Los Animales tienen La Palabra...

Animalistas Célebres

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Fernando Vallejo



Caracas, 2 de agosto de 2003
Palabras en la entrega de la XIII edición del Premio Internacional de
Novela Rómulo Gallegos al escritor colombiano Fernando Vallejo, el sábado 2 de
agosto de 2003 en la sede del Centro de Estudios Latinoamericanos
Rómulo Gallegos (Celarg), Caracas, Venezuela.

(Donó el premio, 100.000 $ a la Sociedad Protectora de Animales de Venezuela)

"Quiero que creen una fundación dedicada a velar por los animales, que yo les doy la plata; pero eso sí, el aviso tiene que decir: Consultorio para perros pobres".

La controvertida donación de cien mil dólares del escritor Fernando Vallejo para los perros callejeros de Caracas no fue accidental. Él y su familia completan 15 años velando por la suerte de los animales desamparados de Medellín (Colombia).

http://www.cromos.com.co/4465/actualidad1.htm


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Palabras en la entrega de la XIII edición del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos al escritor colombiano Fernando Vallejo, el sábado 2 de agosto de 2003 en la sede del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg), Caracas, Venezuela.

Amigos que me acompañan esta noche tan notable de mi vida: Como ustedes, o la mayoría de ustedes, yo nací en la religión de Cristo y en ella me bautizaron. Pero en ella no me pienso morir. Si Cristo es el paradigma de lo humano, la humanidad está perdida.

En el evangelio de San Mateo está la parábola de los labradores del campo: que el dueño de la tierra les paga al final del día igual a los que contrató al amanecer que a los que contrató a mediodía o al anochecer. Y cuando los que llegaron al amanecer se quejan y le dicen: «Patrón, ¿cómo nos vas apagar igual a los que trabajamos diez horas que a los que no trabajaron
ni una», el patrón les contesta: «Los contraté por tanto y eso les estoy pagando, ¿de qué se quejan?»

Con lo viejo que estoy y lo mucho que he vivido nunca he podido entender esta parábola. Se me hace inconsistente, caprichosa, y su personaje un arbitrario. A los que llegaron al final del día les tendría que haber pagado menos, ¿o no? O más a los que llegaron temprano. Pero como él era el dueño de la tierra y el que ponía las condiciones... ¿Hay que trabajar, o no
hay que trabajar? ¿Hay que contratar, o no hay que contratar? El mensaje de la parábola no está claro. ¿Qué dirán de ella los comunistas? Me hubiera gustado que Castro se la hubiera comentado al Papa.

Yo, si les digo la verdad, no soy partidario de darles trabajo a los demás porque después dicen que uno los explota. Y me pongo siempre, por predisposición natural, del lado del patrón y no de los trabajadores. ¡Ay, los trabajadores! ¡Qué trabajadores! Viendo a todas horas fútbol por televisión, sentados en sus traseros estos haraganes. ¡Que les de trabajo el gobierno o sus madres! O la revolución, que es tan buena para eso. Y si no vean a Cuba, trabaje que trabaje que trabaje. En Cuba todo el mundo trabaja.¡Pero con las cuerdas vocales!

Pero volvamos a Cristo y a su parábola. ¿No está reflejada en ella laprepotencia de Dios, que da según se le antoja, según su real gana? ¿Que a mí me hace humano para que aspire a la presidencia, y a la rata la hace rata para que se arrastre por las alcantarillas y a la culebra culebra para que se arrastre por los rastrojos? A ellas les está dando menos que a mí. ¿Por qué? ¿O no será que es al revés, que a mí da la carga, el horror de laconciencia? Si es éste el caso, entonces la injusticia la está cometiendo conmigo y no con ellas.

También está en los evangelios el episodio de los mercaderes del templo a quienes Cristo expulsó furioso a latigazos porque estaban vendiendo adentro sus baratijas. Si Cristo no quería que los mercaderes comerciaran en eltemplo, ¿por qué no los hizo ricos para que no tuvieran qué trabajar? ¿O por qué no les dio local propio, una tienda? ¿No era pues el hijo del
Todopoderoso? ¡Le habría podido mover el corazón a su papá! ¿Y cómo es eso de que el paradigma de lo humano pierde los estribos y se deja llevar por la rabia? En México dicen que el que se enoja pierde. Yo no sé.

