“La
Medicina Natural no es una especialidad médica, constituye un complejo sistema
que no admite arbitrariedades ni improvisaciones. Se es médico naturista por
convicción, por principios”
ANTECEDENTES DE LA DOCTRINA MEDICO NATURALISTA.
Alexis
Yorkis Trincado Frutos. MD. M.Sc.
La representa Esculapio, Higea,
Minerva y Apolo médico, sus principales símbolos son, el bastón de nudos que
indica las dificultades ante la ciencia,
una serpiente nroscada en
el emblema de la
salud, además de la capa como expresión de la vigilancia, el gallo y la
templanza, el freno y la brida. Aparece
coronada con hojas y flores medicinales y sustentando en la mano la estatua de
la naturaleza; objeto de todas las observaciones, a sus pies se colocan libros
en los que se leen los nombres de Hipócrates, Galeno, Avisena
y Averroes, médicos celebres de la antigüedad y la
edad media.
El origen de las ciencias médicas se pierde en la
noche de los tiempos, confundiéndose por
una parte con el empirismo y por otra con la superstición. El primero dio nacimiento
a la medicina popular; hija de la observación rudimentaria de los fenómenos de
orden médico observable todavía entre los pueblos salvajes. La superstición dio
lugar a la medicina Sacerdotal, que
aparece en las primeras edades de todos los pueblos y que se explica también
por la mayor ilustración de los ministros del culto respecto a una masa popular
ignorante.
En Grecia comienza con el carácter mitológico
personificado primero en Apolo y después en Esculapio y su hijo. Los poetas
como Pindoro atribuyen las ciencias médicas de
Esculapio al centauro Quiron su preceptor, también se
mencionan como divinidades médicas Espiones la mujer de Esculapio y sus hijos, Higea, Jasson y Panasea, la leyenda afirma que Macaón y Podalidio
hijo de Esculapio asistieron a los griegos en el sitio de Troya, por entonces
la medicina se limitaba a arrancar flechas; puntas de lanzas; cohibir
hemorragias y aliviar el dolor.
En cuanto a los Asclepiades
médicos, se establecieron en la vecindad de los templos como centro de
observación de casos clínicos asociados a sus estudios, por otra parte
filósofos y matemáticos como Pitagoras; se ocupaban
también de la medicina; fundando algunas escuelas tan celebres como la de Crotona en la antigua Grecia vascular, atribuyese a Demócrito un tratado a cerca de la rabia, y otro sobre la
influencia terapéutica de la música.
Toda la época griega pre
Hipocrática fue sin embargo de escasa influencia sobre la evolución científica
de la medicina Helénica.
Para iniciar la historia del vitalismo en medicina
debemos remontarnos a un personaje nacido en el siglo V antes de Cristo, médico
como Hipócrates, poeta como Orfeo, matemático como Pitágoras, físico como Demócrito; a quien admiraron hombres de la talla de Platón
y Aristóteles y a cuya sabiduría canto Lucrecio, nos
referimos a Empedocles nacido en Agrigento,
Sicilia y de quien la tradición dice que se suicidó
arrojándose al Sena. Además de afirmar que los fenómenos naturales corresponden
a la mezcla de cuatro elementos externos deificados ( el
fuego: Júpiter, el aire: Juno, el agua: Nestis, y la tierra: Plutón). Admitía ya antes de
Hipócrates que los semejantes eran atraídos por los semejantes.
El principio supremo que rige la formación del mundo a
sido llamado por Empédocles el verbo de la razón, y
su doctrina admite que los contrarios se
rechazan y que los semejantes son atraídos por los semejantes siendo el
fundamento filosófico de las dos grandes tendencias que ha seguido la medicina.
La visión de Hipócrates revela un poderoso genio que
iluminó toda una época, el criterio racional y natural de Hipócrates se revela
en la dirección de la enfermedad, esta se presta a la observación clínica y
mediante sus discersiones tan completas poco es lo que se a añadido a
ellas por la ciencia moderna. Entre las causas de las enfermedades incluye: la
herencia, los defectos del régimen, el clima, el suelo, las aguas, los vientos
y la temperatura. Concediendolegran importancia a la balneación, los ejercicios físicos, la dieta, describiendose las sangrías, las escarificaciones y las
ventosas, lo propio de diversos instrumentos quirúrgicos, atribuyendo gran
importancia al pronóstico y estableciendo reglas generales para el mismo.
