Perfil de  Guillermo Martínez

 

Nacimiento: Bahía Blanca (Argentina) 1962

 

Formación: Doctor en Matemática, con posgrado en la Universidad de Oxford. Profesor de la UBA.

 

Obra literaria: Infierno grande (1989), Acerca de Roderer (1993), La mujer del maestro (1998), Borges y la matemática (2003), Crímenes imperceptibles (2004)

 

Libros de Guillermo Martínez comentados por Javier Agreda en esta página: Acerca de Roderer, Borges y la matemática, Crímenes imperceptibles

 

 

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Acerca de Roderer

 

Reciente ganador de la versión latinoamericana del Premio Planeta de novela, el argentino Guillermo Martínez (Bahía Blanca, 1962) tiene publicados cuatro libros de narrativa, desde Infierno grande (cuentos,1989) hasta el premiado Crímenes imperceptibles (2003). Entre ellos se destaca nítidamente la novela Acerca de Roderer (1992), que en su momento fue calificada por La Nación como “Una de las mejores, o quizás la mejor, publicada entre nosotros en los últimos tiempos” y que ya ha tenido varias reediciones y traducciones a otros idiomas.

 

Ambientada en un pequeño pueblo argentino, Acerca... cuenta la historia de la amistad y el antagonismo intelectual entre dos jóvenes: el innominado narrador de la novela y Gustavo Roderer. Se conocen jugando ajedrez y después pasan a competir en la escuela y en largas conversaciones sobre arte, filosofía y matemáticas. Roderer demuestra siempre ser mejor y más brillante, pero su carácter retraído y solitario, además de ciertas extrañas obsesiones, hacen que los éxitos académicos y sociales le correspondan al otro. Cristina, la hermana del narrador, se enamora de Roderer, aunque ese amor (tan problemático y ambiguo como la amistad de los protagonistas) no lo salva de la pobreza ni de la misteriosa enfermedad que lo aqueja.

 

Los dos protagonistas representan a tipos de inteligencia completamente opuestos. El narrador tiene una mente “asimilativa”, disciplinada y práctica, “la que mejor se aviene con la vida”. Roderer, por el contrario, es una inteligencia “creativa”, rebelde y abstracta, que cuestiona las verdades aceptadas y los “argumentos más transitados”. En algún momento Roderer llega a aprovechar la formación académica de su amigo para desarrollar un sistema de pensamiento capaz de descubrir aquellas otras verdades hasta ahora desconocidas por la humanidad. Pero ahí acaba la colaboración, y la oposición entre los personajes se hace más radical, al punto que es el narrador el responsable de que Roderer muera sin llegar a comunicar sus supuestos descubrimientos.

 

Se trata, pues, de un relato que combina el mito de Fausto, la búsqueda de conocimiento a cualquier costo (hay alusiones a las versiones de Goethe y Mann) con elementos de novelas de formación en la línea de Retrato de un artista adolescente o Demián. Martínez, matemático de profesión, logra actualizar el tema de Fausto haciendo que Roderer aplique a la filosofía ciertas especulaciones lógicas y el famoso teorema de Gödel. Lo mismo sucede en lo que respecta a la capacidad artística y creativa del personaje (sin menoscabo de su verosimilitud como adolescente) pues el autor, quien también ha escrito ensayos y crítica literaria, pone en sus labios reflexiones lo suficientemente agudas y originales como para convencernos de su genialidad.

 

A esas poco comunes virtudes, Martínez les suma un especial talento narrativo, tanto en el empleo del lenguaje (siempre sobrio y bien trabajado) como en el manejo de los silencios y detalles descriptivos. El primer capítulo de la novela, el enfrentamiento de Roderer y el narrador (en su primer encuentro) en una partida de ajedrez resulta verdaderamente ejemplar. Cada gesto, cada mirada va retratando a lo personajes y estableciendo relaciones de semejanza o contraste entre ellos; a la vez que el desarrollo de la partida se convierte en una especie de metáfora de las peripecias de la futura amistad. Y todo ello regido por lo que el autor ha denominado “estética matemática”: “ciertos criterios de economía, de sencillez, de necesidad de las acciones”.

