QUESA
Pueblo de
monte y agua, de origen moro, construido en un valle,
protegido y nacido a los pies del macizo de las montañas mas
bellas “CAROIG”. Contraste de gran belleza y parajes sin
par, donde el agua es la sangre de sus venas que dan vida y
belleza al entorno; allí la tierra parió el volcán como
testimonio se su amor por este lugar rodeado de rojas
montañas, donde el sol enamorado se mira en mil espejos.
Corola de
pétalos de montaña que lo envuelven y protegen cubriéndola
con sus sombras, acariciada por brisas de azahares y
almendro, de algarrobos y olivares, donde el aire sabe
a tomillo, romero y pino.
Son los pinos,
vigilantes eternos, cuyo ramaje coquetea con el viento y las nubes, creando
sombras y luces en el horizonte, entonces se puede soñar y
volar a lugares y parajes donde peregrina la mente
les rinde pleitesía.
CORBERA
Es un lugar
de privilegio, donde por un cauce de piedra, garganta de las
montañas, transcurre el río Grande que en su incesante
caminar dejó sus huellas de la forma mas hermosa...creando
los charcos por excelencia, para goce del hombre y vida de
jabalíes, cabras, aves y esa rica fauna que da vida y
belleza al lugar; dejando en sus orillas juncos, cañas,
adelfas, sauces y toda clase de flora como un homenaje a un
pueblo que lo ama. En la noche las luciérnagas, lo alumbran
y el murmullo del agua hechiza a la luna que enamorada se asoma
por una ventana de nube.
LA CRUZ
Colina y
trono de un pueblo que se asienta en su falda, donde las
estaciones del Vía Crucis dan testimonio de la fe de sus
gentes y la cruz en la cima iluminada en las noches,
alumbra el espacio y protege, siendo guía y norte. A la
izquierda los restos de un castillo de moros que le dio vida
y belleza en algún tiempo y en su falda posterior, aguas,
que presurosas discurren para encontrar el volcán a su paso
camino del mar, y susurrante las besa. .Dejaba a su paso
un tapiz esmeralda, amapolas, trigales y maizales
de dorado fruto que su día fue alimento de sus
gentes y belleza del paisaje.
Cuando
contemplo las montañas siento un deseo; .perderme en ellas e
impregnarme de aromas del monte, sentir al respirar un regusto
en el paladar, mientras contemplo los pequeños habitantes del
suelo afanados por la subsistencia. Sentir el aura de la
montaña, y la brisa al atardecer acariciando el cuerpo, que
estremecido escucha el murmullo del
entorno como una melodía que le da vida, mientras la aves pintan el cielo con
sus alas en ondeantes vuelos y las nubes se desplazan
perezosas en el firmamento.
Todo es paz y
calma, apenas se escucha el gorjeo o el trino de un pájaro
que envuelve el silencio sagrado de las montañas acariciando
los oídos, mientras se espera la noche para
que las cubra con un manto de estrellas.
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