Con gran justicia se ha designado como el padre de la
medicina a este gran médico, nacido en Coss; pequeña
isla de Egeo, del archipiélago de las Esporadas,
según se deduce por el año 460 a. C. hijo de Eraclito;
también médico y a su vez hijo de otro médico llamado Hipócrates. Abuelo y
padre fueron los primeros maestros de Hipócrates designado como “el Grande” , contribuyeron a su formación, además Georgias
y el gran Demócrito.
Se le hace descender de Asclepio
(Dios mitológico de la Medicina) y desde luego de los Asclepiades,
que constituyeron la principal escuela médica de su tiempo en la isla de Coss.
Se dice que a los 13 años comenzó sus estudios de
medicina por su inteligencia y mérito
estudioso excepcional se le abrieron las
puertas en el templo de los Asclepiades. Después de 4
años de estudiar en él se fue a Egipto, a Menphis y Canápe para terminar su formación al parecer fue iniciado por Pitágoras; que
además de filosofo y matemático fue también médico, y versado en enfermedades
aún desconocidas en Grecia, viajó además, por diferentes islas del mar Geo.
Se estima que este hombre de extraordinaria
inteligencia murió para algunos a la edad de 85 años y para otros a los 109 en Larisa. Dejó una obra compuesta por 53 escritos que fue
recogida por sus discípulos en el Corpus Hipocraticum.
Incorpora la atendida fórmula de Empedocles
y aplicando el criterio de que los semejantes atraen a los semejantes le dio
una utilidad médica que sintetizó en su aforismo Similia
Similibus Curentur.
Lo que más se admira en la obra de Hipócrates es su
gran capacidad de observación, que le lleva a definir con gran acierto el
proceso de la enfermedad, considerándola como un estado existencial muy similar
al de la salud, puesto que en ambos la naturaleza se muestra como un todo,
produciendo las reacciones que se verifican en las enfermedades, como
salvaguarda de la salud. “La naturaleza es el médico de las enfermedades”.
Para Hipocrates el “PRIMUN
NON CERERE” (ante todo no hacer daño) es el precepto inicial y fundamental,
traducido en velar porque la terapéutica sea oportuna, que no sea ilusoria;
fantástica ni abusiva.
Fue especialmente un hombre virtuoso o más un sabio.
Sus biógrafos se refieren a el adornado en hermosos
dones por la naturaleza. Se preocupó por la dignidad de la profesión estableciendo
severas bases deontológicas para el médico. Sócrates
y Platón reconocieron su autoridad y le enviaban a aquellos que pretendían ser
médicos.
Como hombre genial Hipócrates desarrolló el más
concienzudo análisis y expuso la más congruente y utilitaria síntesis de todo
lo que constituye el proceso patológico. Observando la relación integral de
todas las reacciones del ser humano e insistiendo siempre sobre la necesidad de
ayudar a la naturaleza y estableciendo el inicio de la antropología y la biotipología,
clasificando a los individuos de acuerdo al predominio de sus humores;
predominio que marcaba la constitución de la predisposición de cada paciente.
Reconoció que el principio de contrariedad era
aplicable en medicina especialmente para las afecciones resultantes de noxas evidentes obrando sobre el exterior y considerando
siempre la fuerza vital o “dinamis actuante” en el
ser humano y la relación de similitud de la acción de las drogas con la del
proceso patológico.
Por eso precisamente, el “ VIS
MEDICATRIX NATURA”
reconocido por toda la terapéutica, tiene su corolario más lógico en el Similia Similimbus Curentur “lo que cura la estranguria, produce también extranguria; lo que produce la estranguria, cura también la
estranguria”.
Nos da el concepto de la “PHYSIS” como fuerza vital
que anima y produce todos los estados de existencia en sus diversas
variaciones, la fuerza vital conservadora y parte de la naturaleza toda,
conceptuada como diversas energías actuantes en forma concurrente, en la reacción
de la totalidad del cuerpo humano y de la enfermedad como un proceso encaminado
a eliminar el desequilibrio y volver a la salud, Hipócrates es indudablemente
el genio de la medicina naturalista.
Los sucesores de Hipócrates como Diocles,
Prasagoras, Dexipo y Filistion se entregaron más que su maestro a la idea
sistemática y sobre todo al naturismo. La tradición Helénica se continua en Alejandría donde brillan los nombres de Erofilos y Erosistrato entre el
empirismo y el dogmatismo mecánico. No tardó en fundarse con el hombre de
Dogmática una escuela que pretendiendo seguir las tradiciones Hipocráticas la
desvirtuó con una serie de fantasías y especulaciones.
