STUDIA LITERARIA

 

Página principal Textos de investigación Ensayos Enlaces Contacto Noticias FAQ'S Mapa del sitio

 

 

DE SÁTIRAS Y PARODIAS EN OFICIALÉS: EL CASO DE PANTALEÓN Y LAS VISITADORAS

INTRODUCCIÓN

La principal función del arte durante el último siglo ha sido, sin duda, erigirse como el último reducto frente a una sociedad que lo agobia y le niega una utilidad pública. El creador se ha convertido en un gran ironista que se enfrenta al discurso del establishment, lo extrae de su mundo propio, lo tergiversa, lo ridiculiza y gana una batalla frente a la homogeneización, si es capaz de provocar la risa en el lector.

        Uno de estos casos manifiestos de desprecio y escarnio del oficialés (léase la jerga burocrática que no sólo se queda en el ámbito de la institución gubernamental, sino que permea una sociedad gracias al poder mediático) es Pantaleón y las visitadoras de Vargas Llosa. Dentro de los diversos dialectos del oficialés que existen, en dicha obra el que queda bajo ataque es la escritura militar.[1] Ésta se remeda, ya que el uso queda vinculado a un acto que envilece la función del ejército: el establecimiento de un servicio de visitadoras en la Amazonia peruana.

        Este texto remata la diatriba que hace Vargas Llosa del ejército a lo largo de su obra (como en Los jefes y La ciudad y los perros) y que tiene una parcial motivación en un hecho biográfico, dado que durante su adolescencia él mismo estuvo en el colegio militar Leoncio Prado. Al mismo tiempo, Pantaleón y las visitadoras inaugura una nueva etapa en la narrativa del autor, tal y como lo señala:

Por increíble que parezca, pervertido como yo estaba por la teoría del compromiso en su versión sartreana, intenté al principio contar esta historia en serio. Descubrí que era imposible, que ella exigía la burla y la carcajada. Fue una experiencia reveladora, que me reveló —¡sólo entonces!— las posibilidades del juego y el humor en la literatura. (Vargas Llosa, 2001: 9).

        Empero, el discurso oficial castrense no es el único en ser parodiado a través de la reproducción de las formas, del estilo, del registro y del vocabulario; igualmente, aunque de modo no tan preeminente, la voz mediática queda como otro de los blancos de la dura crítica de esta obra, en dos momentos distintos: el Sinchi, un periodista corrupto que logra hacer pasar por verdaderas todas sus afirmaciones gracias a la retórica, y los periódicos de Iquitos, los cuales, en su afán por perseguir la objetividad, caen en extremos amarillistas y morbosos. Estas dos líneas son las que guiarán este análisis, el cual, en última instancia, tiene como propósito demostrar los medios narrativos y formales de la parodia que se establece en la obra de Vargas Llosa con el propósito de mover a risa en el lector.

El arrebato del orden: La parodia de la jerga militar[2]

La trasgresión del género epistolar que se funda muy pronto en el texto es una muestra de cuál será el tono en el que se desarrollará. Las acciones se dan a conocer utilizando como forma los comunicados militares, algo que no es extraño en la literatura del siglo XX; sin embargo, el uso que se le dará, en función de su contenido, da pie a una situación en la que la rigidez de la institución ha quedado abolida. No es que haya una falta de seriedad en la forma o en su contenido, sino exactamente lo contrario, el exceso de celo con el que se maneja un tema infamante, degrada la solemnidad de la aquélla y la vuelve motivo de risa.

En el texto literario pueden funcionar como intertextos subtextos procedentes de textos ajenos a la literatura, como plegarias religiosas, canciones de moda [...] tratados técnicos y científicos, etc., etc. El proceso convierte el subtexto no-literario en intertexto literario [...] es decir, «liberada [sic] de los constreñimientos de la utilidad práctica y transferida a un estado de “conformidad a un fin sin un fin” que causa “satisfacción desinteresada”» (Martínez Fernández, 2001: 178. Las comillas y comillas francesas son del autor).

