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UN DRAGÓN PARA HARRY POTTER: ESTUDIO DEL DRAGÓN EN BESTIARIOS Y EN LA SAGA HARRY POTTER

 

Hermione, how many times in our lives

are we going to see a dragon hatching?

(J. K. Rowling, Harry Potter and the Sorcerer’s Stone)

 

  1. Introducción

Temido, reverenciado, deificado o diabólico; muchos son los adjetivos con los que se podría calificar a una de las bestias mitológicas de mayor peso dentro de las leyendas, el folclor y las manifestaciones artísticas de varios pueblos: los dragones. Estas criaturas han acompañado al hombre, si no en el mundo físico, al menos en el plano de la imaginación. Sin embargo, el concepto sobre este ser es sumamente disímil de acuerdo a la región geográfica que se refiera: no es lo mismo un dragón en China hace dos mil años que la concepción europea en la Edad Media. Es decir, la idea que se tiene de dragón es dispar y, a la vez, ha evolucionado en el tiempo tal y como lo ha hecho el pensamiento humano.

            Este avance imaginativo resulta en un cambio de las perspectivas de pensamiento en el que se enfrentan, por un lado, la racionalidad humana y la tendencia científica en el cual el rigor se obtiene mediante la comprobación de la existencia[1] y, por otra parte, todo aquello que en nuestra mente se representa como la asociación de símbolos o, mejor aún, la atribución de ciertos caracteres a una clase específica de seres no existentes, quienes tienen su fundamento en las hierofanías en las que, en este caso, los animales se revisten de un poder sagrado y son exaltados al grado de perder sus rasgos primigenios y convertirse —por acción de la mente humana— en otro ser, con rasgos físicos que recuerdan a aquel que fue su base sobre la cual se creó la idea del nuevo ente, pero con un cúmulo de atributos exclusivos que lo hacen tan distinto en conjunción a aquello a lo que se le relaciona. La nueva criatura se convierte en un mero ente de razón y, a pesar de ello, el hombre lo vuelve existente aun cuando solamente sea.

            En el caso particular de la magia y la religión, incluyendo la simbología mental de la que hacen uso, los límites entre ambas se confunden; pues en parte se quiere comprender las fuerzas que imperan el mundo pero, además, se busca también controlarlas; causando que aquellos seres creados por el intelecto tomen el lugar representativo de aquello que la mente no puede entender. De este modo, los dragones pueden existir asociados a ciertos elementos que vienen desde tiempo atrás cuando la explicación para el poder sobrenatural creador —en el caso de los dragones orientales— o un poder maléfico —sea esto para los dragones del mundo occidental— encarnado en la serpiente o el lagarto, por acción de la mente humana, se volvió más comprensible haciendo una relación entre Más tamaño =Más poder que terminó siendo el dragón.

            Pero, ¿cuál es la diferencia que tiene el dragón a través del tiempo?, resulta evidente que la idea va evolucionando y entonces ¿hasta qué punto es distinto y en donde hay semejanzas? Primeramente se pueden establecer dos puntos de comparación que en esta investigación son los bestiarios medievales y la saga Harry Potter. Aunque antes de llegar al bestiario medieval cabría apuntar un breve preámbulo de cómo se llegó a la concepción de esa criatura en ese momento histórico, por lo que se hará una breve recapitulación del dragón desde la antigüedad.

  1. El dragón en la antigüedad

No se tiene un registro de cuando comenzó a tener un lugar en las representaciones religiosas esta criatura, sin embargo su difusión es casi universal, aunque cabe señalar que para la concepción más difundida en la civilización a la que pertenecemos:

Nuestra idea de «dragón» se articula alrededor de de un estereotipo, que han hecho común innumerables obras de arte occidentales, que en vano trataríamos de encontrar en Oceanía, en América o en África.[2]

            Sobre el dragón en las grandes culturas de la antigüedad se ha de tener presente la diferencia básica entre el dragón oriental y el occidental, que es el elemento de la dualidad bondad-maldad al que están asociados. A pesar de ello, en ambos casos, el animal primigenio al que el dragón remite es la serpiente que al igual que el dragón, es ubicua.

2.1.  El dragón en Oriente

La complejidad para definir a este ser es intrínseca a la relación simbólica a la que está sujeto; así, la concepción puede variar aun en una misma cultura como lo es la china quien, por antonomasia, es la creadora del culto a dragón en Oriente. 

2.1.1.      La tradición china

China rinde una veneración especial al dragón ya que éste ha sido quien ha engendrado a los primeros emperadores. Su origen y su simbolismo, empero, aun son causa de debate; aunque, como se había mencionado, el nacimiento de la idea de dragón está relacionado con la serpiente. Este animal fue el primero en ser adorado en China y, en el momento de que es deificado y se le comienzan a ofrecer sacrificios, deja de ser serpiente y es transformada en dragón.

There are various theories of the origin of the dragon, such as the theory that it derives from the meteorological phenomenon of the water sprout, called the «dragon coil» in Chinese and Korean, but the most likely theory is that the dragon finds its roots in the serpent totems of the people of the central plain of China.

[...] By this point [the sacrificial rituals dedicated to snake] this creature is no longer the snake found in the nature but one modified by human cultural activity into a deified dragon. [3]

            Estas criaturas son adoradas como divinidades creadoras y civilizadoras,[4] aunque existe una dualidad simbólica, relacionado con la idea de Yin y Yang, en donde el dragón puede tomar tanto caracteres de creación como de destrucción.[5] Con todo y eso, el dragón es el símbolo del poder imperial, pues son ellos quienes engendran a los primeros emperadores. Dentro de la concepción de Yang está esta misma criatura; asimismo, el dragón chino, el Lung, es uno de los cuatro animales mágicos[6] de la cosmogonía china. También la descripción física de la variedad china de esta bestia mitológica y las habilidades que poseen son distintas, aunque al igual que en Occidente están sujetos a un paradigma en su concepción material.            

Los dragones orientales no escupen fuego ni tienen alas, aunque normalmente pueden volar gracias a la magia. Un dragón típico de Oriente tiene cuernos de ciervo, cabeza de camello, cuello de serpiente, garras de águila, orejas de toro y bigotes largos.[7]

            El poder de un dragón oriental no se refleja en su tamaño[8] hay dragones del tamaño de un tigre o hasta de una legua de largo con una elemento en común; su ímpetu radica en una perla que poseen en la frente, desprovistos de ella son inofensivos. Las principales manifestaciones de su fuerza se demuestran en el control de la naturaleza y de los elementos tales como la lluvia, el caudal de los ríos, los vientos. Asimismo, tienen una influencia sobre el éxito en las cosechas y la prosperidad material, en particular, sobre el ganado. En especial, comparten una característica con los dragones de Occidente que es aquella de guardianes de tesoros.[9]

            El culto budista al dragón se remonta a una leyenda en la cual se afirma que Buda convocó a todos los animales ante él; a este llamado sólo llegaron doce animales, entre ellos el dragón, por lo que se les atribuyó a cada uno regir un año en un continuo ciclo; esta asociación se realiza con la prosperidad en el año dragón. El budismo se convirtió en el medio por el cual se dio la expansión del culto a esta criatura por Extremo Oriente.