Areteo de Capadocia representa
después de Hipócrates la autoridad Helénica más eminente de esta medicina
careciendo empero de doctrina especial lo que le hizo quedar relativamente
olvidado a pesar de sus notables dotes.
La medicina Romana comenzó siendo en parte Terúrgica y en parte Empírica, no tardando con los
progresos de la civilización en sentir la influencia Helénica. A partir de la
época de las guerras púnicas aparecen ya numerosos médicos griegos, el más
célebre fue Aclepiades, sin embargo, no adquiere su
verdadero carácter hasta Galeno que hizo extensos estudios en anatomía y
resumió los conocimientos terapéuticos de la época, resumiendo pacientemente
las obras de Dioscorides, Filón de Tarso, Escribonio Largo, Sestionigele y Andromaco. En patología fue partidario de la escuela Hipocratica.
Galeno fue un verdadero renovador y un doctrinario que
imprime a la medicina Helénica un sello original, después de este, acabó el
período constitutivo de la medicina para comenzar lo que puede llamarse
conservador.
El período neolítico que abraza la época gótica,
lombarda y francesa no se caracteriza por ninguna obra de mérito relevante. El
foco de la cultura médica más célebre de la primera edad media es la escuela de
Salermo que se supone nacida en el siglo VII donde
existió un centro internacional de cultura médica. Entre los autores más
célebres figuran Gorioponto, Constantino el Africano,
Guillermo de Volonia, Salomón el Hebreo y célebres
mujeres como Trotula, Abella, Constanza Calenda y
Rebeca Grionma
Recorriendo los senderos de las ciencias médicas,
encontramos un individuo nacido en Eisendeln, Suiza,
el 10 de noviembre de 1493 viviendo hasta 1542, controvertido personaje que
respondía al nombre de Aureolus Filippus
Theophastus de Bombastro,
sé autodenominó Paracelso, y se caracterizó por una doble rebelión contra
las arbitrariedades de la medicina de su época.
Nace en un mundo de plena efervescencia cuestionadora y renovadora, su nombre brilló junto a otros como los de Leonardo D´ Vincy, Rafael Sancio, Leonardo D´Donatello y
Miguel Angel Bonnaroti, en
los tiempos del renacimiento, luchó a brazo partido contra los principios de la
medicina Galénica, constituyendo un verdadero puente entre Hipocrates
y Haneman.
Entre sus aportes a la Medicina Natural tiene como
mérito ser el fundador de la Balneología médica al
escribir un folleto sobre las propiedades medicamentosas de las aguas del río
Taminia; escribió el primer libro de medicina industrial de la historia;
publicó un tratado sobre medicina Magna y un tratado de filosofía de las siete
defensas, entre tantas obras que requerían de muchos temas para documentarlas.
Como se ha podido evidencia en todas las épocas a las
cuales se ha hecho referencia, la medicina a gozado de
una gran tendencia naturista, imprimida por los
fundadores de cada escuela como figura prima en el desarrollo de esta ciencia a
lo largo de los años.
La salud es el estado de completo bienestar físico,
mental y social y no sólo la ausencia de enfermedades. Así reza la definición
de la OMS en su carta magna de salud y constituye sin lugar a dudas un acierto,
ya que se puede concebir como una gran meditación previa, considerando al
hombre más que todo en sus diferentes proyecciones y relaciones dentro del
conjunto humano.
Es fácilmente comprensible el bienestar físico que
corresponde a la salud, es el bienestar indefinible e inconsciente. El
bienestar del cuerpo nos mantiene libres de la conciencia y de la percepción
obligada de las funciones; nuestros órganos trabajan sin que trascienda su
actividad a la conciencia, esto solo
acontece cuando todas las funciones se realizan dentro del correcto equilibrio
que impone el justo desgaste de las partes, utilizando integralmente la energía
y eliminando oportuna y completamente
sus desechos. Todo esto es el resultado de la perfecta acción de las
fuerzas que actúan en nosotros constituyendo así lo que se conoce como nuestra
naturaleza.
La medicina tradicional asiática identificó este concepto desde hace
4500 años al plantear que la salud es el correcto estado de equilibrio
energético, equilibrio consigo mismo y equilibrio con el medio que nos rodea.
Retomando lo que establece la OMS fijamos
el segundo elemento, con el que se consigue el bienestar es la mente o
factor psicológico del individuo, la psiquis en equilibrio es la proyección adecuada hacia todo lo que nos
rodea y percepción correcta de todo lo que constituye nuestro ambiente.
