Anton PANNEKOEK
Teoría marxista y táctica revolucionaria

Índice

4. La conquista del poder

Para una refutación de las extraordinarias observaciones de Kautsky sobre el papel del Estado y la conquista del poder político y para la discusión de su tendencia a ver anarquistas por todas partes, debemos remitir al lector al Leipziger Volkszeitung del 10 septiembre. Aquí añadiremos solamente unos pocos comentarios para clarificar nuestras diferencias.

La cuestión acerca de cómo el proletariado gana los derechos democráticos fundamentales que, una vez su conciencia de clase socialista está suficientemente desarrollada, le dotan de la hegemonía política, es el problema básico que subyace a nuestra táctica. Nosotros asumimos la visión de que aquéllos sólo pueden ganarse a la clase dominante en el curso de enfrentamientos, en los que el poderío total de la última salta al campo contra el proletariado y en los que, consecuentemente, este poderío total es vencido. Otra concepción sería que la clase dominante cede estos derechos voluntariamente bajo la influencia de ideales democráticos o éticos universales, y sin el recurso a los medios de coerción a su disposición --esta sería la evolución pacífica hacia el estado del futuro contemplada por los revisionistas--. Kautsky rechaza ambas visiones: ¿qué posible alternativa hay?. De sus declaraciones nosotros inferimos que concebía la conquista del poder como la destrucción de la fuerza del enemigo de una vez por todas, un acto único cualitativamente diferente de toda la actividad previa del proletariado en la preparación de esta revolución. Dado que Kautsky rechaza esta lectura, y puesto que es deseable que sus concepciones básicas a respecto de la táctica sean entendidas claramente, procederemos a citar los pasajes más importantes. En octubre de 1910 escribía:

“En una situación como la que resultó en Alemania, sólo puedo concebir la huelga general política como un acontecimiento único en el que el proletariado entero, a lo largo de la nación, se comprometa con todo su poderío, como una lucha a vida o muerte, una en la que nuestro adversario es abatido o, en su lugar, todas nuestras organizaciones, todo nuestro poder es hecho pedazos o por lo menos paralizado durante los años venideros.”

Ha de suponerse que, por abatir a nuestro adversario, Kautsky quiere decir la conquista del poder político; por otra parte, el único acto tendría que repetirse una segunda o tercera vez. Por supuesto, la campaña podría también probarse insuficientemente poderosa, y en este caso habría fallado, habría resultado en una seria derrota, y tendría, por consiguiente, que ser comenzada de nuevo otra vez. Pero si tuviese éxito, la meta final se habría conseguido. Ahora, sin embargo, Kautsky está negando que alguna vez dijera que la huelga de masas pudiera ser un acontecimiento capaz de derrumbar el capitalismo de un golpe. Cómo, por tanto, tenemos que tomarnos la cita anterior, simplemente no lo entiendo.

En 1911, Kautsky escribía en su artículo “La acción de masas” acerca de las acciones espontáneas de multitudes desorganizadas:

“Si la acción de masas tiene éxito, sin embargo, si es tan dinámica y tan tremendamente extendida, las masas tan despiertas y determinadas, el ataque tan inesperado y la situación en que coge a nuestro adversario tan desfavorable para él, que su efecto es irresistible, entonces las masas podrán explotar su victoria de una manera bastante diferente de hasta ahora. [Sigue la referencia a las organizaciones obreras.] Donde estas organizaciones han tomado raices, ha pasado el tiempo en el que las victorias del proletariado en acciones de masas espontaneas tenían éxito solamente para sacar las castañas del fuego a alguna sección particular de sus oponentes que pasaban a estar en la oposición. De aquí en adelante, podrá disfrutarlos él mismo.”

