STUDIA LITERARIA

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LA VIDA EN EL TABLERO: EL AJEDREZ EN HARRY POTTER[1]

Presentado el 24 de septiembre de 2004 en el marco del Segundo Encuentro Nacional de Estudiantes de Literatura y Lingüística celebrado en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, México

El juego es el movimiento de la libertad

(Gustav Bally, El juego como expresión de libertad)

Chess is life

(Robert Fisher, campeón mundial de ajedrez 1972-1975)

Squash him — squash him, he’s only a pawn, you idiot

(J. K. Rowling, Harry Potter and the Order of the Phoenix)

 

        Para comenzar, bien valdría la pena hacerse la siguiente pregunta: ¿qué sería del hombre sin el juego? Probablemente, esta interrogante sea la que motive la presencia de aquél en la literatura, sus manifestaciones según las diversas culturas; sus distintas variedades: ya sean juegos de conjunto, o en solitario, y en distintos escenarios: de la cancha a la mesa de juegos. Pero, ¿cuál es su finalidad?; las respuestas serían innumerables, y tal vez ninguna se aproxime en realidad a contestar la cuestión. No obstante, resulta innegable el gran peso que han tenido los juegos que se mencionan en la literatura, lo cual conduce a inquirir la razón de que estén incluidos en ella. Como una causa, se puede establecer que este fenómeno ocurre porque “la cultura, en sus fases primarias, tiene algo de lúdica, es decir, que se desarrolla en las formas y con el ánimo de un juego.” (Huizinga, 2002: 67).

        Siguiendo el anterior aserto, Harry Potter también incluye a los juegos como parte importante de su trama: desde la invención del Quidditch (una especie de básquetbol que se juega sobre escobas voladoras, combinado con el Wall Game[2] de Eton), los gobstones (una especie de canicas), hasta el ajedrez, el cual posee gran relevancia dentro del hilo narrativo. Así, en el centro de esta investigación, analizaré las distintas alusiones del ajedrez en la serie Harry Potter, al tiempo que presentaré cómo y por qué se integran a la trama de ésta. Para ello, partiré de la descripción del ajedrez mágico, los vínculos del juego con el amor cortés y, por último, como expresión de un poner la vida en el tablero, en el que hay una equivalencia metafórica del juego con la vida, y el riesgo de perder convertido en la imagen de la muerte.

El ajedrez mágico

        A semejanza de muchos de los objetos del mundo mágico planteado por la autora, el ajedrez posee un rasgo que lo hace distinto al del mundo muggle (i.e., no mágico): su animacidad[3]. Las piezas del ajedrez pueden hablar, tomar decisiones e incluso sugerir las jugadas. Los ataques con las piezas se dan por medio de la orden de movimiento que ellas ejecutan autónomamente para, posteriormente, golpear la pieza del rival.

Ron también comenzó a enseñar a Harry a jugar al ajedrez mágico. Era igual que el de los muggles, salvo que las piezas estaban vivas, lo que lo hacía muy parecido a dirigir a un ejército en batalla [...] Harry jugó con el ajedrez que Seamus Finnigan le había prestado y las piezas no confiaron en él [...] las piezas le daban distintos consejos y lo confundían, diciendo, por ejemplo: «No me envíes a mí. ¿No ves el caballo? Muévelo a él, podemos permitirnos perderlo». (Rowling, 2001a: 167. Las cursivas son mías).[4]

El texto también sugiere uno los primeros rasgos incuestionables del juego de ajedrez mágico: el ocio y la necesidad del compañero. Otras varias referencias al ajedrez en la serie remiten a una situación de mera distracción, en la cual se expresa la necesidad de liberarse un momento de las preocupaciones que penden sobre los personajes. De esta forma, el ajedrez se vuelve una especie de motivo de lo lúdico de la vida que se entremezcla con la seriedad, en particular en una obra en la que comienza a predominar el elemento trágico y que, desde esta perspectiva, tiene un efecto liberador. 

El juego humano también es una producción, de tono alegre, de un mundo lúdico imaginario; es una extraña alegría por la “apariencia” [...] logra la “aligerarción de la vida”, logra una liberación pasajera. [...] El jugar se convierte en una posibilidad magnífica, por lo poco limitada, de la libertad humana (Fink, 1966: 22-23. Las cursivas son mías. Las comillas son del autor).