Indudablemente esta definición se logró cuando ya la psicosomática había
marcado su admirable huella de presencia en los tratados de medicina. El hombre
existe para sus semejantes más que para
sí mismo en razón de sus actos afectivos, volitivos, e intelestivos
que por su presencia material y actos involuntarios; por lo menos en todo lo
que se refiere a su existencia trascendente.
Sin restar mérito a la psicosomática debemos señalar
que desde tiempos milenarios los orientales imprimían fundamental importancia
al Shen en los desarreglos bioenergéticos y
determinaron las grandes consecuencias que producen los factores emocionales en
el cuerpo humano, viendo en el hombre la indispensable e ineludible relación
entre la materia y la espiritualidad.
La mente del hombre lo define, lo sitúa y lo proyecta.
De acuerdo con ella se destaca, brilla o pasa inadvertido en cualquier medio
donde esté; pues si no le es propicio aquel donde se ha originado étnicamente
busca fatalmente otro que le sea adecuado a sus aspiraciones. Escribe o plasma
aún cuando sea para la posteridad lo que le hará sobresaliente en su medio.
Pero he aquí que esta superactividad psíquica debe ser grata al propio individuo,
aceptable y armónica para los demás o por lo menos para un buen número de ellos
y no producirle incomodidad; esto es lo que quiere decir bienestar mental; que
el hombre exista complacido y complaciente con respecto a la psiquis.
También ese bienestar
debe serlo en lo social. No sólo debe sentirse bien el hombre en sus funciones,
no sólo debe suceder en el tiempo sin causarle ningún esfuerzo o sufrimiento; y
no será suficiente que su psiquismo capte correctamente y se produzca en
relación correcta a todo lo que le rodea, sino que también es necesario que no
desconcierte ni destruya y no altere el orden ni la armonía de la sociedad. Que
las modificaciones al orden establecido provengan de una mente sana y que deban
ser forzosamente en sentido de mejoramiento o
real progreso.
Así entendemos el bienestar físico, mental y social
que señala la OMS, como mayor información esto quiere decir que no basta sólo la ausencia de sufrimiento
o de enfermedad, “el idiota puede vivir feliz o por lo menos completa
apariencia de felicidad y está muy lejos de ser un hombre sano”.
LA SALUD COMO EQUILIBRIO ENTRE LA VOLUNTAD Y EL
ENTENDIMIENTO:
Nos satisface la consideración del hombre constituido
esencialmente en lo dialéctico, metafísico
o filosófico; él yo perceptivo y él yo determinativo como uno solo, visto de
dentro a afuera o viceversa, es el individuo como un punto dentro del universo
que recibe y al mismo tiempo produce y
envía.
El universo y el hombre, el macrocosmos y el
microcosmos, siguiendo a Paracelso y a los médicos
del antiguo oriente, el último es el hombre con una faceta adecuada y hecha
expresamente para cada uno de los imnúmeros elementos
del macrocosmos, eso constituye su entendimiento, y la voluntad es la respuesta
que produce para cada uno de los “algos” que percibe.
Cuando lo uno es correspondiente a lo otro, cuando la
voluntad produce lo que es adecuado a lo captado por el entendimiento, esto es
equilibrio entre el entender y la proyección del ser; hay heurritmia y
armonía entre el ser y el todo, al mismo
tiempo dentro del propio ser existe bienestar, por ello la salud en el sentido
más apropiado es equilibrio entre la voluntad y el entendimiento.
Si él yo más íntimo, constituido por estos elementos
está equilibrado, lo estarán también por derivación las fuerzas que gobiernan
las relaciones entre órganos sistemas y
todas las funciones que se realizarán de acuerdo con el ritmo en el que está
acomodado el individuo; ritmo que es movimiento forzoso en el tiempo y sucesión
obligada en los componentes del todo universal, átomos, electrones, así como
planetas, seres animados, hombres, todo en la aparente etogeneidad para el
que mira sin mirar y regido por principios energéticos y sujeto al orden
predeterminado para el que debe observar.
Debemos señalar que muchos son los planteamientos de
autores que divergen del concepto de salud que explican la medicina ortodoxa y
la asiática, nosotros partiendo de que todo es energía y las más disimiles alteraciones del mundo existencial son el reflejo
del cambio en el movimiento de la misma, vemos ambas concepciones no como
complemento la una de la otra, sino como la replica exacta, con palabras diferentes, siendo más explícitos
queremos plantear que todos los movimientos energéticos armónicos conllevan al
hombre a estar en equilibrio bioenergético con el micromundo
que el constituye y el todo que constituye el macromundo,
entiendace esto, ir a favor de su psiquis y de la
sociedad, aportando bienestar en el acto de captar y aportar.
