Capítulo 3

El ÜLUTUN
Rito Terapéutico Mapuche

- I -


"KALKU TA AYEFALAI"
.
(No hay que reírse de los brujos)
Antiguo proverbio mapuche

 

Bases Ideológicas

 

El concepto de Wekufü

Este vocablo se halla transcripto de muy diversos modos huecuvoe, huecufu, giiecubu, wekufe, wekufü, etc. Se lo suele asociar o asimilar impropiamente con walichu, gualicho, u otras denominaciones similares.

Las definiciones que se suelen dar de él suelen ser bastante vagas. Valgan unos pocos ejemplos:

Febrés l:
  "cierto elemento imaginativo que dicen es la causa de las muertes, enfermedades y desgracias. // Las flechitas y las astillas de madera que las machi dicen extraer de los enfermos al succionarles las heridas".
   
Augusta 2:  
  "El diablo. // El flechazo del demonio bajo la forma de algún pequeño fragmento de madera, de una paja o de un reptil que la machi finge extraer del cuerpo del enfermo".
   
Guevara 3:
  "los wekufü... causan el daño lanzando flechas invisibles o transformándose en sutiles animales. // La causa maléfica universal."
   
Waag 4:
  "lo diabólico", como concepto asociado a una vivencia.
   
Metraux 5:
  "Todo aquello que produce mal".

 

Conste que no anotamos las definiciones que sobre walichu asimilado a wekufü han dado autores como Holmberg, pues aumentaríamos aún más el equívoco.

No es este lugar para definirlo, ni siquiera para explicitarlo; sólo diremos que el vocablo original ha sufrido un proceso de degradación generalizadora.

El concepto vulgar de wekufü tiene múltiples valencias, ya sea como sujeto, cualidad o agente, dependiendo ellas del punto de referencia que se tome.

Detrás de la idea vulgar sustentada por el mapuche no iniciado en los secretos de la Tradición Espiritual -o de la religión- subyace una concepción mucho más vasta y orgánica, que establece varias distinciones y asigna una categoría precisa, limitada al vocablo en cuestión, pero que no nos es dado comentar. Este amplio trasfondo es el que da vida al concepto popular y le otorga contornos indefinidos.

Aquí sólo nos interesa un aspecto que se halla involucrado en ese complejo conceptual vigente de wekufü: el aspecto patógeno. Y dentro de éste, una modalidad de tipo energético a la que denominamos con fines didácticos energía wekufü.

 

LA PERSPECTIVA ENERGÉTICA DE LA MEDICINA

La consideración de la Medicina desde el aspecto energético y sistémico se impone cuando se pretende tener una concepción integral de la enfermedad y de la salud. El ser humano es un organismo biológico, y como tal, un sistema bioenergético.

Con esta perspectiva las diversas modalidades de energía (física, química, biológica o psíquica) son abordables desde un único sistema conceptual que nos brindará una base común para el análisis causal de los distintos procesos de los sistemas biológicos.

 

LA ENERGÍA WEKUFÜ

La medicina chamánica, corno la mapuche, es una medicina eminentemente energética.

El hombre participa en un cosmos constituido por una inmensa red de fuerzas que dan vida y forma a todas las cosas y seres existentes, al tiempo que los conectan entre sí. En virtud de tales lazos, que incluyen a todos los fenómenos energéticos, el hombre será afectado por esas fuerzas cósmicas y puede a su vez afectarlas; puede influir sobre otros seres así como ellos pueden influir sobre él. 6,7

A aquellas energías cósmicas que se caracterizan por su tendencia a perturbar y/o destruir el equilibrio e información de los sistemas energéticos biológicos las llamaremos, en forma genérica, energía wekufü.

Este tipo de energía tiene la propiedad de poder ser concentrada y proyectada a distancia, así como también condensarse en forma sutil o grosera dentro de un ser vivo o una cosa.

Ella puede ser irradiada por el pensamiento o emoción de un hombre (odio, ira, envidia, etc.), por un espíritu maligno, por el alma de un difunto irritada, por cualquier ser de cualidad wekufü, etc.

Esa energía disolvente, destructiva, perturbadora, al penetrar en un organismo biológico cuyo estado orgánico y funcional es armónico, es decir sano, provocará obviamente una ruptura de esa armonía es decir que provocará la enfermedad.