Uno de los ejemplos más patentes de la aligeración de la vida que logra el juego —en este caso el ajedrez—, dentro de la serie, se da cuando Harry necesita una distracción después de haber contemplado el regreso de Voldemort y de haber escapado de la muerte, tras presenciar el asesinato de uno de sus compañeros. Harry encuentra en el juego una liberación momentánea a las angustias que lo oprimen por el duelo que vive y ante los problemas que deberá enfrentar tras el regreso de Voldemort. “Tal vez [sus compañeros] formularan sus propias teorías sobre la manera en que Cedric había muerto. Se dio cuenta que no le preocupaba demasiado. Disfrutaba hablando de otras cosas con Ron y Hermione, o cuando jugaban al ajedrez en silencio.” (Rowling, 2001c: 621).

Esta misma faceta del ajedrez tiene otro tipo de liberación pasajera, en situaciones en las cuales los personajes tienen alguna presión por motivos escolares y juegan al ajedrez como un método de olvidarse parcialmente de sus ocupaciones. Un ejemplo de esta situación se presenta durante los exámenes de quinto grado para obtener sus TIMOS[5], según se narra en Harry Potter y la orden del fénix. Un evento anterior se relata en Harry Potter y el cáliz de fuego, cuando Harry debe descubrir una pista dentro de un huevo dorado como parte del Torneo de los Tres Magos; sin embargo, entre la agitación por las fiestas navideñas y las preocupaciones, él decide dejarlo para después, y aprovecha el tiempo en una partida.

La verdad es que tendrías que echarle un vistazo a ese huevo y tratar de resolver el enigma que encierra.

—¡Para eso tiene siglos, Hermione! —espetó Ron—. ¿Una partida de ajedrez, Harry?

—Sí, vale —contestó Harry, que, al observar la expresión de Hermione, añadió: Vamos, ¿cómo me iba a concentrar con todo este ruido? Creo que ni el huevo se oiría.

—Supongo que no —reconoció ella suspirando, y se sentó a ver la partida que culminó con un emocionante jaque mate de Ron ejecutado con un par de temerarios peones y un alfil muy violento. (Rowling, 2001c: 359).

En un tercer motivo del ajedrez, percibido como ocio, éste se integra a los otros juegos en los que se aprovecha el tiempo libre; particularmente en ocasión de las vacaciones que disfrutan los personajes en el castillo de Hogwarts, o en el tren de regreso tras finalizar los cursos. Ahí el ajedrez aparece como mera manifestación de la diversión. “Harry y Ron se entretuvieron casi todo el trayecto jugando al ajedrez mágico. [...] [Un momento después] Harry dirigió de nuevo la vista hacia el tablero de ajedrez justo a tiempo para ver cómo uno de sus peones huía de su casilla perseguido por un caballo de Ron.” (Rowling, 2004: 888).

Los ecos del amor cortés: El ajedrez como motivo de la relación Ron-Hermione

        A lo largo de la serie, se percibe una creciente relación amorosa entre Ron y Hermione, marcada por las discusiones, los celos[6], pero, desde luego, el interés afectivo mutuo. En los libros cuarto y quinto de la serie, dicha relación tiene un aspecto más explícito dentro de varias situaciones, como el apoyo de Hermione a Ron en su primer juego de Quidditch: “¡Buena suerte, Ron! —le deseó Hermione poniéndose de puntillas y besándolo en la mejilla [...] Entonces se tocó el sitio donde Hermione lo había besado, un tanto aturdido, como si no estuviera muy seguro de lo que acababa de ocurrir.” (Rowling, 2004: 420).

