El verso con métrica y rima

 

directorio

Inicio
 
Por qué esta web
 
Antologías selectas
 
Listado general
 
Novedades
 
Enlaces
 
Más poesía
 
Reglas de la poesía
 

   JOSÉ ÁNGEL BUESA  

atrássubir un nivel

portada

 comentarios a su obra

DIRECTORIO DE ESTE AUTOR

su obra 1

su obra 2

su obra 3

      SU OBRA 1    

 

          ELEGÍA LAMENTABLE

      Desde este mismo instante seremos dos extraños
      por estos pocos días, quién sabe cuántos años...
      yo seré en tu recuerdo como un libro prohibido
      uno de esos que nadie confiesa haber leído.
      Y así mañana, al vernos en la calle, al ocaso,
      tú bajaras los ojos y apretarás el paso,
      y yo, discretamente, me cambiaré de acera,
      o encenderé un cigarro, como si no te viera...
       
      Seremos dos extraños desde este mismo instante
      y pasarán los meses, y tendrás otro amante:
      y como eres bonita, sentimental y fiel,
      quizás, andando el tiempo, te casarás con él.
      Y ya, más que un esposo será como un amigo,
      aunque nunca le cuentes que has soñado conmigo,
      y aunque, tras tu sonrisa de mujer satisfecha,
      se te empañen los ojos al llegar una fecha.
       
      Acaso, cuando llueva, recordarás un día
      en que estuvimos juntos y en que también llovía.
      Y quizás nunca más te pongas aquel traje
      de terciopelo verde, con adornos de encaje.
      O harás un gesto mío, tal vez sin darte cuenta,
      cuando dobles tu almohada con mano soñolienta.
      Y domingo a domingo, cuando vayas a Misa,
      de tu casa a la Iglesia, perderás tu sonrisa.
       
      ¿Qué más puedo decirte? Serás la esposa honesta
      que abanica al marido cuando ronca la siesta:
      tras de fregar los platos y de tender las camas,
      te pasarás las noches sacando crucigramas...
      y así, años y años, hasta que, finalmente,
      te morirás un día, como toda la gente.
      Y voces que aún no existen sollozarán tu nombre,
      y cerrarán tus ojos los hijos de otro hombre.

         
         
         
            
        CON LA SIMPLE PALABRA

      Con la simple palabra de hablar todos los días,
      que es tan noble que nunca llegará a ser vulgar,
      voy diciendo estas cosas que casi no son mías,
      así como las playas casi no son del mar.
       
      Con la simple palabra con que se cuenta un cuento,
      que es la vejez eterna de la eterna niñez,
      la ilusión, como un árbol que se deshoja al viento,
      muere con la esperanza de nacer otra vez.
       
      Con la simple palabra te ofrezco lo que ofreces,
      amor que apenas llega cuando te has ido ya:
      quien perfuma una rosa se equivoca dos veces,
      pues la rosa se seca y el perfume se va.
       
      Con la simple palabra que arde en su propio fuego,
      siento que en mí es orgullo lo que en otro es desdén:
      las estrellas no existen en las noches del ciego,
      pero, aunque él no lo sepa, lo iluminan también.
       
      Y así, como un arroyo que se convierte en río,
      y que en cada cascada se purifica más,
      voy cantando este canto tan ajeno y tan mío,
      ¡con la simple palabra que no muere jamás!




ELEGÍA PARA MÍ Y PARA TI

Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,
y tú te irás borrando lentamente en mi sueño.
Un año y otro año caerán como hojas secas
de las ramas del árbol milenario del tiempo,
y tu sonrisa, llena de claridad de aurora,
se alejará en la sombra creciente del recuerdo.
 
Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,
y quizás, poco a poco, dejaré de hacer versos,
bajo el vulgar agobio de la rutina diaria,
de las desilusiones y los aburrimientos.
Tú, que nunca soñaste más que cosas posibles,
dejarás, poco a poco, de mirarte al espejo.
 
Acaso nos veremos un día, casualmente,
al cruzar una calle, y nos saludaremos.
Yo pensaré quizás: "Qué linda es todavía";
tú quizás pensarás: "Se está poniendo viejo".
Tú irás sola, o con otro. Yo iré solo o con otra.
o tú irás con un hijo que debiera ser nuestro.
 
Y seguirá muriendo la vida, año tras año,
igual que un río oscuro que corre hacia el silencio.
Un amigo, algún día, me dirá que te ha visto,
o una canción de entonces me traerá tu recuerdo.
Y en estas noches tristes de quietud y de estrellas,
pensaré en ti un instante, pero cada vez menos....
 
Y pasará la vida. Yo seguiré soñando;
pero ya no habrá un nombre de mujer en mi sueño.
Yo ya te habré olvidado definitivamente
y sobre mis rodillas retozarán mis nietos.
(Y quizás, para entonces, al cruzar una calle,
nos vimos frente a frente, ya sin reconocernos.)
 
