Helmut Wagner
El anarquismo y la Revolución española
Índice
La producción en manos de los sindicatos
Esta tendencia se ha puesto de manifiesto claramente en España.
Los dirigentes sindicales pueden disponer del aparato de producción.
También tienen una decisiva influencia sobre las formaciones
militares. La influencia de los trabajadores sobre la vida económica
no va más allá de la influencia de sus sindicatos. Cuán
limitada es esa influencia, se puede demostrar por las medidas de los
sindicatos, que fracasaron a la hora de arremeter seriamente contra
la propiedad privada.
Si los trabajadores asumen la regulación de la vida económica,
una de sus primeras acciones será dirigida contra los parásitos.
El hecho de que todo pueda ser adquirido con dinero, y de que el dinero
sea el poder mágico para abrir todas las puertas, desaparecerá.
Una de las primeras acciones de los trabajadores será, sin duda,
la creación de una especie de tarjeta de trabajo. Solamente quienes
realicen un trabajo útil obtendrán la tarjeta. (Será
necesaria la adopción de medidas especiales para ancianos, enfermos,
niños, etc.).
En Cataluña esto no ocurrió. El dinero sigue siendo
el medio para el intercambio de productos. También aquí
se ha introducido un cierto control sobre el movimiento de los productos
que no impide que los trabajadores lleven sus escasas posesiones a las
casas de empeño, mientras se les ofrecieron garantías
y un ingreso del 4% de su capital a los propietarios inmobiliarios (L'Espagne
Antifasciste, 10 de octubre).
No se puede negar que los sindicatos eran incapaces de obrar de otra
manera sin poner en peligro la unidad del frente antifascista, y que
posiblemente pensarían que podrían recuperar lo perdido,
una vez que hubieran vencido los antifascistas y realizadas todas las
reformas. Lo garantizaría el carácter libertario de la
C.N.T..
Pero quien aduce estas razones comete los mismos errores que las distintas
corrientes de los bolcheviques, desde la izquierda a la derecha. Las
medidas adoptadas hasta ahora demuestran claramente que los trabajadores
no tienen el poder. ¿Cómo se puede defender el punto de
vista, según el cual el mismo aparato sindical, que domina a
los trabajadores, cederá voluntariamente su poder a los trabajadores,
después de la derrota de los fascistas?
Realmente, la C.N.T. es libertaria. Aunque supusiéramos que
los líderes de esta organización estarían dispuestos
a ceder su poder cuando la situación militar lo permita, ¿qué
cambiaría con ello? Porque el poder no lo tiene uno u otro líder;
el poder está en manos del gran aparato que está compuesto
por innumerables "jefecillos" de todas las clases que dominan
las posiciones claves tanto como las de menor importancia. Ellos serían
capaces de poner patas arriba la producción en el momento de
ser desplazados de sus puestos privilegiados. Aquí se presenta
el mismo problema que jugó un importante papel en la Revolución
rusa. El aparato burocrático saboteó el conjunto de la
vida económica, mientras los trabajadores controlaban las fábricas.
Lo mismo vale para España.
Todo el entusiasmo que tiene la C.N.T. por el derecho a la autodeterminación
de las fábricas no impide que el comité sindical desempeñe
la función del empresario y, en consecuencia, se vea forzado
a jugar el papel del explotador del trabajo. El sistema de trabajo
asalariado se mantiene en España. Sólo una cosa ha
cambiado: el trabajo asalariado que antes servía al capitalista,
ahora sirve a los sindicatos. Para comprobarlo, extraemos los siguientes
parágrafos de un artículo titulado "La revolución
se organiza a sí misma" (L'Espagne Antifasciste,
nº 24, 28 de noviembre de 1936):
"El Pleno provincial de Granada, que se celebró en Guadix
los días 2, 3 y 4 de octubre de 1936, ha adoptado las siguientes
resoluciones:"
"5º. El Comité de Unidad Sindical ejercerá
el control de toda la producción adquiriendo el material necesario
para las labores agrícolas, la siembra y la cosecha."
"6º. Como base para las relaciones con otras regiones, cada
comité deberá realizar el intercambio de bienes equiparando
el valor de los productos a precios corrientes."
"7º. Para que su labor sea eficaz, el comité deberá
elaborar las estadísticas de los habitantes que no están
en condiciones de trabajar y los que sí están disponibles,
para saber con quiénes se puede contar, así como para
distribuir los alimentos según el número de miembros de
cada familia, racionando las necesidades materiales de cada una de ellas."
"8º. Las tierras requisadas pasarán a ser colectivizadas.
Solamente no serán requisadas las tierras cuyos propietarios
puedan justificar una capacidad fisica y profesional suficiente para
obtener el máximo rendimiento".
(Además, las tierras de los pequeños propietarios no
pueden confiscarse. La confiscación debe contar con la presencia
de los órganos de la C.N.T. y U.G.T.).
