Paul Mattick
La inevitabilidad del comunismo

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VIII - La praxis revolucionaria

Ya hemos señalado la íntima conexión entre la peculiar actitud de Hook respecto a la teoría marxiana del valor en particular, y a las doctrinas económicas de Marx en general, y su desviación idealista de la dialéctica marxiana. Todos estos factores prosiguen ejerciendo su influencia perniciosa sobre la teoría de la revolución de Hook. En el capítulo titulado "Lucha de clases y psicología social" dice (p.228): "La división del plusproducto social nunca es un asunto automático, sino que depende de las luchas políticas entre las diferentes clases engranadas en la producción". La lucha por la división de la plusvalía es, sin embargo, bastante limitada: un hecho que debe referirse porque es precisamente esta limitación lo que muestra lo que es la verdadera conciencia de clase. Por ejemplo, Marx señaló cómo el salario del obrero no puede exceder un cierto nivel durante cualquier gran lapso de tiempo ni a la larga puede hundirse debajo de un cierto nivel. La ley de valor es finalmente decisiva. E incluso independientemente de estas variaciones el derrumbe del capitalismo es exclusivamente manifiesto por la teoría del valor. Además, la lucha de clases no determina en última instancia la porción de la plusvalía que va al estrato medio, sino que esta porción determina su lucha. El proceso de concentración es más fuerte que las tácticas defensivas de las clases medias. Que estas clases existan a pesar de todo, es debido al hecho de que el capital, mientras destruye los elementos de la clase media por un lado, continúa reproduciéndolos por el otro. Ciertamente, la división de la plusvalía no es un proceso automático, ciertamente la lucha de clases en la totalidad del proceso dialéctico contribuye a determinar esta porción, pero fuera de la lucha por la distribución de la plusvalía se levanta, en el curso del desarrollo, una lucha por la abolición del sistema del beneficio, queramos nosotros o no.

Hasta ahora, durante años a los obreros de todo el mundo se les ha pagado menos de su valor, y este hecho es sólo otra indicación de la permanencia de la crisis presente. En la crisis de muerte del capitalismo la población activa sólo puede volverse más afligida por la pobreza; si lucha para una porción más grande de la plusvalía, entonces prácticamente está luchando por la abolición de la producción de plusvalía, incluso sin ser consciente de este hecho y de sus consecuencias.

La oposición de clase inherente a las relaciones de producción determina la naturaleza de la lucha de clases. Se forman los partidos políticos, puesto que fracciones de los trabajadores se vuelven conscientes de la necesidad de la lucha de clases más rápidamente que la gran masa. Si el partido puede, por un lado, acelerar el desarrollo general y acortar la agonía del nacimiento de la nueva sociedad, también puede, inversamente, dilatar el desarrollo y actuar como un obstáculo en el camino. De acuerdo con esto, cuando uno habla como lo hace Hook, de la necesidad del partido y además se compromete uno mismo con él en la idea de que sin un partido una revolución triunfante está descartada, entonces en primer lugar de lo que él está hablando es una abstracción y, segundo, él identifica el partido con la revolución o con la conciencia de clase; con la ideología marxiana. De hecho, si la conciencia de clase revolucionaria, que en el partido toma la forma de una ideología, está obligada a manifestarse en el partido... ésa es una cuestión que no puede establecerse en abstracto sino solamente en el sentido práctico. No es únicamente en la forma específica del partido donde la conciencia de clase, que se ha convertido en una ideología, necesita expresarse. Esa conciencia puede también asumir otras formas, por ejemplo, la forma de células de fábrica, y éstas serían lo que el partido es aún hoy. La afirmación de que sin conciencia de clase cristalizada en una ideología una revolución está descartada no es debatible, aunque sólo por la razón de que el marxismo, que no separa el ser de la conciencia, presupone que en un periodo revolucionario los elementos conscientes, también, están presentes como algo natural. Cuanto más fuertes sean éstos, mejor; pero como pueden ser débiles, la conciencia de clase para el marxismo no es una ideología, sino las necesidades de la vida material de las masas, sin tener en cuenta su posición ideológica. La idea de Hook de la revolución como un asunto de partido pertenece a un periodo que ya está sobrepasado --el periodo del reformismo, por el cual el marxismo se había congelado en una ideología, y cuya posición Hook, a pesar de toda su crítica, aprueba ahora después de todo--.