Pero no sólo es la forma textual la que ha sido rebajada de condición por el asunto que en ella se trata, sino que, indirectamente, la institución que ha dado origen a ese modus scribendi también queda vulnerable a la sátira. En suma, lo que hay es una parodia del deber, a través de una mezcla de recursos lingüísticos y estilísticos, que tiene su fundamento en la tradicional manía del orden y del reglamentar, que es como el lector común percibe al ejército.[3]

El deber se vuelve algo ridiculizado por las intromisiones de la vida privada (la familia de Pan- Pan) con el mare mágnum de situaciones que lo rodean, en particular por el celo excesivo y la manía reguladora que se supone de curso corriente en el ámbito militar. Como ejemplo de ello puede analizarse el primer comunicado, que contiene la burla del afán organizador y pretenciosamente científico de Pan-Pan, no sólo por las mediciones de tiempo, los tests y las situaciones para organizar el SVGPFA, sino por lo ridículo de la situación de búsqueda de información para esto. El estilo rimbombante y altisonante de la jerga militar es más que claro:

7. Que en su afán de adquirir conocimientos científicos más amplios, que le permitan un dominio mejor de la meta por lograr y de la forma de lograrla, el suscrito intento procurarse, en la bibliotecas y librerías de Iquitos, un stock de libros, folletos y revistas concernientes al tema de las prestaciones que el SVGPFA debe servir, lamentando tener que comunicar que sus esfuerzos han sido inútiles. (Vargas Llosa, 2003: 65).[4]

Una especie de humor involuntario, intradiegético, es cuando dentro de este comunicado oficial se incluye una anécdota, en la cual, con todo, no se abandona la jerga ni el estilo oficial del resto del comunicado. La lengua mezclada de un registro popular para fines oficiales y enmarañada con las técnicas de la jerga burocrático-militar es precisamente como se crea la burla. El sustrato lingüístico-léxico es puesto a prueba para fines únicamente de escarnio.

8. Para concluir con una anécdota personal algo risueña, a fin de aligerar la materia escabrosa de este parte, el suscrito se permite referir que la visita a Casa Chuchupe se prolongó hasta casi las cuatro de la madrugada y le provocó un serio percance gástrico, resultante de las copiosas libaciones que debió efectuar y a las que está poco acostumbrado, por su nula afición a la bebida y por prescripción médica (unas hemorroides afortunadamente ya extirpadas). (Vargas Llosa, 2003: 66).

Esta mezcla de lo íntimo y lo militar también se da en el parte sobre los afrodisíacos, en particular, de la manteca de bufeo, que mantiene un ritmo creciente y en el que la exageración y el progreso de las acciones de un ámbito de tranquilidad hasta las proporciones cataclísmicas. La exposición de los resultados en un tono desinhibido porque las órdenes que ha de cumplir así lo exigen es precisamente lo que queda sujeto a escarnio en el texto al marcar una pérdida de identidad, dado que él mismo es [un] sujeto a análisis, dentro del deber organizador, calculador y metódico de la táctica militar. Incluso su esposa es arrastrada a este torbellino de burla, pero queda justificado “por el natural sentimiento de pudor y corrección de toda dama que merece este apelativo”. (Vargas Llosa, 2003: 117) La siguiente situación es aún más descarnada incluso con los nombres de las fórmulas “vulgarmente llamadas, con perdón de la expresión, levantamuertos o, peor todavía, parapingas [...]” (Vargas Llosa, 2003: 117). La jerga militar incluso sirve de símil para la vida cotidiana y la situación descrita “Particularmente efectivo, por la velocidad casi aeronáutica con que opera sobre el centro generador, es la mezcla de ipurruro con aguardiente” (Vargas Llosa, 2003: 118), en medio de una situación vergonzosa; pero el culmen de este progresivo ascenso en las reacciones orgánicas a los afrodisíacos remata la investigación de un modo impactante: del goce sexual que se estima corriente (el coito) se pasa a la necesidad egoísta de satisfacción. Hay una superposición de acontecimientos, cada uno más exagerado que el precedente, generador de un ritmo que acentúa lo cómico y en el que la adjetivación también adquiere una función para este juego burlesco.

Que aún peor y realmente satánico es el bebedizo llamado viborachado [...] de efectos más cataclísmicos que los anteriores, porque, ofrecido esta vez casualmente al autor de este parte en otro sitio nocturno de Iquitos [...] le comunicó un ardor y endurecimiento de tal ferocidad y urgencia que, con pesar que aún no merma, tuvo que recurrir en el incómodo lavabo del local mencionado, al vicio solitario que creía ya extinto desde los días de su infancia, para recobrar la temperancia y la paz. (Vargas Llosa, 2003: 118. Las cursivas son mías).

