Nueva Dimensión 52
Acariciar uno de esos viejos
ejemplares lo embarga a uno de nostalgia, recuerdo cuando llegó de
casualidad el N°1 a mis manos, estudiaba ingeniería química
y vivía en un garaje con otros tres compañeros, la vida era
un río rápido e interminable que se abría repleto de
misterio y expectativas y aunque amaba la CF no sabía aún
la importancia que iría adquiriendo con mi deriva ontogénica.
Ese mismo semestre abandone y recalé en medicina, pero advierto que
mis lecturas no fueron factor importante en mi decisión.
Los aficionados tenemos una
deuda impagable con esa terna de generosos orates decididos (Domingo Santos,
Sebastián Martínez, Luís Vigil) quienes nos entregaron
probablemente una de las publicaciones de SAF más hermosas que le
hayan sucedido al planeta. Comentar la colección (147 ejemplares)
sería una tarea titánica que conlleva generalizaciones peliagudas
y discutibles, pero glosar uno sólo surge como faena adecuada para
actualizar recuerdos tratando de pescar la sensación sentida, el ambiente
creado y la riqueza ahora sublimada de sus líneas. Hasta la propaganda
para suscribirse que alude a la fundación de Barcelona y al cruce
de los Alpes por el ejército de Aníbal anuda creatividad con
capacidad marketera.
Es delicioso sumergirse en sus
páginas, cada una de sus secciones destila cariño por el quehacer
y gusto sustentado por lo que eligen:
Aprovecharé para confesar
que apenas abría la revista me dedicaba a escudriñar exhaustivamente
el “HOY”, me acercaba al “MAÑANA” sólo cuando agotaba sus
revelaciones y datos:
Arranca con un editorial entusiasta...
a pesar de las denuncias, quejas, señalamiento de crisis diversas
y de anunciar subida de precio. Continúa con un informe detallado
de los festivales XI de Trieste y VI de Sitges, que demuestran el rudo envejecimiento
del cine ante la literatura, y por ende su impronta de ser más industria
de consumo que arte.
Se Piensa: Es una auténtica
delicia revisar las páginas verdes, gracias a la hendidura temporal
pareciera que sólo se aproximan a obras notables, su mirada se desliza
ominosamente desde las claves lovecraftianas para comprender los viajes
de Randolph Carter hasta los estallidos de hiperviolencia de los droogos
descritos por Burgess en su fruta explosiva; eviscera igual una antología
de Bradbury (Fantasmas de lo nuevo) que una de sus novelas (Fahrenheit
451) y disecciona los mecanismos que le permiten funcionar a una distopía
postapocalíptica (La República de los Sabios de Arno
Schmidt), recupera delicatessen ahora sumidas en el olvido (Una vida muy
privada de Michael Frayn), nos pasea por la Edad Hiboria de Conan el Cimerio
y penetra en los oscuros laberintos donde la luz es un mito añorado
(Mundo tenebroso de David Galouye), pero tampoco deja de lado la Near
SF, ya que al inventarse un mecanismo antigravedad (y para mayor delicia
en Dinamarca) se disuelve el esquema de poder mundial (En nuestras manos,
las estrellas , de Harry Harrison). Postre de cierre: nos acuna con
la morriña que emana de los tomitos de Bruguera, ofrecidos de manera
tan amena por Carlo Frabetti, con Daniel Salvo rememoramos un período
ya muy lejano cuando recorríamos incansables las librerías
del centro de Lima y los tenderetes de la avenida Grau para adquirir los
que completarían la colección.
Se Dice: Una de las razones
que me motivaron a comentar este número en particular se relaciona
con la reciente muerte de Kurt Vonnegut, otro clavo en el ataúd de
la CF del siglo XX, en dicha sección la actualidad revienta cuando
nos recuerdan que en la Carolina del Sur del año 1973 detuvieron
a un profesor por usar “Matadero 5” en sus clases y aunque finalmente se
archivase el caso, fue prohibido en el colegio el uso del libro. Reafirmando
esa vena profunda de fascismo amable que pulsa en el corazón USA,
donde anida la suficiente pacatería e hipocresía como para
que continúen eclosionando intolerancia y fanatismo reaccionarios.
Acompañan a este despropósito ideológico notas sobre
novedades editoriales, Doc Savage, comics, fanzines, cine y SF noruega, en
ese espíritu ecuménico que caracterizo los esfuerzos del super
trío a cargo de la conducción.
La correspondencia de “Se escribe”
con su aroma añejo marca la evolución editorial que ha tomado
el género aupado en las nuevas tecnologías, con una tremenda
variedad de opciones, aunque no siempre acompañadas de la correspondiente
calidad, en la de esa época ya late un sabor clásico, el cual
sabemos ya no podremos recuperar con la expansión acaecida a las
expresiones y temáticas de la SF.
En cuanto a la carátula
de Enrich (Enrique Torres) proyecta una cierta grandeza épica, pero
al mismo momento se ve empequeñecida por el exceso de negro que convierte
en diminuto el tamaño del personaje, parte con ventaja pero remata
por compromiso.