Si en la situación presente el partido será considerado todavía como un centro para la cristalización de la conciencia de clase, sólo puede determinarse, como ya se expuso, por la práctica actual. Y aquí, si Hook estuviera obligado a proporcionar una prueba de la necesidad del partido, fracasaría desconsoladamente. Hoy el partido no es nada más que un estorbo para el despliegue de la conciencia de clase real. Dondequiera que la conciencia de clase real se ha expresado, en los últimos treinta años, ha asumido la forma de comités de acción y de consejos obreros. Y en esta forma organizativa la conciencia de clase, expresándose en la acción, han visto todos los partidos un poder hostil que combatieron. La historia revolucionaria europea del siglo XX será investigada en vano por un único caso en el que el partido, en una situación revolucionaria, tuvo la dirección del movimiento; en todas las ocasiones ese movimiento estaba en las manos de los comités de acción, de los consejos espontáneamente formados. Dondequiera que los partidos se pusieron a la cabeza de un movimiento, o se identificaron con él, sólo era para despuntar su filo. Los ejemplos: la revolución rusa --y la alemana--.

Ni la socialdemocracia ni los bolcheviques fueron ni son capaces de concebir un movimiento que no controlen. Los bolcheviques nunca han sido otra cosa que socialdemócratas radicales. En la pugna sobre la forma de organización del movimiento de la clase obrera, tan implacablemente sostenida entre Lenin y Rosa Luxemburgo, la historia ha decidido finalmente a favor de Luxemburgo. El reconocimiento de este hecho histórico puede sin duda retardarse por el "socialismo" ruso de Potemkin1, pero la historia misma se alza ahora en lugar de Rosa Luxemburgo y, con las derrotas más vergonzosas inscritas en sus anales, machaca en las cabezas de los trabajadores que la revolución no es una materia de partido sino el asunto de la clase. La concepción de Lenin del partido, con la que Hook se compromete, es específicamente rusa, completamente sin sentido para la Europa y América industriales.

Si la dictadura del partido --qué necesariamente lleva a la burocracia-- era una necesidad para Rusia, donde, debido al atraso del país, el sistema de soviets puede admitirse meramente como una frase y no como una realidad, sin embargo los soviets genuinos constituyen la única forma en que la dictadura proletaria puede expresarse en los países desarrollados. No más sobre el partido, sino sobre las masas mismas, debe depositarse el peso de la decisión revolucionaria. El partido de la reforma acabó con la traición social de la Segunda Internacional en la Guerra Mundial. La "socialdemocracia revolucionaria", el partido de Lenin, la Tercera Internacional, vino a su ignominioso final en la colisión con el fascismo. Los actos del capitalismo desenmascararon la lucha fingida mantenida por estas organizaciones. El fin de la Tercera Internacional podría verse tan cercano como en 1920, cuando los revolucionarios fueron expulsados para no perder el contacto con el mixto U.S.P.D. (socialistas independientes) y los otros partidos de masas medio reformistas. La lucha contra el cretinismo parlamentario emprendida con tal muestra de enconamiento por el "parlamentarismo revolucionario", acabó en el "cretinismo parlamentario revolucionario", que en su ansia de detener la acción inscribió en su bandera (1933): "¡No Hitler, sino Thalmann le dará comida y trabajo! ¡Contesta el fascismo el 5 de marzo! ¡Elige a los comunistas!" ¿A qué partido se refiere Hook cuando habla del partido como una necesidad? ¿Está pensando en la bufonería de los trotskistas, que al mismo tiempo reivindican la revolución permanente y créditos a largo plazo para Rusia, o el chiste político de los brandleritas, que una vez creyeron que la dictadura del proletariado era posible dentro del marco de la Constitución de Weimar? Seguramente, Hook habla (en su libro) del partido en abstracto, pero no obstante siempre quiere decir el partido de Lenin, que contiene y desarrolla todo lo que condujo a la disolución del movimiento obrero tal como ha existido hasta ahora, sin que por esa razón condujese a un movimiento obrero real.

