Todo
hombre está obligado a buscar la verdad por su propio bien: debe buscarla con un
corazón sencillo, porque el entendimiento y los sentidos pueden engañarse; pero
un corazón sencillo, aunque pueda ser engañado, no engaña jamás. La verdad no
debe buscarse entre los hombres, sino en la naturaleza; esta es la fuente de
todo o que existe, su lenguaje no es confuso y variable como el de los hombres y
el de sus libros. Los hombres hacen libros, pero la naturaleza hace las cosas.
Fundar la verdad en un libro, es como fundarla en un cuadro o en una estatua,
que no puede interesar mas que a un país y que el tiempo altera cada día. Todo
libro es el arte de un hombre, pero la naturaleza es el arte de Dios.
Así pues, la naturaleza puede servir para rectificar
los errores en que abundan tan frecuentemente los libros. En verdad que nada es
tan curioso para cualquiera que haya leído en las flores, como ver los esfuerzos
que han hecho los autores mas ingeniosos para obligar a las criaturas mas
sencillas y puras, a que se acomoden con las fórmulas mas pomposas, con los
periodos resonantes de una literatura inflada. ¡Error singular! El lenguaje del
alma es conciso, no admite hinchazón. Entre dos hombres, uno que habla mucho y
otro que sabe callar, no será muy difícil elegir el que piensa; dos amigos que
padecen, están horas enteras sin hablarse. ¿Y qué conversación podría equivaler
al comercio del pensamiento en el idioma de la desgracia? Además, para explicar
la sencillez que debe reinar en una correspondencia floral, basta remontarse a
las fuentes de la ciencia simbólica. Ha dicho un sabio que su origen se pierde
en la noche de los tiempos, y parece inherente a la cuna de la humanidad; los
cultos mas antiguos se sometieron a sus leyes, las artes del dibujo, de la
arquitectura, de la estaturia y de la pintura nacieron bajo su influencia, y la
escritura primitiva fue también una de sus aplicaciones.
Las flores se han empleado de tres maneras, a saber:
trópica, enigmática y homónimamente. Cuando se designa la riqueza; con el trigo,
se simboliza el efecto por la causa. Escogiéndose al Narciso, para pintar el
egoísmo, se ha imaginado un verdadero enigma, cuyo sentido estará oculto para
aquellos a quienes un estudio especial de la mitología no haya instruido de la
suerte del ingrato amante de Eco, y por último pintado el pensamiento, por la
flor así llamada, el empleo ha sido puramente homónimo.
Se ha hablado ya de lo que toca al análisis, digamos
algo de la sintaxis. No basta saber cual es la significación emblemática
asignada por el uso a tal o cual flor; también es necesario variar las
circunstancias del uso de esta, de tal modo que exprese exactamente las diversas
modificaciones del pensamiento; en una palabra, es absolutamente preciso conocer
las reglas de la gramática floral; son sencillas y poco numerosas.
Sustantivo. - Siendo el objeto de este nombre
designar todo lo que existe por sí mismo, pero de una manera general e
indeterminada, convendrá expresarlo siempre por medio de una flor con su rama y
sus hojas, es decir, en el estado en que la naturaleza presenta con mas
frecuencia el ejemplo: una rosa amarilla guarnecida de hojas quiere decir
infidelidad; una flor de Mayo, belleza virginal.
Adjetivo. - Como este indica siempre la calidad o
el modo de ser del sustantivo, para expresarlo se emplearán las flores en en su
estado natural, esto es, con sus hojas, pero cuidando duplicarlas: dos rosas
amarillas con sus hojas quieren decir infiel.
Verbo. - El verbo entra en todas las frases para
formar el nudo de nuestros pensamientos, y expresar la relación que estos tienen
con el pasado, el presente y el futuro. Se expresará en todas sus modificaciones
por la flor con su pedúnculo desprovisto de hojas, es decir, sola y desnuda. Los
tiempos del verbo se designan así:
Presente, con una flor abierta.
Pasado, con una flor con semilla; o cuando sea
imposible encontrarla en este estado, con una flor desprovista de algunos
pétalos.
Futuro, con una flor y su botón.
Infinitivo, con dos flores semejantes desprovistas de
hojas.
Imperativo, con tres flores en el mismo estado.
Condicional, este tiempo se expresa por un ramo
de la planta simbólica, desprovisto de flores, que se agrega a la propia flor
simbólica. Por ejemplo, un lirio blanco acompañado de un ramo con sus hojas,
querrá decir: Si usted no hubiera olvidado.
Falta indicar el medio de designar los pronombres
personales: la hoja separada de la rama está destinada a hacer este papel:
Yo me . . . . . . . . . . Una hoja sola.