¿Y por qué resucitó a Lázaro y sólo a él y no también a los demás  muertos?¿Y cómo supo que Lázaro quería volver a la vida? A lo mejor ya estaba tranquilo, por fin, en la paz de la tumba. ¿Y para qué lo resucitó si tarde que temprano Lázaro se tenía que volver a morir? Porque no me vengan ahora con el cuento de que Lázaro está vivo. Un viejito como de dos mil años.
 

No, Lázaro se volvió a morir y Cristo no lo volvió a resucitar. ¿Por qué esas inconsecuencias? ¡Una sola resurrección no sirve! Si nos ponemos en plan de dar, demos; y en plan de resucitar, resucitemos. Y si resucitamos a uno, resucitémoslos a todos y para siempre. Así a los seis mil millones de Homos sapiens que hoy poblamos la tierra les sumamos otros tantos por lo
bajito. ¿Con doce mil millones no se contentará este Papa? ¿O querrá más? ¿Doce mil millones copulando sin condón cuántos producen al año? A ver, saque cuentas, Su Santidad. ¿Dónde los va a meter? ¿En el Vaticano?

Pero esto en realidad a mí no me importa. Que se hacinen, que se amontonen, que copulen, que se jodan. A mí los que me duelen son los animales. A ver,¿cuántos hay en los evangelios? Hay una piara de cerdos donde dizque se metió el demonio. Un camello que no pasará por el ojo de una aguja. Una culebra símbolo del mal. Y un borriquito, en el que venía Cristo
montado el domingo de ramos cuando entró en triunfo a Jerusalén. ¿Y qué palabra de amor tuvo Cristo para estos animales? Ni una. No le dio el alma para tanto. ¡Cómo va a estar metido el demonio en un cerdo, que es un animal inocente! A
los cerdos, en Colombia, en navidad, los acuchillamos para celebrar el nacimiento del Niño Dios. Todavía me siguen resonando en los oídos sus aullidos de dolor que oí de niño. El demonio sólo cabe en el alma del hombre. ¿No se dio cuenta Cristo de que él tenía dos ojos como los cerdos, como los camellos, como las culebras y como los burros? Pues detrás de
esos dos ojos de los cerdos, de los camellos, de las culebras y de los burro también hay un alma.

Cristo viene de la religión judía, una de las tres semíticas, a cuál más mala. Las otras son el cristianismo, que él fundó, y el mahometismo, que fundó Mahoma. A estas dos religiones o plagas pertenece hoy la mitad de la humanidad: tres mil millones. Tres mil millones que se niegan a entender que los animales también son nuestro prójimo y sienten el dolor y tienen
alma y no son cosas. Dos mil años llevamos de civilización cristiana sin querer ver ni oír, haciéndonos los desentendidos, atropellando a los animales, cazándolos por sus colmillos o sus pieles, experimentando con ellos, inoculándoles virus y bacterias, rajándolos vivos para ver cómo funcionan sus órganos y sus cerebros, maltratándolos, torturándolos, vejándolos,
enjaulándolos, asesinándolos, abusando de su estado de indefensión, con la conciencia tranquila y la alcahuetería de la Iglesia y la indiferencia de Dios. Por algo está la Biblia llena de corderos que el hombre sacrifica en el altar de Dios regándolo con su sangre. ¿En qué cabeza cabe sacrificar aun cordero, que es un animal inocente que siente y sufre como nosotros,
en el altar de Dios que no existe? Y si existe, ¿para qué querrá la sangre de un pobre animal el Todopoderoso?

Los animales no son cosas y tienen alma y no son negociables ni manipulables y hay una jerarquía en ellos que se establece según la complejidad de sus sistemas nerviosos, por los cuales sufren y sienten como nosotros: la jerarquía del dolor. En esta jerarquía los mamíferos, la clase linneana a laque pertenecemos nosotros, está arriba. Mientras más arriba esté un
animal en esta jerarquía del dolor, más obligación tenemos de respetarlo. Los caballos, las vacas, los perros, los delfines, las ballenas, las ratas son mamíferos como nosotros y tienen dos ojos como nosotros, nariz como nosotros, intestinos como nosotros, músculos como nosotros, nervios comonosotros, sangre como nosotros, sienten y sufren como nosotros, son
comonosotros, son nuestros compañeros en el horror de la vida, tenemos que
respetarlos, son nuestro prójimo. Y que no me vengan los listos y los
ingeniosos que nunca faltan a decirme ahora, para justificar su forma
de
pensar y de proceder, que entonces no hay que matar un zancudo. Entre
un
zancudo y un perro o una ballena hay un abismo: el de sus sistemas
nerviosos.