Salvo impedir el desarrollo de la iniciativa de masas, al partido le queda todavía todo por hacer. No se ha revelado como un instrumento de la revolución, sino que ha impuesto su voluntad sobre el movimiento. La identificación del partido con la revolución ha conducido a la organización de las masas a cualquier precio, pues el partido tenía ahora que tomar el lugar del movimiento de masas. En el mejor de los casos, no obstante, el partido no es nada más que un instrumento de la revolución, no la revolución misma.

La concepción mecanicista del materialismo dialéctico sostenida por Lenin, que Hook adopta en las más variadas conexiones a lo largo de su libro, una concepción que no veía en la conciencia nada más que el reflejo del mundo externo, necesariamente llevaba también a infravalorar el papel de la espontaneidad en la historia. Aunque Hook descarta el mecanicismo de Lenin, no evita los errores a que este mecanicismo da lugar --como, por ejemplo, el rechazo de la espontaneidad--2. Lenin compartió con Kautsky la idea de que "no el proletariado sino la intelectualidad burguesa deben considerarse como los representantes de la ciencia". Para Kautsky, la conciencia socialista no es idéntica con el proletariado, sino que es traída a los obreros desde el exterior. Ésta es la tarea del partido en el sentido kautskiano. Para Marx, sin embargo, la lucha de clases es idéntica con la conciencia de clase. Ni Kautsky ni su pupilo Lenin podían comprender esto. En su folleto ¿Qué hacer? Lenin escribe:

"No puede concebirse una ideología separada, madurada por las masas obreras mismas en el curso de su desarrollo... La historia de todos los países da testimonio de que la clase obrera, por sí misma, sólo es capaz de desarrollar una conciencia sindicalista... es decir, la convicción de la necesidad de agruparse juntos en uniones, de dirigir una lucha contra el patrón, de exigir del Gobierno esta o esa medida legislativa en interés de los trabajadores, etc. La doctrina socialista, sin embargo, ha procedido de las teorías filosóficas, históricas y económicas que crearon los representantes ilustrados de las clases poseedoras, los intelectuales."

El conjunto del movimiento obrero hasta hoy ha tomado una conciencia idéntica con la ideología socialista. Por tanto, si la organización, considerada como la ideología organizada, estaba creciendo, eso significaba que la conciencia de clase estaba aumentando. El partido expresó la fortaleza de la conciencia de la clase. El ritmo de la revolución era el ritmo del triunfo del partido. Por supuesto, las relaciones estaban condicionadas por la buena gana con que las masas aceptaban la propaganda del partido, pero las masas mismas, sin la propaganda, eran incapaces de dirigir un movimiento genuino. La revolución dependía de la propaganda correcta. Esto dependía a su vez de la dirección del partido, y esto del genio del líder. Y así, si bien de forma indirecta, la historia era sólamente, después de todo, en último análisis, la obra de los "grandes hombres".

Hasta que punto el movimiento de la clase obrera está todavía dominado por esta concepción burguesa de "hacer la historia" se muestra por la impudencia de los derrotados estrategas del partido comunista, cuya única respuesta a la crítica revolucionaria hoy es la afirmación de que la derrota del proletariado alemán en 1933 es nada menos que una jugada magistral por parte de los revolucionarios profesionales. Así, el órgano del partido comunista, Contraataque, escribe, con fecha del 15 de agosto (1933) de su exilio en Praga: "Hay perros poco inteligentes que corren detrás del tren e imaginan que lo están persiguiendo. Entretanto, los constructores de tesis se sientan en sus mesas y calculan la velocidad del tren en relación con su suministro de carbón, para determinar el momento preciso en el que puede descarrilar con mayor certeza." Ninguna crítica, por favor, sólo paciencia; el comité central hará el trabajo. Hoy todavía está calculando, pero mañana --¡ah, mañana...!--. Entretanto, los grandes estrategas se infunden confianza de su grandeza los unos a los otros y el movimiento de la clase obrera está siendo absorbido en el mar de estupidez del partido comunista, cuya mayor sabiduría ha sido bien expresada en las simples palabras del camarada Kaganovich: "El dirigente del comunismo mundial, el camarada Stalin, el mejor pupilo de Lenin, es el más grande materialista dialéctico de nuestra época"... Ése es el nivel del movimiento obrero actual, que ve en el partido la revolución misma y mientras tanto ha degenerado en el más fuerte baluarte de la contrarrevolución.

