Anton PANNEKOEK
Acciones de masas y revolución
Índice
3. La acción de masas
En la Neue Zeít del 13 al 27 de octubre, el camarada Kautsky
investiga en una serie de artículos "La acción de masa",
las formas, condiciones y efectos de las acciones de grandes masas populares.
Si bien esos artículos han aparecido porque en los últimos años
se habla cada vez más en el partido de las acciones de masas, es necesario
acotar desde un comienzo que el planteamiento mismo de la cuestión no
corresponde al problema real que se da en la práctica. Kautsky subrava
que, naturalmente, él no entiende bajo el concepto de acción de
masas el hecho de que las acciones de la clase obrera organizada se hagan automáticamente
más masivas a través del crecimiento de sus organizaciones, sino
la aparición de grandes masas populares desorganizadas, a veces reuniéndose
y luego separándose: "Aunque se compruebe que las acciones políticas
y económicas toman cada vez más el carácter de acciones
de masas, no está demostrado que ese modo especial de acción de
masa que se designa sumariamente como acción de calle, esté llamado
a jugar también un papel siempre más importante". Para Kautsky
existen entonces dos formas de acción, que son en extremo diferentes.
Por un lado las formas de lucha laboral hasta ahora conocidas en la cual un
pequeño grupo del pueblo, los trabajadores organizados, que significan
cuanto más un décimo del total de la masa desposeída, lleva
adelante su lucha política y sindical. Por otro lado, la acción
de la gran masa desorganizada, la de la "calle", que por algún
motivo se rebela e interviene en el acontecer histórico. Para Kautsky
se trata del hecho de si la primera forma será también en el futuro
la única forma de movilización del proletariado, o también
la segunda forma, la acción de la masa, ha de jugar igualmente un papel
de importancia.
Pero cuando en las discusiones partidarias de los últimos años
se enfatizó la necesidad, la inevitabilidad o lo adecuado de las acciones
de masas, nunca se trató de una tal contraposición. La alternativa
no es afirmar que nuestras luchas han de ser masivas o que la masa desorganizada
habrá de aparecer en la escena política, sino otra cosa: una determinada
y nueva forma de la actividad de los trabajadores organizados. El desarrollo
del capitalismo moderno ha impuesto al proletariado con conciencia de clase
esas nuevas formas de acción. Amenazado por el imperialismo con los mayores
peligros, luchando por más poder dentro del estado, por más derechos,
está obligado a hacer valer su voluntad contra las poderosas fuerzas
del capitalismo en la forma más enérgica -más enérgica
que los más encendidos discursos que puedan pronunciar en el parlamento
sus representantes-. El proletariado debe reafirmarse a sí mismo, intervenir
en la lucha política, tratando de influir al gobierno y a la burguesía
con la presión de sus masas. Si nosotros hablamos de acciones de masas
y su necesidad, nos referimos a la actividad política extraparlamentaria
de la clase trabajadora organizada por medio de lo cual ella misma actúa
sobre la política interviniendo en forma inmediata y no a través
de representantes. Estas acciones no son lo mismo que la "acción
de calle"; si bien las manifestaciones callejeras también son una
de sus expresiones, su más poderosa forma es la huelga general realizada
sin nadie en la calle. Las luchas sindicales, en las cuales las masas actúan
desde un comienzo, no bien producen un efecto político de importancia
se transforman por sí mismas en acciones políticas de masa. En
el aspecto práctico de las acciones de masas se trata entonces de una
ampliación del campo de actividad de las organizaciones proletarias.
Estas acciones de masas se diferencian en lo esencial de los movimientos populares
de otras épocas históricas, que Kautsky investiga como acciones
de masas. Allí se reunían las masas un instante galvanizadas por
una misma fuerza social en una sola voluntad; luego la masa se desintegraba
nuevamente en individuos aislados. En nuestro caso, en cambio, se trata de masas
que ya antes estaban organizadas, su acción ha sido pensada y preparada
con antelación y luego de concluída, la organización permanece.
