Helmut Wagner
El anarquismo y la Revolución española

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La lucha de clases en la España "roja"

Aunque señalamos en el apartado anterior cómo la situación internacional forzó a los trabajadores españoles a asumir compromisos con la burguesía, ello no quiere decir que la lucha de clase en la España "roja" haya finalizado. Al contrario, continúa tras la cortina del frente popular antifascista, y lo demuestran los asaltos de la burguesía a cada uno de los bastiones de los comités de trabajadores, por el continuo reforzamiento de la posición del Gobierno. Los trabajadores en la España "roja" no pueden ser indiferentes a este proceso; por su parte, deben intentar mantener las posiciones conseguidas, para evitar una mayor intromisión de la burguesía y dar un nuevo giro revolucionario a los acontecimientos.

Si los trabajadores en Cataluña no luchan contra los avances de la burguesía, su derrota total es segura. Si el gobierno del Frente Popular derrotase a los fascistas, utilizaría todo su poder para hacer retroceder al proletariado a su anterior posición. La lucha entre la clase obrera y la burguesía continuará en condiciones mucho peores para el proletariado; porque la burguesía "democrática", después de la victoria sobre los fascistas, conseguida por los trabajadores, utilizará todas sus fuerzas en la lucha antiproletaria. La desintegración sistemática del poder de los obreros se ha llevado a cabo durante meses, y en las manifestaciones de Largo Caballero se puede reconocer lo que los trabajadores pueden esperar del gobierno actual, una vez que ellos le hayan dado la victoria.

Hemos afirmado que la revolución española sólo puede conseguir la victoria si se convierte en internacional. Pero los trabajadores españoles no pueden esperar que la revolución empiece en otras partes de Europa; no pueden esperar una ayuda que, hasta ahora, no ha sido más que de buenas intenciones. Ahora tienen que defender su causa no sólo contra los fascistas, sino contra sus propios aliados burgueses. La organización de su poder también es, en las actuales circunstancias, una necesidad apremiante.

¿Cómo responde el movimiento de los trabajadores españoles a esta cuestión? La única organización que da una respuesta concreta es el POUM. Propugna la elección de un congreso general de consejos del cual emergería un gobierno realmente proletario.

A esto, nosotros respondemos que todavía no existe la base para una propuesta de este tipo. Los llamados "consejos obreros", los que todavía no han sido eliminados, están en su mayor parte bajo la influencia de la Generalitat, que ha intensificado el control sobre su composición. De cualquier modo, la elección del congreso no garantizaría el poder de los trabajadores sobre la producción. El poder social significa algo más que el simple control del Gobierno. Solamente si el poder proletario penetra en toda la vida social puede mantenerse. El poder político central, por grande que sea su importancia, es simplemente un eslabón en la escala de poder que tiene sus raíces en cada esfera de la vida social.

Si los trabajadores van a organizar su poder contra la burguesía, han de empezar su tarea desde la base. En primer lugar, deben liberar sus organizaciones de fábrica de la influencia de los partidos y sindicatos oficiales, porque estos últimos vinculan a los trabajadores con el gobierno actual y, por tanto, con la sociedad capitalista. Han de intentar influir, a través de sus organizaciones de fábrica, cada esfera de la vida social. Solamente desde estas bases es posible construir un poder proletario, solamente desde estas bases pueden las fuerzas de la clase obrera actuar en armonía.

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