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Tutiplenes de San Valentín, por Rosana Gutiérrez. Día de San Valentín, 14 de febrero de 2009

 

Un amanecer huérfano con manos indulgentes que agotadas de acariciar descansan. El espejo me dice cómo soy, desnuda soy así. O es que el amor me hace bella y vulnerable como él —cuando duerme—, y yo sigo despierta haciendo anotaciones, gerundios curdas que naufragan en mejillas transpiradas. La sal quedó en la piel y entre la sábanas.

Hablo de aire y el resabio de ese aire se cuela por el sábado y sigo respirando una caricia que llevé escondida entre mis libros, un albedrío tan libre, serenito y dulce de batata, un desatino apuntado en libretas, como genio piadoso de este aire que penetra hasta el fondo —bien al fondo, más al fondo— y digo no porque imagino ahogo cada tanto y grito sí porque lo abarco, lo mastico, lo trago entero al aire de tu risa, arte efímero como el asombro de verte tan lejano a mis recuerdos olvidables, tan cerca de mi cuerpo, ofreciéndome el vino que se quedó en tus labios, regalándome el aire, tu aire, el aire del que hablo.

Tus manos funámbulas en mi cintura sostienen sombrillas que se deshilan rojas y caen, caen, caen.

de todos los pasajes del amor
las hojas que fueron pisoteadas
las islas náufragas en balsas de coral
los nidos abandonados
de todos
yo prefiero
esta brevedad de espuma
el sabor dulce
aullando en la garganta
el encuentro furtivo y urgente
el adios pronto
el no saber
cuando
otra vez
el saber
que
otra vez
puede ser
una idea tibia de futuro

Colores yuxtapuestos, Matisse y la vibración. Un azul y un rojo al unísono pero cada uno con su fuerza entregando su energía, encendiendo y apagando luces. Nada harían mezclados, desarticulados perderían sus esencias, se amalgamarían y serían uno solo, sin variedad sin movimiento, sin personalidad, sin amor. La expresión son dos miradas que se cruzan, no un estrabismo.

Y también la sensación de que algo importante se me escapa e inmediatamente deja de ser importante. Entonces viene la paz de cementerio, lo inmóvil en el corazón y llegás vos para darle cuerda al respirador artificial de mi sonrisa. Sos un payaso de manual y yo te quiero tanto que necesito que te pierdas en tu mundo y me dejes mi mundo de extrañarte hasta que en la boca se me formen estalactitas y vuelvas para ayudarme a decidir que no quiero que la alegría se me vaya para siempre, que sólo la dejo andar un poco para que respire. La mía es una alegría nacida en cautiverio. Como vos, no sabe volar fuera de mí.

Y está lo horizontal. La perspectiva de un cuerpo al otro, el ángulo que hace que seamos más bellos, agresivos indefensos, amables prepotentes. Los sonidos, la variedad de sonidos del orgasmo, los sabores distintos de cada beso. Los hombres que he tenido me han hecho varias mujeres diferentes. El que te amen es una revolución inexpugnable, hay un magnetismo que no logramos disimular ni siquiera cuando somos torpes, son las ansias o el deseo de anhelar que todo sea diferente, que el mundo idealista que llevamos puesto como una cicatriz sea cierto como el pájaro que ayer aprendía a volar.

 
cupido
pareja
 


Y cayeron pétalos - Alejandra Rabinovich

   
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