En las viejas acciones de masas, el objetivo sólo podía ser el
derrocamiento de un régimen odiado, más tarde se trataría
de la conquista momentánea del poder mediante un único acto revolucionario;
pero como luego de alcanzar el primer objetivo la masa se desarticulaba nuevamente,
el poder volvía a recaer en un pequeño grupo y cuando el pueblo
intentaba afianzar su dominio por medio del derecho a votar, no era posible
evitar un nuevo dominio de clase. En nuestro caso se trata también, por
cierto, de la conquista del poder, pero nosotros sabemos que esto sólo
es posible por medio de una masa popular socialista y altamente organizada.
Por eso el objetivo inmediato de nuestras acciones es siempre una determinada
reforma o concesión, el retroceso del poder del enemigo, pero también
un paso adelante en la construcción del propio poder. Antiguamente el
poder popular no podía ser construido continuamente y con seguridad;
sólo podía surgir por un instante en erupciones violentas y repentinas
para desalojar un poder intolerable, pero luego se diluía y una nueva
dominación se extendía sobre la masa indefensa del pueblo.
Nuestro objetivo, la eliminación de todo dominio de clase, es solamente
posible a través de la construcción lenta e imperturbable
de un poder popular permanente hasta el punto que éste con su propia
fuerza, aplastar simplemente al poder estatal de la burguesía hasta disolverlo
por completo. Antes, los levantamientos populares debían conquistar sus
objetivos por entero o fracasaban si su fuerza no alcanzaba para ello.
Nuestras acciones de masa no pueden fracasar; aún cuando el objetivo
propuesto no fuera alcanzado, ellas no habrían sido en vano y aún
derrotas temporales contribuirian a la gestación de los próximos
triunfos. Las acciones de masas abarcaban sólo una pequeña parte
de la población total: el levantamiento Y aglutinamiento de una parte
del pueblo de la ciudad capital bastaba a menudo para derrocar un gobierno y
de todos modos no era posible reunir mayor cantidad. Hoy día nuestras
acciones de masas abarcan también en un primer momento a una minoría
pero a medida que arrastran a círculos cada vez más amplios de
la población antes indiferente y la incorporan a las filas de nuestro
ejército, crece como producto del conjunto de las acciones de masas la
acción de las grandes masas populares explotadas que hacen imposible
la continuación de la dominación de clase.
Al poner de relieve en forma tan tajante la contraposición entre lo
que en la práctica del partido y lo que en Kautsky se entiende como acción
de masas, no queremos de ningún modo, hacer superflua su investigación.
Pues no está descartado que aún en el futuro puedan estallar súbitos
y poderosos levantamientos masivos desorganizados de millones de personas contra
un gobierno. Kautsky demuestra detalladamente y con toda razón que el
parlamentarismo y los movimientos sindicales, en lugar de hacer superfluas las
acciones de masas directas, crean justamente las condiciones fundamentales para
su realización. Carestía y guerra, que en el pasado impulsaban
tan a menudo a las masas a levantamientos revolucionarios, aparecen hoy nuevamente
como posibles a corto plazo. Por eso, es para nosotros tan importante estudiar
la naturaleza, las causas y los efectos de tales acciones de masas espontáneas,
en base al material de los hechos históricos.
Sin embargo, la forma en que Kautsky realiza esa investigación debe
producirnos serias dudas. Ya las deducciones nos dejan entrever las fallas subvacentes
en su razonamiento. ¿Cuál es en realidad la deducción que
se ofrece al lector del segundo artículo, en el cual es investigada la
entrada de las masas en la historia? La masa actúa a veces revolucionariamente,
pero ella actúa también en forma reaccionaria; destruye a veces
progresivamente y otras perjudicando; a veces se fracasa totalmente cuando se
cuenta con su actuación.
Los efectos y formas de aparición de la acción de masas pueden
ser entonces de muy diversos tipos. Es difícil estimarlas con anticipación
pues las condiciones de las cuales dependen son de naturaleza altamente complicada.
0 actúan sorpresivamente superando toda expectativa o bien decepcionan.
