Ciencia Ficción Perú


Editorial

¿Las invasiones jubilosas? 

O el extraño caso de los escritores mainstream que escriben ciencia-ficción...





Hondo pesar y consternación están causando en ciertos sectores del fandom la invasión de autores conocidos del mainstream dentro del género: ahora tenemos a autores de no CF escribiendo CF.

Pruebas al canto: se viene “La posibilidad de una isla” de Michael Houllebecq (sobre clones), “Nunca me abandones” de Kazuo Ishiguro (tambien sobre clones), “La conjura contra América“ de Philip Roth, (ucronía estadounidense en la cual Charles Lindbergh se convierte en Presidente de los Estados Unidos). No olvidemos las obras de Margaret Atwood (El cuento de la criada y Orix y Crake).

Hablamos del futuro y de la escena norteamericana, pero en nuestro ámbito hispano-luso-americano también han ocurrido cosas. Con “La silla del águila”, Carlos Fuentes explora el futuro de México. Y el Premio Nobel José Saramago casi vuelve a escribir “El día de los trífidos” con el título “Ensayo sobre la ceguera”.

A nivel local, la cosa se decanta no tanto hacia la ciencia-ficción como hacia la fantasía. Fernando Iwasaki nos obsequió “Ajuar funerario”, con historias mínimas de terror ORIGINALES. Rodolfo Hinostroza tiene un cuento de vampiros recopilado en su volumen “Cuentos de extremo occidente“ editado por la Pontificia Universidad Católica. Y quien sabe qué seguirá…

¿Qué cosa? ¿Escritores "serios", es decir, de a verdad, escribiendo ciencia-ficción, esa cosa de marcianos y naves espaciales que no merece ser incluida en ningún manual decente de literatura?

Pues si. Nos invaden. Ahora, nuestros estantes de fanáticos cienciaficcioneros tendrán que hacer espacio para los “nuevos” escritores de ciencia-ficción, género al que seguro aportarán su maestría en el oficio de escribir, reconocida con toda objetividad por el sector mainstream (en sus tres versiones: lector, académico y productor).

Pero estos invasores, ¿vienen en son de paz o en son de guerra?

Es decir, ¿podemos suponer que estos "nuevos" autores  han decidido incursionar en el género debido a que, abandonando prejuicios y deseosos de honrar a aquellos escritores de ciencia-ficción que seguro leían a escondidas, reconocen a la ciencia-ficción como un género literario más?

Pues puede que si y puede que no. Y es que, estimados lectores, estos escritores (o algunos de ellos) afirman abiertamente que NO ESTAN ESCRIBIENDO CIENCIA-FICCION.

¿Qué? ¿No que estaban escribiendo novelas sobre clones, catástrofes planetarias o historias alternativos?

Si. Pero ahora resulta que el género de ciencia-ficción nunca ha existido. Ningún otro escritor ha escrito antes sobre clones, realidades alternativas o catástrofes planetarias. En todo caso, ningún otro escritor “serio”, que merezca ser tomado en cuenta. En consecuencia, las novelas sobre clones se están escribiendo recién, al igual que las ucronías o las historias de catástrofes planetarias, en la mente de  los "nuevos" autores.

Por ejemplo, como ya se comentó en Axxón, en un alarde de malabarismo mental digno del esquizofrénico más curtido, Kazuo Ishiguro afirma que su novela sobre clones se le ocurrió a él solito, sentado en el baño leyendo un artículo sobre genética. “Manya, -como decimos en Perú- se puede escribir una novela sobre la tecnología aplicada a nuestras vidas. Algo sobre clonación, sobre unos pobres clones que no saben que solo existen como piezas de recambio para los ricos… Que raro que a nadie jamás se le haya ocurrido” debe haber pensado, no se si en japonés o inglés, el autor de “Lo que queda del día”. Léanlo en sus propias palabras:


"—No lo llamaría ciencia ficción, aunque este libro fue en general catalogado en ese género. Más bien, me gusta pensar que es una ficción alternativa, del estilo "¿qué habría pasado si Kennedy no hubiese sido asesinado?". Yo aquí presento qué podría haber ocurrido en Inglaterra con un desarrollo científico mayor. No es que haya empezado diciendo "Voy a escribir sobre la clonación", ni que jamás haya querido contribuir al debate sobre las células madre y esas cosas. Soy un escritor y éste es puramente un recurso literario."    (Axxón - Garrafex News)


No nos sorprendamos si un buen día de estos, Kazuo Ishiguro inventa la rueda o el fuego.

Ahora bien, más allá de estas actitudes (en las que también incurriera Margaret Atwood, para su mal), cabe preguntarse ¿es justo el enojo que pueda ocasionar en el fandom cienciaficcionero la invasión de los originales mainstreameros? Opino que no.

En primer lugar, por que ningún género puede ser coto privado de nadie. El que a un grupo de personas que abarca a escritores, lectores, editoriales y analistas les (nos) guste la ciencia-ficción y haya contribuido a darle un acabado de esplendor, así como a darle cierta forma y presupuestos, no implica que dicho grupo pueda irrogarse la "representatividad” de la ciencia-ficción en ningún lugar del globo. Si, es penoso e injusto que ahora se celebre las novelas de clones de Houllebecq o de Ishiguro y nadie haya dicho ni pio sobre John Varley, Michael Marshall Smith o Gene Wolfe, y ya en nuestra cancha local, sobre José B. Adolph, quien tiene un cuento titulado, precisamente,  “Mi clon”.

Por tanto, no podemos asumir una actitud de dueños celosos y ponerles mala cara a estos “nuevos” escritores. Y es que no somos dueños de nada.

En segundo lugar, esta “invasión” puede ser beneficiosa en más de un sentido. Imagínense entrevistas en las que se les pregunta a los nuevos si leen ciencia-ficción o conocen determinada obra. Daría gusto ver que cara ponen, mientras tratan de convencernos de que han inventado algo que ya existía. Además, ¿no seria irónico que gracias al reconocimiento que de esta manera obtendrá la ciencia-ficción, podamos contar pronto con nuevas traducciones o se incremente la circulación de libros del género? Lo más importante es el hecho de que los “nuevos” son publicados en editoriales fuera del género, lo que nos da cierta confianza en que si llegaran a nuestras librerías.

Algo más que añadir. Ultimamente, se acusa a gran parte de la ciencia-ficción norteamericana (que es la que más se conoce)  de ser repetitiva, mediocre, formularia… el tipo de ciencia-ficción que le da mala reputación al género. ¿Podría ser esta “invasión” el golpe en la espinilla para que esos autores y editoriales angurrientos se dejen de tanta dragonada y tanta duneada?  Tal vez pronto veamos a los invasores pidiéndole cuentas a Brian Herbert…


Daniel Salvo, setiembre de 2005



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