La
Toma de Refugio y La Recepción de los Preceptos
Bhikkhu
Bodhi
Comprometerse con los preceptos es hacer la
determinación de vivir en
armonía con ellos, no asegurar que uno nunca los romperá. A pesar de
nuestra
determinación, a veces ocurre que debido al descuido o a la fuerza de
nuestro
condicionamiento por las contaminaciones actuamos de modo contrario a los
preceptos. Así pues, la cuestión que se plantea ahora es qué hacer en
estos casos.
Una cosa que no deberíamos hacer si rompemos
los preceptos es dejarnos
llevar por el sentimiento de culpa y el autodesprecio. Hasta que
alcancemos los
planos de la liberación, cabrá esperar que las contaminaciones aflorarán
de cuando
en cuando y motivarán acciones perjudiciales. El sentimiento de culpa y
de auto
condena no será de ninguna ayuda, sino que empeorará las cosas añadiendo
una superposición
de autoaversión. Un sentido de honra y escrupulosidad ética son
cualidades centrales para mantener los preceptos, pero no debería
permitirse que se
enredasen en la espiral de la culpa.
Cuando tiene lugar una ruptura de los
preceptos hay varios métodos para
enmendarlos. Un método utilizado por los monjes para obtener la
exculpación
respecto a las infracciones de las reglas monásticas es la confesión.
Para ciertas
clases de ofensas monásticas un monje puede conseguir la purificación
simplemente confesando su transgresión a otro monje. Quizá con las
pertinentes
modificaciones se podría aplicar el mismo procedimiento al laicado, al
menos en lo
que respecta a violaciones más graves. Así, si hay cierto número de
laicos que
desean seguir seriamente el sendero y alguno cae en la ruptura de algún
precepto,
puede confesar su error a un amigo del Dharma, o, si no hay ninguno
disponible,
puede confesarlo en privado ante una imagen del Buda. Sin embargo, se
deberá
subrayar que la confesión no tiene por fin obtener ninguna absolución.
Nadie ha
sido ofendido por la falta ética ni hay nadie que pueda otorgar el perdón.
Así mismo, la confesión no abole el karma adquirido por la transgresión. El
karma ha
sido generado por el acto y producirá su debido efecto si tiene
oportunidad para
ello. El propósito básico de la confesión es limpiar la mente del
remordimiento que
la afecta como consecuencia de la ruptura. La confesión ayuda
especialmente a
prevenir el ocultamiento del error, manipulación sutil del ego utilizada
para reforzar
la presunción de creerse dentro de una perfección imaginaria.
Otro método de hacer enmiendas es tomar
nuevamente los cinco preceptos,
recitando cada precepto ya sea en la presencia de un monje o ante una
imagen del
Buda. Esta nueva toma de los preceptos podrá ser reforzada por una
tercera
medida, esto es, hacer la poderosa determinación de no caer de nuevo en
la misma
transgresión en el futuro. Tras haber aplicado estos tres métodos, se
podrán hacer
entonces acciones virtuosas como medio de crear un karma positivo para
contrarrestar el karma perjudicial adquirido por la ruptura del precepto.
El karma
tiende a producir su debido resultado y si esta tendencia es lo
suficientemente
fuerte no habrá nada que pueda hacerse para eliminarla. Sin embargo, el
karma no
siempre da su fruto como asunto de estricta necesidad. Las tendencias kármicas
pujan y tiran mutuamente según complejos criterios de relación. Algunas
tienden a
reforzar los resultados de otras, algunas a debilitar los resultados,
algunas a
obstruir los resultados. Si creamos un karma saludable mediante acciones
virtuosas, este karma puro puede inhibir al karma perjudicial y evitar
que alcance
su fruición. Ahora bien, no hay ninguna garantía de que esto funcionará
así, pues el
karma es un proceso vivo, no mecánico. Pero sea como fuere, las
tendencia en el
proceso podrá ser comprendida, y dado que tal tendencia es para que lo
saludable
contrarreste a lo perjudicial e impida sus resultados indeseados, un
poder de gran
ayuda para la superación de los efectos de la ruptura de preceptos es la
realización
de acciones virtuosas.