Dicho en pocas palabras, nada se puede decir sobre el tema, no se puede contar
con nada preciso, todo es casual e inseguro. Las consecuencias son: ninguna
consecuencia; el resultado es: ningún resultado; a pesar de las muchas
y valiosas observaciones particulares la investigación ha quedado sin
resultados. ¿Cuál es la causa de esto? La causa no la podemos
describir mejor que con las palabras que, hace siete años, usamos en
una crítica de la concepción histórica teleológica.
(Neue Zeit, XXIII, 2, p. 423, "Marxismus und Teleologie"
[Marxismo y teleología]):
"Si se toma a la masa en forma de todo general, al pueblo entero, se encuentra
que con la anulación mutua de puntos de vista y voluntades contrapuestas,
no queda aparentemente nada más que una masa sin voluntad, caprichosa,
descontrolada, sin carácter, pasiva, que oscila entre impulsos contradictorios,
violentos arrebatos y pesada indiferencia, conocida imagen que los escritores
liberales utilizan con preferencia cuando se refieren al pueblo. Realmente,
a los investigadores burgueses les debe parecer que entre la infinita variedad
de individuos, la abstracción del individuo es al mismo tiempo, abstracción
de todo aquello que hace de un hombre un ser volitivo y vivo, de tal manera
que sólo queda la masa como algo indefinido. Pues entre la más
pequeña unidad, el individuo, y lo más general, la masa inerte
dentro de la cual todas las diferencias están superadas, no conocen ningún
eslabón intermedio: ellos no conocen la clase. Por el contrario, la fuerza
de la concepción socialista de la historia es que introduce orden y sistema
en la infinita variedad de las personalidades por medio de la división
de la sociedad en clases. En cada clase se encuentran juntos individuos que
tienen aproximadamente los mismos intereses, la misma voluntad, las mismas opiniones,
que están contrapuestos a los de otras clases. Si diferenciamos específicamente
en los movimientos de masas históricos a las clases, surgirá de
pronto, de aquella imagen confusa y horrorosa, una imagen clara de la lucha
entre las clases. Compárese sólo las exposiciones que hizo Marx
de las revoluciones de 1848, con las de los autores burgueses. La clase es lo
genérico en la sociedad que ha conservado al mismo tiempo sus contenidos
particulares.
Cuando se pone de relieve lo particular para Ilegar a lo general -humano por
excelencia- no queda al final nada preciso. Una ciencia de la sociedad puede
tener contenido sólo si se ocupa de las clases en las que lo casual de
los individuos particulares es superado y, al mismo tiempo, ha quedado en su
forma pura, abstracta, lo esencial del ser humano, un determinado querer y sentir
distinto en cada una de las clases."
Entre los discípulos de Marx ninguno ha demostrado más tajantemente
el significado de esa teoría marxista como instrumento para el investigador
de la historia que, justamente, Kautsky en sus escritos históricos. La
brillante claridad que él aporta en todo momento deriva esencialmente
de que penetra en el interior de las clases, de su situación, de sus
intereses v concepciones y explica sus actos a partir de ello. Pero en este
caso ha dejado de lado el instrumento marxista y por eso no llena a resultado
alguno. En su exposición histórica no se habla en ningún
lugar sobre el carácter de las masas. En polémica con Le Bon y
Kropotkin enfoca sólo el momento psicológico, no-esencial; lo
esencial, sin embargo, el momento económico del cual surgen precisamente
las diferencias en la forma y objetivos de los movimientos de masas, queda sin
ser considerado. La acción del lumpenproletariado, que sólo puede
saquear y destruir sin un objetivo propio, la acción de los pequeñoburgueses
que subieron a las barricadas en París, la acción de los modernos
asalariados que, a través de una huelga general, obligan a reformas políticas,
las acciones de los campesinos en paises económicamente atrasados -como
en 1808 en Espafía o en el Tirol- (1), todos estos movimientos
son diferentes y pueden ser comprendidos en la particularidad de sus métodos
y efectos considerando su situación de clase y los sentimientos de clase
que se dan en ellos. Si los arrojamos a todos juntos sin distinción bajo
la calificación de "acción de masa", sólo puede
resultar de ello un guiso que produce precisamente lo contrario de la claridad.
