OBSERVANDO
EL UNIVERSO
El dulce sosiego
es la virtud de Observando el universo. Aquí se expresa
nuestra religión, admirando una catedral que no conozco
y la expresión de los vocablos de la santa misa. Son
la idea de la salvación, pero adolorida el alma va
abandonando el cuerpo para siempre. Nadie la conoce ni por
equivocación; es la expresión del correr del
tiempo, que tampoco se ve ni se descubre.
En
este trabajo he empleado elementos citados por los escritores
del Antiguo Testamento. A Adan y Eva los reemplacé por
Casimiro y Dorotea, ofreciendo a los ojos de los lectores a
sus hijos, los doce meses del año. Los nietos son los
frondosos hijos de la semana; ellos encuentran a los números
y los números al abecedario, con el objeto de aclarar
la evolución de las lenguas. Hoy ya no se escuchan las
campanas en las torres de las iglesias, y la gente reacciona
ante los efectos y afectos de Dios y el alma y pasa con los
ojos abiertos ante la esencia que arranca de la realidad, por
la columna de la vida cristalina de las religiones... |