Estas resoluciones hay que entenderlas como una especie de plan, según
el cual el Comité Sindical Unitario organizará la producción
agraria. Pero, al mismo tiempo, tenemos que subrayar claramente que
la dirección en las pequeñas explotaciones, así
como en las grandes en donde se debe garantizar la máxima rentabilidad,
permanece en manos de sus antiguos propietarios. Las tierras restantes
están dedicadas a fines comunitarios. Lo que significa que ha
de estar bajo el control de los comités unitarios. Además,
el CSU tiene el control sobre el conjunto de la producción. Pero
no hay una sola palabra sobre el papel que juegan los propios productores
en este nuevo orden productivo. Este problema no parece existir para
la U.G.T.. Para ésta solo se trata de restablecer una nueva dirección;
es decir, la dirección del CSU sobre la base del trabajo asalariado.
Asimismo, el mantenimiento del sistema asalariado determina el desarrollo
de la revolución proletaria. Si los trabajadores continúan
siendo obreros asalariados, como antes, aunque sea al servicio de un
comité formado por su propio sindicato, su posición en
el sistema productivo seguiría siendo la misma. La revolución
social se verá desplazada de su camino a causa de la lucha por
la dirección económica de los sindicatos o los partidos
que inevitablemente comenzará. Otra cuestión se presenta:
¿hasta qué punto se debe considerar al sindicato como
representante real de los trabajadores? Dicho de otro modo, ¿cuál
será la influencia que tendrán los trabajadores sobre
los comités sindicales que dominan la vida económica?.
La realidad nos enseña que los trabajadores pierden toda su
influencia o poder sobre esas organizaciones, incluso en el mejor de
los casos, aunque todos los trabajadores estén organizados en
la C.N.T. y la U.G.T. y ellos mismos elijan los comités. Pues
éstos van cambiando progresivamente si funcionan como órganos
autónomos de poder. Los comités formulan todas las normas
que rigen en la producción y distribución sin ser responsables
ante los trabajadores que les han asignado esas funciones, y no pueden
ser reemplazados en cualquier momento, a voluntad de los trabajadores.
Tienen el derecho de disponer de todos los medios de producción
necesarios para el trabajo, así como de los productos mientras
los trabajadores reciben una cantidad determinada en salarios proporcionar
al trabajo realizado. El problema de los trabajadores españoles
consiste, hasta el presente, en conservar el poder sobre los comités
sindicales que dirigen la producción y la distribución.
Aquí se aprecia cómo la propaganda anarcosindicalista
produce el efecto contrario: los anarcosindicalistas mantienen que
todos los obstáculos habrán sido superados cuando los
sindicatos consigan la dirección de la producción.
Sólo ven el peligro de la formación de la burocracia en
los órganos del Estado, pero no en los sindicatos. Creen que
sus convicciones libertarias lo impedirán.
Pero, por contra, se ha demostrado, y no sólo en España,
que las convicciones libertarias se desvanecen tan pronto como aparecen
las necesidades materiales. Incluso los anarquistas confirman el desarrollo
de la burocracia. L'Espagne Antifasciste en su primer número
de enero, reproduce un artículo de Tierra y Libertad
(órgano de la F.A.I.), del que extraemos lo siguiente:
"El último pleno de la Federación Regional de los
grupos anarquistas en Cataluña (... ) ha dejado claro el punto
de vista de los anarquistas frente a la situación actual. Exponemos
cada una de las resoluciones comentándolas brevemente".
El siguiente párrafo ha sido tomado de uno de los comentarios:
"4. Es necesario abolir la burocracia parasitaria que se ha desarrollado
considerablemente en los organismos municipales y en el Estado".
"El Estado es el eterno criadero de una cierta clase: la burocracia.
Actualmente, la situación es grave. Nos arrastra por unos derroteros
que ponen en peligro la revolución. La colectivización
de las explotaciones, el establecimiento de comités y consejos
se convierte en el caldo de cultivo de una nueva burocracia desarrollada
desde el seno de los propios trabajadores. Desentendiéndose de
los fines del socialismo y ajenos al espíritu de la revolución,
esos elementos que dirigen los talleres o las industrias fuera del control
de los sindicatos, obran frecuentemente como verdaderos burócratas
con plenos poderes y se comportan como nuevos patronos. En las oficinas
del Estado y en los organismos locales, se puede observar el desarrollo
de estos "artistas de despacho". Esta situación tiene
que acabar. Es la tarea de los sindicatos y de los trabajadores poner
coto a esta corriente de burocratización. Es la organización
sindical la que debe resolver este problema. El parasitismo debe desaparecer
de la nueva sociedad. Nuestro deber inmediato es comenzar a combatirlo
con nuestras armas más eficaces".
Pero expulsar la burocracia por medio de los sindicatos sería
como echar al diablo con la ayuda de Belcebú; porque son las
condiciones del poder y no los dogmas idealistas los que determinan
los acontecimientos. El anarcosindicalismo español, nutrido por
las doctrinas anarquistas, se declara favorable al comunismo libre y
contra toda forma de poder centralizado; sin embargo, su propio poder
está concentrado en los sindicatos y, por ello, estas organizaciones
son los medios por los cuales los anarcosindicalistas realizarán
el comunismo "libre".
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