Grandes Descubrimientos perdidos
(Invisibilidad, Invulnerabilidad, Inmortalidad): Fredric Brown: En orden
cronológico cada uno de ellos está dedicado a lo tres grandes
imperios del Siglo XX. La invisibilidad para el británico que se desvanece;
la invulnerabilidad para el yankee estúpido e impenetrable; la inmortalidad
justa para aquel que brotaba moribundo (URSS) ... y que se desplomaría
después. Ironía a espuertas. Presentan un esquema similar:
Descripción del proceso
de investigación
Asombro ante las implicancias
Generosidad... pero una canita
al aire antes de entregarlo
Catástrofe definitiva
por no manejar en forma adecuada los riesgos
Demuestran que una inventiva
poderosa ligada a arrogancia primordial conduce al desastre. Fluidos y veloces
se precipitan raudos hacia el sarcasmo de cierre y en cada uno (a pesar
de saberlo con anticipación por el título) vibra un arpegio
triste por lo que pudo suceder. Podrían llevar como subtítulos
respectivos:
Trampas de la oscuridad o la
desnudez no es necesaria en el harén
Velocidad de escape o No existe
suficiente pulmón para viajar al sol
Homenaje al Señor Valdemar
de E.A. Poe o “Cocos Forever”
Factor de irritación
(Eric Frank Russell): Aunque en la huella de Avispa, posee suficientes elementos
suficientes para brillar con luz propia. Nos propone un juego con reglas
aceitadas, con grandes cucharadas de humor, bocetos milimétricos que
deben funcionar a la perfección cuya presentación linda con
lo exquisito, pero... todo es demasiado pulido, casi perfecto, quizás
para que los factores previos y limitaciones establecidas marchen cual maquinaria
engrasada. Relato inteligente establece un conjunto de parámetros
y sin salirse de dichas reglas ataca con rudeza los esquemas establecidos
variando un poco el ángulo en cada ocasión transmitiendo variedad
mediante un afilado sentido del humor, creatividad y manejo de circunstancias;
los personajes logran realizar una memorable cuchufleta al sistema de prisiones,
a los cerebros de cemento que creen la norma más importante que la
vida y al insensato pensamiento tradicional que cree saberlo todo ignorando
el caos organizado de la realidad.
Los alienígenas piensan
y se compartan diferente a los terrícolas, los conceptos psicológicos
atribuidos son muy básicos, no obstante al colocarlos a ese nivel
devienen en comprensibles y se cargan de ironía, humor, burla y sensibilidad;
pero aún así los kastanos (enemigos que deben ser derrotados)
pecan de ingenuos cuando aceptan buscar un espía denominado Blancanieves,
y de continuarla designando excesivos recursos a esa faena con el único
referente de los datos entregados por los propios prisioneros, aceptamos
que no desconfían ante las mentiras, pero Eric repite el esquema de
los europeos frente a los nativos americanos, quienes señalaba la
lengua bífida de serpiente que les permitía prometer y comprometerse,
mintiendo simultáneamente.
Stames y aleusinos están
cortados sobre un patrón similar, pero funcional al objetivo de la
misión encargada al equipo de comandos, que se torna una espiral
ineluctable, tan perfectamente lubricada, que se enrosca casi por si sola
en el pescuezo de los kastanos, tan burócratas y cortos de entendederas
que contribuyen a anudarla. El ingenio, la astucia y la valentía
se distribuirán entre las tres especies aliadas, las peripecias para
conseguir artefactos, inventar parodias y reventar la paciencia de los carceleros
son siempre graciosas aproximándose con frecuencia a la carcajada.
Demasiado embutido en la confrontación de la Guerra Fría,
advertimos que los nombres de los kastanos recuerdan nominativos rusos,
pero también en la cultura de su época: en un abierto homenaje
al cine bélico de Hollywood (en especial “El puente sobre el río
Kwai”), el personaje chispeante se llama William Holden.
Hay frases que el Thomas Disch
de “En alas de la canción” no desdeñaría: “Las
buenas maneras son el arte de parecer que uno no es superior” o que colindan
con la asunción actual de la imprevisibilidad: “Un vez más,
esto probó que no todo puede ser previsto, ni siquiera cuando la previsión
ha sido realizada por las mentes más meticulosas y astutas”
Un valor agregado, atribuible
al excelente criterio de los editores, queda palpable cuando acompañan
al texto con las cáusticas ilustraciones de Frank Kelly Freas que
saben captar la burla, la audacia y la gracia del relato sin apartarse de
sus descripciones y recreándolas con enorme fuerza.
It’s a long way to Dragonary
es un comic de Carlos Romeu, que no me resulta especialmente atractivo,
algunos de los segmentos cumplen con su intención de epatar y hacernos
fruncir el culo... digo el ceño, pero el trazo en algunas tiras lleva
la idea implícita demasiado lejos, tanto que parece tan consciente
de si que uno no puede guiarse en la tira... siendo tan diminuta y me extravío
en un estallido de rechazo, en otros es demasiado confuso para orientar
y con exceso de feísmo para remarcar el estilo. Un remate inadecuado
para un número que pudo ser redondo.
Luis Bolaños de la Cruz