El debate
sobre los orígenes del golf se sigue dando en diferentes círculos.
La mayoría de los expertos no tienen ninguna duda en confirmar
que fue la invención de un anónimo grupo de pescadores escoceses
del siglo XIII quien lo creó para pasar el tiempo mientras iban
de las barcas a sus casas al final de la dura jornada laboral. Los escoceses,
incluso se pueden colgar la medalla de haber sido los que han desarrollado
el juego, aunque ya no jueguen el papel central que una vez tuvieron.
Volviendo a los orígenes, el golf en el siglo XIII tenía
un cariz bastante diferente de lo que vemos hoy en día.
El
gowf, como se le empezó a llamar, era un simple juego
que se jugaba entre dos puntos predeterminados y cuyas reglas dictaban
que el jugador tenía que mover una pequeña piedra de un
punto A a otro B en menor número de golpes que sus adversarios.
Las reglas no permitían las bolas perdidas ni otros posibles hechos
extraños o divinos. Lenta pero firmemente, el juego empezó
a desarrollarse, y el primer cambio notable fue su carácter competitivo
en explanadas delimitadas al efecto. Los primeros campos de golf fueron
diseñados mucho antes de que se inventara la cortadora de césped,
así que eran los conejos y otros animalillos los que, alimentándose
de las hierbas, mantenían el terreno de juego en buenas condiciones.
Generalmente
se da por entendido que todos los escoceses aman el golf. Pero al que
seguro no le gustaba era al rey Jaime II de Escocia. Preocupado de que
el gowf estaba interfiriendo con las prácticas de tiro
con arco de su ejercito, y por tanto poniendo en peligro la defensa del
reino, lo prohibió mediante un acta parlamentaria en 1457. Jaime
II rápidamente buscó la solución para jugar al golf
sin incumplir la ley que había dictado. Se llevaba a su sequito
con sus arcos y flechas y tiraban a los conejos entre golpe y golpe, con
lo que los soldados, además de practicar el tiro, conseguían
comida para sus respectivas familias. Desgraciadamente, no todos los golfistas
pudieron estirar la ley tanto co mo el rey y una de las que no pudo fue
la reina María (Mary Queen of Scots), posiblemente la primera mujer
golfista de la historia, quien se ganó la ira de la Iglesia al
jugar una partida con el Earl de Bothwell, dos días después
de que su marido, Lord Darnley, fuera asesinado. Tristemente, no mucho
después, Maria fue condenada a muerte, aunque no está muy
claro si fue por su oposición a los poderes políticos o
como resultado de un temprano aunque no aislado, caso de discriminación
contra las mujeres golfistas.
El
golf fue visto durante siglos como un juego de hombres y continuó
siendo un acontecimiento caótico hasta 1744, cuando un grupo de
dignatarios escoceses que se hacían llamar los Caballeros Golfistas
de Leith (Gentlmen Golfers of Leith), pero cuyo comportamiento no hacía
honor a su nombre, establecieron las primeras reglas oficiales del juego.
Poco tiempo pasó para que las mentes legales más espabiladas
de Edimburgo, Fife, The Lothians y más allá convirtieran
las 13 reglas y artículos originales (13 Articles & Laws in
Playing at Golf) en interminables e ilegibles páginas de terminología
legal. Es discutible si este hecho se puede calificar de progreso, pero
sin duda les aseguro su futuro como administradores del juego.
Al mismo tiempo que la alta clase social escocesa acataba el retoque de
las reglas, los artesanos y trabajadores especializados continuaban refinando
el equipo que se usaba, culminando con la invención de the
gutta percha ball (la pelota de plástico con los agujeritos)
en 1848. Hoy podemos afirmar que la invención de la bola gutty
revolucionó el juego del golf. La bola gutty era más
barata y mucho más efectiva que su predecesora, la bola featherie
(hecha de plumas) y como resultado dio lugar a la participación
de las masas, cuya mayoría no se lo podía permitir anteriormente.
Tristemente, la invención de la bola gutty llevó
a la bancarrota y consecuente desaparición de los fabricantes de
las fetherie, lo que les hizo dedicarse a jugar al golf para
ganarse la vida.
En la actualidad, por supuesto, los escoceses ya no dominan el golf como
lo hacían antes. Pero mirando al pasado no es exagerado decir que
fuimos los reyes del viejo y Real juego.
Traducción: Fran Bastida
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