2.1.2.      La tradición de otros pueblos orientales

El budismo que entró a Corea y a Japón, principalmente, llevó el culto del dragón a estos lugares, aunque esta bestia mitológica deriva en casi todos sus rasgos de la concepción china. En estos lugares la asociación Dragón-Fenómenos naturales se da, principalmente, como el origen de la lluvia y de ahí también se asocia como un patrono que tiene a su cargo la abundancia de las cosechas

La aparición al culto del dragón fundamentó muchas de las leyendas del folclor coreano, entre ellas, las que tienen como tema la fundación de este país y asociado, al igual que en China, a la monarquía imperial. Esta criatura tiene varias asociaciones simbólicas como son las de custodio de las personas y de los lugares sacros del budismo, además de las cinco bendiciones: riqueza, larga vida, virtud, paz y bienestar.

Por otro lado, los japonenses vinculan al dragón con los tifones dándole el nombre de Tatsumaki y la única mínima diferencia con la tradición china se centra en la descripción física de esta bestia, específicamente, en la cantidad de zarpas.

El dragón japonés deriva, evidentemente, del chino, al que se parece también desde el punto de vista iconográfico, excepción hecha por un detalle: el dragón chino presenta en cada pata cuatro o cinco zarpas [...] mientras que el japonés tiene sólo tres.[10]

2.2.  El dragón en Occidente

La concepción de esta criatura tiene también sus raíces en el numen que es representado por la serpiente; a pesar de que no se puede descartar la idea de un intercambio cultural de los pueblos mediterráneos (Israel, Egipto, Grecia) con regiones tan alejadas como la India desde donde pudo mezclarse la idea en la raíz simbólica y provocar, de ese modo, una yuxtaposición entre la duplicidad de caracteres del dragón que en un principio debió haber tenido y que después fue perdiendo.

La simbología del dragón es igualmente compleja; de ello se retoma la consideración del dragón como una fuerza del caos, nacido de los elementos primordiales y que debe ser controlado y hasta ocultarse.[11]

El dragón no es un enemigo; es un adversario[12]de ahí que de los dos ritos asociados tradicionalmente al dragón uno se refiera a la lucha en donde se da un cambio de poder, la energía cambie su flujo, generalmente del mal hacia el bien, y regresarla hacia un principio estático e inmóvil. Igualmente el otro rito, aunado a la función de guardián de tesoros, tiene una función iniciática en una función de devorador representada en la caverna como un renacer o que puede transformarse en el engullimiento del dragón que era un morir al llegar al estómago y renacer cuando fuera regurgitado; sin embargo este rito fue perdiendo su enlace con el mito y así el contenido sapiencial, como lo describe Izzi, desapareció.

El dragón, en cuanto iniciador, es portador de un valor profundamente positivo. A medida que se pierde la conexión entre engullimiento e iniciación, comienza un proceso de desmantelamiento de los valores del dragón.[13]

2.2.1.      La concepción griega

Muy probablemente la idea del dragón asociada a la serpiente legendaria proviene, como muchos otros conceptos, de Egipto que, a su vez, pudo haberla retomado de la India. El dragón griego, relacionado al agua o a las fuentes es, en Occidente, el primer animal al que se relaciona con los tesoros que guardaban en cuevas conocido como el dragón del umbral; o a la protección de lo valioso como las manzanas de oro en el jardín de las Hespérides protegidas por un dragón derrotado por Heracles; sin embargo el contenido del referencial simbólico está asociado con el tema del devorador de sol. Las historias sobre esta criatura abundan en el folclor y en la mitología griega. Sobre la fisiología tiene un aspecto que per se es atemorizante a primera vista; ya sea la Hidra con sus nueve cabezas o el dragón al que se enfrenta Cadmo con sus fauces que contenían tres hileras de dientes en donde se conserva el aspecto de ofidio con un carácter aun más bestial que se consideraba existente en el mundo real tanto por los griegos como por los romanos.

The ancient Greeks and Romans had no doubt at all about the actual existence of dragons, and were already telling stories    about them. [...] They even knew about their strange love of collecting gold and guarding it in caves —without any special reason…[14] 

2.2.2.      La representación cristiana

No es casual la relación que existe entre el mal, el diablo y el dragón, tomando en cuenta que éste último remite a la criatura que causó la caída del hombre en el jardín del Edén: la serpiente, quien desde ese momento —y todo lo que se asemejara a ella, pues la serpiente era un disfraz del tentador— quedaría en perpetua enemistad con el hombre. Pues la concepción cristiana del dragón deriva, directamente, de la idea judía. El horror a la serpiente y los cultos de origen cananeo y babilónico, como el presentado en el libro profético de Daniel[15] fortalecerían el simbolismo del mal pues estos pueblos eran imago daemonis en cuanto que sus ritos eran dedicados, desde el punto de vista judío, al diablo. Hacia la época del cristianismo su descripción física varía, pero toma como origen la serpiente que en el Apocalipsis aparecerá descrito como un gran dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos y sobre sus cabezas siete diademas; mientras que su cola arrastra la tercera parte las estrellas del cielo y las precipita a tierra

Entonces Yahvé Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho esto, maldita seas entre todas las bestias y entre todos los animales del campo. [...] Enemistad pondré entre ti y la mujer, entre tu linaje y su linaje: el te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar.[16]

Una de las características más importantes del dragón, que es la de adversario nace, precisamente, de la unión simbólica con Satanás (el acusador o adversario). De esta manera, el dragón es imagen del enemigo a quien el hombre, con el bien, busca enfrentársele y que en la escatología cristiana será derrotado y enviado al lago de fuego y azufre; no sin antes constituir una amenaza para el mundo físico y el metafísico en el fin de los tiempos pues, de hecho, el dragón es el diablo y remite, en última instancia, a la cuestión filosófica sobre el mal ya que también es una criatura creada por Dios. Es así que el Apocalipsis bíblico presenta este marco de la lucha escatológica contra el adversario y de ahí se alimenta la idea de dragón que se prefigura en la Edad Media.

The Apocalypse, that dream vision complete with accompanying hermeneutics, most influentially and unequivocally defines de Vulgate’s seven-headed draco as the devil and the subsequent bestiary entries capitalise on this handy icon.[17] 

En la hagiografía cristiana, el dragón se considera un resurgimiento del paganismo antiguo y un símbolo del Mal [18] de donde se sigue el hecho de que uno de los eventos más recurrentes entre los santos es la lucha con estas bestias que implicaba, no solamente el mero sometimiento por la fe o a través de la ayuda divina, igualmente abarcaba algo valioso en juego; que por lo general era una doncella o la vida de los habitantes de un poblado. Aunque en la descripción física puede que pierda el carácter excesivamente monstruoso que se presentaba en el Apocalipsis, al mismo tiempo se vuelve una quimera y, aun cuando no pierde los rasgos reptilianos, otras partes de su cuerpo pertenecen a varios animales como sucede con el dragón al que se enfrenta Santa Marta en Tarascón. Ahora bien, en gran parte la descripción física del dragón se va configurando a un punto en el cual se puede ligar con la idea contemporánea por la aparición en el retrato de este animal de las alas;[19] que no poseía en ninguna de las tradiciones anteriores.

