La Toma de Refugio y La Recepción de los Preceptos

 

Bhikkhu Bodh

 

Identificación de los objetos de refugio

 

La utilidad del acto de tomar refugio será proporcional a la profundidad y precisión  con la que comprendamos la naturaleza de los objetos de refugio. Por tanto, dichos  objetos han de identificarse con precisión y comprenderse correctamente. Cada  objeto de refugio tiene un doble nivel de significación, uno concreto y mundano, y  otro intangible y supramundano. Los dos son completamente distintos, sino que se  entrelazan de tal modo que el primero actúa como vehículo para el segundo. Un  examen de cada refugio dejará claro cuál es su doble significación y el modo en  que se interpenetran.


El Buda

 

El Buda como refugio puede considerarse primero. A un nivel la palabra ``Buda'' se  refiere a una figura particular: el hombre Siddharttha Gautama que vivió en la  India en el siglo V a.n.e. Cuando tomamos refugio en el Buda, tomamos refugio en  esta persona, pues es el maestro del Dharma y el fundador histórico del Buda­  Dharma. Sin embargo, al tomar refugio en él, no lo hacemos en su particularidad  concreta. Confiamos en él como el Buda, el Iluminado, y esto tiene una  significación que trasciende los límites de lo ofrecido por los hechos empíricos e  históricos. Lo que permite al Buda funcionar como refugio es su actualización de  una realización supramundana. Esta realización es el estado de la Budeidad o  Perfecta Iluminación, un estado que ha sido logrado por otras personas en el  pasado y será logrado de nuevo en el futuro. Aquellos que realizan este estado son  Budas. Cuando tomamos refugio en el Buda confiamos en él como refugio porque  encarna esta realización en él mismo. Es su Budeidad lo que hace del Buda un  refugio.

 

Pero, ¿qué es la Budeidad del Buda? En esencia, la Budeidad del Buda es la suma  total de cualidades poseídas por tal persona llamada Gautama la que hacen de él un  Buda. Estas cualidades pueden sintetizarse en el abandono de todos los defectos y  la adquisición de todas las virtudes.

 

Los defectos abandonados son las contaminaciones mentales (kilesa) junto a sus  impresiones residuales (vasana). Las contaminaciones son fuerzas mentales  aflictivas que causan la corrupción y perturbación interior y motivan acciones  perjudiciales. Sus principales componentes son avidez, aversión e ignorancia, a  partir de las cuales se derivan todas las demás contaminaciones secundarias. En el  Buda estas contaminaciones han sido abandonadas totalmente, completamente y  definitivamente. Han sido abandonadas totalmente dado que todas las  contaminaciones han sido destruidas sin dejar restos. Han sido abandonadas  completamente dado que cada una de ellas ha sido destruida en su raíz, sin  residuos. Y han sido abandonadas definitivamente dado que nunca podrán surgir  de nuevo en el futuro.

 

Las virtudes adquiridas por el Buda son muy numerosas, pero dos destacan como  las más importantes: la gran sabiduría (p. mahapañña; s. mahaprajñâ) y la gran  compasión (mahakaruna). La gran sabiduría del Buda tiene dos aspectos: amplitud  de alcance y profundidad de visión. A través de la amplitud de alcance de su  sabiduría el Buda comprende la totalidad de los fenómenos existentes; a través de  la profundidad de su visión comprende el modo preciso de existencia de cada  fenómeno.

 

La sabiduría del Buda no permanece en una contemplación pasiva sino que resulta  en la gran compasión. Mediante su gran compasión el Buda actúa para el bienestar  de los demás. Toma sobre sí el peso de trabajar por el bien de los seres vivientes,  activamente y sin miedo, con el propósito de conducirles a la liberación del  sufrimiento.

 

Cuando tomamos refugio en el Buda recurrimos a él como encarnación suprema de  la pureza, sabiduría y compasión, como el maestro incomparable que puede  guiarnos con seguridad por el arriesgado océano del samsara.

 

El Dharma

 

El Dharma también implica una doble referencia. A un nivel elemental la palabra  ``Dharma'' significa la enseñanza del Buda, es decir, el conjunto de enseñanzas  formuladas conceptualmente y expresadas verbalmente expuestas por o derivadas  de la figura histórica de Gautama. Esta enseñanza, denominada ``la transmisión''  (agama), está contenida en el Tripitaka o tres colecciones de escrituras y en los  comentarios y obras expositivas que los explican. Las tres colecciones son el  Vinayapitaka, el Sutrapitaka y el Abhidharmapitaka. El Vinayapitaka reune todas  las reglas y normas monásticas que detallan la disciplina para los monjes y monjas  budistas. El Sutrapitaka contiene los discursos del Buda donde expone su  enseñanza y la práctica de su sendero. El Abhidharmapitaka presenta una  exposición de la esfera de la realidad desde el punto de vista de una comprensión  filosófica precisa, que analiza la realidad en sus elementos constitutivos  fundamentales y muestra cómo estos elementos se interconectan a través de una  red de relaciones condicionales.