 

La acción energética a distancia es simbolizada por los pueblos chamánicos, incluida la Grecia arcaica con su Apolo, por el disparo de flechas mágicas.

En mapuche el término para disparar flechas mágicas es koutukan y a veces k'llin.

 

Otros pueblos con similares conceptos son los bergdama del suroeste de África. los cheyenne de Norteamérica, los hindúes, los aztecas, por citar tan sólo algunos.

Los alemanes tienen aún en su idioma la supervivencia de esta concepción al denominar a la tortícolis: "proyectil del brujo" o "proyectil del elfo" (hexengeschoss o elfengeschoss).

Según el cronista Rosales 8, algunas enfermedades son para los mapuche "alguna flecha invisible que le ha tirado algún huecubú... " .

Esta energía, una vez condensada, se materializará en forma de palitos, piedritas, gusanos o insectos, mencionados ya en las anteriores definiciones de wekufü, y estos objetos son los que provocan la enfermedad como causa inmediata.

Los llamaremos endoparásitos wekufü, a fin de distinguirlos de otros tipos de condensación energética patógena, también parásita, pero de acción externa o superficial respecto del cuerpo del paciente: ectoparásitos wekufü. Estos últimos son análogos a los keres de la medicina griega arcaica, que aquí no nos interesan.
(Ver: Aclaración del Autor)

 

Mecanismo de producción de la Enfermedad
por la acción de la "energía wekufü"


 

LA VIVENCIA DE LA ENFERMEDAD

Diferencias entre el MAPUCHE y el HOMBRE OCCIDENTAL

(en el caso específico de la energía WEKUFÜ)

 

Tanto el mapuche como el hombre occidental moderno son afectados por esta energía patógena, pero la diferencia estriba en la vivencia de la misma.

El hombre moderno, al ser incapaz de percibir la realidad no ordinaria, no se percata que está siendo víctima de esta energía intrusiva hasta que los efectos patológicos de la misma son ya manifiestos, así como además atribuirá a estos últimos una explicación causal válida sólo en la realidad ordinaria.

En consecuencia, las terapias que se efectúen, sólo actuarán sobre los efectos y no sobre las causas de la enfermedad, que permanecerán larvadas.

Ejemplo claro de esto son los llamados cáncer, con sus recidivas posteriores a las terapias de tipo ablativo.

Por el contrario, el mapuche tradicional que se halla sensibilizado para percibir ese tipo de realidad no ordinaria vivenciará y sufrirá mucho más dramáticamente la enfermedad. El hombre moderno sólo tendrá dolores o perturbaciones molestas en un estadio avanzado del proceso patógeno, en cambio, el mapuche los tendrá apenas se introduzca la enfermedad en su cuerpo; cuando el moderno no siente nada el mapuche puede estar sufriendo agudos dolores, por ejemplo.

Y esta vivencia más real, más consciente, del mapuche, es la que puede llegar a serle más nociva, aunque parezca paradójico. Ya sea por que se quebrante más rápido su resistencia psicológica a la enfermedad, ya sea porque determinadas actitudes psíquicas producto de la vivencia de la enfermedad, favorecen la acción de la energía intrusiva. El hombre moderno hallándose inconsciente de la situación no tendrá tales actitudes hasta avanzado el proceso morboso.

A continuación. resumiremos con un ejemplo que, si bien las situaciones en él expuestas no se ajustan a los hechos nos dará una idea bastante clara de las diferencias esenciales entre el mapuche y el hombre occidental. El mapuche estará representado en el ejemplo por el individuo con visión normal, y el moderno por el ciego:

 

Supongamos a dos sujetos, uno no vidente y el otro sí, colocados ambos frente a una lámpara de rayos ultravioleta y por un período de exposición prolongado.

Los organismos de ambos serán bañados por igual por la radiación, que terminará al cabo de un cierto tiempo provocando a los dos severas quemaduras. Veamos ahora las reacciones.

El sujeto vidente comenzará a sufrir irritación ocular progresiva, acompañada por agudos dolores hasta llegar a la ceguera por daño de la retina. Por el contrario, el sujeto no vidente ni siquiera se habrá percatado de la existencia de la lámpara ni de su radiación.