  1. El dragón en la Edad Media

La certeza de que la Parusía era inminente y por tanto el cumplimiento de todo lo que se anunciaba en el Apocalipsis, imbuía el pensamiento medieval; de tal manera que el hombre tenía que enfrentarse al adversario quien terminaría dominado por las potencias celestiales y el hombre justo recibiría la retribución del Juicio Final mientras que el mal terminaría por desaparecer.

Luego vi a un ángel que bajaba del cielo y tenía en su mano la llave del abismo y una gran cadena. Dominó al Dragón, la serpiente antigua —que es el diablo y Satanás— y lo encadenó por mil años. [...] Cuando se terminen los mil años será Satanás soltado de su prisión y saldrá a seducir a las naciones de los cuatro extremos de la tierra [...] y a reunirlos para la guerra. [...] Subieron [...] y cercaron el campamento de los santos y la ciudad armada. Pero bajó cielo del fuego y los devoró. Y el diablo, su seductor, fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde están también la Bestia y el falso profeta, y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.[20]

            Hacia esta época todas las descripciones antiguas se fusionan y el dragón se convierte en un ente que evoca remotamente a la serpiente pero su descripción es por completo diferente, deshaciendo el lazo tan cercano entre la sierpe —que se identificaría en esta época con el basilisco— y el dragón quien, a partir de ese momento, ya no tendría variaciones respecto a su descripción pues se vuelve un ser con un esquema fijo precisándose el paradigma con el que se conoce en la actualidad al dragón.

Una gruesa y alta serpiente con garras y alas es quizá la descripción más fiel del dragón. Puede ser negro, pero conviene que también sea resplandeciente; asimismo suele exigirse que exhale bocanadas de fuego y humo.[21]

Por otro lado, desde la perspectiva simbólica queda, hasta cierto punto, aislado y lejano de aquel vínculo sapiencial que le daba una cierta ambivalencia de fuerzas y se vuelve un ser representativo de la maldad. Sus funciones también se yuxtaponen y, de esta forma, la criatura se encuentra generalmente asociado a la doncella, a los tesoros que podían variar entre el oro en el caso de los dragones terrestres y las perlas en el caso de los dragones marinos, a la ciencia alquímica, la lucha iniciática (considerada en parte como una batalla entre el bien y el mal), la protección por medio de su sangre, la estrecha relación con el fuego en cuanto elemento, el entendimiento del lenguaje de los pájaros, los territorios desconocidos en los mapas, la animadversión entre estas bestias y los elefantes, la caballería y el romance y su paso hacia la heráldica como representación de la fuerza son, entre otros, elementos medievales que encuentran su fundamento en el dragón. Aunque cabe mencionar que los dragones no sólo se manifiestan en la literatura medieval sino que tenían un gran peso dentro del la cultura popular no sólo en las ceremonias, sino aun dentro de la vida cotidiana de aquél tiempo.

Bernar de Berydenbach signale que des marchands égyptiens vendent des peaux de dragons et qu’il faut se méfier des contrefaçons […] [Ainsi] Les dragons n’étaient pas seulement des créatures livresques au Moyen Age. Dans bien des villes, ils sortaient une fois l’an de leur remise sous forme de «dragons processionnels», effigies qu’on promenait à l’occasion de fêtes religieuses.[22]

3.1.  Una breve muestra de la influencia del dragón en obras literarias de la época

Entre las abundantes alusiones literarias sobre el dragón, destacan por su relevancia el dragón al cual se enfrenta el héroe Beowulf cuya historia se desencadena por un drachensthal (es decir que alguien osó robar una parte del tesoro que custodiaba el dragón)[23] y que tuvo como consecuencia la ira de la criatura la cual comenzó su venganza asolando la región por medio de las bocanadas de fuego que arrojaba por el hocico hasta que Beowulf se enfrentó y lo derrotó pero a costa de su vida.

Las historias artúricas presentan varios eventos del dragón como los enfrentamientos de Arturo, Tristán y Lanzarote contra estas criaturas. Igualmente Sigfrido se enfrenta a Fafnir; el dragón se había vuelto un elemento común en las epopeyas de la época con una descripción que fue documentada en los bestiarios medievales.

3.2.  La descripción del dragón medieval en los bestiarios

Como se ha mencionado, hacia esta época la concepción física de esta criatura se ha establecido en un arquetipo mientras su referencial simbólico se va ajustando a la perspectiva cristiana que lo identifica con el mal es, pues, una de las perspectivas de corte zoolátrico y relacionado desde su fisiología con el tótem ofídico que, aunado a la atribución de rasgos humanos, dan origen al dragón tal y como se conoce.

En el pensamiento corriente de la masa de cristianos hoy en día, el dragón representa el espíritu del Mal, Satán, rey de los infiernos, y no representa más que eso. Por lo demás, esta opinión, demasiado exclusiva en comparación con la simbología antigua y general, concuerda con la de los Bestiarios de la Edad Media, y se basa en los textos escriturarios, sobre todo en los que conciernen al dragón idolátrico de los babilonios que Daniel hizo perecer y los dragones del Apocalipsis de San Juan. [24]

                En los bestiarios también se maneja el lugar de origen del dragón que es, en cierta forma, una alegoría relacionada a la idea tradicional del infierno cristiano reflejado como la gehenna o el lago de azufre, imágenes ambas relacionadas a un fuego eterno y que en según el planteamiento que se da en estos textos, está relacionado con lugares de calor eterno tales como la India o Abisinia, en el caso de este último aludiendo al desierto del Sahara. A este referente simbólico del lugar de castigo relacionado con el fuego se asocia la idea del dragón lanzallamas y un enemigo natural que está reflejada de acuerdo a un contexto cristológico, el agua purificadora como elemento de salvación, salud y vida.

Tú, además, has convertido el agua en un instrumento de tu misericordia; a través de las aguas del mar Rojo liberaste a tu pueblo de la esclavitud; en el desierto hiciste brotar un manantial para saciar su sed; con la imagen del agua viva los profetas anunciaron la nueva alianza que deseabas establecer con los hombres; finalmente, en el agua del Jordán, santificada por Cristo, inauguraste el sacramento de una vida nueva, que nos libra de la corrupción del pecado.[25]

Este simbolismo con el agua llega a incluso al dragón pues éste, como cualquier otro animal, también puede tener sed pero debe despojarse de todo su pecado, retomando la oración de la liturgia bautismal de la Vigilia Pascual, para poder acceder a su propia purificación en la cual se refleja el hombre llegando incluso a adquirir un carácter didáctico sobre el sacramento de la confesión y la comunión en la misa.

El dragón es de tal naturaleza que, cuando tiene sed, va derecho en busca de un hermoso manantial de agua pura, limpia y sana; pero antes, va a vomitar a una zanja. Cuando está limpio y purificado de veneno, puede entonces beber con toda seguridad. Debemos imitar a los dragones: cuando vamos a la santa iglesia a escuchar la palabra de Dios, no debemos llevar con nosotros codicia ni avaricia; debemos purgarnos de todo vicio mediante la auténtica confesión. Entonces podremos entrar al templo a orar y a escuchar la palabra de Dios.[26]

            El retrato del dragón en el bestiario sigue estando relacionado con la serpiente tanto en forma como en un punto coincidente: el veneno, aunque éste no es la forma principal de ataque de esta criatura pues su fuerza es suficiente para derrotar a un enemigo; generalmente posee una cresta, una boca pequeña y un gaznate estrecho, asimismo tiene su poder concentrado en la cola cada uno de los elementos de la descripción del dragón está asociado a un símbolo teológico. Su color puede variar desde el rojo, el blanco, el negro o el amarillo. La descripción se vuelve tan precisa que se distinguen entre cinco especies de dragones en territorio euroasiático. En algunas otras representaciones del dragón se menciona la presencia de muchos dientes en su ancha boca y unos ojos llameantes, además de la relación Más tamaño = Más poder, es decir que la representación adquiere el carácter de la serpiente aumentada de tamaño.

