En una fortaleza que se inició su
construcción a finales del S XV, no se le ocurre a nuestras
autoridades otro disparate que colocar en su cubierta el
aparataje de un ascensor del S XXI. Nuestras
autoridades ni leen ni les interesa la Ley del Patrimonio
Histórico de Canarias que en su artículo 29 dice que no se
puede cambiar la fisonomía histórica de un monumento. Ellos
se dejan fascinar por las "alucinaciones" que a
algunos arquitectos se les ocurre. Hay
quienes les llaman "los guinderos" porque les gusta
colocar la "guinda" en el pastel, en este caso, el
ascensor. Lo del interior del
Castillo, sólo podemos calificarlo de una salvajada, lo que
es convertir una fortaleza en una sala de arte moderno. A
pesar del clamor popular, el ascensor continúa insultandonos
desde la cubierta del Castillo de La Luz.
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