Transcurrido determinado plazo ambos sujetos padecerán los dolores de las quemaduras cutáneas, pero el vidente sumará a estos padecimientos los dolores de la irritación ocular previa, y el hecho de no poder ver.

El vidente atribuirá la causa de sus males a la lámpara, en cambio el ciego -ignorante de la causa- especulará alguna teoría coherente para su cegada vivencia de los hechos, como por ejemplo: una afección cutánea inflamatoria debida a algún virus, etc.

Y a todo esto debe sumarse la vivencia de la dolencia.

El vidente ahora está ciego, y se cuestiona: ¿quién colocó la lámpara allí y con que fin?, o ¿por qué motivo permaneció frente al artefacto si podía haberlo evitado?, etc., etc.

El no vidente especulará sintiéndose ajeno, o tratando de sentirse como tal, frente a la causa del mal: los virus, las bacterias, el colesterol, el cáncer, el stress, etc. Su actitud no entraña responsabilidad, la del vidente sí.

 

El wekufü COMO ENDOPARASITO

Aquí sólo nos abocaremos a la acción de la energía wekufü en el organismo viviente y su condensación como endoparásito.

Los endoparásitos wekufü dibujados por un chamán jíbaro,
tal como se ven el cuerpo del paciente. (apud M. Harner)

 
   

El endopárasito es lo que imperfectamente definiera Hofschlaeger 9 en su Teoría del Cuerpo Extraño (fremdkörpertheorie).l0

El endopárasito, como antes dijéramos, es una intrusión de energía condensada y actúa no sólo produciendo perturbaciones de carácter físico objetivo como dolor localizado, fiebres, diarreas, vómitos, sino también con desarreglos y perturbaciones psíquicas, así como con graves alteraciones en los canales de información del biosistema.

Tener al wekufü endoparásito en el cuerpo se dice en el idioma secreto o sagrado de los machi: kalüleluuk'len (= "estar en el cuerpo". Literalmente).


Estas intrusiones parecen tener lugar con mayor frecuencia en los lugares de población más densa, por abundar allí los desequilibrios de tipo emocional negativo que proyectan energía wekufü.

Estos wekufü endoparásitos devoran y destrozan energéticamente la parte del cuerpo del paciente donde se hallan localizados.

El machi, haciendo uso de su pelon (= visión)(facultad sensorial análoga a los rayos "X" o a la llamada "clarividencia") los ve a través del cuerpo del paciente (acción denominada: rumekintun) y aún los puede llegar a oír.

Ellos, al condensarse, han tomado la forma de seres repugnantes: insectos, arañas, reptiles, gusanos o cosas inanimadas, todos muy voraces energéticamente hablando. Incluso, son capaces de alterar los canales de bioinformación para hacer que el sistema orgánico les derive mayor cantidad de "alimento" (energía). Algo similar a esto último acontece con las estructuras cancerígenas.

 

Energía wekufü introduciéndose en el cuerpo.





Etiología (causas)
del WEKUFÜ ENDOPARASITO

Someramente, las causas de los endoparásitos son: endógenas o inmediatas y exógenas o mediatas.

Son causas endógenas: aquellas que producen energía wekufü o patogénica que se asentará en el mismo sujeto que la generó, en lugar de ser proyectada sobre un tercero (aunque estas dos situaciones pueden darse en forma concomitante).

Algunos ejemplos de este tipo de causa:

 

1) Un desequilibrio del individuo en sus relaciones consigo mismo:

a) ideas obsesivas.

b) perturbaciones vitales por actitudes represivas.

c) otros factores que no consideraremos aquí.


2) Un desequilibrio entre las relaciones del individuo con el orden natural y social que rigen la vida humana (se tiene por obvio que nos referirnos a sociedades hierocéntricas).

Ejemplos: no participar en actividades de cooperación comunitaria como el rukan (ayudar a construir o reparar su vivienda a un vecino).


3) Hay un factor que llamamos trauma por karülan (esto es, por muerte prematura) v.g.: cuando muere un niño pequeño, su alma volverá a renacer si tiene oportunidad nuevamente en otro cuerpo. Este nuevo cuerpo puede sufrir los desequilibrios que porta el alma, ocasionados por el trauma de la muerte prematura.


