Paul Mattick
Marxismo: ayer, hoy y mañana
Índice
[La ideologización del marxismo por los reformistas]
Todo esto es historia, en concreto la historia de la II Internacional, cuya
orientación aparentemente marxista resultó tan sólo la
falsa ideología de una práctica no revolucionaria. Esto no tiene
nada que ver con una "traición" al marxismo; por el contrario,
fue el resultado del rápido ascenso y del poder cada vez mayor del capitalismo,
que indujo al movimiento obrero a adaptarse a las condiciones cambiantes de
la producción capitalista. Como un derrocamiento del sistema parecía
imposible, las modificaciones del capitalismo determinaron los cambios del movimiento
obrero. Como movimiento de reformas, éste tomó parte en la reforma
del capitalismo, basada en el aumento de productividad del trabajo y en la expansión
competitiva imperialista de los capitales organizados en un ámbito nacional.
La lucha de clases se convirtió en colaboración de clases.
Bajo estas nuevas condiciones, el marxismo, que ni era rechazado del todo
ni reinterpretado por completo hasta convertirlo en su misma negación,
adoptó una forma puramente ideológica que no afectaba a la práctica
procapitalista del movimiento obrero. Como tal ideología, podía
coexistir con otras en la búsqueda de lealtades. Ya no representaba la
consciencia de un movimiento obrero destinado a derrocar la sociedad existente,
sino una visión del mundo supuestamente basada en la ciencia social de
la economía política. Así se convirtió en objeto
de preocupación de los elementos más críticos de la clase
media, aliados de la clase obrera, aunque no pertenecientes a la misma. Esto
sólo era la forma concreta que adoptaba la división ya consumada
entre la teoría de Marx y la práctica real del movimiento obrero.
Es verdad que las ideas socialistas fueron propuestas por primera vez y principalmente
—aunque no solamente— por miembros de la clase media exasperados
por las condiciones sociales inhumanas de los comienzos del capitalismo. Esas
condiciones y no el nivel de su inteligencia fue lo que movió su atención
hacia el cambio social y, consiguientemente, hacia la clase obrera. No es sorprendente
así que las mejoras del capitalismo hacia el cambio de siglo entibiaran
su agudeza crítica, tanto más cuando la misma clase obrera había
perdido la mayor parte de su fervor oposicionista. El marxismo se convirtió
así en preocupación de intelectuales y tomó un carácter
académico. Ya no se le consideraba principalmente como un movimiento
de trabajadores, sino como un tema científico sobre el que discutir.
No obstante, las disputas sobre los distintos problemas planteados por el marxismo
sirvieron para mantener la ilusión del carácter marxiano del movimiento
obrero, hasta que esta ficción se desvaneció ante las realidades
de la I Guerra Mundial.
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