La Madre: La Paz del Señor sea con todos vosotros.
PUBLICO: Y con tu Espíritu Madre.
La Madre: Ave María Purísima.
PUBLICO: Sin pecado concebida.
La Madre:
Aquí estoy hijo mío. ¿Ves? Triste..., muy triste por mis hijos.
Pero aquí estoy; y alegre, alegre
también por mis hijos. Como tú bien dijiste hijo mío, "no
todos sois iguales, y no todos pensáis igual." Es cierto que
muchos nos rechazan; es cierto que otros nos ignoran; pero también es
cierto que otros nos aman y nos quieren. Por eso también estoy alegre,
alegre por mis hijos.
Cada día que pasa hijos míos,
es un paso más hacia el final y otro hacia el
principio, y otro paso al intervalo del tiempo.
Nada
acabará. Yo no he dicho que todo acabe hijos míos, solo he dicho que
acabará el mal.
«Y lo que el hombre llama
el Nuevo Planeta, se acercará a la tierra, y un Guerrero guiará a todas
las almas a lo que el hombre llama el Nuevo Planeta, y Nosotros llamamos
la NUEVA JERUSALÉN.»
Son pocos los que comprenden y muchos los que ignoran, pero de nada hay
que preocuparse. Tú sigue hijo mío. Si tú me ves sufrir, ¡sigue!
No te detengas por Mí. Si tú me ves
llorar... ¡Sigue!, no te detengas por Mí. Ya sé que tu corazón es grande,
y no permitiría el llanto en solitario. Pero así eres tú.
Padre Eterno: Y ellos no son como tú...
La Madre: ...Son diferentes...
Padre Eterno: Pero son nuestros hijos, tus hermanos y tu prójimo.
La Madre: Aquí he venido, para cumplir mi promesa.
Padre Eterno: Nuestra promesa.
La Madre: Y así se cumplirá hijo mío. Hoy tengo que decir lo que muy pocas
veces has oido, pero hoy quiero que oigas:
"Algún día tú marcharás de aquí hijo mío, de este
mundo y te irás a reunir junto a Dios. Y en este mundo muchos, muchos te
recordarán, pero otros te recordarán aún mucho más. Cuando tú marches, el
mundo no estará como está. Todo habrá cambiado y Dios te llamará para que
tú te reunas junto a El, y junto a aquellos familiares que marcharon ya
antes que tú".
¡No!, no te pongas triste hijo mío, algún día ocurrirá. Dejarás muchas
cosas aquí, en este mundo: Tus amigos, tu descendencia, tu amor, y todo
aquello que tú les enseñarás. Como tú bien dices: "Le debes mucho a DIOS,
porque te ha dado la oportunidad de volver de otro tiempo, de otro mundo a
éste."
Algún día marcharás. Fíjate en el hombre hijo mío:
Cuando alguien sencillo, humilde y
bueno marcha de este mundo, el hombre le da la importancia que nunca le
había dado. Si alguien de este mundo marcha siendo bueno y sencillo, y
con amor, cuando ya no está...
Padre Eterno: ...Es cuando más se acuerdan de él.
La Madre: Pero mientras está, nadie quiere verlo y nadie quiere
escucharlo. Eso es lo que ocurre ahora. ¿Verdad hijos míos.
PUBLICO: ¡Sí Madre!
La Madre:
Tú, sé fuerte hijo mío y no te pongas triste por lo que hoy te he dicho.
Algún día ocurrirá, pero aún falta. Has de hacer mucho por tu ESPAÑA y por
el mundo. Todo está en tí, y en tí está todo. Muchos confían en tí,
¿verdad hijos míos?
PUBLICO: ¡Sí Madre!
La Madre:
Otros no quieren saber nada de tí; otros te
temen porque por donde tú pasas derramas amor, y aquéllos que no conocen
el amor temen que tú lo derrames para ellos. Derrotas al enemigo y enseñas:
"Amado por los niños y respetado por los mayores..."
Recuérdalo amado hijo, recuérdalo mientras estés aquí. Cuando ya no estés
lo recordarás aún mucho más..., mucho más hijo mío.
Ha llegado la hora de dar mi Bendición hijo mío, la que todos ellos
están esperando. Levantad vuestros objetos hijos míos. Todo lo que se
alza ante vuestros ojos en presencia de DIOS se bendice.