Varias veces al año las playas de las islas Faroe (al norte de
Dinamarca) se
transforman en campos de matanza de ballenas. Grandes grupos de
ballenas son
guiados hacia ellas y atacados desde las embarcaciones balleneras y
sacrificados sin misericordia. Primero les entierran un garfio metálico
de 5
libras de peso, luego les cortan la médula espinal con un cuchillo
ballenero
de 6 pulgadas. El gancho se lo entierran varias veces hasta que las
pueden
enganchar bien para empezar a cortar. Como por instinto las ballenas
luchan
violentamente en medio de su agonía, es casi imposible matarlas con un
solo
corte. Deben soportar y sufrir varios antes de morir. A los nórdicos
ahora
se les han venido a sumar los japoneses. ¡Los japoneses! Los de Pearl
Harbor, los que en la Segunda Guerra Mundial les hicieron a los chinos
y a
los coreanos ver su suerte. Ahora cazando ballenas. ¡Cómo vamos a
comparar a
un japonés —que es un hombrecito bajito, feíto, amarillo, cruel— con
una
ballena que es un animal grande y hermoso!

Y los delfines, los otros mamíferos acuáticos, que protegen a los
náufragos
de los tiburones: en los últimos cuarenta años hemos matado setenta
millones.

El dolor es un estado de conciencia, un fenómeno mental y como tal
nunca puede ser observado en los demás, se trate de seres humanos o de animales.


Cada quien sabe cuándo lo siente, pero nadie se puede meter en el
cerebro
ajeno para saber si lo está sintiendo el prójimo. Que los demás lo
sienten
lo deducimos de los signos externos: retorcimientos, contorsiones
faciales,
pupilas dilatadas, transpiración, pulso agitado, caída de la presión
sanguínea, quejas, alaridos, gritos. Pues estos signos externos los
observamos tanto en el hombre como en los mamíferos y en las aves.
Aunque la
corteza cerebral está más desarrollada en nosotros y este mayor
desarrollo
es el que nos permite el uso del lenguaje, el resto del cerebro en
esencia
es el mismo en todos los vertebrados pues todos procedemos de un
antepasado
común. Así las estructuras cerebrales por las que sentimos el hambre,
la
angustia, el miedo, el dolor, las emociones son iguales en nosotros que
en
el simio, en el perro o en la rata. ¿Cuántos millones de simios, de
perros y
de ratas hemos rajado vivos para llegar a estas conclusiones?

Los genomas del gorila y del orangután coinciden en el 98 por ciento
con el
humano, y el del chimpancé en el noventa y nueve. Y el ciclo menstrual
de la
hembra del chimpancé es exacto al de la mujer. Ya lo sabemos, somos
iguales
a ellos, ¿cuánto tiempo más nos vamos a seguir haciendo los tontos? Y
los
que duden de que los simios son como nosotros, mírenles las manos y
mírenlos
a las caras y a los ojos. No hay que saber biología molecular ni
evolutiva
ni neurociencias para descubrir el parentesco. Sólo hay que abrir el
alma. Y
sin embargo candidatos altruistas al premio Nobel de medicina, médicos
y
científicos generosos, siguen experimentando con ellos, con los
chimpancés y
los mandriles y los macacos inoculándoles el virus del sida dizque para
producir una vacuna dizque para salvar dizque a la humanidad.
¡Mentirosos!
¡Pendejos! La humanidad no tiene salvación, siempre ha estado perdida.
Que
se jodan los drogadictos de jeringa y los maricas si se infectaron de
sida,
suya es la culpa. Y dejen tranquilos a los simios. En la medida en que
nos
parezcamos a ellos no podemos tocarlos, y en la medida en que no, ¿para
qué
experimentar con ellos? ¿Para qué si no sienten, si son objetos, si son
cosas inertes sin alma?