            Las cinco familias de dragones son el Europeo (Draconis teutonica) que se encuentra en Alemania del norte, Escanidnavia y numerosas islas del Atlático norte; el Occidental (D. galli), de Francia, Italia y España; el Británico (D. albionensis), cuya principal especie es el dragón Escupefuego, con dos subespecies principales, el Wyvern, que tiene dos patas (D. bipedes) y el Gusano, con alas pero sin patas (D. nematoda); el Mediterráneo o Levantino (D. cappadociae), de Grecia, Asia Menor, sur de Rusia y norte de Africa; y el Oriental (D. sinoensis) de Asia e Indonesia.[27]

            Otra alusión frecuente en los bestiarios es el odio que existe entre el elefante y el dragón siendo uno de los mayores elementos antitéticos por cuanto el elefante es imagen de Cristo reflejado en el sacerdote quien debe enfrentarse al mal representado en el dragón.

Porque la naturaleza del Olifante es tal que no teme a ningún animal, excepto al Dragón. Y entre estos dos animales existe un odio natural que hace a la hembra del Olifante parir dentro del agua del Eufrates —que es uno de los mayores ríos de la India—. Porque el Dragón tiene una naturaleza tan ardiente que no puede soportar el agua [...] Y la que hiciese esta crianza en el agua no debe temer al dragón. Porque agua significa prudencia, en la medida que tiene naturaleza de espejo.[28]

                Otra de las referencias que se mencionan en los bestiarios es la dualidad del dragón, como una lucha entre el bien y el mal que conduce a otro elemento: las propiedades del dragón, en particular, de su sangre. Ésta, bastante apreciada en la Edad Media tenía muchas facultades incluso como se ve en el Nibenlungenlied, Sigfrido se vuelve invulnerable gracias a la sangre del dragón. Empero, la sangre también tenía un carácter simbólico, relacionado con la sangre y el agua que brotan del cuerpo de Jesús crucificado al ser traspasado con la lanza, pero de materialidad creíble pues era una panacea para cualquier mal.

Combatidos incesantemente por los «malos dragones», los «buenos dragones», según decían, sucumbían a veces bajo los terribles y dientes y garras de sus adversarios; pero entonces su sangre caía sobre la caliente arena del desierto [...] adquiría un aspecto resinoso de color púrpura oscuro y se convertía en uno de los más preciados remedios conocidos por el hombre, la sangre de drago, que curaba [...] las heridas a menudo espantosas que las armas causaban a los caballeros.[29]

El corazón de dragón concedía la facultad de entender el lenguaje de las aves a quien los consumiera, así como la lengua otorgaba el don de la palabra para poder ganar en cualquier discusión, otras partes del cuerpo servían como ingredientes básicos en ciertas pociones;  igualmente otra parte apreciada era la dragonita, una piedra que se encontraba en el interior de la cabeza de los dragones y relacionada con la perla en la que radicaba su poder. En efecto, esta piedra reunía cualidades maravillosas y es, por otro lado, el punto débil de los dragones.     

—¿Así que tú no te morirás nunca?

         —Yo sí... La paloma de la jaula...

         —¿Y qué tiene que ver la paloma?

—Si se le corta la cabeza a la paloma se encuentra un huevo en el cerebro... Si me parten ese huevo en la frente... yo no cuento el cuento...

[...] Mariuzza buscó por toda la casa hasta encontrar la paloma. Le cortó la cabeza, encontró el huevo y ¡plaf! lo partió en la frente del Dragón dormido. El Dragón se estremeció, se agitó un poco y estiró la pata.[30]

                El dragón posee un aspecto imponente en el cual el héroe que se enfrenta a éste debe demostrar no solo su fuerza, sino una habilidad sobre natura que generalmente tiene un vínculo religioso con la ayuda divina; el lugar de enfrentamiento y el motivo pueden variar aunque generalmente es la cueva —lugar donde habitan los dragones— como topos literario (tomando en cuenta el hecho de que el dragón es un guardián de tesoros, una imagen simbólico-didáctica entre el hombre que se enfrenta al pecado para obtener el bien, según la doctrina de la remuneración), al que se agrega la figura de la doncella virginal, remanente y alusión a la Virgen María según la visión del Apocalipsis.

  1. El dragón en la saga Harry Potter

Al finalizar la Edad Media, el ambiente científico y empírico descartan al dragón como un ser existente y éste queda relegado no sólo de su carácter simbólico sino también de todo el cúmulo de atributos que poseía. Así, bajo la nueva mentalidad, el dragón pasó a ser un ser meramente ficticio y el nombre de un reptil de la isla Komodo. Esta criatura persistió como un ser del mundo de las cosas que nunca existieron en la literatura fantástica, perdiendo la dualidad que representaba y asociándose únicamente al mal. El retrato de esta bestia quedó en el mero plano de la descripción sin ninguna asociación simbólica de las partes de su cuerpo, tomando como base la figura medieval de Occidente y sus habilidades o tareas quedaron desprovistas del sentido de trasfondo que representaban. El dragón en Harry Potter combina todas las características antedichas del dragón pero sin la simbología. Sin embargo esto se presta a una nueva asociación con un referente actualizado y que no queda separado completamente de los símbolos a los que anteriormente estaba ligado.

4.1.  Norberto, el ridgeback noruego

El dragón en el primer tomo de la saga; Harry Potter and the Sorcerer’s Stone[31], presenta varios caracteres y, de hecho, es el leitmotiv que conducirá al desenlace de la obra así como a una serie de acontecimientos ligados a la aparición de esta criatura en la secuencia narrativa.

En primer lugar cabe señalar que la crianza de dragones está prohibida en el mundo mágico que Rowling plantea; Hagrid, el semigigante guardián de los jardines y terrenos de Hogwarts, siempre ha anhelado un dragón y obtiene un huevo ganándolo a través de un juego de cartas en un bar, sin embargo no se ha detenido a pensar en el hecho de la ilegalidad de tener un dragón, de quererlo criar en una cabaña de madera y de que estas criaturas no se pueden domesticar o amansar, además del peligro que representa con sus colmillos venenosos, la rapidez de su crecimiento y el fuego que arroja además de la fiereza innata de esta bestia.