Finalmente
salud es la paz interior que se traduce en el más cierto bienestar y que
produce la verdadera disposición para amar y para ser amado.
La gran diferenciación posible y obligada entre la
medicina antigua y la moderna se inicia definitivamente con el concepto
imperante en cada una de ellas respecto al enfermo, deriva un distanciamiento
cada vez más amplio que no será posible salvar y que nos obliga a situarnos
definitivamente en uno y otro campo.
La siquiatría, la
biotipología y la parapsicología han acercado las formulas de concepción del
enfermo utilizado en las escuelas antiguas a la que se ha consagrado la
medicina bioenergética desde su inicio.
Pero al llegar al terreno de la práctica esa medicina
ortodoxa deja lo antropológico y lo psicológico por lo anatómico y sigue
rutinariamente el procedimiento más estrictamente materialista, marginando de
forma ostensible el considerado de lo dinámico y lo espiritual llevando al médico a ver un
hombre robot, ceñido a un funcionamiento prevalente
derivado de sus elementos conformantes. Así el
especialista trabaja sobre órganos tejidos, células, realizando sus
investigaciones por caminos cada vez más complejos y repetidamente
decepcionantes, en la búsqueda del remedio adecuado de cada lesión y su cortejo
sindrómico, producirá fármacos de acción físico
química o químico biológica fundamentándose siempre en la comprobación
científica sobre animales laboratorio, cepas microbianas, alteraciones
inmunológicas, de tinte inminentemente
organicista.
El enfermo ante todo es un individuo; si
pretendiéramos definirlo; como un ser bioenergético, psicoanémico,
con posibilidad de completa manifestación, el intento satisface nuestro
propósito aún cuando puede merecer la censura.
inmediata de nuestros colegas ortodoxos.
El aforismo que de forma indiscutible ha pasado
durante muchos años por la historia de las ciencias médicas, cuando se plantea
que no existen enfermedades sino enfermos es clásicamente aplicable e
irrebatiblemente coincidentemente con lo que plantea la medicina bioenergéticaal ver al hombre como un todo único integrado
así mismo y al mundo que lo rodea, respondiendo constantemente al cielo y a la
tierra. Por esta razón la causa de la enfermedad no radica de forma absoluta en
los planteamientos de la medicina alopática y si en los desequilibrios
energéticos que se presentan en el ser, que, por consiguiente, producen una
variada cantidad de síntomas y signos siendo a la vez cualitativamente
diferentes y atribuyendo una marcada individualidad a cada caso afirmando la
frase que históricamente ha pasado de generación en generación y en cualquier
tipo de medicina.
Sintetizando estas someras definiciones podemos concluir:
-
Que
el hombre es un individuo indistinto en si y distinto a los demás en el que es
fácil reconocer características persistentes y cualidades fácilmente
cambiantes.
Aplicación:
El médico ante todo, debe ser un hombre capacitado para
entender las múltiples facetas de la expresión humana, su finalidad tan
establecida de aliviar el dolor y abatir el sufrimiento serán imposibles superfluas o inútiles si antes no sabe
comprender al hombre, si no sabe ser su semejante, esto quiere decir aprender en cada enfermo
las imnumeras formas de expresar el sufrimiento; (
cada uno hace su fiebre a su manera, según su constitución, naturaleza, medio ambiente, estímulos,
posibilidades de expresión, y con mayor razón cada uno formula la queja
por su dolor de manera distinta: con gritos, inegligencias,
caprichos, con llantos o suspiros, desesperaciones o risas, cada enfermo nos enseña como sufre el
hombre. El médico debe de ir archivando todas esas imágenes y expresiones que
traducen cada una de ellas, la actitud de este individuo ante la vida. Que
enriquecimiento tan formidable es posible con la observación de las
manifestaciones de nuestros semejantes en la profesión médica, por ello es
incomparable la misión del médico, porque nos enseña todo lo que podemos ser,
lo que podemos expresar; sentir y sufrir como humanos, las variantes
maravillosas de las virtudes, por lo expresado consideramos:
La medicina
como la hija más legítima de la piedad del hombre, piedad por sí mismo como
consecuencia de su terror imnato y piedad por sus
semejantes al verse reflejado en ellos.