En los primeros libros de la serie, se manifiesta un fenómeno que se puede describir como la sublimación del interés amoroso (por razones de edad)[7], en la cual una peculiaridad es el juego de ajedrez entre Ron y Hermione. Estas partidas, de alguna manera, pueden ser interpretadas como el preámbulo de una relación que comienza a cobrar fuerza. En Harry Potter y la piedra filosofal aún se ve el juego de ajedrez desde una perspectiva que se podría considerar utilitaria, pero en la cual ya destacan algunos rasgos de un amor subrepticio: “Harry se dirigió directamente a la sala común de Gryffindor, donde encontró a Ron y Hermione jugando al ajedrez. El ajedrez era la única cosa en que Hermione había perdido, algo que Harry y Ron consideraban muy beneficioso para ella.” (Rowling, 2001a: 181). Llegado el segundo libro, otra alusión al ajedrez sugiere la característica de ocio que ya se ha mencionado; sin embargo, en vista de la relación entre los personajes que comienza a ser más explícita en los últimos libros de la serie, el ajedrez puede tomarse como preludio de ésta.

Harry le daba vueltas a aquello [a sus preocupaciones], sentado junto a la chimenea, en la sala común de Gryffindor, mientras Ron y Hermione aprovechaban el hueco dejado por la clase de Herbología para echar una partida al ajedrez mágico.

—¡Por Dios, Harry! —dijo Hermione exasperada, mientras uno de los alfiles de Ron tiraba al suelo al caballero de uno de sus caballos y lo sacaba a rastras del tablero—. Si es tan importante para ti, ve a buscar a Justin. (Rowling, 2001b: 172).

De esta forma, teniendo como base el ulterior desarrollo de la relación entre Hermione y Ron, el ajedrez se integra a otra serie de rasgos correspondientes con la visión medieval del amor cortés, percibida como un elemento de sublimación de la relación corporal.

La concepción del amor como una partida de ajedrez donde se conquista a la dama implica una serie de etapas en el avance y acercamientos a la mujer amada. [...] El ajedrez es un elemento simbólico que sugiere una manera de amar —un amor conducido por la razón pero que busca y pondera la unión corporal y terrena de los amantes en juego. (Campos García Rojas, 2000: 104-105).

En Harry Potter, el ajedrez no sólo es un motivo de ocultamiento del deseo, sino que anticipa el posterior desarrollo de éste. El amor cortés ha adquirido un nuevo referente, tal y como otros motivos medievales que aparecen en la serie, entre las cuales se encuentran las alusiones al bestiario (en particular el dragón y el fénix), al bosque, y otras más. Mutatis mutandis, esta situación que explico desde la relación que se establece entre el dragón en el bestiario medieval y en Harry Potter, se puede aplicar al ajedrez, en particular con la asociación de éste al impulso latente en la pubertad de los personajes, la cual no se daba, evidentemente, en el amor cortés medieval.

El fenómeno literario que se representa en la saga Harry Potter es la recuperación de los elementos y atributos medievales que poseía el dragón[8] extrayéndolos, a la vez, de su contexto para articularlos en torno a circunstancias fantásticas cuyo único límite es la realidad alterna en la que esta contenida la obra —es decir, el mundo que se considera real y existente— que es Hogwarts. [...] Los elementos medievales son desprovistos de sus referentes [originales] y se asocian a otros de carácter moderno. (Velázquez, 2003).

La vida en el tablero: El juego de ajedrez gigante.

        Una de las menciones al ajedrez más importantes en la serie se describe cerca del final del primer libro, Harry Potter y la piedra filosofal, cuando Ron, Hermione y Harry deben rescatar la piedra filosofal antes de que caiga en manos de Voldemort. La piedra está en una cámara subterránea a la que hay que llegar pasando una serie de obstáculos, entre los cuales se encuentra un tablero de ajedrez mágico (lo que implica que las piezas están vivas), el cual ha sido agrandado.

Estaban en el borde de un enorme tablero de ajedrez, detrás de las piezas negras, que eran todas tan altas como ellos y construidas en lo que parecía piedra. Frente a ellos, al otro lado de la habitación, estaban las piezas blancas. Harry, Ron y Hermione se estremecieron: las piezas blancas no tenían rostros.

—¿Ahora qué hacemos? —susurró Harry.

—Está claro, ¿no? —dijo Ron—. Tenemos que jugar para cruzar la habitación. (Rowling, 2001a: 231).