“Dragon breeding was outlawed by the Warlock’s Convention in 1709, everyone knows that. It’s hard to stop Muggles from noticing us if we’re keeping dragons in the back garden — anyway, you can’t tame dragons, it’s dangerous”.[32]

La ilegalidad del dragón se remonta a un hecho comprensible desde la lógica narrativa, debido a que el mundo mágico y el mundo no-mágico (conocido como muggle en la saga) son paralelos, coexistiendo por tanto en tiempo y espacio, éste último no debe darse cuenta de la presencia de la realidad mágica paralela por lo cual ésta debe hacer todo esfuerzo para no ser notada con el fin de tener una convivencia armoniosa lo que incluye el ocultamiento de las criaturas mágicas, entre ellas el dragón; por lo cual dentro del Ministerio de Magia existe un Departamento de regulación y control de las criaturas mágicas para evitar situaciones que pongan en peligro el secreto del mundo mágico, llegándose incluso a marcar reservas de dragones que no sólo tienen la función de preservar a estas bestias alejadas de la presencia muggle sino también sirven como un lugar de estudio para quienes estén interesados en el cuidado de estas criaturas mágicas.

“There’s a Ministry of Magic?” Harry asked […]

“’Course”, said Hagrid […]

“But what does a Ministry of Magic do?”

“Well, their main job is to keep it from the Muggles that there’s still witches an’ wizards up an’ down the country.”

“Why?”

“Why? Blimey, Harry, everyone’d be wantin’ magic solutions to their problems. Nah, we’re best left alone.”[33]

            Norberto, el dragón que sale del huevo que le fue regalado a Hagrid, presenta varias características desde su descripción que lo hacen una suerte de heredero en la tradición medieval del bestiario y del Apocalipsis, uniendo la visión de la serpiente venenosa que, empero, no tiene gran relevancia en los bestiarios.

The baby dragon flopped onto the table. It wasn’t exactly pretty; Harry thought it looked like a crumpled, black umbrella. Its spiny wings were huge compared to its skinny jet body, it had a long snout with wide nostrils, the stubs of horns and bulging, orange eyes.[34]

            A pesar de ello el rol de Norberto en el libro es solo la causa por la cual Hagrid revelará el acceso a la piedra filosofal; más aún, cuando Harry debe entrar para preservarla de Voldemort, uno de sus mayores miedos es encontrarse con un dragón en los obstáculos que protegen el acceso al lugar donde esta oculta la piedra; esto muy relacionado a la función de guardianes de tesoros que también se maneja en el hecho de que en el banco mágico Gringotts son usados ex profeso para cuidar las bóvedas de alta seguridad.

El dragón, por otra parte, también tiene asociaciones muy directas a la tradición medieval sobre su cuerpo; entre ellas están las varitas mágicas que pueden usar como fuente de poder nervios de corazón de dragón que le da cierta particularidad a la varita y al poseedor de la varita; otro uso es en la preparación de pociones que requieren como ingredientes partes del cuerpo de dragón; incluso su sangre posee doce propiedades distintas sin embargo, al no mencionarse en el texto cuáles son éstas, se pierde una relación probable con la invulnerabilidad.

4.2.  El colacuerno húngaro y el Torneo de los tres magos

En Harry Potter and the Goblet of Fire, encontramos la figura del dragón como adversario, así como una clara comparación en la que Harry Potter se puede asociar a los héroes medievales o los santos de la hagiografía cristiana que lucharon contra dragones. En este libro estas criaturas desempeñan un papel que tiene nuevamente como referente el cuidado o la protección de algo valioso y además con un punto muy claro que versa sobre la protección maternal. La imagen de la lucha no implica matar al dragón sino que entra en juego la astucia del mago para poder burlarlo y quitarle lo que está protegiendo, con un nuevo símbolo que es el ofidio tras el dragón; en este singular combate Harry Potter y los demás contendientes en el Torneo de los tres magos deben actuar como encantadores de serpientes para lograr su objetivo. Por otra parte, el rol del dragón como lucha iniciática y el hecho de que Harry Potter a los 14 años sea capaz de enfrentarse a uno de ellos representa un hito en el cual el deja de ser niño y se convierte en un mago con la habilidad de encarar cualquier peligro que se le ponga enfrente.

En esta representación de Harry Potter como héroe que no puede sustraerse a su sino, él es seleccionado para participar en el Torneo de los Tres Magos como cuarto campeón, aun en contra de su voluntad dentro del plan que tiene su enemigo, Voldemort, para secuestrarlo con el fin de restaurar su cuerpo a partir de la sangre de su enemigo, y después asesinarlo. La primera prueba del Torneo de los tres magos es una imagen del enfrentamiento a lo desconocido, aunque después Harry averiguará que debe luchar contra un dragón; esto implica una preparación, que puede tener su antecedente en la teología cristiana de estar listos para enfrentar las asechanzas del enemigo, idea que se vería reflejada en forma didáctica en los bestiarios, para poder salir victorioso.

“’Dragons are extremely difficult to slay, swing to the ancient magic that imbues their thick tides, which none but the most powerful spells can penetrate…’”[35]

“Right — these dragons”, said Sirius, speaking very quickly now. “There’s a way, Harry. Don’t be tempted to try a Stunning Spell — dragons are strong and too powerfully magical to be knocked out by a single Stunner, you need about half a dozen wizards at a time to overcome a dragon—“[36]

Así, la primera prueba del Torneo de los tres magos es enfrentar a un dragón que está empollando varios huevos entre ellos uno dorado que debe ser obtenido. Harry sólo puede llevar al terreno de lucha su varita mágica, pero cabe recordar que como jugador de Quidditch tiene una gran habilidad en la escoba voladora, su truco consiste en hacerse mediante un encantamiento convocador de su escoba y enfrentarse al dragón desde el aire; que no sólo es reflejo de la malignidad sino al mismo tiempo posee un carácter dual pues, como madre, protege su nidada; igualmente la actitud de esta criatura es astuta y cambiante entre la posición defensiva y la ofensiva de acuerdo a las circunstancias; en cuanto a la descripción física es la visión clásica del dragón medieval en la que el cambio más perceptible se da en el punto débil que se sitúa ahora en los ojos, mientras que, por otra parte, sigue presentando la característica de bestia lanzallamas que está asociado a una medida de protección contra ellos a través de los encantamientos extintores, lo que implica que esta lucha no va exenta de los riesgos habituales, ya que Harry no posee el don de la invulnerabilidad, provocando el pánico en él.

He walked out through the entrance of the tent, the panic rising in crescendo inside him […]. He saw everything in front of him as though it was a very highly colored dream. […] And there was the Horntail, at the other end of the enclosure, crouched low over her clutch of eggs, her wings half-furled, her evil, yellow eyes upon him, a monstrous, scaly, black lizard, thrashing her spiked tail. […] He raised his wand.

“Accio Firebolt!” he shouted.

[...] He swung his leg over the broom and kicked off from the ground. [...] As he soared upward […] he realized that he had left not only the ground behind, but also his fear.

He looked down at the clutch of eggs and spotted the gold one […]. “Okay,” Harry told himself, “diversionary tactics” […] He dived. The Horntail’s head followed him; he knew what it was going to do and pulled out of the dive just in time; a jet of fire had been released exactly where he would have been had he not swerved away.

[…] Harry plummeted just as the Horntail opened his mouth, but this time he was less lucky — he missed the flames but the tail whipping up to meet him instead, and as he swerved to the left, one of the long spikes grazed his shoulder, ripping his robes.

