Helmut Wagner
El anarquismo y la Revolución española

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La ayuda extranjera estrangula la Revolución

La clase obrera en España lucha no sólo contra la burguesía fascista, sino contra la burguesía de todo el mundo. Los países fascistas, Italia, Alemania, Portugal y Argentina, ayudan a los fascistas españoles en su lucha con todos los medios a su alcance. Este hecho por sí mismo imposibilita la victoria de la revolución en España. El enorme poder de los Estados enemigos es demasiado fuerte para el proletariado español. Si los fascistas españoles, con su enorme poder, no han conseguido vencer por ahora, y han sufrido derrotas militares en varios frentes, es a causa del suministro de armas modernas desde el extranjero para al gobierno antifascista. Mientras México, desde el comienzo, ha suministrado municiones y armas a pequeña escala, el apoyo de Rusia comenzó solamente después de cinco meses de guerra. La ayuda llegó después de que las tropas fascistas, equipadas con modernas armas italianas y alemanas, y contando además con todo tipo de ayuda por parte de los países fascistas, hicieran retroceder a las milicias antifascistas. Con ello, resultó la posibilidad de prolongar la lucha. Otra consecuencia fue que Alemania e Italia fueron obligadas a enviar aún más armas, e incluso tropas. De ahí que esos países tuvieran cada vez más influencia en la situación política. Ante ese desarrollo de los acontecimientos, Francia e Inglaterra, inquietas a causa de la relación con sus colonias, no podían permanecer indiferentes. A la luz de esos acontecimientos, la guerra española adquiere el carácter de un conflicto internacional entre las grandes potencias imperialistas que, abierta o solapadamente, participan en la guerra con el fin de preservar o de obtener nuevas posiciones de dominación. Ahora, los dos frentes que combaten en España cuentan con armamento y demás ayuda material. Ya no se puede prever cuándo y donde acabará esta guerra.

Mientras los trabajadores españoles se salvan gracias a la ayuda extranjera, simultáneamente se le da a la revolución el golpe definitivo. Las modernas armas extranjeras contribuyen a la batalla militar y, en consecuencia, el proletariado español se somete a los intereses imperialistas, en primer lugar, a los intereses rusos. Rusia no ayuda al gobierno español para avanzar en la revolución, sino para impedir la creciente influencia de los italianos y alemanes en el Mediterráneo. La detención de barcos rusos y el embargo de su carga indica claramente lo que Rusia puede esperar si permite la victoria de Italia y Alemania.

Rusia intenta hacerse fuerte en España. Indicaremos solamente de qué manera, como resultado de la presión rusa, los trabajadores españoles van perdiendo progresivamente su influencia sobre el desarrollo de los acontecimientos, cómo se disuelven los comités de milicias, se excluye al POUM del Gobierno y se ata las manos a la C.N.T..

En los meses transcurridos hasta ahora, en el frente de Aragón se les han negado las armas y las municiones al POUM y a la C.N.T.. Esto demuestra que el poder del que depende la ayuda material antifascista a España, también controla la lucha de los trabajadores españoles. Estos pueden intentar librarse de la influencia rusa, pero no podrían prescindir de la ayuda rusa y, en última instancia, habrán de aceptar todas sus exigencias. Mientras los trabajadores de fuera de España no se rebelen contra su burguesía y, mediante su acción, contribuyan con una ayuda efectiva a la lucha revolucionaria de España, los trabajadores españoles tendrán que sacrificar sus objetivos socialistas.

La causa real de la derrota interna de la revolución española hay que buscarla en el hecho de que los trabajadores españoles dependen de la ayuda material de los países capitalistas (y, más concretamente, del capitalismo de Estado de Rusia). Si la revolución se extendiese sobre un área suficientemente amplia, si, por ejemplo, afectase a Inglaterra, Francia, Italia, Alemania, Bélgica, entonces las cosas serían muy distintas. Sólo si se aplastase la contrarrevolución en las principales áreas industriales de Europa, como lo ha sido en Madrid, Cataluña y Asturias, se quebraría el poder de la burguesía fascista. Desde luego, las tropas de la guardia blanca supondrían una amenaza para la revolución en las zonas reaccionarias, pero no conseguirían derrotarla. Las tropas que no se basan en una industria relativamente importante pierden pronto su poder. Si se realizase la revolución proletaria en las áreas industriales más importantes de Europa, los trabajadores no dependerían de los poderes capitalistas extranjeros. El poder estaría en manos de los trabajadores. Por eso, una vez más, afirmarnos que la revolución proletaria solamente puede alcanzar la victoria si es internacional. Si queda reducida a una pequeña región será aplastada por las fuerzas armadas, o bien degenerará, utilizada por los intereses capitalistas. Si la revolución proletaria es suficientemente fuerte a escala internacional, entonces no deberá temer su degeneración hacia el capitalismo privado o de Estado. En el apartado siguiente, abordaremos las cuestiones que se nos plantearían en esas circunstancias.

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