Esta partida va a demostrar la habilidad de Ron como ajedrecista; puesto que en ella —como en toda actividad lúdica— “a juicio de W. Stern, «es menester poner en juego» las diversas aptitudes y facultades humanas.” (Elkonin, 1980: 74. Las comillas francesas son del autor). Si en situaciones posteriores Ron probará su gran nivel como jugador (tal es el caso ya mencionado del jaque mate con dos peones y un alfil), no será bajo la misma presión que en este contexto, en el que toma sobre sus hombros la responsabilidad de la victoria y la vida de sus amigos. Por tanto, el jugar esta partida implica volverse parte de ella, cambiando su lugar con el de las piezas animadas y en la cual se reta la capacidad de guía que tiene Ron, dado que Harry y Hermione deben confiar en las órdenes de aquél, de manera análoga a la de las demás piezas. La dificultad aumenta ligeramente al tener que enfrentar a las piezas blancas, quienes mueven primero, con lo cual se refuerza la importancia del triunfo a pesar de la pequeña desventaja inicial.

Por fin [Ron] dijo:

—Bueno, no se ofendan, pero ninguno de ustedes es muy bueno en ajedrez...

—No nos ofendemos —dijo rápidamente Harry—. Simplemente dinos qué tenemos que hacer.

—Bueno, Harry, tú ocupa el lugar de ese alfil y tú, Hermione, ponte en lugar de esa torre, al lado de Harry.

—¿Y qué pasa contigo?

—Yo seré un caballo.

[...] —Las blancas siempre juegan primero en el ajedrez —dijo Ron, mirando al otro lado del tablero—. Sí...miren.

Un peón blanco se movió hacia delante. (Rowling, 2001a: 232).

El ajedrez, del cual Huizinga afirma que es un juego en el cual el triunfo no se transforma en nada visible o disfrutable (2002: 73), se convierte en un óbice a superar para evitar la muerte: no sólo la que pudiese ocurrir si pierden la partida, sino también la que sucedería en caso de que Voldemort obtuviera la piedra filosofal antes de que ellos lleguen a ella y la usase para recuperar sus antiguos poderes (tras haber sido arrancado de su cuerpo once años antes al intentar asesinar a Harry). Por ello, la victoria en el ajedrez puede asimilarse a la conservación de la vida, ya que por medio de ella lograrán, en última instancia, impedir que el poder del mal y la muerte, representado en Voldemort, vuelva a imperar. Esta interpretación del ajedrez tiene ecos de la asociación a la virtud con una lectura alegórica de corte pagano en la cual “el juego [de ajedrez] fue interpretado como una lucha entre la vida y la muerte.” (Campos García Rojas, 2000: 100).

Otro punto a analizar es el espacio dentro del cual se desarrolla el juego y la situación del jugador. Respecto a este último puede afirmarse que: “L’irréalisme du joueur n’est qu’une invention de ceux qui le voient jouer. Le joueur reste lucide.” (Henriot, 1969: 87). Al momento de comenzar el juego, Ron debe conservar la calma. Sabe que su concentración atenta será lo único que pueda salvar a sus amigos y permitirles ganar con el fin de seguir en su camino hacia la piedra filosofal. “Dos veces, Ron se dio cuenta justo a tiempo para salvar a Harry y Hermione del peligro. Él mismo jugó por todo el tablero, atrapando casi tantas piezas blancas como las negras que habían perdido.” (Rowling, 2001a: 232-233). En el momento de estar en el tablero, existe la entrada a un círculo aislado de la realidad cotidiana, en el cual se desarrolla el juego y del cual no podrá salir sino hasta ganar o perder: “Le jeu forme autour du joueur un cercle envoûtant: il faut être dedans pour jouer.” (Henriot, 1969: 88).

        Además de lo anterior, debe considerarse el elemento del sacrificio en el ajedrez. En esta partida, en la cual se pone en juego la vida, el sacrificio implica arriesgar la integridad corporal (ya que Harry, Ron y Hermione han tomado el lugar de las piezas) a fin de lograr la victoria. El sacrificio de piezas a fin de obtener una ventaja toma un sentido más profundo en vista de aquello por lo que se realiza: evitar que la piedra filosofal —de la cual se extrae el elixir de la vida, que hace inmortal al que lo bebe— caiga en manos de Voldemort; y también porque no es una pieza, sino Ron, quien se ofrece a ejecutar esa acción.

