Jordi: Entiendo lo que piensas, que hoy, aquí y ahora, estamos vivos, y es nuestro momento.
Tu carta me hizo pensar en que uno da por descontadas muchas cosas: que mañana amaneceremos vivos, que el planeta seguirá girando en el espacio, en fin, que mañana seguirás amándome.
Ojalá que así sea.
Me resulta duro pensar en modificar ciertas cosas en mi vida, por ejemplo cambiar de lugar, dejar este departamento y acceder a vivir juntos, o proponerte que te instales aquí.
Me digo que habré que convivir con lavabos llenos de pelos cuando termines de afeitarte, tablas de water orinadas, o alguno de esos vicios que se imaginan en el típico varón promedio, que deja calcetines y calzones a lo largo de su recorrido a la ducha mientras su madre servicial va detrás de él, lavando, secando, planchando y guardando en su cajón la ropa, perfumada y con una golosina para el bebé (bueno, esto último es science fiction pura, pero sonaba más dramático y de esa manera es más probable que entiendas mi miedo a acceder a tu propuesta).
En fin, ya sé que cuando es el momento de algo es el momento de algo, y sé también que de no dar el salto la relación se degradará.
Vivir acá es muy bello, poder levantarte en la mañana, mirar hacia el parque y disfrutar de los árboles añosos, o en los fines de semana, luego de dormir unas horas de más, ver el zoológico urbano que lo puebla, un neo-hipperío escandaloso.
Por de pronto, sé que voy a enviarte este mail y salir para el trabajo. Ya me depilé, duché, afeité un triangulito atractivo, para que cuando esta tarde me saque la ropa para amarte no se escapen conservadores mostachos por las bragas.
En cuanto a vivir juntos, supongo que vamos a tener que planificar cómo, o urdir alternativas tales como mantener un tiempo las dos casas y habitarlas en común hasta que cerremos una.
En la tarde lo conversamos, ¿te parece?
Te amo
Helena
Entiendo lo que piensas, que hoy, aquí y ahora, estamos vivos, y es nuestro momento.