¡La fecha de este poema se la quedó mi musa!
Dedicatoria: Para aquellos que permanecen.

Dicen que la piedra está muerta y que la hierba tiene vida,
pero... yo os digo que no existe cosa más hermosa
que vivir esta vida estando ausente por la eternidad de sus días.

Al amor perdido.

Se fueron las dos en un tiempo.
La una en sólo dos años,
la otra en un solo día.
Y yo me quedé ausente
esperando las golondrinas,
cargado de primaveras,
de pasiones, otoños y mentiras.

Las dos se fueron en un tiempo,
en un minuto; día tras día,
así como la brizna cae al vacío,
como el viento se despoja de su brisa,
cual gusano se come la hoja,
como efímera cerilla encendida,
y solo, solo me quedé yo
con los dos tiempos en mis manos,
en el fuego de mis heridas
con un grito mudo en mi habitación,
esperando que amanezca el día.

Pero... aquel tiempo no volvió.
Se derritió entre mis manos de hielo
acelerando a la muerte mi corazón,
endureciéndose como amasado de harina.

Y se quebró el espejo de la verdad,
así la religión pasó a ser hipocresía
recordando lo dulce de mi niñez,
nació en mi la poesía.

Y en un salto de pensamiento al instante
pasó un a golondrina veloz
y se marchó con mi amor a otra isla.
Aquel tiempo no volvió
porque llegué tarde a mi cita.

Confundiendo el otoño con la primavera,
los años con los días,
las golondrinas con no se sabe que...
y las verdades con las mentiras,
se fueron las dos en un tiempo.

La una en sólo dos años,
la otra en un solo día,
y ausente me quedé yo,
esperando el amor de mi vida.

Jesús Eranta


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