La descripción de la guerra de guerrillas española como una acción
de masas reaccionaria que, a diferencia de los franceses, entregó el
timón nuevamente al "desecho reaccionario" de "curas,
terratenientes y cortesanos", puede que resulte muy simpático en
los días de lucha contra el bloque azul-negro (2), pero no
corresponde a los métodos históricos que emplea Kautsky en otros
trabajos. Cuando él alude al combate de junio como un ejemplo disuasivo
para la utilidad y edificación de la actual generación de una
acción de masas provocada por el gobierno y ahogada en sangre, le falta
señalar el hecho esencial: que estuvieron frente a frente dos masas,
una proletaria y otra burguesa. Asi, todo acontecimiento histórico tiene
que caer bajo una luz distorsionante si se intenta subsumirlo bajo el concepto
general y vacío de acción de masa, sin considerar su carácter
esencial y específico.
Esta falla también está presente en el tercer artículo
de Kautsky, en el que se considera "la transformación histórica
de las acciones de masas". Aquí, donde se tratan las condiciones
y efectos de movimientos masivos proletarios, nos ofrece Kautsky una cantidad
de valiosas e importantes descripciones: Pero, a pesar de ello, el fundamento
general de sus exposiciones nos obliga a criticarlo. Kautsky visualíza
que las acciones de masas contemporáneas habrán de tener otro
carácter que las antiguas; pero él busca la razón de las
diferencias, ante todo en la organización y en el esclarecimiento. Pero
por más poderosas que puedan ser imaginadas las acciona de masas que
pudieran surgir de esa situación, no podrán tener nunca más
el carácter que antes tenían. Los cuarenta años de derechos
políticos populares y organización proletaria no pueden haber
transcurrido sin dejar huellas. El número de individuos conscientes y
organizados en la masa se ha hecho demasiado grande para que no se haga notar
aún en explosiones espontáneas, aunque éstas surjan en
forma imprevista, aunque la agitación sea enorme, aunque en ellas falte
por completo una dirección planificada.
Aquí es dejada de lado la principal diferencia entre las acciones de
masas antiguas y las actuales y futuras: la composición de clase
completamente distinta de las masas modernas. También las masas
desorganizadas de hoy dia deben actuar en forma totalmente distinta a las de
antes, pues unas eran burguesas mientras las otras son proletarias. Los movimientos
de masa históricos eran acciones de masas burguesas; participaban en
ellos artesanos, campesinos y trabajadores de pequeños talleres, con
sentimientos pequeñoburgueses. Como esas clases eran individualistas
a causa de la naturaleza de su economía, tenían que dispersarse
de inmediato en individuos aislados no bien la acción hubiera pasado.
Hoy dia, las grandes masas capaces de acción están compuestas
por proletarios, por trabajadores al servicio del gran capital, que poseen un
carácter de clase fundamentalmente distinto y son, en su pensar, su sentir
y su ser, completamente distintos de la vieja pequeña burguesía.
No es que ante esta diferencia en el carácter fundamental, la contraposición
entre una masa organizada y una desorganizada resulte sin significado, pues
estudio y experiencia significan mucho en miembros de la clase obrera con igual
capacidad, pero pasa a segundo plano. Ha sido señalado repetidamente
que no todos los sectores de la clase obrera pueden ser organizados en la misma
medida. Precisamente, los trabajadores en las fábricas capitalistas mas
desarrolladas y concentradas, en los complejos de la industria pesada, en las
empresas ferroviarias, en parte también en las minas, ofrecen más
dificultades para la organización sindical que la gran industria menos
concentrada. La causa es evidente: el poder del capital -o del estado como empresario-
aparece ante los trabajadores como tan monstruosamente grande y aplastante que
cualquier resistencia, aún por medio de la organización, parece
no tener perspectiva. Esas masas son, en su más profunda esencia tan
proletarias como ninquna otra, el trabajo al servicio del capital ha interiorizado
en ellos una disciplina intuitiva. Las luchas han mostrado hasta ahora los signos
de erupciones espontáneas pero en ellos mostraron una extraordinaria
disciplina y solidaridad y una inconmovible firmeza en la lucha, de ello dan
fe y son hermosos ejemplos los levantamientos en América en los últimos
años de las masas que sirven a los trusts capitalistas. Por cierto, les
faltó la experiencia, la comprensión, la persistencia, que pueden
ser adquiridas recién luego de una larga práctica de lucha. Pero
en ellas nada queda del viejo individualismo de la pequeña burguesía
desorganizada. Su situación de clase hace que comprendan rápidamente
las enseñanzas de la organización de la lucha de clases socialista
y aprendan a aplicarlas. Cuando se los califica de no organizables o difíciles
de organizar es sólo en relación a la forma de organización
social actual, no a la disciplina de lucha y espíritu de organización,
no a la capacidad de participar en las acciones de masas proletarias. No bien
el poder del capital, a causa de algún acontecimiento pierde su carácter
de aplastante e intocable, se integrarán a la lucha y no está
descartado que jugarán un papel mayor en las acciones de masas, formarán
batallones más valiosos aún que los de las masas actualmente organizadas.
