Tarde
LXVIII - Mascarón de proa
La niña de madera no llegó caminando: / Allí de pronto estuvo sentada en los ladrillos, / Viejas flores del mar cubrían su cabeza, / Su mirada tenía tristeza de raíces.
Allí quedó mirando nuestras vidas abiertas, / El ir y ser y andar y volver por la tierra, / El día destiñendo sus pétalos graduales. / Vigilaba sin vernos la niña de madera.
La niña coronada por las antíguas olas, / Allí miraba com sus ojos derrotados; / Sabía que vivimos en una red remota
De tiempo y agua y olas y sonidos y lluvia, / Sin saber si existimos o si somos su sueño. / Ésta es la historia de la muchacha de madera.
LXIX
Tal vez no ser es ser sin que tú seas, / Sin que vayas cortando el mediodía / Como una flor azul, sin que camines / Más tarde por la niebla y los ladrillos,
Sin esa luz que llevas en la mano / Que tal vez otros no verán dorada, / Que tal vez nadie supo que crecía / Como el orígen rojo de la rosa,
Sin que seas, en fin, sin que vineras / Brusca, incitante, a conocer mi vida, /Ráfaga de rosal, trigo del viento,
Y desde entonces soy porque tú eres, / Y desde entonces eres, soy y somos, / Y por amor seré, serás, seremos.
Pablo Neruda - 100 sonetos de amor