En el siglo XIX Pío Nono (el que convocó un concilio vaticano para
elevar a
dogma su infalibilidad, la infalibilidad del papa) prohibió que se
abriera
en Roma una Sociedad Protectora de Animales arguyendo que los animales
no
tienen valor intrínseco y que lo que hacemos con ellos no tiene que ser
gobernado por consideraciones morales. Desde entonces esta inmoralidad
es la
norma en los países católicos. Con la conciencia tranquila, sin poner
en
riesgo nuestra salvación eterna, podemos cazar impunemente a los
animales
para hacer teclas de piano con sus colmillos, adornos con sus
caparazones y
abrigos con sus pieles; experimentar con ellos e inocularles cuantas
bacterias y virus se nos antoje; encerrarlos de por vida en jaulas,
practicar la vivisección en ellos, torturarlos en las galleras, en las
plazas de toros y en los circos, transportarlos como bultos de cosas
bajo el
sol ardiendo sin importarnos su sed y acuchillarlos en los mataderos,
porque
ellos no son como nosotros ni sienten el dolor. ¿En qué círculo del
infierno
te estarás quemando, Pío Nono, cura bellaco? ¿Me alcanzarás a oír desde
abajo? En las vacas acuchilladas en los mataderos de este mundo se
revive
día a día la pasión de tu Cristo. El mismo dolor, la misma angustia, el
mismo miedo que él sintió colgado de una cruz lo sienten ellas cuando
las
acuchillan, así las pobres, las humildes, no se digan hijas de Dios. Y
su
sangre es igual a la suya: hemoglobina roja. Todo es cuestión de
bioética,
un sentido que no han desarrollado en lo más mínimo papas ni
cardenales,
curas ni obispos. ¿Cómo pueden ser los guías de una sociedad estos
inmorales?

Los que cazan animales para quitarles las pieles, los «tramperos», los
agarran en trampas metálicas que les destrozan las patas. Luego les
introducen un palo en el hocico abierto por la angustia de la agonía, y
herido e inmovilizado el animal, pisándole las patas traseras lo
asfixian
por presión en el cuello y en la caja torácica. Toda la paciencia y la
calma
para producirles la muerte sin ir a maltratar la mercancía.

¡Y los musulmanes, estos devotos de Alá! Hoy andan los iraquíes muy
ofendidos con los gringos porque irrumpen en sus casas con perros a
buscar
armas. ¡Con perros, qué ofensa, qué horror! Si un perro toca a un
iraquí con
el hocico, lo saló de por vida porque el perro es un animal sucio,
impuro.
¡Ay, tan puros ellos, tan inodoros, tan limpiecitos! Arrodillados rumbo
a la
Meca con los zapatos apestosos afuera y los traseros al aire. Si
supieran
estos asquerosos que mis dos perras me despiertan todos los días con
besos...

¡Y los indómitos afganos con los que no pudo ni Alejandro Magno, pero
que
cayeron en veinte días hace un año y se pusieron de moda! También son
de los
que ponen a pelear a los perros. ¿Por qué no pondrán más bien a pelear
a sus
madres estos esbirros de Alá? Que les quiten los velos y el bozal a
esas
viejas paridoras y que se saquen el alma a dentelladas.

Mahoma es un infame. Un sanguinario, un lujurioso. Tuvo quince mujeres:
catorce concubinas y una viuda rica con que se casó para explotarla. Y
este
mantenido lúbrico que ni siquiera hacía milagros, que despreciaba a los
animales pero que se reproducía como ellos, propagó su religión con la
sangre y con la espada. Hoy esa espada pesa sobre medio mundo. Los
ayatolas
y los imanes y demás clérigos rabiosos del Islam ladran desde sus
mezquitas.
Ladran, pero dizque no son perros.