 

El Dharma transmitido verbalmente contenido en las escrituras y comentarios sirve  como conducto a un nivel más profundo de significado comunicado a través de sus  palabras y expresiones. Este es el Dharma de la realización real (adhigama), que  comprende el sendero (magga) y el fruto (attha). El fruto es la meta de la  enseñanza, Nirvana (p. Nibbana), la completa cesación del sufrimiento, el estado  incondicionado al margen y más allá de la rueda de los fenómenos impermanentes  que constituyen el samsara. Este fruto ha de lograrse mediante un sendero  específico, un curso de práctica que conduce a su obtención, es decir, el Noble  Sendero Óctuple --recta visión, recto propósito, recta palabra, recta acción, recto  modo de vida, recto esfuerzo, recta atención y recta concentración­. El sendero se  divide en dos etapas, un sendero mundano y un sendero supramundano. El sendero  mundano es el curso de aplicación desarrollado cuando sus factores son cultivados  en la vida diaria y en periodos de práctica intensiva. El sendero supramundano es  el estado de conciencia­sabiduría que surge cuando todas las condiciones  requeridas para la realización maduran completamente, usualmente, en la cumbre  de la práctica intensiva. Este sendero representa en realidad un estado en la  experiencia de la iluminación, teniendo la función dual de realizar el Nirvana y  erradicar las contaminaciones.

 

El sendero supramundano ocurre únicamente en momentáneas ``rupturas de nivel''  que, cuando suceden, efectúan transformaciones radicales en la estructura de la  mente. Estas ``rupturas de nivel'' son cuatro y se denominan los ``cuatro senderos''.  La cifra cuatro divide según la habilidad de cortar las ``trabas'' sucesivamente  sutiles que causan el samsara. El primer sendero, la ``ruptura'' inicial de la  iluminación, es el sendero de la ``entrada en la corriente'' (sotapattimagga), que  erradica las trabas de la auto­afirmación egotica, la duda y el apego a ritos y  observacias erróneas. El segundo, denominado el sendero del ``retornar una sola  vez'' (sakadagamimagga), no corta ninguna traba pero debilita sus raíces  subyacentes. El tercero, el sendero del ``no retorno'' (anagamimagga), elimina las  trabas de la avidez sensual y la mala voluntad. Y el cuarto, el sendero del arahat  (arahattamagga), erradica las cinco trabas restantes: deseo de una existencia en las  esferas de materia sutil e inmaterial, orgullo, agitación e ignorancia. Cada  momento­sendero es seguido inmediatamente por algunos momentos de otra  experiencia supramundana denominada ``fruición'' (phala), que se produce en  cuatro etapas correspondientes a los cuatro senderos. La fruición marca el gozo y  la libertad respecto a la contaminación afectada por el precedente momento­  sendero. Es el estado de liberación o libertad experiencial que sucede cuando las  trabas quedan destruidas.

 

Anteriormente se dijo que el Dharma es el refugio real. A la luz de las distinciones  recién mencionadas, ahora esta declaración puede precisarse aún más. La  enseñanza verbal es esencialmente un mapa, un cuerpo de instrucciones y pautas.  Dado que tenemos que confiar en dichas instrucciones para realizar el fruto, la  enseñanza cuenta como un refugio real, pero esto es así de un modo derivado. De  modo que, podemos considerarle como un refugio real pero indirecto. El sendero  mundano es directo, pues debe ponerse en práctica, pero dado que sirve principalmente como preparación para el sendero supramundano su función es  puramente provisional; así pues, es un refugio real y directo pero provisional. El  sendero supramundano capta el Nirvana y una vez obtenido conduce  irreversiblemente al fruto, por ello puede considerarse como un refugio real,  directo y superior. Sin embargo, incluso el sendero supramundano es un fenómeno  condicionado que comparte la característica de la impermanencia, rasgo común a  todos los fenómenos condicionados. Además, como medio conducente a un fin,  posee únicamente un valor instrumental, no un valor intrínseco. Así, su estatus  como refugio no es último. El estatus último como refugio pertenece  exclusivamente al fruto, al estado incondicionado del Nirvana, el cual entre los tres  refugios es el único que puede considerarse como el refugio real, directo, superior  y último. Es el recurso final, la isla de paz, el santuario que ofrece protección  permanente frente a los miedos y peligros del devenir samsárico.

 

La Sangha

 

A nivel convencional o mundano la Sangha significa la Bhikkhu­Sangha, la orden  de monjes y monjas. La Sangha aquí es un cuerpo institucional regido por  regulaciones formalmente promulgadas. Sus puertas de acceso están abiertas a  cualquier candidato que reúna los requisitos correspondientes. Todo lo que se  necesita para entrar en la Sangha es recibir la ordenación según el procedimiento  establecido en el Vinaya, el sistema de disciplina monástica.