[…] Then she reared spreading her great, black, leathery wings at last, as wide as those of a small airplane — and Harry dived. Before the dragon knew what he had done, or where he had disappeared to, he was speeding toward the ground as fast as he could go, toward the eggs now unprotected by her clawed front legs — he had taken his hands off his Firebolt — he had seized the golden egg.[37] 

Respecto a su descripción, el dragón presenta peculiaridades según su procedencia tanto desde la descripción física como temperamental; esto último es de gran importancia en el Torneo de los tres magos, pues el mencionado colacuerno húngaro es la raza más peligrosa de dragón porque no sólo se corre peligro por su tamaño y la capacidad de arrojar fuego sino porque tiene un arma extra: su cola de pinchos. Es así que Harry debe ser más astuto al enfrentarlo, lo que le da un cariz de ser electo por el destino para enfrentar lo más peligroso otorgando por tanto más mérito a sus actos. Si el hecho de enfrentar a un dragón es un acto que han acometido sólo los héroes más reconocidos en la literatura, Harry Potter entraría en este grupo selecto de personajes que son representantes en la clásica lucha entre el bien y el mal.

There was a silvery-blue one with long, pointed horns, which was snapping and snarling at the wizards on the ground; a smooth-scaled green, which was writhing and stamping with all its might; a red one with an odd fringe of fine gold spikes around its face, which was shooting mushroom-shaped fire cloud into the air; and a gigantic black one [the Hungarian Horntail], more lizard-like than the others.[38]

4.3.  El simbolismo de Voldemort como dragón

Siguiendo una teoría postulada por Joseph Campbell, Harry Potter es un héroe que en el proceso de iniciación debe enfrentar a un dragón simbólico. Como ya se ha visto él también enfrenta a un dragón real para el mundo mágico en el que se desenvuelve pero que sin embargo adquiere matices simbólicos muy importantes, desde la lucha iniciática en donde el dragón representa todos los miedos y cuyo triunfo debe ser visto como una prueba importante dentro del destino heroico, la lucha antitética y universal entre el bien encarnado en el hombre que tiene una ayuda sobrenatural —divina, inclusive— y el mal, prefigurado por el Adversario y que, en la saga, anticipa la lucha contra el Enemigo potteriano por antonomasia: Voldemort.

Un héroe abandona el mundo de lo cotidiano para aventurarse en una región de prodigios sobrenaturales. Allí se enfrenta a fuerzas fabulosas y obtiene una victoria decisiva. El héroe regresa de esta misteriosa aventura con el poder de beneficiar a su prójimo.[39]     

Voldemort tiene ese rasgo de dragón simbólico que lo coloca como el principal enemigo a vencer y que reúne todas las características opuestas al héroe. Al igual que con el dragón de carne y hueso, Harry debe prepararse para enfrentarlo y aunque contará con la ayuda de varias personas, la batalla decisiva deberá darse cara a cara; aun cuando todo parezca estar en contra suya, debido a los servidores del mal (los mortífagos) que apoyarán a su señor en la lucha contra los valores del bien. Sin embargo, la ayuda sobrenatural llega en rescate del héroe en su enfrentamiento, cargado de un fuerte simbolismo hacia referentes como los padres de Harry Potter y las víctimas de su enemigo, convirtiéndose en una lucha casi metafísica. Voldemort es un ser plenamente identificado con la malignidad, la ambición, el deseo de poder e inmortalidad y la soberbia al cual se enfrenta Harry Potter como símbolo del bien, la humildad, la rectitud de corazón.[40] De esta manera ambos evocan el paradigma medieval teológico del dragón en los bestiarios y de la vida del hombre frente a Dios, al cual verá si es capaz de derrotar al mal con la ayuda divina. En la saga, el enfrentamiento se vuelve algo común siendo la trama el elemento que guía las acciones hacia ese desenlace en la lucha.

“You see, I think, how foolish it was to suppose that this boy could ever have been stronger than me”, said Voldemort. “But I want there to be no mistake in anybody’s mind. Harry Potter escaped me by a lucky chance. And I am going to prove my power by killing him, here and now, in front of you all, when there is no Dumbledore to help him, and no mother to die for him. I will give him his chance. He will be allowed to fight, and you will be left in no doubt which of us is the stronger.”[41]

4.4.  Las diez variedades de dragón

El bestiario de Harry Potter (Animales fantásticos y dónde encontrarlos) es extraño, en cuanto a que se aleja del paradigma convencional en detalles atenientes al contenido tales coo el hecho de carecer de un sentido didáctico-religioso e incluso perdiendo las alusiones a los referentes simbólicos; es pues, un mero catálogo de criaturas fantásticas, puesto que tampoco se mencionan animales que de hecho existen en esa realidad (tal es el caso de la lechuza, el gato o la serpiente, inclusive).

El dragón, según esta descripción de las leyes creadas en la ficción literaria, es un ser cuyo cuerpo está completamente imbuido de magia concentrándose estas propiedades en la piel, la sangre, el corazón, el hígado y los cuernos que son referencias claras a las características que se le atribuían en la Edad Media a esta criatura. No obstante, hay un hecho innegable dentro de este conjunto de atribuciones: el dragón es un ser peligroso que no puede ser domesticado y tiene una reputación bien fundada como animal asesino, aun cuando el ser humano que lo enfrente tenga habilidades mágicas, el poder del dragón para hacer frente a esta situación es más que suficiente para deshacerse sin ningún problema de ese riesgo en particular.

En este singular bestiario se mencionan principalmente las características físicas y de temperamento de los dragones además de algunos datos relevantes sobre ellos. El esquema general es el mismo para las diez especies de dragón con algunas pequeñas variantes de color. Sin embargo se presentan detalles tales como el hecho de la ubicuidad del dragón: siete especies en Europa y una en Asia, América y Oceanía, respectivamente; sin embargo a estás tres últimas se les adjudica el mismo carácter occidental de la criatura. Así, el Bola de fuego chino no comparte el retrato oriental, sino que está más cercano a la descripción europea; igualmente el  Opaleye de los antípodas carece de la representación, tanto física y temperamental como simbólica, que se adjudica al dragón de Oceanía.

El bola de fuego se ganó ese nombre por la llama con forma de hongo que sale de sus narinas cuando está enfadado. Pesa entre dos y cuatro toneladas y la hembra es más grande que el macho. Los huevos son de un carmesí brillante moteado de amarillo dorado y las cáscaras, muy estimadas en la hechicería china. El bola de fuego es agresivo, pero más tolerante con sus congéneres que la mayoría de los dragones. [...] Aunque puede comer todos los mamíferos que se conocen, prefiere cerdos y seres humanos.[42]

Dentro de los detalles presentados está el hecho de que aun cuando se sigue un paradigma para describir al dragón, no sólo físico sino también temperamental, hay particularidades para referirse a rasgos tales como el color de sus escamas o de sus ojos. Con estos últimos cabe mencionar que se pierde la prefiguración del arquetipo de la maldad propuesto desde el Apocalipsis, puesto que la tonalidad ocular ya no es roja sino que esta varía entre el color púrpura, amarilla o multicolor, inclusive. Dentro de las características del dragón, al igual que en el Bestiario, la referencia al tótem de la serpiente y su veneno —como punto de la maldad intrínseca de esta criatura— es muy escasa, manifestándose tan sólo con la especie denominada Vipertooth peruano.