Y una tarde de sol me cubrirán de tierra,
las manos para siempre cruzadas sobre el pecho.
Tú, con los ojos tristes y los cabellos blancos,
te pasarás las horas bostezando y tejiendo.
Y cada primavera renacerán las rosas,
aunque ya tú estés vieja, y aunque yo me haya muerto.

           
           
          NO ERA AMOR

      No era amor. Fue otra cosa.
      Pero según murmuran en la ciudad aquella,
      yo cometí el delito de inventarte una estrella,
      y fue tuyo el pecado de ofrecerme una rosa.

      No era amor, no era eso
      que se enciende en la sangre como una llamarada;
      Era mirar tus ojos y no decirte nada
      o acercarme a tu boca sin codiciar un beso.

      Tarde para mi hastío,
      tarde para tu angustia de mariposa en vano,
      era como dos ciegos que se daban la mano,
      como dos niños pobres, tu corazón y el mío.

      Nada más. Ni siquiera
      suspirar en la lluvia de una tarde vacía,
      No era amor, fue otra cosa. No sé lo que sería
      Yo sé que es triste que nadie lo creyera.




CANCIÓN DEL AMOR PROHIBIDO

      Solo tú y yo sabemos lo que ignora la gente
      al cambiar un saludo ceremonioso y frío,
      porque nadie sospecha que es falso tu desvío,
      ni cuánto amor esconde mi gesto indiferente.
       
      Sólo tú y yo sabemos por qué mi boca miente,
      relatando la historia de un fugaz amorío;
      y tú apenas me escuchas y yo no te sonrío...
      y aún nos arde en los labios algún beso reciente.
       
      Solo tú y yo sabemos que existe una simiente
      germinando en la sombra de este surco vacío,
      porque su flor profunda no se ve, ni se siente.
       
       
      Y así dos orillas tu corazón y el mío,
      pues, aunque las separa la corriente de un río,
      por debajo del río se unen secretamente.

         
         
          
        POEMA DEL POEMA

      Quizás pases con otro que te diga al oído
      esas frases que nadie como yo te dirá;
      y, ahogando para siempre mi amor inadvertido
      ¡te amaré más que nunca... y jamás lo sabrás!
       
      La desolada estrofa, como si fuera un ala,
      voló sobre el silencio... y tú estabas allí:
      Allí en el más oscuro rincón de aquella sala,
      estabas tú, escuchando mis versos para ti.
       
      Y tú, la inaccesible mujer de ese poema
      que ofrece su perfume pero oculta su flor,
      quizás supiste entonces la amargura suprema
      de quien ama la vida porque muere de amor.
       
      Y tú, que nada sabes, que tal vez ni recuerdes
      aquellos versos tristes y amargos como el mar,
      cerraste en un suspiro tus grandes ojos verdes,
      los grandes ojos verdes que nunca he de olvidar.
       
      Después, se irguió tu cuerpo como una primavera,
      mujer hoy y mañana distante como ayer...
      vi que te distanciabas sin sospechar siquiera
      ¡que yo soy aquel hombre... y tú aquella mujer!


             POEMA DEL DOMINGO TRISTE

      Este domingo triste pienso en ti dulcemente
      y mi vieja mentira de olvido ya no miente.
      La soledad a veces es el peor castigo,
      ah, ¡pero qué alegre todo si estuvieras conmigo!
       
      Entonces no querría mirar las nubes grises
      formando extraños mapas de imposibles países
      y el monótono ruido del agua no sería
      el motivo secreto de mi melancolía.
       
      Este domingo triste nace de algo que es mío,
      que quizás es tu ausencia y quizás es mi hastío,
      mientras corren las aguas por la calle en declive
      y el corazón se muere de un ensueño que vive.
       
      La tarde pide un poco de sol, como un mendigo,
      y acaso hubiera sol si estuvieras conmigo,
      y tendría la tarde, fragantemente muda,
      el ingenuo impudor de una niña desnuda.
       
      Si estuvieras conmigo, amor que no volviste.
      Oh, ¡que alegre me sería este domingo triste
      !

        ASÍ, VERTE DE LEJOS

      Así, verte de lejos, definitivamente.
      Tú vas con otro hombre, y yo con otra mujer.
      Y sí que como el agua que brota de una fuente
      aquellos bellos días ya no pueden volver.
       
      Así, verte de lejos y pasar sonriente,
      como quien ya no siente lo que sentía ayer,
      y lograr que mi rostro se quede indiferente
      y que el gesto de hastío parezca de placer.
       
      Así, verte de lejos, y no decirte nada
      ni con una sonrisa, ni con una mirada,
      y que nunca sospeches cuánto te quiero así.
       
      Porque aunque nadie sabe lo que a nadie le digo,
      la noche entera es corta para soñar contigo
      y todo el día es poco para pensar en ti.

 

 


AUTÉNTICA POESÍA - Herrera/Muñoz - 2001

Hosted by www.Geocities.ws

1