado s�lo despu�s de clausurada la Conferencia de Cancilleres.

El Protocolo de Paz, Amistad y L�mites

En el examen de este Protocolo debo llamar la atenci�n que a mi solicitud se consign� que el Protocolo era de Paz y Amistad y "L�mites", palabra esta �ltima destinada a dar significado espec�fico al Convenio, as� como tambi�n de que fuera objeto inmediatamente de su sanci�n por los congresos de los dos pa�ses.

En las l�neas de frontera el Protocolo, a mi exigencia, hace la enumeraci�n de los puntos que la constituyen. Logramos fijar entre esos puntos en el occidente la quebrada de Balsamal o Lajas, quedando as� para el Per� la zona al sur del r�o Zarumilla que incluye la porci�n llamada Isla de Noblecilla, que fue materia de los puestos colocados por el Ecuador al prepararse para el conflicto b�lico.

En el occidente la l�nea est� fijada en el sentido de nuestra ocupaci�n efectiva.

Con efecto, el divortium aquarum, desde la quebrada de San Francisco, entre los r�os Zarumilla y Santiago, hasta la boca del Yaupi en este �ltimo r�o, es l�mite natural que no permite dificultades y que nos deja el r�o Santiago hasta su boca en el Mara��n. La l�nea entre el Yaupi en el Santiago y la boca del Bobonaza en el r�o Pastaza, deja en nuestro poder el r�o Morona y los r�os intermedios que afluyen a �ste y al Pastaza y tambi�n el r�o Pastaza, adelantando nuestra posesi�n hasta arriba de Andoas. La l�nea a la uni�n del Cunambo con el r�o Pintoyacu nos da todo el curso del r�o Tigre con sus alfuentes, inclusive el r�o Corrientes. La l�nea de la boca del Cononaco y Bellavista nos deja el r�o Curaray, adelantando nuestra posesi�n en este r�o hasta la boca del Cononaco. La l�nea a la boca del Yasuni en el Napo, deja para nosotros la zona entre Bellavista, Arica y el Napo y una orilla de este r�o desde Yasuni hasta la boca del Aguarico. La l�nea del Aguarico deja en nuestro poder este r�o en una de sus orillas hasta el r�o Zancudo, comprendiendo el lugar Rocafuerte. La l�nea del Zancudo o Lagartococha hasta el G�ep� deja en nuestro poder el r�o o sistema de lagunas de Lagartococha, que nos da la v�a fluvial para nuestro puesto de G�ep� en el Putumayo. Adem�s, queda as� libre y asegurada la comunicaci�n terrestre entre Pantoja y el puesto de G�ep� (...)".


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