Otro sentido de la mención del dragón es un carácter que se puede definir como de predominio femenino, ya que un punto fundamental es el instinto maternal que tiene esta bestia, que se conjunta con un mayor tamaño corporal en el dragón hembra; de esta manera lo puede hacer semejante a muchos otros animales, principalmente insectos en donde aparece esa misma característica.  Asimismo, se refuerza la alusión maternal como animal ovíparo detallando, en la mayoría de las especies, el color de los huevos y el nacimiento de las crías.

Sus huevos [los del colacuerno húngaro] son de color cemento y de una cáscara particularmente dura; las crías se abren camino utilizando sus colas, ya que tienen los pinchos bien desarrollados al nacer.[43]

  1. Conclusiones

El fenómeno literario que se representa en la saga Harry Potter es la recuperación de los elementos y atributos medievales que poseía el dragón extrayéndolos, a la vez, de su contexto para articularlos en torno a circunstancias fantásticas cuyo único límite es la realidad alterna en la que esta contenida la obra —es decir, el mundo que se considera real y existente— que es Hogwarts. Este locus amoenus es el lugar donde la fantasía se desborda y el rol de ésta se activa al tiempo que se reprime; éste es el lugar donde se lleva a cabo la interacción con el dragón, puesto que es un lugar al que la realidad existente que lo circunda no puede introducirse en él.

En cuanto al dragón y sus características, se debe considerar la compleja simbología de esta criatura en donde sus elementos —cada uno de ellos asociado a un referente específico— se van sumando hasta dar pie a la variedad de asociaciones que posee. Estas propiedades son asumidas de facto, es decir perdiendo su simbología; un ejemplo claro es la alusión al guardián de tesoros como símbolo del mal interno que el hombre debía enfrentar para ganar la recompensa divina y eterna y que, al ser trasladado al referente actual se entiende como un dragón destinado a guardar un tesoro que se considera existente en la realidad mágica.

Respecto a la descripción de este ser en el bestiario (en la que se le asignaban rasgos humanos a las criaturas descritas, paralelamente a los sentidos catequético-didáctico y al contenido simbólico), ésta se asume al pie de la letra y tanto su aspecto físico, su temperamento y las implicaciones que conlleva son tomadas como posibles en el mundo ficcional que se presenta. De este modo, los elementos medievales son desprovistos de sus referentes y se asocian a otros, de carácter moderno, con lo cual el dragón es una quimera formada a partir rasgos fuera de contexto y alusiones contemporáneas, que presentan una tendencia unilateral (hacia el concepto de dragón occidental) y de unidad (con respecto al sentido de adversidad que representa la criatura). Su temperamento adquiere rasgos casi lúdicos que, a pesar de la reputación maligna que tiene, lo hacen ver como un ser no tan malvado dentro del universo potteriano, lo cual induce a Harry Potter a afirmar: they were all right, really, dragons y que, sin embargo, prefiguran la verdadera perversidad del dragón simbólico: Voldemort,[44] quien conjunta todos los rasgos de malignidad que no posee dicho animal fantástico en sí. Él tiene que enfrentar a estas dos clases de seres identificados con la maldad, y los rasgos de unión entre estas luchas y los enfrentamientos de las epopeyas medievales resultan evidentes.

Asimismo, el carácter didáctico del bestiario de Harry Potter desaparece y es sustituido por una mera descripción físico-temperamental de carácter anecdótico. El carácter occidental, como se mencionó anteriormente, se adjudica a todos los dragones confiriéndoles un paradigma y alejándose, por tanto, de la dualidad que asumía esta criatura, a la par que se desliga de la deidad ofídica que le dio origen.

Asi pues, el dragón en Harry Potter es una colección, despojada de cualquier referente simbólico de la antigüedad, de los rasgos que dieron origen a la concepción europea-occidental de esta criatura; alimentado por varias tradiciones y adaptado dentro de un marco que le endilgaría el título de bestia de zoológico. Un ser que, intrínsecamente, es peligroso no en tanto que esté relacionado con la maldad, sino por cuanto es la imagen viva del adversario. La autora presenta, de esta manera, una expresión filosófica moderna sobre la amoralidad de los animales con base en la idea sobre la carencia de alma racional; por ello el dragón se le equipara con cualquier otro ser vivo irracional pero, de acuerdo a la realidad en que se ubica, se convierte en un ser con un carácter utilitario (como fuente de poder mágico) relacionado a la postura filosófica sobre el aprovechamiento de los animales en beneficio del género humano. Por tanto, la combinación entre una realidad inserta en otra, da pie a que el dragón se vuelva un ser que se entremezcla con la cotidianeidad, al tiempo que es una amenaza, basado en la asimilación de estructuras temporales, de rasgos medievales y contemporáneos, así como de realidad y ficción en donde ninguna se ve superada por la otra; por el contrario, se funden en una unidad indivisible en la que el hombre debe estar alerta para enfrentarlo, pero debe tener la prudencia para nunca provocarlo; no temer al mal, pero nunca subestimarlo. De esta idea, surge el lema de Hogwarts, frase que resume el entendimiento del dragón como criatura fantástica dentro de la saga Harry Potter: Draco dormiens nunquam titillandus (Al dragón que duerme nunca se le deben hacer cosquillas). 

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[1] Esta definición tómese desde el punto de vista ontológico que la define como el paso del no- ser al ser.

[2] Massimo Izzi, Diccionario ilustrado de los monstruos (Barcelona: José J. De Olañeta, Editor, 2000), pp.141-142.

[3] Byun Jin-Eui, “Origin and Evolution of the Dragon Motif”, en Dragons Asian Art Motives from Korea. Ahn Sang Soo ed. (Seúl: Ahngraphics, 1991). Dicho libro no cuenta con paginación.

[4] Édouard Brasey, Gigantes y dragones, El universo féerico, IV (Barcelona: Morgana, 2001), p.177.

[5] Para una ampliación sobre el concepto de la dualidad en el dragón chino, véase Izzi, Diccionario ilustrado de los monstruos, p. 146.

[6] Jorge Luis Borges, El libro de los seres imaginarios (Barcelona: Bruguera, 1981), p. 78. Los otros tres animales son el unicornio, el fénix y la tortuga.

[7] Allan Zola & Elizabeth Kronzek, El diccionario del mago (México: Ediciones B, 2002), p. 111.

[8] Michael Page & Robert Ingpen, Enciclopedia de las cosas que nunca existieron (Madrid: Anaya, 2002), p. 205.

[9] Como se verá más adelante, una de las funciones más importantes del dragón occidental es la de guardián de tesoros, resulta necesario señalar que en Harry Potter la mayoría de las alusiones que se hacen sobre el dragón están directamente relacionadas con esta actividad.

[10] Izzi, Diccionario ilustrado de los monstruos, p. 147.

[11] La asociación de ocultamiento se comprende en cuanto el dragón representa potencias metafísicas; sin embargo este ocultamiento se vuelve material en la saga Harry Potter; pues ya que el mundo de la magia y todo lo que conlleva, incluyendo a las bestias como el dragón, está en el mismo plano del mundo real, de ahí que ocultar a las criaturas mágicas sea una condición sine qua non para la convivencia armoniosa entre las dos comunidades: la mágica y la no-mágica

[12] Brasey, Gigantes y dragones, p.11.