La reina blanca volvió su cara sin rostro hacia Ron.

—Sí...—murmuró Ron—. Es la única forma... tengo que dejar que me cojan

—¡NO! —gritaron Harry y Hermione.

—¡Esto es ajedrez! —dijo enfadado Ron—. ¡Hay que hacer algunos sacrificios! Yo daré un paso adelante y ella me cogerá... Esto te dejará libre para hacer jaque mate al rey, Harry.

[...] Se movió hacia delante y la reina blanco saltó. Golpeó a Ron con fuerza en la cabeza con su brazo de piedra y el chico se derrumbó en el suelo.

[...] Muy conmovido, Harry se movió tres casilleros a la izquierda. El rey blanco se quitó la corona y la arrojó a los pies de Harry. Habían ganado. (Rowling, 2001a: 233).

        Así pues, este movimiento permite la victoria y, a la larga, será un paso dentro del proceso que hizo que Harry lograra detener a Voldemort en su afán por apoderarse de la piedra filosofal. Una vez recuperado de sus lesiones, Ron, quien se había sacrificado en la partida, obtiene un reconocimiento, por el cual él y todos sus compañeros de Gryffindor resultan beneficiados por el ajedrez, pues gracias a su habilidad como jugador (amén de la intervención de Hermione y Harry), alcanzaron la victoria en la copa de las casas[9].

—Así que —dijo Dumbledore —tengo algunos puntos de última hora para agregar. [...] Primero, para el señor Ronald Weasley [...] por ser el mejor jugador de ajedrez que Hogwarts haya visto en muchos años, premio a la casa Gryffindor con cincuenta puntos.

Las hurras de Gryffindor llegaron hasta el techo encantado y las estrellas parecieron estremecerse. Se oyó que Percy les decía a los otros prefectos: «Es mi hermano, ¿saben? ¡Mi hermano menor! ¡Consiguió pasar en el juego de ajedrez gigante de McGonagall!». (Rowling, 2001a: 250-251). 

Por lo tanto, dados los argumentos anteriores, se puede sostener que el ajedrez en Harry Potter está introducido como un elemento narrativo que no sólo tiende hacia la visión común del juego como entretenimiento —agregado por la autora para coadyuvar a la verosimilitud dentro del realismo que se pretende ofrecer en un contexto claramente vinculado a lo fantástico—; sino que el ajedrez se muestra como un factor de recuperación de un elemento medieval, el amor cortés, que se liga a otros rasgos extraídos de aquella literatura en una clara reactualización de los contenidos. Aun dentro del ajedrez como entretenimiento, éste no cae dentro de la categoría del juego por el juego, ya que también desempeña la función de medio de aligerar los problemas que se le presentan a Harry y que tiene una de sus manifestaciones más elevadas como forma de sobrellevar el duelo. Dentro del aspecto medieval del ajedrez y su relación con el amor cortés, éste se concibe parcialmente dentro de la línea de antaño; sin embargo, no se convierte en un mero calco del referente y de su contenido, pues agrega una visión contemporánea en la cual el ajedrez no sólo es sublimación del deseo —en este caso por la edad de los personajes—, sino que se ofrece como un antecedente claro de la relación que comienza a establecerse en Harry Potter y la orden del fénix entre Ron y Hermione. Finalmente, el juego de ajedrez como alegoría de la lucha vida-muerte demuestra la importancia que tiene éste dentro de la serie y por qué, lejos de ser un mero juego, se ha vuelto la representación de los obstáculos que debe superar Harry en su lucha contra la personificación de la muerte, Voldemort. Por ello, la victoria de Harry en el ajedrez —contando con la ayuda de sus amigos y en especial gracias a la habilidad de Ron como ajedrecista—es la imagen del triunfo de la vida sobre la muerte.

 

BIBLIOGRAFÍA

Campos García Rojas, Axayácatl. 2000. “El simbolismo del juego de ajedrez en Tristán de Leonís”, en Alan Deyermond (ed.). Proceedings of the tenth colloquium. PMHRS, 30 (London: Department of Hispanic Studies, Queen Mary and Westfield College).