Para redondear toda esta serie de calamidades para Pan-Pan no se puede olvidar dos elementos que están el fondo de la crítica, el celo por el deber (burlesco, pero bastante real), y el pudor que no pierde Pantoja pidiendo que se destruya el parte (algo que, como se verá, es bastante hipócrita, ya que él debe revisar a las candidatas a visitadoras, y termina engañando a su esposa con la Brasileña).

Lo anterior tiene una extensión hacia la hipocresía de las instituciones, la cual también se resalta en este texto, todo en aras del sigilo, del decoro y de la [falsa] moral que tiene el ejército. El miedo a la crítica externa es también ridículo porque tratan de ocultar el lado más corrupto y oscuro, con una pretendida justificación que suena mal en los labios militares. Lo que mueve más a risa es que a pesar de lo subrepticio de esta maniobra, se les termina descubriendo el pastel, lo que causa todo el movimiento diegético de los últimos capítulos. Las mismas contraseñas tienen un doble sentido, que les impide ser leídas de manera ingenua; el contexto es tal que resulta obvio que se hayan escogido esas claves. Ha habido un desplazamiento semántico en el que arma, actividad deportiva, vestuario han perdido sus referentes originales y salen a la superficie acepciones vinculadas con el campo semántico del acto sexual.

5. Siendo imprescindible por razones de decoro y moral conservar el máximo de discreción sobre la naturaleza de esta operación contable, en los libros del cuartel [...] los descuentos por prestaciones del SVGPFA figurarán camuflados mediante contraseñas. Para el efecto, el oficial o suboficial de Intendencia podrá usar cualquiera de las siguientes fórmulas:

a. Descuento para gastos de vestuario

b. Descuento por deterioro del arma

c. Adelanto por desplazamiento familiar

d. Descuento por actividades deportivas

e. Descuento por sobrealimentación (Vargas Llosa, 2003: 140).

Tal y como lo menciona Williams en su análisis, “la risa viene típicamente de las situaciones y no del juego verbal. Pantaleón y las visitadoras es la sátira del autor de uno de sus objetos de crítica constante: los militares” (2001: 175). El informe con tintes de crónica bajo un estricto horario cronometrado para la prueba piloto, los incidentes accesorios como el que la visitadora Sandra y un sargento se asomen en paños menores al estallar el ruido en la estación de radio crean una sobredescripción que llega a niveles casi grotescos que, por lo mostrenco, resultan graciosos.

        En cuanto al tiempo de permanencia con la visitadora tolerado a cada usuario, que   el capitán Pantoja había temido resultara demasiado corto para una satisfactoria [...] prestación, resultó incluso excesivo. [...] el suscrito cronometró: el primero, ocho minutos; el segundo, doce [...] y el quinto, quien obtuvo el record, tres minutos [...] por el aislamiento de Horcones, los usuarios aquí tenían una impaciencia viril acuartelado por plazos tan largos (algunos, seis meses) que tendían a ser anormalmente rápidos en el acto de la prestación. (Vargas Llosa, 2003: 134).

Esta manía por reglamentar se manifiesta en todos los aspectos: la vorágine militar ha entrado a un acto íntimo y le ha impuesto barreras que resultan antinaturales y dignas de burla (como negar que se soliciten fantasías antinaturales, perversiones o caprichos fetichistas) Incluso el manejo del material pornográfico está sujeto a una estricta consigna de cuidado y orden.