[13] Izzi, Diccionario ilustrado de los monstruos, p.145.  Ese desmantelamiento al que se refiere es, en última instancia, el que terminará relacionando al dragón con el mal; pues el contenido sapiencial primigenio (es decir, la relación clara entre Mito-ritual) se va desdoblando en segmentos que carecen de la función primera del rito.

[14] Roger Lancelyn, ed., A book of Dragons (Suffolk: Puffin Books, 1973), p. 38.

[15] Para una ampliación sobre esta idea, véase el capítulo 13 del libro de Daniel, en donde se relata esta referencia del culto babilónico a la serpiente relacionado a Tiamat, diosa que engendró a las sierpes monstruosas del mar. Sobre más historias de la lucha de los santos de la cristiandad contra dragones puede consultarse el libro citado en la nota anterior, en donde también se pueden encontrar leyendas de la mitología griega que tienen como tema central al dragón.

[16] Génesis 3, 14-15, Biblia de Jerusalén (Bilbao: Desclée de Brouwer, 1998).

[17] Lesley Kordecki, “Losing the monster and recovering the Non-Human in Fable (d) Subjectivity”, Animals and the Symbolic in Medieval Art and Literature. Mediaevalia Gronningana, XX (Gronnigen: Egbert Forsten, 1997), p. 33.

[18] Brasey, Gigantes y dragones, p. 153.

[19] Como ejemplo de esto, baste señalar que esta particularidad anatómica de los dragones es frecuente en la descripción del dragón según Rowling; ya que todos los dragones en ese mundo fantástico presentan alas, que aunado a la facultad de volar causa muchos problemas en esa interrelación  (véase nota 11) con el mundo real.

[20] Apocalipsis 20, 1-2; 7-10, Biblia de Jerusalén. Las negritas son mías.

[21] Jorge Luis Borges & Margarita Guerrero, Manual de zoología fantástica (México: FCE, 1980), p. 63.

[22] Claude Claire Kappler, Monstres, démons et merveilles à la fin du Moyen Age. (Paris: Editions Payot, 1999), p. 61.

[23] Este fenómeno muy frecuente aparece en muchas historias sobre los dragones, se menciona incluso como una de las razones de la riqueza de muchas familias de nobles en Europa y aparece como un motivo en Harry Potter and the Goblet of Fire. Dentro de la literatura fantástica del siglo XX puede también verse este drachensthal en El hobbit de J. R. R. Tolkien.

[24] Louis Charbonneau-Lassay, El bestiario de Cristo (Barcelona: José J. De Olañeta, Editor, 1997), p. 397.

[25] Misal Romano reformado según las normas de los decretos del Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado por el Papa Pablo VI (México: Obra Nacional de la Buena Prensa, 1993), p. 164. Las negritas son mías.

[26] Ignacio Malexcheverría, Bestiario medieval. Biblioteca Medieval, II (Madrid: Siruela, 1999), p. 224. El agua como elemento antagonista del dragón extraído del concepto teológico del bestiario pudo haber dado origen a un elemento de la imagen moderna de esta criatura en las series animadas en las que un arma poderosísima para enfrentarse a las llamas arrojadas por el dragón es agua dirigida hacia sus fauces y así su poder queda destruido. 

[27] Page & Ingpen, Enciclopedia de las cosas que nunca existieron, p. 202

[28] Richard de Forunival, Bestiario de amor (Madrid: Ediciones Miraguano, 1990), p.85. El texto consigna un dato geográfico equivocado, pues el Eúfrates nunca cruza por territorio de la India.

[29] Charbonneau-Lasay, Bestiario de Cristo, pp. 391-392.

[30] Ítalo Calvino (comp.), “Las tres recolectoras de achicoria”, en Cuentos populares italianos, vol. 2 (Madrid: Siruela, 1990), p. 167.

[31] Para esta parte del análisis, seguiré la edición norteamericana de Harry Potter de Scholastic que, en las citas utilizadas, no presenta variación respecto a la edición británica original de Bloomsbury (difícil de conseguir en México por cuestiones de derechos de distribución). El único cambio digno de hacer mención es que el título del primer tomo en la edición británica es Harry Potter and the Philosopher´s Stone, mientras que en la edición norteamericana es Harry Potter and the Sorcerer’s Stone; en el texto sigo este último.

[32] J. K. Rowling, Harry Potter and the Sorcerer’s Stone (New York: Scholastic, 1999) pp. 250-251.

[33] Rowling, Harry Potter and the Sorcerer’s Stone, pp. 64-65.

[34] Rowling, Harry Potter and the Sorcerer’s Stone, p.235.

[35] J. K. Rowling, Harry Potter and the Goblet of Fire (New York: Scholastic, 2002), p.338. Para cuestiones de análisis he usado las expresiones Triwizard Tournament como Torneo de los tres magos, Hungarian Horntail como colacuerno húngaro y Death Eaters como mortífagos, siguiendo la traducción al español hecha por Adolfo Muñoz García y Nieves Martín Azofra en la edición castellana realizada por Salamandra. En esta cita las cursivas son de la autora.

[36] Rowling, Harry Potter and the Goblet of Fire, p. 334.

[37] Rowling, Harry Potter and the Goblet of Fire, pp. 353-356.

[38] Rowling, Harry Potter and the Goblet of Fire, p. 326. Resalto en negritas las descripciones que se hacen sobre el temperamento de los dragones.

[39] Joseph Campbell, The Hero with a Thousand Faces apud David Colbert, Los mundos mágicos de Harry Potter (México: Ediciones B, 2002), p. 174.

[40] El destino heroico de Harry Potter está ligado al porqué debe él enfrentarse a Voldemort, la razón para esto no se ha explicado hasta este cuarto libro de la saga; sin embargo como otros héroes posee marcas —la cicatriz en forma de relámpago en su frente, vestigio del hechizo con el que Voldemort quiso asesinarlo— además de la varita como señal de mago que; debido a su origen, lo vincula con su enemigo, pero lo designa como alguien de quien se esperan grandes cosas. Este símil de marcas y señales se puede hacer con varios héroes de la Edad Media.

[41] Rowling, Harry Potter and the Goblet of Fire, p. 658.

[42] J. K. Rowling, Animales fantásticos y dónde encontrarlos (Barcelona: Salamandra, 2001), pp. 15-16. El autor del texto aparece en la portada como Newt Scamander, aunque se hace la aclaración pertinente en la primera de folios. En el texto pondré entre cursivas las especies de dragón para dar mayor claridad; en las citas omitiré la distinción tipográfica. Para más referencia véase la nota al pie 2 donde se amplia esta referencia al dragón dependiendo de la región del mundo.

[43] Rowling, Animales fantásticos y dónde encontrarlos, p. 16. Para ampliar el carácter ovíparo del dragón véase el análisis en la sección 3.1.

[44] En el último libro de la saga hasta el momento, Harry Potter and the Order of the Phoenix (New York, Scholastic, 2003) se puede considerar como el punto de inflexión a partir del cual el dragón debe asumirse como un símbolo representado por Voldemort (véase la sección 4.3). En esta obra no hay ninguna mención al dragón como animal fantástico, sino que el estudio de esta criatura debe darse como un motivo simbólico dentro de la obra; en donde se sigue manejando la lucha entre el bien y el mal (este último representado por el dragón simbólico: Voldemort).


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