4) Otras causas que aquí no se tratarán.

 

Etiología del endoparásito WEKUFÜ

 

 

 

 

Con referencia a las causas exógenas o mediatas, diremos que son las causas de la proyección propiamente dicha de la energía intrusiva, en este estudio sólo se mencionarán, sin ser desarrolladas.

Ejemplos:

1) El ataque de ciertas entidades vivientes sutiles o extracorpóreas que proyectan energía wekufü. Estas entidades son análogas a la noción de daimon de los griegos, pero no así a la falsa idea que se hacen al respecto los cristianos.


2) Un brujo (Kalku): "El daño intencionado no es más que la proyección de una fuerza o influencia maligna hacia determinada persona, animal o planta que se ha de embrujar, los aguijones que recibe no son más que saetas proyectadas desde su mala intención".11

O como dice Park -citado por Eliade-: "piedrecitas... diminutos animales, ...insectos... no son introducidos por el mago in concreto sino creados por el poder del pensamiento".12

Esta operación, o hechicería, se denomina kalkutun, (hay muchas variedades).


3) El alma de un difunto, alwe, proyecta energía intrusiva a en determinados casos.

Dice Park respecto de los endoparásitos: "...también pueden ser enviados por los espíritus, quienes a veces se instalan en el cuerpo del enfermo".

Esto último es válido también para los entes sutiles del primer caso. El alwe atacará por ej.: por no haberle efectuado libaciones o por haberlo nombrado en chanza.


4) Punición divina. v.g.. por no haber hecho ngillatunes; haberse burlado o no creído en un machi; haber revelado a los winkas (no mapuches) cosas de la religión ancestral, volverse cristiano, etc. Esta patología se llama wenumapu k'tran.


5) Ingerir comida sin haber solicitado permiso previo de caza o recolección al ngen de la especie, sea esta animal, vegetal o mineral.

Este ngen es el espíritu-arquetipo de la especie en cuestión. El ser que fué comido sin autorización, ya sea un piñón de pewen o un choike (ñandú), vengará entonces su muerte en las entrañas mismas del irreverente comensal; puesto que este hombre inconsciente devoró junto con la carne o el piñón parte del alma del citado ser. Este tipo de enfermedad se suele llamar ilel kutran.


6) Otras causas que aquí no se pueden tratar.

 

Estos pocos ejemplos son ilustrativos y no agotan para nada el complejo etiológico wekufü, de espectro más amplio. Tratar el tema medianamente insumiría escribir varios volúmenes, tarea que pausadamente estamos llevando a cabo.

 

 

     
     
     
 

 
Energía wekufü condensada como endoparásitos. (kalüleluuk'len)

 

El análisis etimológico de la palabra wekufü ofrecido por el Dr. Lenz 13 apoyándose en Valdivia y Havestadt, es:

 

«Literalmente será "el que obra afuera" substantivum actoris de wekun, "afuera"».

 

Posteriormente será tomada por Moesbach 14 al desarrollar:

 

wekufé, de wekun = de afuera; fe = el que hace algo, es decir "el que obra desde afuera", o mejor "el que hace daño desde afuera".

 

Es interesante comparar este significado con el nombre que los cheroki de Norteamérica emplean para designar a la enfermedad lanzada por los espíritus malignos, éste es un nombre figurado que viene a significar más o menos: "lo que se introduce" o "aquello que se introduce". También ellos consideran a la enfermedad como algo vivo.15

Cabe advertir que el wekufü endoparásito no es un espíritu, ni un alma o un ser extracorpóreo, ni una entidad propiamente dicha; es una energía parásita con caracteres de limitada autonomía, que generalmente adopta aspectos zoomórficos. Lo que no obsta para que a veces, se la encuentre acompañada por alguna de las entidades antes mencionadas.

"Este 'objeto' -dice Eliade- es, en efecto, de índole sobrenatural, y ha sido incrustado en el cuerpo, de manera invisible, por un hechicero, un demonio o un muerto. El 'objeto' no es otra cosa que la manifestación de un 'mal' que no procede de este mundo". 16

 

Aukanaw

 




Notas:
_______________________________

Aclaración del Autor:

El término "energía" lo empleamos aquí como una METÁFORA CIENTÍFICA, como un recurso didáctico, es decir que no lo usamos en el sentido estricto que la ciencia y la técnica le dan, sino en un sentido aproximado y figurado.

