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Eso ha pasado ayer en los Estados Unidos cuando anónimos terroristas
se apoderaron de cuatro aviones, dos de ellos estrellados contra las torres
gemelas del World Trade Center en pleno corazón de Nueva York y
contra el Pentágono, el edificio donde están todos los jefes
militares de las fuerzas armadas.
Otro avión se estrelló en una zona rural cerca de Baltimore.
Hay tantas, pero tantas especulaciones sobre los autores de esta atroz
violencia, que aún nosotros, los colombianos, que debiéramos
estar curtidos con las acciones terroristas, nos sentimos conmocionados
como está el mundo entero. ¿Comenzará otra guerra
mundial? ¡Que Dios nos ampare!
Que haya una plegaria mundial para que no ocurran más hechos
como los de hoy, con millares de muertos, todos civiles inocentes. Toca
que el mundo civilizado se solidarice con el gobierno de la más
antigua democracia del mundo. Si toca pelear a su lado ningún gobierno
democrático se negará a hacerlo.
Ya muchos países del mundo han ofrecido su solidaridad. Hasta
Putín, el gobernante ruso, envió un solidario mensaje.
Fue doloroso observar a la población palestina, joven y vieja,
que vive en Jerusalén, bailando y celebrando estas demostraciones
de violencia.
Ossama Ben Laden, millonario, el principal sospechoso. Es un líder
en Afganistán, de la secta talibán, violento maniático,
la persona a la cual se le atribuyen estos atentados terroristas. Ojalá
no se pruebe su autoría, porque cuando los americanos reclaman sus
derechos, lo saben hacer y con exceso de fuerza.
Escenas apocalípticas son las que hemos visto en la TV estos
dos últimos días. El presidente Bush habló por este
medio el martes 11, a las 7:30 p.m. y dijo: "estos actos terroristas pueden
destruir edificios y asesinar a gente buena. Pretenden amedrentarnos pero
no lo lograrán. Todos seguiremos trabajando, la economía
seguirá estable. Les pido sus plegarias por los niños, recordemos
especialmente el salmo 23 que dice: "aunque camino por valles oscuros no
temo mal alguno, porque Tu estás conmigo".
Lo que no olvidaremos nunca fue la decisión de por lo menos
una docena de personas que estaban en los últimos pisos incendiados,
quienes decidieron morir estrellados contra el piso de la calle y no quemados.
Así los vimos saltar por las ventanas en un acto suicida provocado
por la desesperación. Estoy segura que el Señor los tiene
a su lado.
Leonor Uribe de Villegas
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