Nuestro amor no está en nuestros respectivos
genitales, nuestro amor
tampoco en nuestra boca, ni en las manos:
todo nuestro amor guárdase con pálpito
bajo la sangre pura de los ojos.
Mi amor, tu amor, esperan que la muerte
se robe los huesos, el diente, y la uña
esperan que en el valle solamente
tus ojos y mis ojos queden juntos,
mirándose ya fuera de las órbitas,
más bien como dos astros, como uno...