Tu te . . . . . . . . . . . Dos hojas.
Él le . . . . . . . . . . . Tres hojas.
Nosotros nos . . . . . Cuatro hojas.
Ellos les . . . . . . . . Cinco hojas.
Ejemplo: Yo te amo con una amistad durable. Esta
oración se construirá del modo siguiente: Yo amo (verbo en la primera persona
del tiempo presente; una flor de mirto abierta y sin hojas, acompañada en su
base de una hoja suelta); con amistad (sustantivo, una rama de hiedra); durable
(adjetivo, dos flores de coronilla silvestre con sus hojas). El pronombre te se
suprime, porque la oración se ha dirigido a otra persona únicamente; así, pues,
el pronombre que sirve para designar a la persona a quien se habla, puede quedar
sub-entendido todas las veces que no es determinante en el verbo.
Trataremos ya de completar los principios del lenguaje
de Flora. Comenzamos exponiendo los elementos de la gramática general; ahora
vamos a dar a conocer la sintaxis floral, esto es, la construcción de las frases
y el arreglo de los símbolos.
Sabido es que el lenguaje de las flores fue
perfeccionado por los moros; este pueblo amigo de las artes, al cual negaba su
religión para el ornato, el uso de los tipos tomados de la naturaleza viviente,
debió llenar el vacío que resultaba de esta prohibición, con el uso de las
divisas sacadas de los libros religiosos o de los escritos de los poetas. Por
una consecuencia muy general, las flores emblemáticas fueron empleadas con
frecuencia por los orientales en un sentido general y aplicadas en mazos a los
adornos de sus fiestas.
La construcción material de un ramillete simbólico es
bastante fácil, particularmente para una mujer. Para descubrir el modo de
ejecutarla, una sola palabra bastará, el ramillete debe estar dispuesto con
gusto. Subordinado el orden de las flores al de las ideas, pudiera suceder con
frecuencia que los grupos se encontraran forzadamente en oposición al orden
natural, que exige que las flores mas grandes ocupen el centro del ramillete, y
las mas ligeras su circunferencia. Además de esto, no debe perderse de vista el
principio proclamado ya respecto de la gramática; el lenguaje de las flores es
sencillo y conciso: un ramillete no deberá aspirar nunca a llenar las
dimensiones de un discurso: se podrá entender, cuando mas, a abrazar el conjunto
de varias frases, y estas deben distinguirse fácilmente por su arreglo y por la
solidez del lazo o nudo que las sujeta.
Si se hubieran querido expresar en el lenguaje de Flora
esos eternos verbos auxiliares, cuya repetición constantemente tiene lugar en el
discurso, fácil es concebir a que proporciones hubiera podido llegar un
ramillete emblemático, y cuanta dificultad presentaría para volver a encontrar
en el los símbolos perdidos entre semejante haz de flores insignificantes. La
gramática de los campos no solamente ha suprimido los verbos auxiliares, sino
también la mayor parte de los que sirven para ligar entre sí dos pensamientos,
subordinados uno a otro.
El lenguaje de las flores no tiene pronombre posesivos,
y en las frases en que estos entran, dan a conocer su acción por medio los
pronombre personales.
Para más claridad siguen unos problemas florales que
será fácil resolver, penetrándose de lo que queda dicho.
Tu amistad hace mi dicha; tus virtudes son el lazo que me une a ti para toda
la vida.
Tu . . . . . . . . . . . . Dos hojas de hiedra.
Amistad . . . . . . . . Una rama de hiedra.
Hace mi . . . . . . . . Una hoja de artemisa.
Dicha . . . . . . . . . . Una rama de artemisa.
Estos diferentes miembros del ramillete estarán sujetos
con una cinta blanca, signo de pureza, un lazo o nudo indica que todo forma un
sentido completo.
Tus . . . . . . . . . . . Dos hojas de hierbabuena.
Virtudes . . . . . . . Una rama de esta planta.
Son el lazo . . . . . Una rama de madreselva.
Que me une a . . . Frase completiva.
Ti para . . . . . . . . . Sin símbolo.
Toda la vida . . . . . Rama de alfalfa.
La misma atadura abraza esta segunda frase y se fija
además al fin con un nudo.
¿Me amarás constantemente?
¿Me amarás . . . . . . Una hoja de mirto con un botón y una flor de la misma
planta.
constantemente? . . Una rama de manzanilla.
Atadura de cinta verde para indicar esperanza.
El falso brillo de la riqueza no podrá engañar al sabio, él prefiere un feliz
reposo a los tormentos del poder.
El falso brillo . . . . . . . . . . . . Una rama de geranio escarlata.
De la riqueza . . . . . . . . . . . . Una espiga de oro.