Así se ensamblará la acción de las masas desorganizadas
con la acción de las masas organizadas que analizábamos. Las acciones
de masas, decididas por los trabajadores organizados, arrastran consigo círculos
cada vez más grandes del proletariado y crecen asi para realizar acciones
de la clase proletaria en su conjunto.
La contraposición entre organizados y no-organizados que aparece hoy
tan grande, desaparece -no porque éstos últimos se hagan admitir
en los núcleos de las organizaciones existentes, pues no es del todo
seguro que ellas se mantendrán sin modificaciones en la forma que hoy
tienen-, sino en el sentido de que en estas formas de lucha todos han de poder
ejercitar por igual su disciplina, su solidaridad, su conciencia socialista
y su entrega a los intereses de la clase. La tarea de la socialdemocracia -en
la forma de las organizaciones partidarias actuales o en cualquier otro organismo
en el que tome cuerpo- es la de ser la expresión espiritual de aquello
que vive en la masa, conducir su acción y darle forma unitaria.
La imagen que se obtiene de las explicaciones de Kautsky es muy distinta.
Enlazando con el resultado de sus investigaciones históricas -que nada
preciso se puede decir de una acción de masa-, él ve también
en las futuras acciones de masas violentas erupciones que, completamente imprevisibles,
irrumpirán sobre nosotros como catástrofes naturales, por ejemplo,
como un terremoto. Hasta ese momento, el movimiento obrero habrá de continuar
simplemente con su práctica actual: elecciones, huelgas, trabajo parlamentario,
esclarecimiento. Todo continúa del viejo modo, ampliándose paulatinamente,
sin cambiar nada esencial en este mundo hasta que, de pronto, despertado por
una motivación externa crece un poderoso levantamiento de masas y quizás
echa por tierra al régimen dominante. Exactamente de acuerdo con el viejo
modelo de las revoluciones burguesas, con la sola diferencia de que ahora la
organización del partido está lista para tomar el poder en sus
manos, fijar los frutos del triunfo y, en lugar de las castañas, sacar
a las masas del fuego para, como nueva capa dominante, consumirla preparando
con ellas un banquete para todos. Es la misma teoría que hace dos años,
durante el debate sobre la huelga de masas, fue sostenida por Kautsky -la teoría
de la huelga de masas como un acto revolucionario único, hecho para derrocar
la dominación capitalista de un solo golpe- que aparece aqui en nueva
forma. Es la teoria de la espera inactiva; inactiva no en el sentido
de que no se continúe con las formas ordinarias del trabajo parlamentario
y sindical, sino en el sentido de que deja pasivamente que las grandes acciones
de masas se aproximen como fenómenos naturales, en lugar de realizarlas
activamente e impulsarlas cada vez en el momento justo.
Es la teoría que corresponde y que permite comprender la práctica
de la dirección del partido, a menudo criticada, de mantenerse inactiva
en los grandes momentos en los que era necesaria la acción del proletariado,
y que en los periodos de lucha electoral la impulsa a acabar lo más pronto
posible con las manifestaciones callejeras para que impere nuevamente el orden.