 

Hay aún muchos otros aspectos interesantes en la novela: la figura del profesor Rago (basado en el Yago shakespereano), la relación entre Cristina y Roderer, el peculiar viaje que realiza el narrador por buena parte del Perú “con una mochila y unas ojotas de llanta...”. Acerca de Roderer es una excelente novela en la que Martínez supo conjugar con acierto sus diversos intereses intelectuales, artísticos y literarios.

 

 

Paradojas, laberintos e infinito

 

En el libro Borges y la matemática el escritor argentino Guillermo Martínez hace una original lectura de la obra borgeana y de la narrativa contemporánea en general.

 

El argentino Guillermo Martínez ha logrado conjugar su profesión de matemático con su vocación literaria. Tiene publicados varios libros de narrativa -entre los que destacan las novelas Acerca de Roderer (1993) y Crímenes imperceptibles (2004, Premio Planeta)- que desarrollan de alguna manera ideas provenientes de la matemática; y también una serie de reseñas y ensayos literarios, en los que prima la lógica y objetividad científica. De esa peculiar fusión de intereses ha surgido Borges y la matemática (Eudeba, 2003) libro que reúne ensayos sobre la obra borgeana con una serie de reflexiones sobre el cuento y la narrativa de nuestro tiempo.

 

Una buena cantidad de textos de Borges contienen elementos provenientes de paradojas y problemas matemáticos. Martínez identifica y explica de la manera más sencilla (como para aquellos que “sólo saben contar hasta diez) básicamente tres de estas fuentes: la paradoja de Russell, el infinito y los objetos recursivos (El aleph, El libro de arena, La biblioteca de Babel), y la esfera con centro en todas partes y circunferencia en ninguna (La esfera de Pascal, El aleph). Con abundantes citas y referencias, se demuestra aquí que Borges debe haber dedicado varios años al estudio de esta ciencia y estaba al tanto (al menos en su juventud) de sus discusiones más actuales.

 

Desde una perspectiva más literaria, se propone que la narrativa de Borges está además regida por una cierta estética “matemática”. Una estética que se manifiesta tanto en elementos de estilo (las enumeraciones de El aleph o de Funes el memorioso), constantes temáticas (“la relación entre lo abstracto y lo concreto tenía un particular interés teórico para Borges”), y hasta en la estructura de los relatos, que según Martínez tienen siempre algo de demostración matemática. Borges mismo alguna vez formuló ciertas “Leyes de la narración policial”, en las que abundan los términos propios del análisis matemático: “Límite discrecional de los personajes”, “Declaración de todos los términos del problema”...

 

El tema borgeano ocupa sólo la primera mitad del libro, pues la segunda parte está constituida por una serie de ensayos en los que Martínez reflexiona sobre diversos temas literarios o matemáticos. En El cuento como sistema lógico, se plantea una original arte poética para este género, basada en el enfrentamiento entre dos “sistemas lógicos” diferentes. Literatura y racionalidad es una dura crítica a los excesos de “cinismo, frialdad, parodia, intertextualidad” que han pasado a constituirse en una especie de “retórica de lo contemporáneo”. En lo matemático destacan los artículos Los gemelos pitagóricos y ¿Quién teme al uno feroz?.

 

En algunos de estos textos se aclaran (sin decirlo explícitamente) aspectos de la propia obra narrativa de Martínez. El teorema de Godel, uno de los elementos centrales de la trama de Acerca de Roderer, es explicado en Euclides o la estética de la razón matemática; la historia de varios problemas matemáticos famosos, aludidos en Crímenes imperceptibles, se narra en Un margen demasiado exiguo y Soluciones y desilusiones. Finalmente, La música del azar es una extensa conversación entre Martínez y el matemático Gregory Chaitin sobre temas como el nuevo “renacimiento cultural” que pueden significar las computadoras personales y la internet. Acorde con esta propuesta, el autor ha puesto la mayoría de los textos de este segunda parte en su página web personal .