No podrá engañar . . . . . . . . Dos flores de orégano.
Al sabio . . . . . . . . . . . . . . . Dos tallos de morera.
Cinta azul anudada después de la espiga de trigo,
vuelta a la inversa sobre las flores de orégano y vuelta a su estado natural
para concluir este primer periodo de la frase.
Él prefiere . . . . . . . . . . . . . . Tres hojas de clavel rosado y una flor
abierta.
Un feliz . . . . . . . . . . . . . . . . Una rama de artemisa.
Reposo . . . . . . . . . . . . . . . . Una flor de vainilla.
A los tormentos . . . . . . . . . . La misma planta (significación inversa).
Del poder . . . . . . . . . . . . . . Azucena.
En Europa, cuando llega la estación del invierno en que
generalmente se acaban las flores en los países fríos, quedando solamente en los
invernáculos, se pueden formar ramilletes artificiales de dos maneras: una es
valiéndose al efecto de flores fingidas que se ejecutan con toda perfección;
otra es por medio de la pintura, que igualmente imita las bellezas de la
naturaleza.
La necesidad puede algunas veces anticipar
singularmente nuestros progresos en este particular; he aquí la prueba: "Yo era
joven, cuenta un viajero, y estaba poco iniciado en las sutilezas del idioma de
las flores; viajando solo por unos países divididos a causa de las discordias de
una multitud de jefes ambiciosos, se creyó que yo era un espía y me retuvieron
cautivo en una aldea, que la suerte de las armas había maltratado recientemente.
El hombre inculto es malvado cuando se ve en desgracia; mi muerte fue decretada
como por represalias. Esperando mi suerte, vi caer un día a mis pies la flor de
la artemisa y la caléndula fluvial; una significaba presagio, la otra felicidad.
¿Se necesitaba mas para que concibiera yo la esperanza de mi libertad? Me
suspendí a los barrotes de la estrecha abertura que me servía de ventana, y
alcancé a ver una muchacha que se alejaba; un dedo que puso en su boca, parecía
aconsejarme la discreción; sin embargo, no pude dejar de permanecer bastante
tiempo en la posición que había tomado, para considerar bien a la que se
interesaba en mi felicidad; era hermosa, pero no sé que tristeza se veía grabada
en su fisonomía que inspiraba compasión y parecía indicar que era desgraciada.
Se pasó el día siguiente sin ver a mi libertadora, pues mi corazón se complacía
en darle ese nombre; mas a eso de media noche oí gritar con voz desentonada al
hombre que guardaba la puerta de mi prisión: ? ¡Cómo es eso, loca! ¿Estás
enamorada del hombre que debe morir? ¿Qué quiere decir ese ramillete?... Dámelo
acá; ? pero llena de agilidad la muchacha, lo lanzó y vino a caer junto a mi, lo
mismo que el primero. ¡Con que impaciencia esperé la llegada del día! El olfato,
el tacto quisieron adivinar mil veces lo que los ojos solo podían leer; en fin,
con los primeros rayos del sol descubrí la islera de los Alpes, el sonchus de
Laponia, el álamo negro, el hinojo y el ciruelo silvestre; su disposición
expresaba, que el jueves a la una de la madrugada el valor y la fortaleza te
volverán a hacer independiente. El día siguiente era jueves, ¡qué largas me
parecieron las horas, de cuántos minutos se hubieran compuesto si yo hubiera
debido calcularlas por las pulsaciones de mis arterias! Por último, llegó el
momento; primeramente había oído el ruido de las armas, en seguida el pacífico
choque de los vasos y todo parecía haber vuelto a sumergirse en el silencio,
cuando un crujido en el rincón más oscuro de mi escondrijo llamó mi atención; la
puerta secreta acababa de abrirse, y la muchacha del ramillete entró con aire
resuelto; me puso en las manos un puñal, después encendiendo una haz de
sarmientos que traía, me llevó consigo. Cuando se vio que las llamas habían
alcanzado el techo de la prisión, ya nosotros estábamos lejos sin haberse
esparcido la alarma; los guardias dormían el sueño de la embriaguez."
Luego que el viajero se vio libre, pudo notar que aquel
ángel del cielo, destinado para su libertad, era una joven que desde sus mas
tempranos años corría la misma suerte, y que había concebido la humanitaria idea
de fingirse loca, para consagrarse a salvar a los infelices que caían en manos
de aquellas hordas de bandidos que no se atrevían a castigar a los locos, por
las empresas audaces que les vieran intentar. La joven marchó inmediatamente a
su cabaña a fingir un sueño que jamás disfrutaba y a preguntar al siguiente día,
con aire estúpidamente bárbaro, si las llamas habían respetado los huesos del
prisionero. |