Mensaje
de la Stma. Virgen María,
recibido en Talavera de la Reina,
a través de José-Luis Manzano García
- el 15 de Agosto de
1989.
EL HERMANO: La Paz del Señor está con vosotros
hermanos.
PUBLICO: Y con tu Espíritu Hermano.
EL HERMANO: Ave María Purísima.
PUBLICO: Sin pecado Concebida.
EL HERMANO:
Lo que ahora váis a oir, está dicho desde hace mucho tiempo
hermanos; está
dicho un día antes de que la Reina marchase con su Hijo y con su
Padre y el
vuestro. Ella reunió a todos los Apóstoles de Jesús y les dijo
así:
LA MADRE:
«Os he reunido a vosotros, porque vosotros sabéis escucharme;
ya ha llegado
el momento, en el cual Yo he de marchar junto a mi Hijo y junto al
Padre.
No os sintáis sólos nunca, siempre que os acordéis de Mí, Yo
estaré con
vosotros. No tengáis miedo, porque mi Hijo está a vuestro lado.»
EL HERMANO: Y ellos así decían:
«"¡No te marches María! ¿Con quién hablaremos después de tu
Hijo?"
"María tú eres el consuelo de nuestras almas, si Tú marchas
estaremos
sólos y quedaremos sin tí." "María, El te entregó como mi Madre,
y
Yo comprendo que si eso ha de ser así, que se cumpla."»
Y después María marchó para descansar y todos ellos estaban a su
lado
sonrientes, pero tristes a la vez. En un momento el cuerpo de la
Reina cerró
sus ojos para dormir en un sueño eterno. Pasado cierto tiempo
ellos notaron
que Ella había cambiado, que su rostro estaba más iluminado y su
belleza era
grande; ellos comprendieron que ya había marchado su Espíritu.
Ellos desconsolados lloraban, porque ellos amaban mucho a la Madre
de su
Maestro; ellos lloraban, y al lado derecho, donde la cabeza de la
Reina
descansaba, un Angel de Dios les dijo:
«No hay porqué llorar, ni porqué
entristecerse, ha llegado el momento en
el cual Ella debía de marchar para estar para siempre con su Hijo
y sufrir.
Lo que hay que sufrir por el mundo está escrito y está dicho.»
Con estas palabras ellos se conformaron. Donde la Reina estaba
ellos olían
olores extraños y grandes para ellos, en los cuales nunca la
habían olido.
Sentían la presencia de Ella, pero no sabían dónde; marcharon a
descansar.
A la mañana siguiente fueron a visitar el cuerpo para ya
enterrarlo y ya
no estaba allí. ¿Dónde estaba María...?
PADRE ETERNO: Junto a Mí.
EL HERMANO: Ella ya había marchado junto al Padre: Ellos lloraron,
y a la
vez dieron gracias a Dios por haber tenido a su lado a alguien que
les
comprendió durante tiempo: Esa era la Madre de Dios.
LA MADRE: Hoy es un día especial hijo mío, en el cual Yo cerré
mis ojos
para ver la Luz inmensa del Padre, la que tanto esperaba. Un día
especial en
el cual cerré mis ojos y dejé de ver el mundo humano para reunirme
con mi
Hijo, con el Padre y con mi Esposo. Un día especial en el cuál
muchos
lloraron al saber que Yo marchaba.
Ellos lloraron, porque ellos se sentían sólos; después ellos
marcharon a
predicar, hijos míos y a muchos de ellos les apresaron. Pidieron
ayuda y me
llamaban a mí, y Yo acudí a ellos ayudándoles, librándoles de
cadenas y de
verdugos, pero al final muchos de ellos morirían según la voluntad
del Padre.
Es triste hijo mío, ver aquel tiempo pasado y mirar este presente
y ver que
todo es diferente: Cuando Yo marché, todos ellos en Jerusalén no
hacían
nada más que hablar de Jesús. Cada lugar en el cual Yo pasaba
siempre oía el
nombre de mi Hijo y decían: «Al cual llamaban Jesús, ha roto
las cadenas
del mal y los ha unido al bien; yo, no creí que El fuera el Mesías
hasta que
al tercer día se cumplió lo escrito y lo dicho.»
Yo Hijos míos, sí creí que era el Mesías, desde tiempo antes que
El naciera;
y El vino a salvar al Mundo y también El subió al Cielo, dejando
la marca de
sus pies en una roca, como recuerdo, y ellos miraron al Cielo
dando el
último adiós a su Señor.