Padre Eterno: En Mi Nombre.
La Madre: "El CREADOR."
El Maestro: En el Mío.
La Madre: "El SALVADOR."
La Madre:
Y con la Luz de mi amado esposo, el Espíritu Santo,
ILUMINADOR. Ya están bendecidos hijos míos.
PUBLICO: Gracias Madre.
La Madre:
Hubo un día hijos míos en el cual los Apóstoles amados de mi Hijo, Yo y
muchas mujeres estábamos en aquel lugar hijo mío, donde la Luz nos iluminó
para comprender y entender. Allí los Apóstoles; tú recordarás hijo mío.
Allí la esposa de Pedro, Santiago y Yo, y algunas mujeres que querían
estar junto a nosotros porque habían visto la Luz; allí también María
Magdalena:
«Un resplandor cubrió aquella habitación hijo mío, y unas lenguas de
fuego cubrieron nuestras cabezas. Cada uno de ellos hablaba en un idioma
distinto, sobre el cual el Espíritu Santo les había iluminado.»
Y en ese idioma, más en el suyo, el hebreo, hablaban de todas las cosas
vividas y de las que no habían vivido. Y así, pasado un tiempo, marcharon
a enseñar en aquellos lugares que ellos sabían hablar aquellos idiomas.
Algunos de ellos volvieron a Jerusalén hijo mío, otros nunca más vieron
la tierra donde vivieron. No quiero entristecerte, pero solo quiero que
ellos sepan que si cada uno abre su corazón, todo lo que hace, lo hace
con amor y FE, Dios envía su Espíritu.
El Espíritu Santo ilumina a cada alma y así se
sienten más fuertes.
Por eso Yo, ahora, os bendigo para que mi amado esposo, el Espíritu
Santo, os ilumine. Y aunque vosotros no podáis hacer la labor que
desempeñaron todos aquellos Apóstoles que ahora han vuelto (1),
Yo os bendigo para que solo podáis comprender lo que se os dice por
vuestro bien, no por confundiros.
Y así, en el Nombre de DIOS...
Padre Eterno: Mi Nombre.
La Madre: En el Nombre de mi Hijo...
EL MAESTRO: Mi Nombre.
La Madre:
Y con la Luz de mi amado esposo, el Espíritu Santo. Ya estáis bendecidos.
PUBLICO: Gracias Madre.
La Madre:
Ha llegado la hora de marcharme hijo mío. Ve y enseña.
¡No!, no os quedáis sólos hijos míos, (2) Yo
estaré con vosotros en cualquier lugar, a cualquier hora y en cualquier
momento. Tú no estás sólo hijo mío y ellos
tampoco; tu espíritu está con Nosotros, y en el mundo tampoco estás sólo.
Hijos míos: Sed buenos con Dios.
¡Sí!, cumplid, cumplid con todo (3),
y acordaos de ésta, vuestra Madre, que nunca os olvida. Adiós mis hijos.
PUBLICO: Adiós Madre.
El Hermano: Adiós hermanos.
PUBLICO: Adiós Hermano.
El Hermano: Adiós hermanos.
PUBLICO: Adiós Hermano.
Padre Eterno: Adiós hijos.
PUBLICO: Adiós Padre.
El Hermano: Adiós hijos.
PUBLICO: Adiós Maestro.
El Hermano: Adiós hermanos.
PUBLICO: Adiós Hermano.
El Hermano: Adiós hermanos.
PUBLICO: Adiós Hermano.
El Hermano:
Que la Paz del Señor-YAHVÉ y la fuerza del Príncipe de las almas quede
con todos vosotros.
PUBLICO: Y con tu espíritu Hermano.
El Hermano: Ave María Purísima.
PUBLICO: Sin pecado concebida.
El Hermano:
Recuerda que no estás sólo y para enseñar Yo estaré contigo. Cumple como
hasta ahora estás cumpliendo. Tú no eres como
ellos y eres como ellos. Adiós hermanos.
PUBLICO: Adiós Hermano.___
(1) Mt.
17,10-13; Mt. 11,13-15; Mc. 9,11-13.
(2), (3)
A veces respondía al pensamiento, a las inquietudes y anhelos de los
asistentes.
|