|
|
|
|
La fidelidad que espera de nosotros S.S. Juan Pablo II nos lleva
al encuentro con la Iglesia; a la "aceptación en nuestro corazón
de sabernos, sentirnos y ser iglesia".
¿ Es verdadera esta aceptación, en nosotros?
Queriendo saber hasta qué punto, realicé una Pequeña encuesta, así que pregunté a:
- Es en lo que creo.
- Entonces para usted ¿ la iglesia es la religión?
- Creo en la religión de Cristo, si Cristo fundó la iglesia, creo en la iglesia.
- ¿ Cuál es su relación con ella?
- Tibia, muy tibia.
- ¿Por qué?
- Porque soy flojo.
- Esa relación que usted llama tibia ¿es personal o comunitaria?
- Para mí es la reunión de personas que viven y piensan a través de ideales sobrenaturales.
- ¿Se considera parte de ella?
- Sí, porque vivo sus mismos ideales.
- ¿ Se siente fiel a ella?
- Sí, por vivencia y por testimonio.
- Una fuente de fe, de amor, de esperanza.
- ¿ Se siente fiel a ella?
- Sí, desde luego.
- ¿ En forma personal o comunitaria?
- Antes era más personal, ahora con las nuevas normas de la liturgia participando todos, por ejemplo en la Misa, la entiendo mejor
- ¿Eres fiel a ella?
- Pues... si; refunfuño y todo, pero sí. Como que le hace falta a uno.
- ¿Te sientes parte de ella?
- Muy a mi modo, sí.
- Sí, de acuerdo con mis antepasados es una trascendencia, tal vez una costumbre.
- ¿ Qué es la iglesia?
- Para muchos, de acuerdo con sus ideales, es donde se van a buscar la paz y la fidelidad para con sus semejantes.
- ¿Y para ti en lo personal?
- Me siento ligada a ella; estoy bautizada en cualquier problema acudo a sus santos.
- Una alegría, porque cuando vamos a la Iglesia el padrecito nos está explicando todas las cosas de todos los santos.
- ¿ Es lo mismo templo?
- No, el templo no es más que, así, como una cosa, pero la iglesia es otra.
- ¿Sientes que eres parte de la iglesia?
- ¿ Estás bautizada?
- ¿ Te gustaría hacerla?
- Oh, sí. mucho
Analizando estas respuestas encontramos que en todas estas personas hay aceptación de la iglesia, saben de su existencia, ninguna la siente ajena o distante, todas se sienten parte de ella. La consideran fuente de paz, de ideales, de fe, de amor, de esperanza, de orientación, de ayuda; hay deseo de estar más unidos a ella. Sentimiento de fidelidad.
Tal vez lo que aún nos falte a todos es profundizar en el misterio de la iglesia, para que nuestra aceptación sea plena por la fe.
El Papa nos pone por ejemplo la fidelidad de María, que busca el sentido profundo del Designio de Dios en Ella y para el mundo. Cuando se le revela el misterio de la Encarnación su primera pregunta es:
LA ACEPTACION DE MARIA ES SU CONSENTIMIENTO A QUE EN SU SENO SE FORME EL CUERPO DE CRISTO, QUE SE HAGA HOMBRE EL SALVADOR.
LA ACEPTACION NUESTRA ES A QUE EN NOSOTROS Y CON NOSOTROS SE FORME EL CUERPO MíSTICO DE CRISTO; LA IGLESIA, SACRAMENTO DE SALVACION EN EL MUNDO.
"¿Cómo sucederá esto?".
El designio de Dios para nosotros, los hombres, es la participación de su Vida divina.
Toda la historia de la humanidad está relacionada con este designio: de parte de Dios la proposición de su plan, de parte del hombre la aceptación o el rechazo, porque Dios no forza al hombre, su aceptación a la Voluntad divina será siempre libre.
Dios manifiesta su Voluntad; al no aceptarla, el hombre origina el drama del pecado. Sin embargo, Dios no le abandona y le dispensa su ayuda en atención a Cristo Redentor (L. G.).
Cristo, con su muerte voluntariamente aceptada en cumplimiento de la voluntad del Padre, redime al hombre y lo transforma en nueva criatura, superan- do la muerte con Su muerte y resurrección.
A los que creen en Él los constituyó místicamente su cuerpo, comunicándoles su Espíritu.
El ser parte de ese cuerpo místico es gracia especial que Cristo nos ofrece por medio de los sacramentos; de nuestra parte está aceptar o rechazar esta gracia que se nos ofrece sin ningún mérito nuestro.
DE LA IGLESIA POR LA FE
En el Sacramento Eucarístico Cristo nos dice: "Esto es mi cuerpo" y nosotros aceptamos participar de Él recibiéndolo y compenetrándonos. Así, todos quedamos hechos miembros de Su Cuerpo y a la vez cada uno es miembro del otro.
Ser iglesia. Esta gracia es de Cristo, es su promesa de salvación; de nosotros depende la aceptación de que la iglesia sea, según los designios divinos, el germen y el principio del Reino de Dios en la Tierra.
"¿ Cómo sucederá esto?".
Cristo, en nosotros, con nosotros bajo el influjo del Espíritu,
puede continuar su obra redentora en el mundo, sólo es necesaria
nuestra aceptación, que debe ser plena de agradecimiento y entrega.
|
|
|
|