En contraposición con nuestra concepción de la actividad revolucionaria
del proletariado, el cual, en un período de acciones de masas en crecimiento,
construye su poder desgastando cada vez más el poder del estado de clases,
tenemos esa teoría del radicalismo pasivo que no espera ninguna
transformación proveniente de la actividad consciente del proletariado.
Kautsky coincide con el revisionismo en que nuestra actividad consciente se
agota en la lucha sindical y parlamentaria. Por eso no es extraño que
su práctica, demasiado a menudo -como hace poco en el acuerdo sobre el
balotage- se aproxime a la táctica revisionista. Se diferencia del revisionismo
en que éste espera la transición al socialismo por las mismas
actividades impulsadas para el logro de las reformas, mientras Kautsky no comparte
esas expectativas, sino que preve explosiones con carácter de catástrofes
que irrumpen imprevistamente como venidas de otro mundo sin intervención
de nuestra voluntad y que liquidarán al capitalismo. Es "la vieja
y probada táctica" en su reverso negativo erigida en sistema.
Es la teoría de la catástrofe, conocida por nosotros hasta ahora
sólo como un malentendido burgués, elevada a la categoría
de enseñanza del partido. Para finalizar, dice Kautsky:
"Si vemos que en el período próximo la situación
política y social está grávida de catástrofes, ello
surge de nuestra concepción de esta situación particular y no
de una teoria general. Pero, ¿surge de la peculiaridad de la situación
la necesidad de una táctica particular y nueva? Algunos de nuestros amigos
así lo afirman. Tienen la intención de revisar nuestras tácticas.
Al respecto podría hablarse con mayor detenimiento si presentasen proposiciones
concretas. Ello no ha ocurrido hasta la fecha. Ante todo habría que saber
si lo que se exige son nuevos fundamentos tácticos o nuevas medidas tácticas."
A esto es fácil responder que nosotros no necesitamos hacer propuestas.
La táctica que nosotros consideramos como correcta ya es la táctica
del partido. Ella se ha impuesto prácticamente en las manifestaciones
de masas sin que fuera necesario para ello propuestas concretas. Teóricamente
el partido las ha aceptado en las Resoluciones de jena, donde se habla de la
huelga de masas como medio para la conquista de nuevos derechos políticos.
Esto no quiere decir que nosotros estemos contentos con la práctica de
los últimos años, pero no se puede sugerir como nueva táctica
que la dirección del partido deba considerar como tarea suya frenar en
lo posible las acciones de masa del proletariado o prohibir las discusiones
sobre la táctica. Si nosotros, a menudo, hablamos de una nueva táctica,
lo hacemos no en el sentido de proponer nuevos principios o medidas -que se
actue cada vez como lo exija la situación es para nosotros, por supuesto,
condición previa- sino para aportar una comprensión teórica
clara sobre aquello que realmente ocurre. La táctica del proletariado
se transforma, o mejor, se amplía en la medida en que incluye nuevos
y más poderosos medios de lucha. Nuestra tarea como partido es despertar
en las masas una clara conciencia de este hecho, de sus causas y también
de sus consecuencias. Nosotros debemos aclarar exhaustivamente que la situación
que deriva del aumento de las luchas de masas no es casual, de la cual no se
puede decir nada, sino que es una situación persistente y normal para
el último período del capitalismo. Nosotros debemos señalar
que las acciones de masa realizadas hasta el momento son el comienzo de un período
de la lucha de clases revolucionaria, en el cual el proletariado, en lugar de
esperar pasivamente que catástrofes exteriores estremezcan al mundo,
él mismo, en constante ataque y avanzando por medio de su trabajo sacrificado,
debe ir construyendo su poder y su libertad.
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(1) Se trata de la insurrección de los campesinos tiroleses,
encabezados por Andreas Hofer, y de la guerra de liberación contra las
tropas napoleónicas en 1809.
(2) Con la designación de "bloque azul-negro" se hace referencia
a la coalición de fuerzas conservadoras que luchavan por imponer un régimen
clerical-camperisno basado en la proscripción de los socialdemócratas
alemanes.
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