No encontramos en las lenguas occidentales un término que se aproxime a la noción de wekufü a excepción de "fuerza" y "energía".

Pero el concepto wekufü, como agente, es mucho más amplio que el concepto de energía ya que suele gozar de propiedades que son propias tanto de la energía misma como de la materia. El wekufü pareciera estar situado entre esas dos nociones científicas y participar de cualidades de ambas. Ocuparía una "zona gris" entre energía y materia de un modo semejante a aquellos virus que comparten caracteres y propiedades tanto del mineral como del vegetal, resultando así su taxononomía incierta.

Por esa razón nos permitimos algunas licencias didácticas para describir algunos fenómenos que de otro modo serían indescriptibles, como por ejemplo decir "condensación energética", cuando es bien sabido que la energía no puede condensarse puesto que esta es una capacidad de la materia.

Al recurrir a este tipo de metáfora divulgativa no refrendamos ni compartimos de ningún modo la actitud -que personalmente censuramos- de aquellas personas que aplican indiscriminada e inapropiadamente el término "Energía" a cualquier influencia sutil, real o imaginaria, para tratar de dar validación "científica" a sus argumentaciones.

No necesitamos validar nada con la ciencia occidental puesto que nos expresamos desde un contexto epistemológico ajeno a la misma, y si recurrimos a sus nociones - estricta o libremente- es con el simple y único fin de llegar a ser comprendidos por aquellos lectores no-indígenas, así como hacer evidente a los ojos de los lectores aborígenes los alcances formidables de la sabiduría ancestral.

La noción de wekufü se aproxima mucho más al concepto chino de Chi (Qi) patógeno que al occidental de energía, pero no obstante la concepción mapuche es mucho más amplia que la china.

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Bibliografía

1. FEBRÉS, Andrés. Arte general de la lengua de Chile. Larsen, Bs. As., 1882.

2. AUGUSTA, Félix de. Diccionario araucano-español. Imp. Universidad, Stgo. de Chile, 1916.

3. GUEVARA, Tomás. Psicología del pueblo araucano. Cervantes, Stgo. de Chile, 1902, pág. 247.

- La etnología araucana en el poema de Ercilla. Barcelona, Stgo. de Chile, 1915, pág. 353.

4. WAAG, Else. Tres entidades "wekufü" en la cultura mapuche. Eudeba, Bs. As., 1982, pág. 37.

5. METRAUX, Alfred. Religión y magias indígenas de la América del Sur. Aguilar, Madrid, 1973, pág.180.

6. CEREIJIDO, Marcelino. Orden, equilibrio y desequilibrio.Una introducción a la Biología. Nueva Imagen, México, 1987.

7. AFANASIEV, V.. El hombre en el mundo de los sistemas. En La Ciencia de la URSS. N° 6, 1986, Moscú, pág. 122.

8. ROSALES, Diego. Historia general del reyno de Chile. Mercurio, Stgo. de Chile. 1877 vol. I, pág169.

9. HOFSCHLAEGER, R. Die Entstehung der primitiven Heilmethoden und ihre organische Weiterentwickelung. En Sdhoffs. Archiv. Vierteljahrsschrift für Geschichte der Medizin... Wiesbaden (Deutschland), III, 1909, pág. 81 y ss.

10. PARDAL, Ramón. Medicina aborigen americana. Humanior, Biblioteca del Americanista Moderno, Bs. As.. 1937, pág. 33.

11. DI LULLO, Orestes. El folklore de Santiago del Estero. Stgo. del Estero, 1944. pág. 101.

12. ELIADE, Mircea. El Chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis. FCE., México, 1982, pág. 242.

13. LENZ, Rodolfo. Estudios araucanos. Cervantes, Stgo. de Chile, 1896, pág. 369.

14. MOESBACH, E. de. La voz de Arauco. Siringa, Neuquén. 1987, pág. 107.

15. PARDAL, R.. Op. cit., pág. 35 .

16. ELIADE, Mircea. El Chamanismo..., Op. cit., pág. 265.  



a continuación: Capítulo 4El Ülutun (2da parte)


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