Septiembre 21 de 2.000 |
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El domingo pasado, el 18, ocurrió el segundo secuestro masivo que las gentes de esta ciudad, Cali, padecemos. Hace poco más de un año que sucedió el primero. Ya, en mi nota anterior, me referí a ésto. Reincido en el tema porque acá no se habla de otra cosa. Además, porque quiero decirle a Norma de Lima de Sardi cómo la acompaño de corazón, a toda hora. Fuiste mi vecina, mi amiga como lo fue tu madre y lo son todos los de tu familia. Por distintos motivos en estos años de invalidez no nos hemos vuelto a ver porque, además, tu tiempo lo dedicaste a esa fundación en donde los niños de ese sector rural, llamado "El Hormiguero", van a estudiar, a recibir alimentos, y a quererte. Ayer los vi en la TV llamándote, diciéndote que regreses pronto, que les haces mucha falta. Con ellos estaba Ernesto, tu hijo sacerdote. Allá estarán todos. "Os digo que si éstos callan gritarán las piedras", dijo Jesús. La palabra nos sirve para llamar a las cosas por su nombre. A los guerrilleros decirles asesinos, secuestradores, es derecho de toda la sociedad. Abusar de mujeres, niños, ancianos. Atacar poblaciones desprotegidas, usar cilindros de gas rellenos de metralla será juzgado por Dios. Nuestra justicia es lenta y débil. Nuestro gobierno ha deificado el diálogo y así suceda todo lo que en Colombia está pasando, el presidente, el gobierno todo, insiste en conservar pactos que han sido burlados. Ya crearán una nueva zona de despeje, dizque para dialogar sobre la paz, cuando la primera ha sido una mofa. ¡Ay de cualquier palabra ociosa que digan los hombres! Tendrán que dar cuenta de ella. Leonor Uribe de Villegas |
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