Paul Mattick
Espontaneidad y organización

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[ 4. El nacionalismo imperialista y la lucha por la dominación mundial ]

La evolución totalitaria de estas organizaciones es una repetición, a pequeña escala, de la transformación de la sociedad liberal en una sociedad autoritaria. Es un proceso lento y contradictorio, e implica una lucha inter-organizativa lo mismo que contra los movimientos políticos competidores. Tiene lugar en un momento en el que la extensión internacional del proceso de concentración capitalista convierte los intereses monopolistas en intereses nacionalistas; cuando la economía mundial es el monopolio de unas cuantas naciones o bloques de poder, y el control directo sobre la producción y la comercialización que existe en cada nación avanzada está siendo realizado a una escala mundial. Bajo estas condiciones, el movimiento obrero ya no es capaz de apoyar la expansión del capital solamente luchando por sus intereses especiales de grupo. Debe convertirse en un movimiento nacional y tomar parte en la reorganización de la economía mundial de acuerdo con las relaciones de poder cambiantes. Sin embargo, el movimiento obrero, estorbado por la tradición y teniendo sus propios intereses creados, encuentra difícil convertirse de mero sostén del nacionalismo en fuerza impulsora del imperialismo. Los nuevos movimientos políticos salen a escena para explotar esta inflexibilidad y, donde persiste, para reemplazar el movimiento obrero por un movimiento nacional-socialista.

Ciertamente, el movimiento nacional-socialista es "nacional" sólo para ser imperialista. El "internacionalismo" burgués, o sea, el libre mercado mundial, era una ficción. Era "libre" sólo porque estaba libre de la competición contra las principales naciones industriales y los consorcios internacionales. La expansión del capital, mientras delimitaba la competición en un extremo, la extendía por el otro; las viejas posiciones monopolistas eran destruidas en favor de nuevas constelaciones monopólicas. Si las interferencias monopolistas en el "libre" mercado mundial dificultaban la expansión capitalista, al mismo tiempo forzaban a las naciones recién en desarrollo, y a los intereses privados que surgían dentro de ellas, a establecer sus propias restricciones competitivas monopolistas para asegurarse un lugar dentro de la economía mundial.

La pugna por entrar en el "libre" mercado mundial, así como la lucha por dejar fuera a todos los recién llegados, obstaculizó el desarrollo capitalista general, al precio de una desproporcionalidad creciente de la economía como un todo. La discrepancia entre las fuerzas sociales de producción totales liberadas así, y la organización de la producción y el comercio mundiales, determinada nacionalmente, se volvió más amplia cuanto más se acometía el progreso capitalista. Incapaces de detener el crecimiento de las fuerzas productivas debido a la situación competitiva, las reorganizaciones de la economía mundial de acuerdo con la distribución cambiante del poder económico, procedían por la vía de las crisis y las guerras. Esto llevó, a su vez, a un renovado énfasis en el nacionalismo, aunque todos los problemas políticos y económicos están determinados por la naturaleza capitalista de la economía mundial. El nacionalismo es meramente el instrumento para la competición a gran escala; es el "internacionalismo" de la sociedad capitalista.

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