La enfermedad es una serie de fenómenos observables en
el organismo y producidos a expensas de una lesión. Es así como nos han
trasmitido la idea de enfermedad desde el punto de vista “científico” y por
varias generaciones se ha aceptado como aforismo, el que “no hay enfermedad sin
lesión”. Esta afirmación aunque modificada en varias formas por ser demasiado
clásica, la utilizamos y tratamos de entender el proceso patológico dentro de
estos términos considerando como constitutivos tanto los energéticos como los
materiales.
La fisiología normal realiza esos cambios pero sin que
estas variantes transformen o trastornen aquellos elementos constitutivos.
Cuando estos se alteran se produce una lesión siendo lógico y forzoso que
exista disfunción que sobrepase la tolerancia o los límites de la fisiología
normal, es necesariamente una alteración evidenciable de la forma o naturaleza
de estos elementos constitutivos.
Lo cierto es que de acuerdo con los alcances de los
últimos descubrimientos siempre podemos referirnos a determinados elementos
básicos o formativos a considerar en las células, órganos y sistemas reiterando
que la alteración estructural es lo que constituye la lesión.
En la acupuntura aunque tenemos una definición un poco
distinta de lo que es la enfermedad y que se puede deducir muy fácilmente de
nuestro concepto de salud ya expreso podemos aceptar y hasta cierto punto divergir de los
conceptos clásicos que la medicina ortodoxa ha regido como patrones a través de
la historia.
Para la medicina bioenergética la enfermedad es una
alteración del equilibrio que mantiene la homeostasia
en el organismo a expensas de la invasión de factores patógenos de diferentes
orígenes y no siempre se va a traducir o justificar una lesión o daño estructural determinado.
Es frecuente que los médicos formados por las escuelas
occidentales en un gran número de ocasiones no encuentren la causa que
justifique la presencia de alteraciones observables en el ser, aún cuando se
realicen exámenes complementarios apoyados en una tecnología ultramoderna, y la
causa esencial radica en que las alteraciones bioenergéticas instaladas
progresivamente no han causado daños orgánicos, pero si disfunciones que pueden
producir una gran variedad de síntomas y signos los cuales son fácilmente
interpretables por los médicos tradicionales.
Aquí nos obligamos a considerar a todos los seres como
están en la realidad o por lo menos lo que estimamos como ella, es una
existencia en conjunto en que la acción del uno deriva de la del otro y
corresponde a la de todos. El uno es la parte del todo y él todo es uno solo
reflejado en cada uno; siempre proporcionalmente. La proporción es precisamente
la base del equilibrio que es indispensable en la integración del todo. El
ritmo se establece sobre el equilibrio, y por ello el desorden de la más mínima
parte debe ser absorbido de inmediato por el próximo, cuando no puede ser
remediado en el momento dentro de la posibilidad de la cosa desarmonizada
dentro de sus límites.
Por ello la naturaleza del hombre, como parte de toda
naturaleza tiende a equilibrarlo cuando se desordena, tiende a curarlo cuando
se enferma, lo impulsa a volver al orden cuando se ha desarmonizado.
Reconociendo que la naturaleza se define
como un conjunto de fuerzas, leyes o principios que mantienen lo creado.
La enfermedad es un modo de ser del organismo vivo, es
un estado existencial tan fisiológico y tan completo como el estado de salud;
más intenso desde luego, en su dinámica y
complejidad pues presupone exageraciones e inhibiciones de imnúmeros elementos que por razón natural emplean mayor
energía y producirán repercusiones inevitables en todo el organismo, el psiquismo y hasta él YO más profundo del hombre.
Este estado de existencia está constituido por una
serie de fenómenos defensivos que la naturaleza produce con la tendencia al
reequilibrio.
La acción permanente de las causas morbosas sólo puede
aceptarse produciendose, cuando es eficiente el
desequilibrio desorganizador, una serie de acciones defensivas a través de los
múltiples y maravillosos mecanismos bioenergéticos de los diferentes órganos y
sistemas, conjunto admirable de fenómenos que constituyen la enfermedad, por
eso creemos más adecuado definirla, y coincidimos con el criterio de algunos
autores; que ven en ella la serie de fenómenos defensivos ante la acción de las
causas morbosas naturales o artificiales que de una forma u otra, producen el
desequilibrio.
RECORDAR:
-
La enfermedad más que un mecanismo de destrucción, es
una respuesta normal del organismo ante una agresión, encaminado a la autocuración del
individuo.
-
Los síntomas y signos no son más que la traducción de
la respuesta normal de los. diferentes órganos y sistemas ante una determinada
agresión, por ende su paleación inhibe la capacidad
de curación del propio cuerpo.