Eton College. 2004. “The Wall Game”, en Eton College.                                                   http://www.etoncollege.com/eton.asp?di=197/ (29 de junio de 2004).

Elkonin, Danil B. 1980. Psicología del juego. Col. Aprendizaje, XXII (Madrid: Visor).

Fink, Eugen. 1966. Oasis de la felicidad. Pensamientos para una ontología del juego. Cuadernos, 23 (México: Centro de Estudios Filosóficos, UNAM).

Henriot, Jacques. 1969. Le jeu. Initiation philosophique, 86 (Paris: Presses Universitaires de France).

Huizinga, Johan. 2002. Homo ludens. (Madrid: Alianza Editorial-Emecé Editores).

Markale, Jean. 1998. El amor cortés o la pareja infernal. Medievalia, 2 (Palma de Mallorca: José J. de Olañeta Editor).

Rowling, J.K. 2001a. Harry Potter y la piedra filosofal (Barcelona: Salamandra).

———. 2001b. Harry Potter y la cámara secreta (Barcelona: Salamndra).

———. 2001c. Harry Potter y el cáliz de fuego (Barcelona: Salamandra).

———. 2004. Harry Potter y la orden del fénix (Barcelona: Salamandra).

Velázquez, Alejandro. 2003. “Un dragón para Harry Potter. Estudio del dragón en  bestiarios y en la saga Harry Potter”, en Studia Literariahttp://www.studialiteraria.tsx.org/ (29 de junio de 2004).


 

[1] Hago patente mi agradecimiento al Dr. Axayácatl Campos y a Roberto Cruz por la información brindada para la bibliografía de este texto.

[2] El parentesco entre el Quidditch y el Wall Game se da en la forma de anotar los goals. The attackers try to raise the ball off the ground and against the wall, and having done so to touch it with the hand. They then shout “Got it!” and if the umpire is satisfied that all is correct he shouts “Shy!” and awards them a ‘shy’, worth one point. The attackers can now attempt to throw a ‘goal’ which would bring them an extra nine points (the goals are a garden door at one end and a tree at the other). (Eton College, 2004)

[3] Esta característica de estar vivas[3] que poseen las piezas tendrá una mayor relevancia hacia el final de Harry Potter y la piedra filosofal, en el juego de ajedrez gigante, como se verá en esta investigación. Cabe mencionar que entre los objetos animados del mundo mágico se encuentran, principalmente, las fotografías y los lienzos.

[4] Incluso dentro de esta descripción se detalla una manera de conseguir piezas de ajedrez mágico: “[Había] muchos huevos sorpresa esparcidos por todas las mesas. [...] Harry tiró uno al suelo y no sólo hizo ¡pum!, sino que estalló como un cañonazo y los envolvió en una nube azul mientras del interior salía una gorra de contralmirante y varios ratones blancos, vivos. [...] Cuando Harry finalmente se levantó de la mesa, estaba cargado de cosas de las sorpresas navideñas, y que incluían globos luminosos, un juego de Haga Crecer Sus Propias Verrugas y piezas nuevas de ajedrez.” (Rowling, 2001a: 170-171).

[5] Título Indispensable de Magia Ordinaria. Este rasgo está apoyado en el sistema educativo británico en el cual los alumnos presentan una serie de exámenes antes de entrar a los últimos años de la educación media con el fin de tomar materias que les sirvan en la educación universitaria.

[6] El ajedrez no es la única manifestación del amor cortés en la serie; también los celos de Ron y el sentimiento de exclusividad —descritos en Harry Potter y el cáliz de fuego—se presentan como manifestación del amor cortés: “Quien no es celoso, no puede amar, celos verdaderos hacen crecer el amor; una sospecha sobre el amante, calor y ardor de amor aumentan.” (Markale, 1998: 77).

[7] Debe notarse que la edad de Ron y Hermione es de 11 a 13 años en los primeros dos libros de la serie.

[8] Para efectos de este análisis, sustitúyase dragón por ajedrez.

[9] En Hogwarts, cada año hay un torneo entre las cuatro casas en las que se reparten los alumnos; la casa que obtenga más puntos se lleva la copa de la casa.


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