Catorce versos en el cumpleaños de una mujer, por Camilo José Cela
(poemilla ínfimo y azorado, tenue, orgulloso y levemente soberbio, que debe leerse en cueros y con mucha parsimonia)
Cuando mi corazón empezó a nadar en el caudaloso río de la alegría de las más limpias herraduras de agua
Y descubrí que en el alma de la mujer subyacen cinco estaciones de grácil silueta
Oí silbar al ruiseñor del camposanto de la aldea y ahuyenté de mi piel los malos pensamientos
Aparté de mí los torvos presagios de la debilidad la enfermedad el hambre la guerra la miseria y los vacíos de la conciencia.
Empecé a oler tímidamente el gimnástico aire de la belleza que duerme contigo
Y volé tan alto que perdí de vista el aire de los invernaderos el agua quieta de las acequias y el fuego purificador también la arcillosa y pedregosa tierra que piso y en la que seré olvidado por tu mano
Te amo lleno de esperanza
Tu vida es aún muy breve para acariciar la esperanza
Y hoy cumples años quizá excesivos
Hoy cumples mil años
Quisiera bailar en un local cerrado con la muerte coronada de esmeraldas y rubíes yo coronado de musgo y hongos y alfileres
Para proclamar en el reino de las más solitarias ballenas
Mi dulce sueño con estas sobrecogidas palabras
Pregono en voz alta el espanto que me produce la felicidad.
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