No puedo ver ninguna otra interpretación posible de este pasaje que que, como resultado de un poderoso alzamiento espontáneo por parte de las masas desorganizadas, disparadas por algunos acontecimientos particularmente provocativos, el poder político caiga ahora en manos del proletariado mismo, en lugar de en manos de una camarilla burguesa como hasta ahora. Aquí también se contempla la posibilidad de ataques, inicialmente fallando y desmoronandose en la derrota, antes de que el ataque tenga éxito. Los protagonistas de una revolución política de este tipo y los métodos que estaban usando la situarían completamente fuera del marco del movimiento obrero actual; mientras el último estaba continuando su actividad rutinaria de educación y organización, la revolución estallaría por encima de él sin ninguna advertencia, “como viniendo de otro mundo”, bajo la influencia de acontecimientos momentáneos. De este modo, no podemos ver otra interpretación que esa propuesta en nuestro artículo. El enigma de ello no es que en esta visión la revolución sea un solo acto preciso; aun si la conquista del poder consistiese en varios actos tales (huelgas masivas y acciones “callejeras”), la cuestión principal es el severo contraste entre la actividad actual del proletariado y la futura conquista revolucionaria del poder, que pertenece a un orden completamente diferente de cosas. Kautsky confirma esto ahora explícitamente:

“Para evitar cualquier malentendido, me gustaría señalar que mi polémica con la camarada Luxemburg trataba sobre la huelga general política, y mi artículo sobre la 'Acción de masas' acerca de los disturbios callejeros. Dije de esos últimos que podrían, en ciertas circunstancias, llevar a levantamientos políticos, pero que eran impredecibles por naturaleza y no podrían ser instigados a voluntad. No estaba refiriéndome a las simples demostraciones callejeras...
Repetiré una vez más que mi teoría del ‘radicalismo pasivo', es decir, esperar la ocasión apropiada y el humor entre las masas, ninguno de los cuales puede predecirse por adelantado o acelerarse por decisión de la organización, se refiere solamente a los disturbios callejeros y a las huelgas de masas orientados a afianzar una decisión política particular --y no a las demostraciones callejeras, ni a las huelgas de protesta--. Las últimas pueden muy bien ser convocadas de vez en cuando por del partido o el sindicato, independiente del humor de las masas fuera de la organización, pero no necesariamente implican nuevas tácticas en tanto que siguen siendo meras demostraciones."

No nos pararemos en el hecho de que una huelga de masas política, sólo permisible como un acontecimiento de una vez por todas durante 1910, y por consiguiente excluida de la campaña prusiana contemporánea por el sufragio, aparece ahora repentinamente entre las acciones del día a día que pueden ser iniciadas al dar la señal como una “huelga de protesta”. Señalaremos simplemente que Kautsky está aquí haciendo una distinción precisa entre acciones del día a día, que son sólo demostraciones y pueden convocarse a voluntad, y los acontecimientos revolucionarios imprevisibles del futuro. Pueden ganarse nuevos derechos de vez en cuando en la lucha diaria; éstos no son en ningún sentido pasos hacia la conquista del poder, de otro modo la clase dominante ofrecería una resistencia a ellos que sólo podría superarse mediante las huelgas políticas. Los gobiernos amistosos con los obreros pueden alternar con gobiernos hostiles a ellos, las demostraciones callejeras y huelgas de masas pueden jugar algún papel en el proceso; pero durante todo eso, nada esencial cambiará; nuestra lucha sigue siendo "una lucha política contra los gobiernos” que se restringe a la "oposición” y deja el poder del Estado y sus ministerios intacto. Hasta un día, cuando los acontecimientos externos disparen un alzamiento popular masivo con disturbios callejeros y huelgas políticas que pongan fin a todo este asunto.

Sólo es posible mantener tal perspectiva restringiendo la observación de uno a las formas políticas externas e ignorando la realidad política tras de ellas. El análisis de la correlación de poder entre las clases en conflicto, como una asciende y la otra declina, es la única clave para entender el desarrollo revolucionario. Esto transciende la distinción precisada entre la acción del día a día y la revolución. Las diversas formas de acción mencionadas por Kautsky no son polos opuestos, sino parte de una clase gradualmente diferenciada de formas de acción, débiles y poderosas, dentro de la misma categoría.