Los documentos militares ofrecen al lector una visión íntima de cómo funciona el ejército y permiten comprender la realidad militar que “empapa” la novela. El contexto es militar como lo es el lenguaje de las comunicaciones aquí recogidas. La situación comunicativa hacer ver la “persona” profesional del protagonista. Vargas Llosa aprovecha esta situación para ridiculizar la jerga militar. (Williams, 2001: 186. Las comillas son del autor).[5]

Esta degradación que se va desarrollando a lo largo de la novela, donde aquello que es tocado por lo militar con una visión trastocada queda sometido al imperio del [des]orden, se hace patente en el parte sobre el almuerzo, el cual también resulta absolutamente descabellado porque en medio del ágape festivo están comentando sobre el trabajo en busca de un mejor cumplimiento de la tarea que el ejército les ha confiado, lo que da cuenta de cómo se ha pasado a una deshumanización, a que todo se cuantifique en medio de un orden del que se desprende el caos que ha provocado. Esta es un ejemplo más de la mezcla del ámbito público con el privado que termina por ser una acerba crítica de la situación jocosa que ha resultado de todo el plan y estrategia militar.

[...] Que en el octavo, noveno y décimo mes, el ritmo se mantuvo idéntico [...] pues las 16.200 prestaciones de ese trimestre tabulan también promedios de veinte para las diez visitadoras del SVGPA [...] Que el suscrito se permitió concluir su alocución conmemorativa felicitando al personal del SVGPA por su buen comportamiento y regularidad en el trabajo y exhortándolo a redoblar esfuerzos para alcanzar en el futuro metas más altas de rendimiento tanto cuantitativa como cualitativamente. (Vargas Llosa, 2003: 198).

Los medios sometidos a juicio

Hay dos formas de sátira en la novela: la de corte rabioso, lúdico, que mueve a la carcajada y que tiene como destinatario a los mílites, y una segunda sátira de corte inteligente que mueve a la sonrisa y a la reflexión, la cual apunta contra el insidioso poder mediático.

La trascripción del programa de radio La Voz del Sinchi también contribuye no sólo al realismo a través de una igualación del tiempo de lectura con el de la enunciación, sino que el símil de lo cultural con la música que está en los arpegios antes de iniciar el relato histórico sobre la Casa de Fierro, supuestamente construida por Eiffel, generan un contexto en el que se pierde la sensación de pseudo-historicidad con la mezcla francamente ridícula entre esta sección del programa y la siguiente (el paso de lo intelectual a lo abyecto del tema del servicio de visitadoras). La crítica de trasfondo con un periodista que, al igual que la institución que pretende criticar, tiene dos caras contradictorias —ya que él se atreve a tratar de chantajear a Pantoja para no desprestigiarlo—, recalca el ataque contra la falsedad de los medios, más aún con el aparente puritanismo que proclama en su emisión, después de haber afirmado que él era librepensador y que los demás son los de la fachada puritana y depravados por dentro. La sátira es aquí el recurso empleado, puesto que las líneas no son cómicas por sí mismas, sino que en realidad están provocando una risa inteligente, que mueve a la reflexión sobre el asunto de los medios.

Ante todo, queridos radioescuchas, como el tema que tengo que tocar esta noche (muy a pesar mío y por exigírmelo mi deber de periodista íntegro, de loretano, de católico y de padre de familia) es sumamente grave y puede ofender a vuestros oídos, yo les ruego que aparten de sus receptores a sus hijas e hijos menores, pues, con la franqueza que me caracteriza [...] no tendré más remedio que referirme a hechos crudos y llamar a las cosas por su nombre, como siempre lo he sabido hacer. (Vargas Llosa, 2003: 237).

El amarillismo y el sensacionalismo también tienen parte en esta crítica contra los medios. La burla es un medio de denuncia social contra dos instituciones a lo largo de la obra: los medios de comunicación y el ejército, a los que se suma un tercer elemento bajo ataque: la sociedad y sus hipocresías, demostrando que lo que se quiere ocultar, siempre sale al descubierto. La insistencia del periodista a asaltar el reducto de la vida privada es muestra patente del miedo manifiesto a los medios que se resalta en este fragmento, el cual es una directa diatriba contra ellos.[6]

—Pero qué quiere usted aquí todavía, oye, Alicia, qué tipo tan cargoso. ¿No le he dicho que no le voy a dar ningún reportaje sobre mi marido? Que no lo será por mucho, tiempo, además, porque te juro, Alicia, llegando a Lima voy donde el abogado y le planteo el divorcio. A ver si no me dan la custodia de Gladycita con las porquerías que está haciendo aquí ese desgraciado.

—Justamente de eso nos atrevíamos a esperar una declaración suya [...] Porque usted no ignora, por lo visto, el insólito negocio en que...

