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ºº LA SANTA INQUISICIÓN ºº

  "LA INQUISICION" 

El enfrentamiento del ser humano con su propia realidad, con su soledad, con su misma y leve esencia, incapaz de comprender tantas cosas, y temeroso de muchas más, deseoso de conseguir metas supuestamente inalcanzables, le ha llevado desde siempre ha intentar hacer esta realidad recurriendo a potencias superiores, para implorar su ayuda y así conseguir sus deseos.

        En el principio de los tiempos, el hombre deifico, las fuerzas de la naturaleza, el sol, los truenos, la luna, después con la evolución cultural, estas deidades fueron tomando formas determinadas, bien de animales, bien de hombre, bien de híbridos.

        De estos cultos se hicieron cargos ciertos personajes, y tomaron la representatividad de ser intermediarios entre estas deidades y los humanos, formándose así las castas sacerdotales, pero junto a esta religiosidad que podría calificarse de oficial, se desarrollo otra paralela, sustrato acaso de profundos recuerdos, o sentimientos, ancestrales, religiosidad en fin que era creída y seguida por gran parte del pueblo y que los capitostes religiosos y políticos denominaron, brujería, superstición, o magia sin advertir o quizá advirtiendo, que no era más que un estrato por el que había  pasado hacia siglos o milenios su propia religión, pero como no se atenían a los cánones por ellos establecidos, como sus seguidores no podían ir con sus ofrendas a los templos oficiales, como perdían parte de su confianza en ellos compartiéndolas con otras creencias, los poderes fácticos los persiguieron.

        Las leyes de cualquier cultura o civilización que tipificaron los castigos a que se hacían acreedores estos heterodoxos, son una palpable y documentada realidad.

        Centrándonos en momentos más afines a nosotros, es bien conocido que el proceso de cristianización en Europa, ni estuvo bien llevado a cabo, en muchas ocasiones, ni lógicamente consiguió unos resultados plenamente satisfactorios, por una parte se convirtió a una ingente masa de rústicos paganos que hasta el día anterior no habían oído ni hablar de JESUCRISTO, estos fueron bautizados en grupos y en un idioma ininteligible para muchos de ellos, sus templos o santuarios fueron convertidos en iglesias o demolidos y si se negaba a admitir esta nueva situación, no fue infrecuente que la espada sustituyera a la CRUZ.

        Así pues, no puede parecernos extraño que el sustrato colectivo de estas gentes permaneciera el recuerdo más o menos antiguo de sus ancestrales creencias, por otra parte desde que la iglesia llego al poder, no ceso de legislar de forma intermitente contra: videntes, sortílegos, brujas, astrólogos y demás restos de supersticiones "paganas".

        La legislación se hacía instando a los poderes políticos a su castigo, bien que este no llegó a ponerse en practica más que en contadas ocasiones y todas estas gentes si no admitidas, al menos fueron toleradas.

        Fueron los movimientos espirituales gestados a partir del SIGLO XII, los que despertaron un ambiente de recelo e intranquilidad en la iglesia y los nacientes estados, los Baldeses, los Albigenses, los Fratricelli, etc, hicieron ver el peligro que podría suponer el acrecentamiento de esas teorías tan apartadas de la forma de la vida "real" de la iglesia y tan cercanas en algunos aspectos a inicios evangélicos "ya arcaicos" y para combatirlas y exterminarlas fue creada la INQUISICIÓN medieval, la cual realizó concienzudamente su tarea de la mano de las ordenes religiosas.

        De momento magos, brujos y demás quedaron fuera de sus jurisdicciones, pero más tarde se comprobó que las tierras donde habían germinado la semilla de la heterodoxia religiosa, era en las que se daban con mayor profusión, estas prácticas supersticiosas y sus adeptos no tardaron en caer bajo las miradas de franciscanos y dominicos, el Papa Juan XXII, hombre obsesionado y temeroso de estos temas promulgó en 1326 las bula "SÚPER ILLIUS SPECULUS", que daba libertad de movimientos para su persecución.

        Bien es verdad que estos oscuros siglos medievales no se caracterizaron por una cruenta persecución pero se pusieron las bases para ella, y así paradójicamente cuando las luces culturales del renacimiento iluminan toda Europa, el Papa Inocencio VIII, expide la bula "SUMMIS DESIDERANTIS AFFECTIBUS" en 1484 y dos años mas tarde, Institor y Sprenger dan luz a su libro "Malleus Maleficarum" o "martillo de las brujas", en el que minuciosamente escriben las maldades del diablo realizadas a través de sus siervas y siervos, las brujas y brujos y la forma de acabar con ellos.

        En toda Europa se desata una locura colectiva de miedo, venganza, odio, que degenera en atrocidades que poco parangón a tenido en su historia, siendo lo más terrible el que no tenia ninguna base cierta, ningún sentido, si es que alguna de las atrocidades que se han cometido lo han tenido, pero ese genocidio está dirigido contra la nada (no se quienes fueron los diablos en aquel momento, los asesinos de la INQUISICIÓN o las brujas, y con esto no quiero decir que no se hicieran ritos satánicos, sino que caían justos por pecadores).

