El verso con métrica y rima

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    ENRICO ESPINO   

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 comentarios a su obra

DIRECTORIO DE ESTE AUTOR

su obra 1

su obra 2

     

        SU OBRA 1  

     

             En esta página encontrarás las siguientes poesías:

 

          UN SUEÑO VERDADERO

Te soñé como el sueño de un sueño verdadero,
tañendo en las campanas del crepúsculo ciego,
ardiendo sobre el mar, durmiendo sobre el fuego,
vagando libremente, libremente viajero.

Te soñé niño nube de las lluvias de enero,
regando por los campos nuestro sufrido ruego;
eterno peregrino por el parnaso griego,
hacedor de los ríos con tu río sincero.

Pero luego soñé que me estaba muriendo
y morías conmigo, te derrotaba el viento
apagado en la noche de la estrella de acero…

…hubo un vacío extraño cuando te vi sonriendo
y entendí tu propósito de espiga y de sarmiento:
¡Ser un Aleph de pueblo con nuevo derrotero…!


 


                    
ALGUNA VEZ


Alguna vez canté con tu voz y en tu pecho
arrebatando versos a tu triste mirada,
destilando en tus labios la miel de la alborada
inciertamente atado con lo incierto del lecho.

Alguna vez soñé que fui en tus sueños hecho
como un simple rumor de la ilusión alada:
fugaz estrella errante de noche constelada
a quien se pide amor de jardín y barbecho.

Me sentí alguna vez escapar de tu aliento,
de canción disfrazado, con el beso que nombra
un camino de sal que en la tarde se alarga.

Y en los confines leves del arrabal del viento,
alguna vez hundí recuerdos en tu sombra
y canté dulcemente nuestra canción amarga...




                 SIMPLEMENTE

Memoricé tu cuerpo, tus labios, tus caderas;
cada rincón del blanco mapa de libertades
y en cada cicatriz detuve soledades
detuve campanarios, besos y enredaderas.

Te forjé con locura, tallando tus maderas;
cincelé cada piedra de tu alma con verdades
y dibujé esperanzas sin tiempo y sin edades
en cada surco abierto de eternas primaveras.

Cuajaste del aliento gris de las madrugadas
y en toda gota un beso selló la unión umbría
de sombras, claras lunas y un nuevo amanecer...

Y tanto me deshice para hacer alboradas
que olvidé entre los cantos que eras melancolía:
¿o te debo llamar..., simplemente mujer...?




 

                  EL ORGULLO

Ya no sé si es dolor lo que en mi alma se anida
o simple rasgadura del roto corazón;
sólo sé que oscurece lo que has sido en mi vida
y convierte en recelo lo que ayer fue pasión.

Y no sabré jamás lo que en tu mente pasa
ya que no lo dirás, como simple desdén,
aunque te queme dentro, como una ardiente brasa,
y aunque todo se queme de silencios también.

Y así se irán los días, uno detrás del otro,
cabalgando desiertos en cada anochecer
y tú y yo, de las riendas de aquel salvaje potro,
iremos por las noches sin un amanecer.

Y treparán las hiedras a tapar nuestras bocas
y una lluvia de arena será el yermo final;
no sabré si es dolor lo que en mi alma desbocas
no sabrás si es orgullo nuestra mudez banal.

Sólo sé que te quiero, aunque no te lo diga;
tú sabes que eres mía, aunque te hable el dolor:
y así se nos irá el tiempo en tal cantiga
hasta que, simplemente..., se nos muera el amor.



 


QUIERO LLORAR MIS VERSOS

Quiero llorar mis versos uno a uno,
desangrarme doliente en sus heridas;
con ellos cosechar lunas perdidas
en los mares profundos de Neptuno.

Quiero mirar muy largo en cielo bruno,
entrar y entrar oscuro y sin medidas;
desandarme y vivir versos suicidas:
¡no morir de silencio inoportuno!

Quiero decir: "Amor, amor te amo"
y saber que se entiende la verdad
que encierran las palabras del amor.

O mirar los colores que reclamo
en tu cuerpo tan lleno de ansiedad
como el mío tan lleno de dolor.





                Y PUEDO

Puedo pensar, amor, que estoy dormido,
negar la realidad de estar despierto,
que es una pesadilla..., que el desierto
que se extiende en el alma no ha vencido.