 

A pesar de su carácter formal, la orden monástica cumple un rol indispensable en  la preservación y perpetuación de la dispensación del Buda. En un linaje  ininterrumpido que se retrotrae a dos mil quinientos años, la orden monástica ha  servido como custodia del Dharma. El modo de vida que posibilita permite el  ejercicio de esta función. Tal y como indicamos, la dispensación del Buda posee un  doble carácter: es un sendero de práctica que conduce a la liberación del  sufrimiento, y también es un conjunto distintivo de enseñanzas insertadas en las  escrituras que exponen los detalles de este sendero. La Sangha tiene la  responsabilidad de mantener ambos aspectos de la dispensación. Sus miembros  asumen el peso de continuar la tradición de práctica con el fin de mostrar que el  fruto puede ser realizado y la liberación alcanzada. También aceptan la tarea de  preservar las enseñanzas, velando para que sean enseñadas y transmitidas a la  posteridad libres de distorsiones y malinterpretaciones.

 

Por estas razones la Sangha institucional es extremadamente vital para la  perpetuación de la enseñanza del Buda. Sin embargo, la orden monástica no es la  Sangha que asume la posición del tercer refugio. La Sangha que sirve como  refugio no es un cuerpo institucional sino una comunidad espiritual no organizada  que incluye a todos aquellos que han penetrado el significado más recóndito de la  enseñanza del Buda. La Sangha­refugio es la Sangha ``ariya'', la comunidad noble,  compuesta exclusivamente por ``ariyas'', personas de estatura espiritual superior.  Sus miembros no están ligados por lazos institucionales formales sino por el  vínculo invisible de una realización interior común. El único requisito para ser admitido es el logro de esta realización, la cual es suficiente en sí misma para  otorgar el ingreso.

 

Aunque el modo de vida establecido por la orden monástica, con su énfasis en la  renuncia y la meditación, sea más conductivo para alcanzar el estado de un ariya,  la Sangha monástica y la Sangha ariya no son coextensivas. Su estructura puede  diferir y esto por dos razones: primero, porque muchos monjes --de hecho, la vasta  mayoría­ son todavía individuos mundanos (puthujjana) y por ello no pueden  funcionar como refugio, y segundo, porque la Sangha ariya puede incluir también a  laicos. El pertenecer a la Sangha ariya depende únicamente de la realización  espiritual y no de la ordenación formal. Cualquiera --laico o monje­ que penetre la  enseñanza del Buda mediante la visión directa obtiene la admisión gracias a la  realización misma.

 

Los miembros de la Sangha ariya incluyen ocho tipos de personas, unidos en  cuatro pares. El primer par consiste en la persona que se sitúa sobre el camino de la  ``entrada en la corriente'' y el que ``ha entrado en la corriente'', el que ha entrado en  la vía de liberación y alcanzará el fruto en un máximo de siete vidas; el segundo  par es la persona que se sitúa sobre el camino del ``retornar una sola vez'' y el  ``retornado una sola vez'', que retornará al mundo humano sólo una vez más antes  de alcanzar el fruto; el tercer par es la persona que se sitúa sobre el camino del ``no  retorno'' y el ``no que no retorna'', que no volverá de nuevo al mundo humano sino  que renacerá en un reino celestial puro donde alcanzará el fruto final; y el cuarto  par es la persona que se sitúa sobre el camino del arahat y el arahat, que ha  expulsado todas las contaminaciones y cortado las diez trabas que le causaban la  atadura al samsara.

 

Las ocho personas pueden dividirse de otro modo en dos clases generales. Una  consiste en aquellos que, mediante la penetración de la enseñanza, han entrado en  el sendero supramundano de liberación pero todavía deben practicar ulteriormente  para llegar al fruto. Estos incluyen los primeros siete tipos de personas ariya,  quienes se denominan colectivamente como ``aprendices'' o ``estudiantes'' (sekha)  porque aún están en proceso de formación. La segunda clase comprende los  arahats, quienes a completado la práctica y actualizado completamente el fruto. Se  denominan ``más allá de la formación'' (asekha) porque no les queda práctica  ulterior que realizar.

 

Tanto los aprendices como los arahats han comprendido directamente el sentido de  la enseñanza del Buda por ellos mismos. La enseñanza ha enraizado en ellos y en  la medida en que cualquier tarea esté por hacer ya no dependen de los otros para  llevarla a su consumación. En virtud de esta maestría interior estas personas poseen  las cualificaciones necesarias para guiar a otros hacia el fruto. Por lo tanto la  Sangha ariya, la comunidad de personas nobles, puede funcionar como refugio.

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