Las corridas de toros, las peleas de perros, las peleas de gallos, el
tráfico con los animales, las tortugas de la Amazonia convertidas en
objetos
decorativos de carey y los zorros y los caimanes cazados para hacerles
abrigos con sus pieles a las putas y cinturones y zapatos a los maricas
y a
las respetables señoras de la más alta sociedad que van a misa los
domingos.
¿Y qué dice de todo esto el Papa? ¿Por qué no excomulga a los que
participan
en esos espectáculos infames? ¿Y a los maestros de biología que
practican la
vivisección y rajan sapos vivos en las escuelas dizque para enseñarles
a los
niños el funcionamiento del sistema nervioso? ¿Y a los que torturan
animales
en los circos? ¿Por qué no dice nada de las vacas y los toros y los
terneros
y los cerdos acuchillados en los mataderos? El que viaja en jet privado
y
habita en palacios y castillos atendido como un rey con Guardia Suiza
no
dice una palabra. No levanta su voz. Calla. Este Papa besapisos es un
alcahueta de la infamia. Y se entiende, es el derecho canónico, es su
Iglesia, su tradición, la de Pío Nono, el infalible. Hoy le pide perdón
a
Galileo, al que iban a quemar vivo en una hoguera, porque la tierra
siempre
sí resultó girando en torno al sol, y a los protestantes y a los
musulmanes
y a cuantos combatió y masacró su Iglesia. Ya vendrá otro como él
cuando el
actual se muera a pedir perdón por las iniquidades y las
irresponsabilidades
de éste.


Francisco Sesto, viceministro de Cultura,
y Fernando Vallejo en la entrega del Premio
Dios no existe. Dios es un pretexto, una abstracción brumosa que cada
quien
utiliza para sus fines y acomoda a la medida de su conveniencia y de
sus
intereses. Caprichosa, contradictoria, arbitraria, inmoral, la religión
cristiana no tiene perdón del cielo, si es que el cielo es algo más que
el
atmosférico. Una religión que no considera a los animales entre nuestro
prójimo es inmoral. Por inmoral hay que dejarla. A los que están en
ella no
les pido, sin embargo, que la dejen porque ya sé lo que es el vacío de
la
vida y el espejismo del cielo y la fuerza de la costumbre. Pero
entonces
sean consecuentes y aprendan de Cristo: no se reproduzcan, así como él
no se
reprodujo; y absténganse de la cópula con mujer, así como él se
abstuvo.

El 1º de septiembre de 1914 a las 5 de la tarde murió la última paloma
migratoria en el zoológico de Cincinnati. Ya acabamos con las palomas
migratorias, con el tejón rayado, con la musaraña marsupial, con el
potoro
de Gaimard, con el kanguro-rata achatado, con el balabí de Toalach, con
el
lobo de Tasmania, el bisonte oriental, el bisonte de Oregón, el carnero
de
Canadá, el puma oriental, el lobo de la Florida, el zorro de orejas
largas,
los osos Grizzli, el asno salvaje del Atlas, el león de Berbería, el
león de
Caba y el león de Cuaga, la cebra de Burchell y el blesbok. Ya no
existen
más, a todos los exterminamos. ¡Qué bueno, benditos sean! ¡Qué bueno
que se
murieron y se acabaron! Especie que se extingue, especie que deja de
sufrir,
especie que no vuelve a atropellar el hombre. ¡Y que se jodan los
ecologistas que ya no van a tener bandera para que los elijan al
parlamento
europeo! Al ritmo a que vamos dentro de unos años este planeta estará
habitado sólo por humanos. Entonces no tendremos qué comer, y en
cumplimiento de nuestra más íntima vocación nos comeremos los unos a
los
otros. ¿Y el papa, qué va a comer? ¡Que coma obispo!

El hombre no es el rey de la creación. Es una especie más entre
millones que
comparten con nosotros un pasado común de cuatro mil millones de años.
Cristo es muy reciente, sólo tiene dos mil. Al excluir a los animales
de
nuestro prójimo Cristo se equivocó. Los animales, compañeros nuestros
en la
aventura dolorosa de la vida sobre este planeta loco que gira sin ton
ni son
en el vacío viajando rumbo a ninguna parte, también son nuestro prójimo
y
merecen nuestro respeto y compasión. Todo el que tenga un sistema
nervioso
para sentir y sufrir es nuestro prójimo.

Gracias a Venezuela por el premio que me da, y por haberme escuchado y
concedido el privilegio de hablar desde esta tribuna, una de las más
altas
de América.

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El escritor Fernando Vallejo creó en Medellín un consultorio para perros pobres

El ganador del Rómulo Gallegos, polémico por su amor a los animales, entrega parte de las regalías de sus obras para los canes desamparados.

"Quiero que creen una fundación dedicada a velar por los animales, que yo les doy la plata; pero eso sí, el aviso tiene que decir: Consultorio para perros pobres".

