Querida Helen: Hoy estaba tomando una taza de café cuando sonó el teléfono. Era una noviecita de tiempos idos, de la que te hablé alguna vez. No me quedó muy claro que buscaba después de tanto tiempo, pero le hablé de lo nuestro, como para despejar todo tipo de dudas.
Cuando colgué descubrí un sinnúmero de cosas que quería poner en un papel, de puño y letra, como para que tampoco te queden dudas de lo importante que es lo que nos pasa.
Cada relación amorosa que hemos vivido deja recuerdos cuando se termina, deja dones, y algunas carencias o metas sin cumplir. Hay relaciones que podrías definirlas con una escena, a lo mejor una de vieja foto, grabada en la retina. Así, recuerdo una mujer cargada en mis brazos como una beba, tengo una imagen de otra situación en que un hielo viajaba de mi boca a la de alguien a mi lado, y el torso transpirado de una mujer a punto de transformarse en parte importante de mi vida.
En nuestro caso las imágenes son múltiples, desde la de la boca que se acerca en el beso, al orgasmo que se transforma en quejido, a la suavidad, la ternura, la añoranza, estas dos últimas sensaciones más que imagen.
Claro, dirás que la memoria visual y el regodeo ante la imagen son cualidades más masculinas que femeninas. Tú debes atesorar algunos momentos de intensa comunión y dulzura, que yo varón, también atesoro.
La llamada de hoy hizo que me diera cuenta de todo lo que vivimos juntos y revalorizara cada cosa.
Sentí que era una ocasión especial para reafirmar lo que siento en esto que es un documento, que atestiguará nuestro sentimiento el tiempo que lo conserves, y también expresarlo simplemente con un te amo
Tuyo
Juan Ignacio
Hoy estaba tomando una taza de café cuando sonó el teléfono. Era una noviecita de tiempos idos, de la que te hablé alguna vez. No me quedó muy claro que buscaba después de tanto tiempo, pero le hablé de lo nuestro, como para despejar todo tipo de dudas.