Karl Korsch
LA FILOSOFÍA DE LENIN

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Leninismo contra machismo

Es imposible discutir en un solo artículo los numerosos e importantísimos resultados que aporta esta obra magistral de Harper. Después de una exposición breve y luminosa del desarrollo histórico del marxismo desde la época de Marx y del materialismo burgués de los comienzos, Harper expone de manera irreprochable el contenido teórico verdadero de la obra de Joseph Dietzgen, por un lado, y de los sabios burgueses Mach y Avenarius, por el otro, todos los cuales intentaron superar a sus predecesores completando su representación materialista del mundo objetivo con una representación igualmente materialista del proceso mismo del conocimiento. Muestra de manera definitiva a qué distorsiones increíbles Lenin sometió las teorías de estos dos últimos autores, en una exposición completamente parcial. Por el contrario, no existe, que sepa el autor de estas líneas, resumen tan magistral del contenido científico esencial de la obra de Mach y de Avenarius como el que ocupa las veinte páginas aproximadamente consagradas a estos sabios en el folleto. Tampoco hay refutación tan pertinente y eficaz de los errores teóricos cometidos por Lenin y sus discípulos cuando critican ingenuamente las definiciones modernas de conceptos como “materia”, “energía”, “leyes de la naturaleza”, “necesidad”, “espacio”, “tiempo”, etc., desde el punto de vista del “sentido común”. Este pretendido sentido común no es, de hecho, frecuentemente más que un refrito de las teorías físicas superadas y, según Engels, el “peor de los metafísicos”.

Pero este no es sino uno de los aspectos de esta crítica de las ideas de Lenin y, quizá, no el más importante. La principal debilidad del ataque de Lenin contra el machismo no es esa mala fe general, esos despropósitos flagrantes, esa incomprensión de la tentativa esencialmente materialista subyacente en la filosofía neo-positivista, esa ignorancia de los éxitos reales conseguidos desde la época de Marx y Engels en el dominio de la física moderna. La principal debilidad de la crítica “materialista” que hace Lenin de lo que él llama una tendencia idealista (solipsista, mística, y, finalmente, enteramente religiosa y reaccionaria) que se ocultaría tras las teorías pseudo-materialistas y científicas de Mach y de sus discípulos, reside esencialmente en su propia incapacidad para superar los límites intrínsecos del materialismo burgués. Por más que hable de la superioridad del materialismo marxista “moderno” sobre el método filosófico abstracto y fundamentalmente naturalista de los primeros materialistas burgueses, en definitiva no ve más que una diferencia de grado y no de naturaleza entre estos dos materialismos. A lo sumo describe el “materialismo moderno” creado por Marx y Engels como un “materialismo incomparablemente más rico en contenido y más sólidamente fundado que todos los materialismos que lo han precedido”. Jamás ve la diferencia entre el “materialismo histórico” de Marx y las formas “de materialismo que lo han precedido” como una oposición insuperable surgida de un conflicto de clase real. La concibe más bien como una expresión más o menos radical de un movimiento revolucionario continuo. Por esta razón, la crítica “materialista” que Lenin hace de Mach y de los machistas fracasa, como muestra Harper, incluso en el dominio puramente teórico, porque Lenin atacaba los más recientes esfuerzos del materialismo naturalista burgués, no desde el punto de vista del materialismo histórico, ligado a la clase proletaria completamente desarrollada, sino desde el de un período anterior del materialismo burgués, de un período de desarrollo científico inferior.

Esta apreciación de la filosofía materialista de Lenin está confirmada por los desarrollos ulteriores de ésta después de 1908 y de los que no habla el folleto de Harper.

El Instituto Marx-Engels-Lenin acaba de publicar notas filosóficas de Lenin posteriores a 1913. En ellas se pueden encontrar los primeros gérmenes de la importancia particular que tomaría, en el último período de la vida de Lenin y en el que ha seguido a su muerte, el pensamiento filosófico de Hegel, al menos tal cual está presentado en la “filosofía materialista” de Lenin. Se asiste a un renacimiento de la dialéctica idealista de Hegel, antaño desaprobada, pero que tardíamente sirve para reconciliar la adhesión de los leninistas al viejo materialismo burgués con las exigencias formales de una tendencia en apariencia anti-burguesa, revolucionaria y proletaria. Mientras que en los períodos precedentes el “materialismo histórico” era concebido, bien que de manera bastante poco clara, como “diferente de las formas anteriores del materialismo”, ahora el acento se desplazaba del materialismo “histórico” al materialismo “dialéctico” o, más exactamente, como dice Lenin en la última obra que consagró a este tema, a una “aplicación materialista de la dialéctica (idealista) de Hegel”. Así en esta fase del movimiento marxista en que los rusos juegan un papel, se encuentra repetida toda la evolución del materialismo burgués (e incluso de todo el pensamiento filosófico burgués de Holbach a Hegel), puesto que ese marxismo ha pasado del materialismo del siglo XVIII y del de Feuerbach, que eran adoptados por Plejanov y Lenin antes de la guerra, a una simpatía por el “idealismo inteligente” de Hegel y de los otros filósofos burgueses del siglo XIX, por oposición al “materialismo ininteligente” de los filósofos del comienzo del siglo precedente2.

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2 Lenin: Cuadernos sobre la dialéctica de Hegel (según la versión alemana, tomo 38, p. 283, Obras Completas.


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