—Váyase, váyase de una vez si no quiere que llame a la policía [...]

—Mejor no lo insultes Pochita, si te ataca en su programa qué va a decir la gente, más habladurías. (Vargas Llosa, 2003: 260. Las cursivas son mías). 

La crónica periodística que se extiende por el capítulo nueve y que versa sobre la muerte de la Brasileña está construida sobre un falso patetismo que termina resultando cómico por el morbo que queda expresado a lo largo del número especial sobre estos sucesos. De nuevo un caso de risa inteligente y la crítica al sensacionalismo a través de una fina ironía tanto para los redactores, cuanto para los lectores ávidos del morbo.

Reportaje extraordinario de toda la redacción de El Oriente, movilizada bajo la guía intelectual de su director, Joaquín Andoa, para llevar a los lectores del departamento de Loreto la versión más ágil, pormenorizada y fiel del trágico caso de la hermosa Brasileña, desde el asalto de nauta hasta el entierro en Iquitos, con los sucesos que han electrizado la atención de la ciudadanía. (Vargas Llosa, 2003: 313. Las cursivas son del autor).

        La ironía va subiendo de tono con la investigación cuando en el afán sensacionalista se reproduce la elegía fúnebre que Pan-Pan le dedica a la Brasileña, con una justificación que, cual cartabón, reproduce una de las fórmulas del periodismo para todas las intromisiones que ejerce como cuarto poder, justificándose en el deber de informar servir a un público que quiere conocer la noticia y está interesada en ella; en última instancia, la ironía consiste en esta mediatización de la muerte.

Reproducimos a continuación, por considerarla del interés de nuestros lectores y por su desgarrada sinceridad y asombrosas revelaciones, la perorata fúnebre que pronunció en el sepelio de la victimada Olga Arellano Rosaura [...] el tan mentado don Pantaleón Pantoja (Vargas Llosa, 2003: 320. Las cursivas son del autor).

        Los títulos sensacionalistas y las notas de la redacción son también parte de esta agudísima y fina diatriba contra los medios. Aquí el horror mueve a la reflexión, la exageración de los títulos sensacionalistas también pone a prueba esta sonrisa. El ataque interinstitucional de la prensa hacia las autoridades del orden a través de la alabanza a dos de sus miembros, así como por el atropello que sufre el director, ponen de relieve el maniqueísmo mediático, que ensalza a quienes colaboran con ellos en su trabajo [des]informativo, mientras que reprocha a quienes no colaboran en este círculo vicioso, en el que también una parte de la invectiva se dirige a aquellos que propician esto: el lector común que, a fin de satisfacer su morbo, demanda una mayor fuerza en el trabajo de los medios, sin reparar en que esa labor conduce a la invasión de la privacidad.  

El crimen de la Quebrada del Cacique Cocama, minuto a minuto: su cortejo de sangre, pasión, sadismo necrofílico e instintos desbocados

N. de la R.: El Oriente quiere hacer público su más efusivo agradecimiento al coronel de la Guardia Civil [...] y al inspector superior de la Policía de Investigaciones del Perú [...] quienes tienen bajo su responsabilidad la investigación de los trágicos sucesos de Nauta, por habernos facilitado con la mayor amabilidad, sacrificándonos muchos minutos de su precioso tiempo, toda la información disponible hasta el momento de dicho suceso. Queremos destacar la actitud de cooperación hacia la prensa libre y democrática de estos distinguidos jefes de Policía, a quienes otras autoridades del departamento deberían tomar como ejemplo. (Vargas Llosa, 2003: 324. Las versalitas y cursivas son del autor).