Cuando ellos fueron de nuevo a visitar mi cuerpo Yo ya no estaba,
salieron
a la calle y miraron al Cielo y me vieron marchar con miles de
Angeles,
porque los Angeles me llevaron junto al Padre y sólo fué un
sueño:
«Me tumbé para dormir, y dormí y al despertar..., desperté junto
a mi Hijo y junto al Padre.»
¡Pedidme hijos míos!
PUBLICO: ¡Madre!
LA MADRE: ¡Díme!
PUBLICO: ¿Te podría dedicar una cosa cortita?
LA MADRE: ¡Adelante hija mía!, un alma le dedica una canción en su
día.
PUBLICO: (Canta una canción.)
LA MADRE: Muy bien hija mía, tu corazón lloraba, pero no te
preocupes; esas
palabras que has dedicado a Mí, ya las he guardado en mi Corazón.
Cuando
Dios te llame hija mía, Yo te mostraré con el amor que
tú dedicaste esas
palabras a tu Madre que Yo soy. ¡Seguid pidiendo!
PUBLICO: ¡Madre!
LA MADRE: ¡Díme!
PUBLICO: Que seamos dignos de poder también nosotros ganar el
Cielo Madre
mía, que seamos dignos, que nos será muy difícil con la vida que
tenemos.
LA MADRE: «Si sabéis caminar, si sabéis amar...
PADRE ETERNO: Conseguiréis...
LA MADRE: Lo que muchos no consiguieron.» ¡Seguid pidiendo!
PUBLICO: ¡Madre!
LA MADRE: ¡Díme!
PUBLICO: Por la paz del Mundo entero.
LA MADRE: Hay tantas almas que se alejaron de mi lado, tantas, y
ahora ya no
se sacrifican porque para ellos era duro. He de decir:
«Cuando a mi Hijo Jesús lo apresaron, enseguida me avisó
Santiago y Juan.
Yo fuí por un lado, Santiago marchó por otro y el hermano de
Santiago me
seguía. Yo lloraba por el camino, quería encontrar a mi Hijo.
Pasé junto a
un árbol en el cual de él prendía un fajín, miré hacia abajo, y ví
al autor
de tan grande crimen, el que vendió a su Maestro. Solo dije: Que
el Padre te
haya perdonado, porque nunca supiste seguir a mi Hijo, solo
seguiste al
dinero. Y marché para ver a mi Hijo.»
¡Seguid pidiendo!
PUBLICO: ¡Madre!
LA MADRE: ¡Díme!
PUBLICO: La purificación de las almas del Mundo.
LA MADRE: Llega la hora ya de marcharme hijo mío, pero Yo volveré,
aunque
siempre estoy con vosotros.
PUBLICO: Gracias Madre.
LA MADRE: Recordad las palabras que Yo dije a los Apóstoles:
«Siempre que penséis en Mí Yo estaré
junto a vosotros.»
PUBLICO: Gracias Madre.
LA MADRE: Y tú cumple con Dios hijo mío, y que ellos sepan que
nunca
cambiarás, porque siempre serás el mismo. Dios se siente orgulloso
de tí, y
no sólo Dios: El Cielo entero. Adiós hijos.
PUBLICO: Adiós Madre.
PADRE: ETERNO: Se cumplirá mi voluntad y nadie podrá cambiar mis
planes.
Adiós hijos. PUBLICO: Adiós Padre
EL MAESTRO: Adiós hijos.
PUBLICO: Adiós Maestro.
EL HERMANO: Adiós hermanos.
PUBLICO: Adiós Hermano.
EL HERMANO: Que la Paz del Señor Yahvé y la fuerza del Guerrero
quede
con todas vuestras almas.
PUBLICO: Que así sea Hermano.
EL HERMANO:
¡Bendita María, que aceptaste a llevar la Cruz junto a tu Hijo!
¡Bendita Tú, que sufriste y padeciste al ver expirar a tu Hijo en
un madero!
¡Bendita Tú, que sufres y padeces por los errores del Mundo!
¡Bendita Tú, María, que noche y día lloras por ellos, y ellos no
se dirigen
a tí! ¡Ave María Purísima !
PUBLICO: Sin pecado concebida.
EL HERMANO: Adiós hermanos.
PUBLICO: Adiós Hermano. ___
Links:
Enseñanzas de los mensajes de Talavera:
http://es.geocities.com/aparicionesymensajes2002/talavera.html
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