 

Uniendo el rigor crítico con la racionalidad y la lógica, la formación literaria y los conocimientos científicos, Martínez ha logrado hacer de Borges y la matemática un libro interesante y sumamente didáctico. En suma, un texto imprescindible para todos aquellos que, sin tener conocimientos universitarios de matemática, quieran aproximarse al fascinante universo borgeano.

 

 

Crímenes imperceptibles

 

Guillermo Martínez (Bahía Blanca, 1962) es miembro de una valiosa generación de narradores argentinos que recién se está dando a conocer internacionalmente. A más de 20 años de su primer galardón literario, en un concurso nacional de cuentos (1982), Martínez acaba de obtener el Premio Planeta de novela, versión latinoamericana, con Crímenes imperceptibles (Planeta, 2003), un policial en la tradición más cerebral e intelectual de este género.

 

Un joven matemático argentino viaja becado a Oxford, pero apenas llega a esa ciudad británica se ve envuelto en el que parece ser el primero de los crímenes de un asesino en serie. Como suele suceder en este tipo de ficciones (nunca en la realidad), el asesino va dejando mensajes con claves y signos misteriosos anunciando sus próximas víctimas. Para descifrar esos mensajes el Inspector Petersen convocará al prestigioso profesor de matemáticas Arthur Seldom y a su discípulo, el innominado estudiante argentino, protagonista y narrador de la novela. La serie de crímenes continúa a pesar de las elaboradas y abstractas reflexiones de ese trío de personajes, hasta concluir con un sorpresivo y bien elaborado final.

 

Esta trama, en apariencia sencilla y tradicional, es desarrollada por Martínez con un alto grado de precisión y eficacia, más propio del cuento que de la novela. Tanto los acontecimientos como los nuevos personajes que van apareciendo en el relato ofrecen siempre nuevas posibilidades acerca de la identidad y los motivos del criminal. Casi nadie se salva de convertirse en algún momento en sospechoso, al menos para los lectores; y la narración se abre constantemente a nuevas e imprevistas consecuencias. Si al inicio el problema se reduce a resolver una serie matemática (demasiado obvia, para ser honestos), después pretende abarcar reflexiones sobre el lenguaje, las teorías de los pitagóricos y de Wittgenstein y hasta los famosos teoremas de Godel y Fermat.

 

Profesor de matemáticas y lógica, Martínez acostumbra introducir elementos propios de su profesión (confiesa tener una forma eminentemente matemática de interpretar los procesos) en casi toda su obra “literaria” la que abarca el libro de cuentos Infierno grande (1989), las novelas Acerca de Roderer (1993) y La mujer del maestro (1998), y el libro de ensayos Borges y la matemática (2003). Crímenes imperceptibles va más allá, pues uno de sus ejes principales es el planteamiento de una cierta estética matemática que rige todos los elementos de la narración: la claridad y sencillez de la prosa, los ya mencionados teoremas (correctamente integrados al desenvolvimiento de las acciones), o el triunfo de los métodos deductivos abstractos de Seldom sobre los psicológicos de Petersen.

 

Pero esta estética matemática aplicada al policial puede llevar a dos extremos opuestos: textos como El Código Da Vinci, actual best-seller mundial del inglés Dan Brown, con crímenes, misterios y acertijos en su trama; o esa tradición de “relatos-ensayos” típicamente argentina, que va de Borges y Bioy Casares hasta Pablo de Santis. Lamentablemente las opciones literarias de Martínez parecen acercarlo más al primero de esos extremos: la simpleza a veces excesiva del lenguaje, la forma casi trivializada (propia de los libros de divulgación) en que expone ciertas teorías científicas, y la prioridad absoluta que otorga a la intriga sobre el desarrollo de los caracteres y los problemas humanos.

 

Gracias a esas concesiones al gran público lector (los personajes parecen fingir no poder resolver algunos “problemas” sumamente simples), Crímenes imperceptibles puede -no obstante la naturaleza matemática y científica de muchos de sus elementos- aspirar a convertirse en éxito de ventas, seguramente uno de los motivos por los que le fue otorgado el Premio Planeta. En todo caso, se trata de una buena novela que confirma a Martínez como uno de los narradores argentinos de mayor interés dentro de su generación.

 

 

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