Ciencia Ficción Perú



COLABORACIONES


La guerra de las salamandras

Karel Capek 



(comentario de Sebastián Salazar Bondy)



Ante la reciente reedición del clásico "La guerra de las salamandras" del escritor checo Karel Capek en el exitoso sello "Gigamesh" (¿algún día lo veremos por aquí?), ofrecemos al lector este curioso comentario escrito por Sebastián Salazar Bondy en la prestigiosa revista (también recientemente reeditada en impresión facsimilar) "Las Moradas", donde se aprecian las agudas reflexiones de uno de nuestros más destacados ensayistas.  Se ha respetado el texto en su totalidad, incluso el peculiar título "Guerra con las salamandras".

"Guerra con las salamandras" de Karel Capek (1)


Cuando un mal lector de novelas -yo lo soy sin remedio por pereza o neggligencia y a causa de la proliferación de las anodidas que ahogan la literatura presente- elige una entre ciento porque lo atrae a ella un extraño conjuro, ajeno precisamente al cotejo que norma la apreciación del género, corre sin duda el riesgo de dar de manos a boca con alguna de autor que abigarra el relato, lo sume en mar especulativo y lo consume a buchadas lentísimas, dentro de lugares comunes del sentimiento y la pasión, y los disfraza con trato realista e intento de tesis. Ni hablar, por supuesto, de la vulgar de aventuras o la confesional tan monótona cuando carece de genio. Hallar, por eso, ante estos peligros una que discurra libre y distinta, es verdadera fortuna y merece que, como en mi caso, el lector, aunque lego en la materia, le dedique unas líneas de comentario. Porque tengo de veras por virtud el rechazo del volumen que carga su contenido argumental con el dislate del neurópata - recurso bien manido, por cierto- y disquisición larga y sombría. Si lo angustioso - lo angustioso tan antiguo y tan contemporáneo- se ha de lograr por dicho camino por mengua de la paciencia atenta y vigilante del lector, el artificio de que se compone la novela se torna detestable. Lo curioso está en no descubrir el procedimiento de que se ha valido el autor, el truco. Le bastan a Kafka, tan auténtico, pocas páginas, a veces ni una entera, para sobrecogernos dentro de lo suyo y retenernos sin escape en el mundo infinito y feroz que crea. Si el relato lo sentimos y lo damos, por más absurdo que sea, como experiencia en la que nos incluimos, es que se ha obtenido el eficaz objeto de la obra y la angustia, cualquier otra vivencia que descubramos en ella, será sincera, válida. No así cuando con desnudez comprobamos, al cabo de leer unas páginas, que la razón se ha ajustado a disponer como en un tablero de ajedrez las piezas y a señalarles una ruta mecánica, fatal, que siguen los personajes como autómatas. Sucede en esos casos que vemos actuar, moverse, existir en una palabra a peleles o maniquíes plenos de una inteligencia extraordinaria y mortificante. No es raro hallar en tales ocasiones la sombra de los dedos del titiritero que los menea.

En Karel Capek, a pesar del derroche de la imaginación, todo fluye cierto y natural. Un mundo nuevo e intransitado, elaborado con materia conocida, surge de Guerra con las salamandras. De la angustia - repito, no la mentida - del mundo occidental al borde de la ruina bélica, intuyendo de cerca la catástrofe, extrajo sin alarde teórico ni pretensión moralizante, con acre ironía, una original ficción novelesca. Por cauce novedoso, dentro de poco común estructura, el argumento equilibra, en términos sumamente felices, la fantasía - actuando sobre elementos propios del mundo que habitaba el autor y de cuya organización surgía lentamente el germen de su daño - y el humor acidulado de quien se encuentra en medio del caos y desamparado. No hay, sin embargo, propósito ético en la novela; mas bien espíritu pesimista del que no ha encontrado una fe digna en la cual hacer fincar esperanzas de vida mejor; el espíritu, en fin, del hombre europeo de pre-guerra. Sus personajes, por eso, no son las personas individuales, singularizadas, sino los hombres, las naciones, la humanidad en general.

Las salamandras (la especie del Andreas Scheuchzeri) que forman un misterio (sic) grupo prehistórico salvado en un recodo de las islas del Pacífico y que constituyen una familia animal superior a la humana, dotada de extraordinarias facultades de creación, cuya reproducción se debe a la explotación mercantil de los hombres, se convierten en despiadadas enemigas del hombre y concluyen por destruirlo, a él y a su civilización. No hay duda que ellas ahí prefiguran la amenaza brutal que se cirnió sobre la cultura y que Capek intuyó creando la imaginaria y horrorosa guerra. En torno al asunto giran las vidas de Van Toch, iluso capitán que descubrió el nuevo ser y pensó en su explotación provechosa; Bondy, el capitalista que auspició la corporación que sacó de su oscuridad a las salamandras; y el ingenuo Provondra que al introducir al marino al despacho del comerciante fue el irresponsable causante de la plaga. Sobre ellos, sobre sus vidas y sobre sus ambiciones, recae la culpa, como sobre los tres géneros que representan recae la del estado ruinoso de la sociedad actual.

Pero los tres también son, de uno u otro modo, las principales víctimas de la cruenta guerra. Y así como a la culpa de estos se une la de todos los demás, víctimas del novísimo enemigo han de ser también todos. Un complicado conjunto de intereses sujetos los unos a los otros de intrincado modo, se teje en el pingüe negocio de las salamandras y a la postre tanto el millonario y frívolo joven Abel, que de paseo en su yate tiene un grave encuentro con los bichos, como el filósofo Wolf Meynert, que construye una tesis sobre la futura servidumbre del hombre, así como los sabios, sacerdotes, políticos, intelectuales y curiosos que alrededor de ellos intrigan, son sacrificados en la contienda. El tono desconsolado de la novela, la incisiva delectación en mostrar a la sociedad, sin pérdida de la calidad literaria, en todas sus lacras, componen un conjunto cargado de inquietud y zozobra. Ni siquiera el último capítulo - El autor habla consigo mismo- en el qque pergeña un alegato para defender todo lo que en el conflicto de su novela ha dado fin, a modo de contricción, consigue destruir el angustiado clima que ha creado. Queda al final como un oscuro e incierto ánimo que prevé, más allá de lo puramente novelesco, un trágico final de todo.

Capek hizo de Guerra de las salamandras (sic) un libro, característico de la época, que como documento no disminuye lo que como obra literaria, llena de un respiro hondo y extraño, constituye. En ella el hombre contemporáneo encuentra, como en muy contadas, la imagen cabal del contemporáneo "mal du siécle".


Sebastián Salazar Bondy



(Artículo publicado originalmente en la revista "Las Moradas", dirigida por César Moro y Emilio Adolfo Westphalen. Lima, 1947.)




(1) KAREL CAPEK. "GUERRA CON LAS SALAMANDRAS". Colección NOVELAS EXTRAÑAS. Revista de Occidente. Madrid, 1945. Traducido del inglés por Carmen Diez Oñate y Mildred Forrester.


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