La Madre: La Paz de Dios Padre, el Señor, esté con todos
vosotros.
PUBLICO: Y con tu Espiritu, Madre.
La Madre: Ave María Purísima.
PUBLICO: Sin pecado concebida.
La Madre:
Una vez más en este mundo, hijo mío, para mostrarte mi corazón; para
que tú veas cuanto sufro Yo por este mundo; para que ellos oigan mi
palabra, y a la vez mi sufrimiento.
Está muy equivocado el mundo hijo mío,
se deja llevar por las lenguas humanas. ¡Pobre mundo! No se da cuenta del
error que comete olvidándose del Señor, y rechazándolo.
No se da cuenta hijo mío, porque no
mira y no escucha. Si escuchase, hijo mío, oiría la verdad. Si mirase
vería la verdad. ¡Es tan triste hijo mío, para mí, ver cómo mis hijos caen
al abismo!
Hay muchas almas hijo mío, que no enseñan a sus hijos a amar; luego,
cuando llega el momento, esas pobres almas que no conocieron el amor, se
condenan y se pierden hijo mío. Yo he vuelto a tí porque, hijo mío,
siempre estoy a tu lado, y esta vez he venido para hablar a mis hijos, y
que escuchen mi palabra.
Que aunque mi palabra siempre sea la misma, es la verdad de mi
sufrimiento:
Hijo mío, es el brazo pesado de Dios el que caerá
sobre el mundo, destruyendo así el mundo como destruyó a Sodoma y Gomorra
hijo mío.
(2)
Es tan triste, ¿verdad? Y el mundo no
quiere darse cuenta; está con sus ojos cerrados para Dios. Y sus oidos
abiertos para la voz del enemigo. Solo escucha al enemigo, y se deja
llevar por sus malas palabras, siendo mis palabras, hijo mío, las que dan
fé y fuerza al corazón.
Y el mundo rechaza al Señor; y el Señor,
hijo mío, es misericordioso y bueno; pero nunca hay que olvidar que
también es justo y severo. ¡Pobre mundo!
Pedidme hijos míos.
PUBLICO:
Santa Madre mía, una vez más te pido misericordia por las almas
nuestras, si la merecemos; por los que estamos aquí, y por todos tus hijos
que están por el mundo entero, Madre mía. Pido perdón por todos, Madre
mía.
La Madre: Que se haga la Voluntad del Señor Yahvé. Seguid pidiendo.
PUBLICO: ¡Madre!
La Madre: Dime.
PUBLICO: Por la salvación de nuestras almas, y nuestra purificación.
La Madre:
Sed fuertes y rezad, si no rezáis y no
cumplís con los mandamientos, vuestras almas no llegarán hasta el Padre.
Y eso es tan triste. ¡Mírame hijo mío, y sufre conmigo! Yo soy tu madre
hijo mío. Yo soy aquélla que llora por este mundo; sufre conmigo. Seguid
pidiendo.
PUBLICO: ¡Madre!
La Madre: Dime.
PUBLICO:
Te doy gracias por lo de esta mañana, por aquellos dos que me atacaron;
no creo que les llegara a ofender, me dijeron que porqué Dios nos tiene
que castigar a nosotros. Yo les dije si rezaban el Rosario...
La Madre:
Esa pregunta tiene una fácil respuesta: Que,
¿qué mal ha hecho el mundo para que Dios le castigue?
¡Mírame hijo mío, aquí está esa prueba! Tú ves cómo mi corazón está
cercado de espinas, tú ves cómo sangra. (2)
Tú ves cómo lloro; tú ves cómo yo voy
vestida. Esta es la respuesta. ¡Pobres almas! Pero aquí, hijo mío, no
harán ningún daño, porque aquí está la verdad.
Seguid pidiendo.
PUBLICO:
También me han dicho, Madre, que ¿porqué Dios no hace un milagro? Yo le
he dicho que temo a Dios, no a los humanos. A Dios hay que temerle.
La Madre:
A Dios no se le exige hijos míos, solo se deja que se cumpla su
Voluntad. Nunca hay que pedirle que haga un milagro. Sino que se cumpla su
Voluntad, porque su Voluntad es santa. Seguid pidiendo.
PUBLICO: Santísima Madre, yo escuché un mensaje que es del veintisiete de
Mayo (1), Madre mía, y hay veces que llego a una confusión;
Porque cuando dice tu divino Hijo Jesús que empezará en una noche muy
fría, truenos, y que luego habla de la Cruz. Pero yo no se, Madre mía, si
la Cruz será durante la noche y el día, o la Cruz es después.
La Madre: Hijo mío:
"Esa
Cruz saldrá antes de que todo eso ocurra. Ocho días antes esa Cruz
saldrá. Y a partir de ese día que saldrá la Cruz, Yo avisaré desde
cualquier lugar donde Yo estoy, que todo ha llegado."
PUBLICO:
Santa Madre, esto que yo he estado leyendo esta mañana..., ¿esta
profecía se refiere a Santiago Apóstol?
La Madre:
Hijo mío, ya lo sabrás, porque también es importante; pero ya lo
sabrás. Y tú hijo mío, camina por este mundo, y como ya enseñaron tus
ángeles, que tu mente solo esté fijada en el Señor, porque tú has nacido
para servir al Señor, hijo mío.
Y tú siempre estarás sirviendo al Señor. Hijo mío, hay muchas almas
que se olvidan de tí, y siguen a otras almas que no son casi nada, hijo
mío. Y esas almas no saben que de tus manos saldrá la salvación para
ellos, y para todo el mundo.
San Juan Evangelista, tu hermano hijo mío, vendrá a tu lado, él será
quien más te ayude al lado de tu familia. En este mundo tu familia y San
Juan Evangelista, serán los que más te ayuden en este mundo. Nunca lo
olvides. Adiós hijos.
PUBLICO: Adiós Madre.
Padre Eterno: Adiós hijos.
PUBLICO: Adiós Padre.
El Maestro: Adiós hijos.
PUBLICO: Adiós Maestro.
El Hermano: Adiós hermanos
PUBLICO: Adiós Hermano.
El Hermano:
Que la Paz del Señor y la fuerza del Guerrero, quede con todos
vosotros.
PUBLICO: Que así sea hermano.
El Hermano: Ave María purísima.
PUBLICO: Sin pecado concebida.
El Hermano: Adiós hermanos
PUBLICO: Adiós Hermano.___
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(1),
(2) Esto provoca controversia, pero es fácil
de explicar: Dios no se inventa "castigos" para torturarnos, lo provocamos
nosotros con nuestros pecados y errores. Es energía, una fuerza
magnético-espiritual que pende sobre nosotros... hasta que alguien (Jesús,
su Madre, los santos, los grandes Maestros, las almas víctimas) la
transmutan. ¡Es la Ley, el brazo de la Ley!
Este proceso de transmutación ("purificar las
espinas") no se puede realizar sin un inmenso dolor. La
situación actual es tan grave y está tan degenerada, que solo se puede
mantener con muchísimo sufrimiento y muchísimo dolor, por parte de las
almas víctimas.
Si María y Jesús dejan caer el brazo de Dios, el peso de la Ley caerá
sobre nosotros, y TODO será destruido, "menos las
almas que amen al Señor", dijo un mensaje.
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