Así les dijo a finales del 2003 a su hermano Aníbal y a Nora, la esposa de éste, quienes el primero de marzo pasado registraron ante la Cámara de Comercio de Medellín la Fundación San Martín de Porres, en el centrooccidente de la capital paisa, y con la finalidad prevista por el literato.

Desde que se le ocurrió la idea, su hermano y su cuñada exclamaron que la fundación debería tener otro nombre, pero Fernando Vallejo insistió en que debía llamarse 'consultorio' y solo se transó por el de San Martín de Porres. La razón: en Medellín existe hace 87 años la Sociedad Protectora de Animales San Francisco de Asís, pero como este santo, que hablaba con los animales, era europeo, al escritor se le metió en la cabeza que la entidad debía llevar el nombre del santo peruano, por ser suramericano y tener el poder de poner a comer en un mismo plato a un perro, un gato y un ratón.

Si bien el literato, que escribió La Virgen de los Sicarios, aporta su grano de arena desde Ciudad de México, donde está radicado desde 1965, aparece como miembro de la Junta Directiva junto a su hermano, su cuñada y su sobrina Silvia, la hija de la pareja.

Ellos son los únicos socios y fueron quienes emprendieron desde enero la labor, así fuera ambulatoria mientras conseguían sede, tanto para brindar atención veterinaria y esterilizar perros y gatos con amos de escasos recursos, como para promover la protección de animales.

"Con un cirujano que contratamos ya hemos esterilizado cerca de 100 perros de gente desplazada y animales callejeros porque Fernando lo quiere así", dijo Nora.

La compasión de Fernando Vallejo por los animales no es nada nuevo, pues desde mediados de los 80, junto a más de un centenar de personas en México, aparece en la lista de colaboradores del Refugio Franciscano de Toluca que a diciembre del año pasado albergaba 1.898 perros y 118 gatos.

"Mi amor por los animales empezó el día en que se me cayó de los ojos el velo infame de la religión cristiana en que me educaron y que me impedía verlos y sentir su dolor", explica.

Al respecto, su hermano agrega: "Fernando es muy solitario y sufre mucho con el maltrato de los animales. Allá en Ciudad de México le angustia ver esa cantidad de perros desamparados que reverberan por todas partes y por eso decidió colaborarles".

Es más, hace años adoptó una perrita 'criolla' llamada 'Kim', la misma que aparece en el documental sobre su vida La desazón suprema, y que un día cuando caminaba por las calles lo siguió hasta la casa y allí se quedó. Recientemente acogió a 'Quina', otra perrita 'criolla' que hace poco empezó a dormir en el garaje de su casa.

"Él hizo propia la lucha mía por proteger los animales callejeros", dice Aníbal, un artista plástico que un día, cuando era decano de la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia (U. de A.), al ingresar al alma máter se encontró un perro herido y lo llevó a la Sociedad Protectora de Animales.

Al ver el estado lamentable de sus instalaciones y las precarias condiciones de los perros, se convirtió en defensor de los animales callejeros y desde 1989 es el representante legal de esta entidad. En 1992, el escritor le dijo: "Aníbal, todavía hay plata de las regalías de derechos de autor en Alfaguara, andá para que te la den y terminés de construir las instalaciones".

Por eso no fue raro que los 100 mil dólares del Premio Rómulo Gallegos por su libro El desbarrancadero los donara a una fundación protectora de animales venezolana, decisión que levantó mucha polémica por no dársela a niños pobres o a los perros de Colombia.

A esta polémica puso punto final diciendo que los canes no tienen nacionalidad y le duelen tanto los perros abandonados de Caracas como los de Bogotá o Medellín. Además, "como el dinero me lo dio Venezuela...".

El escritor se ha ido inmiscuyendo en estos temas y ha leído tanto sobre métodos para esterilizar que desarrolló una vacuna con la ayuda de la Facultad de Veterinaria de la U. de A. Pero la abandonó porque no fue tan exitosa, ya que no les tapaba muy bien los ovarios a los animales y debían vacunarse nuevamente.

De ahí que su gran preocupación, según todas las teorías que ha leído sobre biología, su gran pasión, sea por controlar la reproducción y esa es la política de su fundación.


PAULO CEPEDA
Especial para EL TIEMPO
MEDELLÍN

http://www.literarios.org/fernando_vallejo.htm
http://www.gataweb.com/vernoticia.php?id=22
 


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