En la historia de la medicina han existido diferencias
en cuanto a criterios, métodos de curación, y principios para la curación.
Nuestra intención en este acápite nunca seria enfrentar de forma enemistosa estas dos tendencias que milenariamente han
existido dentro de las ciencias médicas, y con gran criticismo rechazamos toda
inclinación en este sentido, seria
importante y reconfortante interpretarlas como la buena voluntad del ser
humano en dilucidar el enigma vida-muerte y salvar a sus homólogos de especie,
del infranqueable sufrimiento al que se encuentra sometido.
No obstante existen diferencias de criterios que
analizaremos a continuación: en primer lugar la medicina alopática posee una
visión organisista y mecanicista del enfermo que en
principio trata síntomas y signos justificantes de un daño estructural mientras
que la acupuntura ve al individuo de forma holística,
en su conjunto, en su relación con el macromundo y
dentro del micromundo que él conforma por si solo, lo
cual permite un conocimiento más amplio de las respuestas ante la agresión.
Desde el punto de vista terapéutico la medicina
alopática, basada en el principio de los contrarios utiliza un sinnúmero de
fármacos, obtenidos de forma industrial,
que atenúan la respuesta normal y producen aparejado con sus beneficios, una
gran cantidad de reacciones adversas y efectos colaterales.
La medicina china por su parte, cura con el principio
Hipocrático VIS MEDICATRIX NATURA, o sea,
modificando con manipulaciones de tonificación o dispersión la energía que el
cuerpo humano tiene implícita, conyevandolo a la
curación individual, basado en la capacidad que él posee.
Finalmente pensamos que amen de estas diferencias los
médicos tanto alópatas como acupunturístas, son
dignos de admirar por su dedicación constante en buscar alternativas que
conlleven al mejoramiento del enfermo en su constante lucha por la vida.
Indiscutiblemente existen numerosas técnicas
terapéuticas que poseen similitudes en cuanto a fundamentos concepción y estilo, con la acupuntura
particularmente, más que en el método empleado, se relacionan innumerables
terapias que tienen por concepto la existencia de una energía que le brinda al
cuerpo grandes posibilidades de respuesta, lo cual lo hace acreedor de una
capacidad extraordinaria para mantener su equilibrio.
Dentro de estas encontramos a la Naturoterapia,
la Homeopatía, los Ejercicios Orientales, la Radioestecia,
la Terapia Neural, la Cronoterapia
y la Quiropractica entre otras.
Naturoterapia: Basa su principio terapéutico
en determinar cual es el momento álgido en el proceso y actuar en ese preciso
instante modificando, mediante la dieta, las desintoxicaciones u otros muchos
métodos, la energía natural de respuesta positiva, logrando restablecer el
desequilibrio originado por una invasión.
Homeopatía: Aunque con una concepción de curar
diferente a la Acupuntura, utiliza el principio del mensaje energético que es
capas de llevar un medicamento diluido hasta medidas infinitesimales, logrando
producir cambios favorables en el individuo.
Radioestecia: Utiliza como principio
terapéutico la capacidad de intercambiar energía que existe dentro de cada uno
de los individuos, con el medio y con sus semejantes, por tanto, es posible
equilibrar energéticamente centros de intercambio existente entre el individuo
y el macromundo, los cuales se conocen con el nombre
de chacras.
Terapia Neural: Acciona
eliminando centros o conexiones interferentes que actúan como cortocircuitos y
no permiten el correcto trayecto de la información nerviosa desde la periferia
hasta el sistema nervioso central y viceversa, interfiriendo en el sistema de
la gran defensa, específicamente a
nivel de la defensa neural.
Quiropráctica: Esta, a su vez, justifica su actuar
corrigiendo la circulación del flujo nervioso a nivel de las raíces nerviosas
espinales que han sido afectadas por traumas o desplazamientos vertebrales, pudiéndoce solucionar al corregir los mismos mediante
manipulaciones de diversa índole.
Cromoterapia: Utiliza el principio de la resonancia bibracional obtenida como resultado de la utilización de la
magnitud de ondas producidas por los colores con fines terapéuticos.
Ejercicios Orientales: Dentro de los cuales se
encuentra incluido el Taichi y el Joga,
justifican su mecanismo de acción, propiciando un fluir armónico de la energía
dentro del cuerpo por los meridianos y colaterales, contribuyendo al
fortalecimiento de la misma, y logrando un magnifico bienestar psíquico, físico
y social. Por estas razones y su factibilidad para aprender muchas personas los
practican en el mundo con fines terapéuticos y preventivos. Es el método que en
concepción posee mayores puntos convergentes con la acupuntura.