Nombrar a Marx y Lenin juntos como lo hace Hook cuando dice: "Marx y Lenin comprendieron que, dejada a sí misma, la clase obrera nunca desarrollaría una filosofía socialista", es quizás justo para Lenin, pero nunca para Marx. Para Marx, el proletariado es la actualización de la filosofía; la existencia del proletariado, sus necesidades vitales, su lucha, sin tener en cuenta sus necedades ideológicas... ¡ése es el marxismo vivo!

Por mucho que Hook pueda insistir en que "el antagonismo de clases sólo puede desarrollarse hasta la conciencia revolucionaria bajo la dirección de un partido político revolucionario", pensando que con ello ha rendido justicia al papel de la conciencia de clase en la historia; si imagina que por eso ha rotulado la teoría de la espontaneidad con la etiqueta mecanicista, en tal caso ha hecho lo mismo con el mecanicismo de Kautsky y Lenin y participa de su visión antidialéctica del marxismo --una visión que se ilustra mejor como antidialéctica precisamente en el rechazo del factor de la espontaneidad--.

De la misma manera antidialéctica y absoluta con la que Hook aborda la cuestión del partido, también aborda todas las demás cuestiones que tienen que ver con la conciencia. Simplemente a modo de ejemplo, permítasenos tomar el parlamentarismo. Hook escribe (p.302): "En todas partes debe emprenderse una lucha por el sufragio universal... no porque esto cambie la naturaleza de la dictadura del capital, sino porque elimina fuentes de confusión y permite que la cuestión de la propiedad salga claramente al frente". En realidad, sin embargo, el parlamentarismo en una cierta época histórica no sólo elimina muchas fuentes de confusión, sino que también crea nuevas ilusiones, que en otras situaciones históricas se vuelven completamente contra el proletariado. Si el sufragio universal fue una vez grito político de agrupamiento del proletariado, en la actualidad esta reivindicación puede haberse vuelto --y se ha vuelto-- completamente carente de sentido. Si la lucha por el voto fue una vez una lucha política, ahora está convirtiéndose en una lucha fingida que meramente distrae la atención de la real. Si el viejo movimiento obrero ya descendido en el cretinismo parlamentario, la reivindicación actual en favor de la actividad parlamentaria es un crimen. Pues la necesidad de hoy es la vivificación de la iniciativa de masas y el desarrollo de la acción directa de los trabajadores --una necesidad que está desviándose a cauces inocuos a través de la actividad parlamentaria--. El parlamentarismo --inclusive el de "marca revolucionaria"-- es la traición a la clase. Y no necesitamos dirigirnos a Marx: el marxismo no sería marxismo si la tarea propia del movimiento obrero en los tiempos de Marx y Engels fuese todavía al detalle su propia tarea hoy.

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1 Potemkin era Primer Ministro bajo Catherina de Rusia. Cuando la Zarina hizo un viaje a través de las provincias, Potemkin tenía fachadas artificiales de pueblos construidas a lo largo de su curso para hacerle creer que todo era leche y miel en sus dominios. El nombre del ministro, en consecuencia, se ha vuelto un sinónimo para "espurio".

2 "If Hook discards Lenin's mechanism, he does now eschew the errors to which this mechanism gives rise". El verbo "eschew" en tercera persona singular tiene terminación en s (eschews), el auxiliar "does" está presente tras el pronombre "he", y la conjunción "if" determina el significado del conjunto de la oración. Por todo lo cual, y de acuerdo con el conjunto del folleto --sobre todo las últimas partes que tratan acerca de la concepción de la espontaneidad--, lo más probable y aceptable es que lo que Mattick afirma en esta oración es que Hook, aunque descarta el mecanicismo de Lenin, "NO evita los errores" del mismo en la comprensión de la sociedad, la lucha de clases, el movimiento obrero y la revolución. (Nota del traductor al español).


Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques

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