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Tal y como estaba anunciado pasó diez horas en esta ciudad de la
costa norte de Colombia el pasado 30 de agosto. Vino con una gran comitiva
y lo acompañó su hija Chelsea dado que su esposa Hillary,
en campaña política, no pudo hacerlo.
Siempre tuvimos buena impresión de él y ahora nos dejó
muy buen recuerdo por simpático, sencillo y accesible para aquellos
que pudieron acercarse a él.
Escogió la más bella de las ciudades colombianas, en
donde el país acumula mucha historia.
Lástima que los recuerdos de ese día se opaquen con la
violencia desatada de las guerrillas y, en general, los comunistoides.
Muchos muertos y heridos dejaron, además de pueblos destruídos.
Los universitarios no se quedaron atrás y produjeron la más
horrenda muerte a un patrullero de la policía , al volarle la cabeza
con una arma atroz, producida por ellos, que llaman "papa", una especie
de bombita casera rellena de metralla y dinamita. Larga cárcel se
merece el autor de ese crimen, ya casi identificado.
¿Cuáles de los sucesos de ese día -vistos
en televisión- nos impactaron más? El primero, sin duda,
su encuentro con once viudas de las fuerzas armadas. Entre ellas una joven
con seis meses de embarazo que se abrazó a llorar en el hombro de
Clinton, quien se conmovió mucho como hijo póstumo que es,
según él mismo lo narró.
Una perra adiestrada para olfatear cocaína le puso las patas
delanteras encima. Se dió cuenta que el hombre ama a los perros
casi tanto como a los niños. Porque la escena con una pequeña
de tres años rogándole que le diera un beso fue de una ternura
infinita. Al fin lo logró pero la niña prefería besar
a Chelsea.
Finalmente nos encantó su destreza para bailar cumbia. Se observa
que es un músico por el ritmo con que bailó, lo cual no es
fácil para los gringos.
Gracias Mr. Clinton por su tiempo que dedicó tan cordialmente
a los colombianos. Como acá decimos: "Dios le pague"*.
*Ese Dios que entró a saludar en la iglesia de San Pedro Claver,
cuya puerta estaba abierta. Otro acto inolvidable.
Leonor Uribe de Villegas
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