ACUPUNTURA: SUS PRACTICANTES.
Como en todas las ramas de las ciencias médicas,
existen diferentes practicantes de la acupuntura, y aunque inicialmente pudiera
identificarse a los acupunturistas como una gran
familia; la individualidad de cada uno hace que existan diferencias en
ocasiones abismales en cuanto a conocimiento, forma de actuar, intereses etc, algunos se inician inclinados a la misma por las
amplias posibilidades terapéuticas que brinda, otros por la charlatanería
encaminada a querer “brillar” a toda costa a expensas de este arte milenario y
en muchos casos personas que intuidas en los principios de Hipócrates se
imbuyen en este mundo con el firme propósito de investigar, enseñar y ofrecer
salud a los necesitados.
OMNIPRACTICANTES: En este grupo incluimos a aquellos
que realizan la practica de la misma
como un recurso más, combinándola con otras técnicas terapéuticas como la
Homeopatía, Fitoterapia, Quiropractica y elementos de
medicina ortodoxa.
ORGANOTROPISTAS PLURALISTAS: En esta forma clasifican
los que decepcionados de la medicina ortodoxa por sus fracasos emplean la
acupuntura, pero enfrascados en su doctrina mecanicista sólo utilizan aquellos
puntos a los cuales la medicina occidental ha dado explicación
"“científica"”, por ejemplo utilizaran el punto E36 para los
trastornos gástricos o el Du 14 para tonificar el
sistema inmunológico, o Bp 6 para inducir un parto o
aborto.
UNICISTAS: Son aquellos que ciegamente emplean las
agujas como única opción terapéutica,
por lo tanto en numerosas ocasiones fallan por exceder en
prepotencia no ubicarce
en él diagnostico exacto ni en las posibilidades que brindan otras terapias
actuando fanáticamente.
De forma general estos son los practicantes de la
Acupuntura, ellos difieren en concepciones, principios y formas de actuar, pero
existe un grupo más selecto y que a la vez constituye
la máxima expresión de los acupunturistas o
profesionales de la Medicina Tradicional China, veamos a continuación sus
peculiaridades.
TERAPEUTAS TRASCENDENTALES: Estos señores basados en
profundos conocimientos de la medicina China diagnostican a sus pacientes según
las normas y principios del Diagnóstico Tradicional Asiático, realizan sus
prescripciones utilizando armónicamente las diferentes modalidades terapéuticas
que dicha medicina ofrece agotándolas al máximo y creando más que copiando, lo
cual les confiere un gran poder de creatividad, investigan y enseñan a sus
discípulos sus experiencias, y no desdeñan las posibilidades curativas de las
otras ramas de las ciencias médicas, a ellos les damos las gracias por sus
constantes aportes que sin dudas nos sirven en el quehacer diario y como
complemento de nuestros conocimientos médicos.
Por todos es conocido que en la medicina existen
especialidades que permiten al médico profundizar en determinado tipo de
sistema u órgano inclusive, esto permite que cada vez el profesional sepa
cada vez más y más de menos y menos, rompiendo con los principios holísticos que aboga la medicina hipocrática y creando un
sistema mecanicista que no permite evaluar al individuo como un ser interactuante con el mundo que lo rodea y con el mismo.
La Acupuntura, por su parte, no permite especialidades
médicas, su concepción general del micromundo que el
individuo representa y del macromundo con el cual interactua y del que forma parte, se rompería si viéramos
aisladamente al hombre, las teorías y conceptos que fundamentan su anatomía y
fisiología, prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades
claudicaría enormemente ante el rigor que nos impone la vida.
La visión integradora del ser humano esta compuesta
por un sinnúmero de hemociones, avideces
y repelencias, aptitudes y actitudes ante determinado estimulo, forma de
hablar, color, acciones, etc. Y es en estos aspectos donde la medicina alopática
pierde en concepto ante la acupuntura.
Agradecemos enormemente a nuestro país, por haber sido
el pionero en la aplicación e instauración de la Medicina General Integral como
especialidad médica, la más completa y abarcadora de las que incluye la medicina
ortodoxa, pues es la única que en concepción puede ver al hombre como un todo y
no como la simple suma de sus partes, imprimiendo seriedad y solides a su accionar aún cuando en principio y método este
difiere de los empleados por la medicina china.
5-Elementos | Yin-Yang | Zang-Foo | Energia