CONCLUSIONES

En el texto se revela que ha habido la degradación de un mundo rodeado de solemnidad, como lo es la institución militar, porque el sigilo en lo público es una pretensión irreconciliable. La fuerza centrífuga de la sátira va cobrando mayor fuerza conforme el ritmo creciente de la novela lo va imponiendo, así como las técnicas narrativas, entre las que se cuentan la sobreacumulación de sucesos y la exageración de eventos, las cuales montan el aparato burlesco en lo formal aunadas a los entrecruzamientos temáticos que contribuyen también a la invectiva; es decir, el crecimiento de un movimiento, como la creación del servicio de visitadoras, tiene un vínculo estrecho con la trama porque hay una relación directa con el efecto paródico que se pone de relieve. Pero mientras más se extiende este mal y se llega a niveles de organización mayores, el declive de la virtud (mostrada en la infidelidad marital, la deshumanización y cosificación de la persona, la corrupción mediática, la institución vilipendiada) se implanta y cuando se quiere salir de ese mundo de degradación todo acaba colapsándose. El segundo proceso que se instala en la novela es la indistinción entre el ámbito público y privado, pues en la medida en que lo íntimo va saliendo a la luz y queda al descubierto, los caracteres de los cuales se pretende hacer sátira, en este caso, la milicia, quedan desprotegidos de toda defensa por la transgresión que han hecho y que ha tenido como resultado un descontrol del orden. La misma forma del comunicado ha quedado sometida a una degradación del género epistolar (cuyos inicios tienden más a la novela sentimental) que por medio de un proceso de tecnificación aunada al contenido, el cual la dota de una rigidez antinatural, es ya por sí misma causa de risa.[7] Así, Pantaleón y las visitadoras apela al ideal lúdico e ironista de la literatura contemporánea, como un texto en el que importan más las consecuencias de la risa en el lector, por cuanto lo conduce a la reflexión, que la solitaria carcajada ante la situación.

BIBLIOGRAFÍA

Martínez Fernández, José Enrique. 2001. La intertextualidad literaria (Madrid: Cátedra).

Negrín, Edith. 1995. “Atisbo a la emergencia de la sociocrítica” en Esther Cohen (ed.) Aproximaciones: lecturas del texto (México: IIFL/UNAM).

Sinopoli, Franca. 2002. “Los géneros literarios”, en Antonio Gramsci (comp.) Introducción a la literatura comparada (Barcelona: Crítica).

Vargas Llosa, Mario. 2003. Pantaleón y las visitadoras. Punto de Lectura, 3/1 (Madrid: Suma de Letras).

Williams, Raymond L. 2001. Vargas Llosa: Otra historia de un deicidio (México: Taurus-UNAM).


[1] “El cuestionamiento mimético de las convenciones, entre ellas la de «género», para subvertir su uso y sentido, es un aspecto central de la operación más general de «desnaturalización» de la tradición llevada a cabo por la literatura posmoderna —mediante los instrumentos metaliterarios de la ironía y el pastiche—. La parodia se expresa a través de la intertextualidad forzando los textos precedentes (o hipotextos) hipertextualizándolos, como indica Genette.” (Sinpoli, 2002: 191. Las comillas francesas son de la autora).

[2] "Técnicamente, el predominio de lo militar se manifiesta en el estilo de la novela, por la frecuencia con la que se incluyen en el texto comunicados oficiales y por la elección del vocabulario” (Williams, 2001: 179).

[3] Esta creciente manía del orden es, precisamente, la raíz del éxito del servicio, al grado que se tiene que reconocer que es la rama del ejército mejor organizada, lo que, nuevamente, incita a reírse de este hecho.

[4][...] se establece en la novela una radical contradicción básica por la yuxtaposición de términos castrenses [...] con el apelativo cariño [...] En el primer comunicado enviado por Pantoja pueden observarse técnicas y resultados semejantes. Sus cálculos acerca del tiempo preciso para realizar cada acto carnal y el número de coitos que mensualmente serán necesarios para que la tropa desempeñe bien las funciones que se le exigen, muestra otra humorística yuxtaposición análoga de lo militar y lo íntimo.” (Williams, 2001: 178).

[5] Los encabezados de los partes también tienen este afán de secretismo.

[6]Sus primeros comentarios, que tienden a justificar su intervención como prueba de interés por el bienestar general, resultan irónicos para el lector [...] porque puede situarlos en un marco amplio que le permite juzgar con conocimiento de causa.” (Williams, 2001: 188).

[7] “En un texto literario suelen actuar diversas prácticas discursivas, pero en distinta medida [...] El texto a veces reproduce las prácticas, a veces las pervierte y a veces las subvierte.” (Negrín, 1995: 137).


Copyright © 2005 por Alejandro Velázquez. Todos los derechos reservados.

Correo-e del autor

Hosted by www.Geocities.ws

1