        La ignorancia, la incomprensión y el fanatismo llevaron a la hoguera y a la horca durante un par de siglos, entre 100 y 300 mil personas, la gran mayoría de ellas mujeres, acusadas de brujas, quienes eran estas brujas, que fueron perseguidas, zaheridas , denostadas, violadas, torturadas y asesinadas, sin entrar en el transfundo filosófico del problema de la brujería que nos apartaría de este trabajo y que por otra parte esta sobradamente estudiado aunque "cuanto más se estudia más nuevas teorías aparecen y más de una duda se suscita".

        Observamos que las denominadas brujas, eran mayormente mujeres que vivían solitarias, en medio de una pobreza casi total, eran de edad madura o avanzada y marginadas socialmente, con este sucinto prototipo femenino, ya se podría decir que niño que fallecía (en épocas de altísima mortalidad infantil), cosecha que se perdía, ganado que moría, enfermedades que acaecían y cualquier desgracia que ocurría, a ellas les eran achacadas por sus supuestos poderes maléficos  o sobrenaturales (aquí quiero hacer una salvedad, había una realidad de brujas malignas que invocaban al diablo y podían llegar a crear esas situaciones, el problema viene cuando cualquier persona era señalada con el dedo como bruja, sin tener que ver nada con el tema y moría asesinada por los inquisidores).

        Estos acontecimientos los habían conseguido mediante un pacto realizado con el demonio del que eran esclavas, tan pronto como la acusada era denunciada se la sometía a tortura, tanto como si se declarara culpable o inocente, pues en el primer caso se deseaba saber quien eran brujas como ella y en el segundo era preciso conseguir su confesión de culpabilidad de su boca, tarde o temprano comenzaban a brotar a instigación de los jueces, nombres de otros colegas quienes a su vez eran detenidas y seguían los pasos de la anterior y así no es extraño que una simple denuncia en un pueblo o villorrio acabara convirtiendo a la mitad de las vecinas en brujas.

        Estas brujas, decían eran las que asistían a aquelarres o sabat tras haberse untado previamente ungüentos que las excitaban, donde se celebraban parodias de misas negras, se comían manjares nauseabundos en los que no faltaban carne de cadáveres de niños y se llevaban a cabo las más extravagante orgías sexuales en las que para nada contaba el sexo o el parentesco, todo ello presidido por el diablo, al que se prestaba acatamiento y que copulaba con todos los presentes.

        En estos hechos se basaron las acusaciones que segaron la vida de decenas de miles de personas en Europa, precisamente en unos momentos en que se estaba alcanzando el cenit cultural y científico, poco de esto se dio en España afortunadamente, para las supuestas brujas que nacieron en nuestro suelo no quiere esto decir que fueran diferentes de sus congéneres extranjeras, sino que las circunstancias fueron otras.

        En España, durante la edad media se legislo contra ellas como en todas partes, pero en 1478 los Reyes Católicos que establecieron la INQUISICIÓN moderna y casi desde el primer momento, fue ella quien se encargo de su persecución y castigo en competencia con algunos tribunales civiles como el de Navarra, y Cataluña.

        Por lo general, los inquisidores no fueron extremadamente duros con ellas, sin que esto no signifique que los primeros años fueron llevadas a la hoguera unas cuantas docenas de personas, pues la credulidad inquisitorial tenia unos limites.

        No ocurría lo mismo con los jueces de justicia seglares, convencidos al igual que sus colegas europeos de la intrínseca maldad de las brujas y de la veracidad de cuanto de ellas se decía, y la justicia Navarra o Catalana no fue tan reacia al castigo como la inquisitorial, siendo colgadas varios cientos de personas a lo largo de los SIGLOS XVI y XVII.

        Los inquisidores por su parte procesaron y condenaron a las brujas, hasta llegar a 1610, año en que se celebró el auto de fe de Logroño, en el que fueron quemadas 6 personas acusadas de brujería en Zugarramurdi y otras 5 lo fueron en estatua.

        A partir de entonces, se hizo la cordura a gran escala en los medios inquisitoriales y se llego a la convicción que todo eso era falso, que ni había aquelarres presididos por el diablo, ni vuelos nocturnos, ni posesiones demoníacas en estas infelices, ni poderes maléficos para ocasionar desgracias, todo era superchería y desde esa fecha el problema de la brujería desapareció como tal para la INQUISICIÓN, no así para las justicias seculares sobre todo en Cataluña que llegó a momentos álgidos de exterminio durante los primeros 40 años del SIGLO XVII, la única esperanza para estas pobres personas que caían en las garras de los crédulos y a veces vesánicos jueces y alcaldes era que la INQUISICIÓN se hiciese cargo de sus procesos, sacándoles de la cárcel real, las pusiesen en las secretas del santo oficio, ya que en estas tenían su vida a salvo a cambio de algún año de destierro, y de uno o dos centenares de azotes, mientras que en aquellas, el primer paso era un terrible tormento y el segundo con grandes probabilidades la horca.

        Esa situación no se amplió más allá de mediados del siglo XX, puesto que la INQUISICIÓN se hizo totalmente cargo de estos procesos, y para ella, la brujería había prácticamente terminado a partir del primer decenio, de todas formas sus competencias en este terreno se ejercieron y muy abundantemente contra las hechiceras y continuaron hasta final de su existencia en 1820.

 

 

 

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Martes, 18 de Noviembre de 2003

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