Qué se puede decir de la Mini 1275 GT que no se haya dicho ya? Sólo podemos recordar cómo un puñado de técnicos y apasionados por la mecánica , dirigidos por Pedro Sehabiague , y con el aval de los hermanos Paullier (representantes de la creación de Alec Issigonis en Uruguay) logró clonar la pequeña bomba británica que revolucionó el automovilismo e incluso la sociedad de los años 60. Se decidió

copiar el modelo Clubman por tratarse de la versión más “actualizada” , pero con pequeñas diferencias por razones puramente constructivas. De ese modo la Mini charrúa , no cuenta con vierte aguas ni en los guardabaros traseros ni en los delanteros , teniendo una pequeña moldura en el techo que pretendía suplir dicha carencia. Además , alguna proporción es levemente diferente , pero solo el ojo avizor lo capta. Por lo demás , las carrocerías (en un total de 176 unidades) eran construídas por Super S.A. (quien construía las Grumett y contaba con la capacidad productiva para concretar el proyecto en forma industrial) en su planta de Bernardino Guas y Millán. De allí , y sin abandonar el barrio las piezas eran enviadas a la bodega que se encuentra en Molinos de Raffo y Millán donde en un galpón a los fondos se unían las dos piezas de fibra (piso con carrocería) en torno a la estructura de caños. Los sucesos deportivos de dicho mini bólido vendrían de la mano de Sehabiague quien en las 19 capitales mostraría todo el potencial del proyecto , modificándolo en algo más radical al ubicar una mecánica monoposto bajo una inocente carrocería Mini que mojaría más de una oreja en El Pinar. El fin de la producción de los Mini en fibra sería hacia 1977 aunque en Chile también existiese un desarrollo semejante (sin vínculo ninguno en su gestación).