En primer lugar, por lo que se refiere a cómo se desarrollan: incluso las demostraciones francas no pueden ser convocadas a voluntad, sino que sólo son posibles cuando un sentimiento fuerte ha sido despertado por causas externas, como el coste creciente de la vida y el peligro de la guerra hoy, o las condiciones de sufragio en Prusia en 1910. Cuando más fuerte sea el sentimiento despertado, más vigorosamente pueden desarrollarse las protestas. Lo que Kautsky tiene que decir sobre la forma más poderosa de huelga de masas, a saber, que debemos “darle el apoyo más enérgico y usarla para fortalecer al proletariado”, no va lo bastante lejos para casos donde esta situación ya ha generado un movimiento de masas; cuando las condiciones lo permitan, el Partido, como el portador consciente de las más profundas sensibilidades de las masas explotadas, debe instigar tal acción como es necesario y asumir la dirección del movimiento --en otras palabras, jugar el mismo papel en los acontecimientos de importancia mayor que realiza hoy a escala más pequeña--. Los factores precipitantes no pueden preverse, pero somos nosotros quienes actuamos sobre ellos.

En segundo lugar, por lo que se refiere a aquellos que toman parte: nosotros no podemos restringir nuestras demostraciones presentes solamente a miembros del partido; aunque éstos formen al principio el núcleo, otros vendrán a nosotros en el curso de la lucha. En nuestro último artículo mostramos que el círculo de aquéllos involucrados crece en tanto la campaña se desarrolla, hasta que incluye a las amplias masas del pueblo; no hay nunca ninguna cuestión de disturbios callejeros ingobernables en el viejo sentido.

En tercer lugar, por lo que se refiere a los efectos que tiene tal acción: la conquista del poder por medio de las formas de acción más potentes básicamente equivale a la liquidación de los poderes de coerción disponibles para el enemigo y a la formación de nuestro propio poder; pero aún las protestas actuales, nuestras simples demostraciones callejeras, despliegan este efecto a una pequeña escala. Cuando la policía tenía que abandonar sus esfuerzos por impedir las demostraciones en la pura impotencia en 1910, ésa fue una primera señal de que empezaban a desmoronarse los poderes coercitivos del Estado; y el contenido de la revolución consiste en la destrucción total de estos poderes. En este sentido, ese ejemplo de la acción de masas puede verse como el principio de la revolución alemana.

El contraste entre nuestras respectivas visiones, tal como han sido expuestas aquí, puede parecer ser puramente teórico a primera vista; pero tiene, no obstante, gran importancia práctica con respecto a las tácticas que adoptamos. Tal como lo ve Kautsky, cada vez que la oportunidad de una acción vigorosa surja debemos detenernos y considerar si no podría llevar a un “ensayo de fuerza”, un esfuerzo por hacer la revolución, esto es, a la movilización de toda la fuerza de nuestro adversario contra nosotros. Y debido a que se acepta que somos demasiado débiles para emprender esto, será muy facil huir de cualquier acción --éste era el peso del debate en la huelga de masas en Die Neue Zeit en 1910--. Aquéllos que rechazan la dicotomía de Kautsky entre la acción diaria y la revolución, sin embargo, estiman cada acción como un problema inmediato, a ser evaluado según las condiciones predominantes y el humor de las masas, y al mismo tiempo, como parte de un gran propósito. En cada campaña uno presiona tanto hacia delante como parece posible en las condiciones dadas, sin permitirse ser debilitado por consideraciones teóricas engañosas proyectadas hacia el futuro; pues el problema no es nunca el de una revolución total, ni el de una victoria con importancia sólo para el presente, sino siempre el de un paso adelante a lo largo del camino de la revolución.

Siguiente >>


Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques

[email protected]

Hosted by www.Geocities.ws

1