Quiero creer, amor, que no te has ido
que el verso que abrazamos no está muerto...,
que está dormido ¡Dios! que nada es cierto,
que la verdad desnuda no ha podido

quebrantar mi alma, quebrantar su sino,
que el halo misterioso del deseo
persiste, en el ardor celeste, vivo.

Quiero poder –y puedo– tu destino
troquelar en mi pecho al aleteo
de tus manos de bálsamo votivo...




MARCHANTE DE LOS SUEÑOS

¿Acaso no es amor, amar la vida?
¿Acaso no es dolor, llorar la muerte?
que aunque quiera llegar a no quererte
tu amor, hermano, nunca se me olvida.

Que somos sombra y sangre dividida,
dentro de mis espejos puedo verte
y sé que aunque la imagen siempre invierte
mi amor, hermano, nunca se te olvida.

Te invito a navegar en mi goleta,
surcando un universo de universos,
ya libres de la pena y el dolor.

Marchante de los sueños o poeta
dibujando los pasos o los versos
en las otras batallas del amor.

 

 

DIADEMAS DE PAPEL

(a Enrico Espino, el de los 12 años)

Diademas de papel y cartulina
con galas de oropeles y creyón,
un carrusel oculto en la neblina
como el te quiero oculto en el borrón...

Un cometa de seda y muselina
surcando el cielo gris de la región;
un sonajero triste de acerina:
con esto..., hecho fue mi corazón...

Palpita fuerte, cáñamo del viento,
relojero desnudo del salitre,
que en tu bullir de claro pensamiento
se esconde algún chiquillo en su pupitre...

Recuerdos sólo deja aquella voz:
–mi bicicleta corre más veloz–


 

  LA HERIDA  –DEL POETA–

Es la herida una rosa de clamores
por donde manan verbos y poemas...,
Es la herida turbión de los emblemas
que a los vientos le ofrece sus amores.
 
Es la herida arrabales, estertores
de la nada, negruras y anatemas.
Es la herida la voz de los problemas
apuñalando el alma con temores.

Escapa la ilusión mientras la arena
de lo incierto reclama sus guaridas
en la grieta terrible de la noche.

La esperanza dormida le condena,
con dolor, a confiar en las heridas
que se abren con la pena del derroche.

 




     PEDIDOS DE LA NOCHE

Cuando atrapé mi llanto y mis latidos
y lo encerré en su vientre de canciones,
la noche y su murmullo de oraciones
deslizó entre mis dedos dos pedidos:

Azules madrugadas sin olvidos
en un jardín de hechizos y pasiones.
Amor de siempreviva y los perdones
de perlas por el alba en tiempos idos.

Cuando pude entender la lejanía,
cuando pude abrazar la medianoche
y pude desterrar la cobardía...

en sus alas sonó la campanada
y fugaz, bajo el manto de la noche,
escapó con el alma ensangrentada.


 



ALFONSINA ME RECLAMA

(con admiración, a Alfonsina Storni)


No pude deshacerme de las flores
que arropan la conciencia del poniente;
y no pude romper la indiferente
sombra de mi nostalgia y sus rencores...

Como luna que gira en sus temores
y en el pecho el amor –cuarto creciente–
o el mar y su latido en la rompiente
con su eterno fugar de sinsabores.

El cantar que Alfonsina me reclama,
con pulmones de sal y desencanto,
yo lo encarno en dolor de propio llanto

que lloro sobre el nombre que me llama.
Mil arrullos del mar –cantares sabios–
al dormir con tu nombre entre mis labios...


 



               LOLITA

Lolita juega con muñecas rojas
y bolitas de miel recién cortadas.
Lolita no lo entiende..., ¿son las hadas?,
pero su cuerpo vibra entre las hojas.

Lolita no lo sabe y se sonroja,
cuando siente en su piel enamorada
el roce clandestino de la nada
que impúdico la fronda ya deshoja.

Son sus dedos inquietos capitanes
que descubren el mar y la montaña
en el placer candente de la hazaña.

Muerde sus labios rosa como a panes,
mas..., se escapa un suspiro a la arbolada.
Lolita se estremece inmaculada.

 

 

 


AUTÉNTICA POESÍA - Herrera/Muñoz - 2001

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